¿Quién es, dónde está, Al Qaeda?

Se cumple una semana del secuestro de nuestras compañeras Ainhoa Fernández Rincón y Rossella Urru y nuestro compañero Enric Gonyalons. Desde CEAS-Sáhara volvemos a dirigirnos a la opinión pública y ciudadana para alzar nuestra voz, otra vez más, contra la brutal violencia que los ha apartado de su generoso trabajo, y a favor de su exigible seguridad personal y de una pronta y feliz resolución para su cautiverio. Su único delito ha sido apostar por la solidaridad
y la entrega desprendida en un mundo crecientemente insolidario y mercantilizado. Que sus captores, y quienes les avalan y apoyan, perciban nuestra más firme denuncia y repulsa ante sus bárbaras acciones y su torcido entendimiento de la acción política.
Estamos contra Al Qaeda como estamos contra todos los idearios totalitarios, carismáticos, excluyentes, y simplificadores. Aquellos que pretenden que el mundo, su mundo, se ajuste a una voluntad predeterminada; haciendo valer su creencia por encima de la vida o de los intereses del conjunto de la sociedad a la que dicen liberar. Y esas actitudes no son solo patrimonio en nuestros días del integrismo islámico, mal que nos pese.
¿Cómo calificaríamos la actuación de las autoridades marroquíes en el aeropuerto de El Aaiún impidiendo por la fuerza la entrada en el Sáhara Occidental del europarlamentario español Willy Meyer? ¿Puede adoptar impunemente este tipo de actitudes un gobierno que tiene relaciones preferenciales con la misma institución (la Unión Europea) a la que el agredido representa? ¿Cuáles son las irresponsabilidades o los delitos que hay que ocultar de este modo? ¿O es un problema de seguridad? Pareciera que la seguridad marroquí considerase al susodicho diputado un peligroso terrorista, o más bien que el terrorismo, en este caso de Estado, fuese la decisión del gobierno marroquí, acostumbrado a la impunidad y al silencio de una Unión Europea que una vez más no dirá nada. También estamos y estaremos en contra de esta violencia ilegítima y arbitraria, venga de quien venga, y con la que se quiere silenciar toda posibilidad de informe, testimonio o denuncia de los abusos acometidos en el territorio.
El terrorismo no conoce fronteras, nadie queda libre de sus miserables actuaciones. La seguridad en los campamentos saharauis es mejorable, como en Nueva York, Londres, Madrid, Marrakech, Oslo o cualquier otro punto de un mundo manifiestamente inerme y cada vez más acostumbrado ante la violencia a pequeña escala.
Nuestra defensa contra estas actitudes no pretende fomentar irresponsablemente la sospecha y el miedo contra todos y todas, ni en contestar a la violencia desmedida con idéntica violencia (todos los Guantánamos por inaugurar y sus horrores no servirán para acabar con la sinrazón terrorista); por el contrario, apostamos por reforzar la confianza en la capacidad de las sociedades para regirse y dotarse de formas de organización y comportamiento asumidas colectivamente y aumentar la cohesión de las comunidades en torno a objetivos comunes. Creemos, del mismo modo, en una política valiente y vigilante a favor de la legalidad internacional y la paz desde el respeto, la coexistencia y la convivencia.
Desde ese convencimiento queremos volver a recordar, a quien corresponda, que la estabilidad del Magreb y del Sáhara pasa, entre otras cosas, por una solución al aplazado contencioso del Sáhara Occidental de acuerdo con las recomendaciones y los caminos propuestos por el derecho internacional y respetando en todo caso la libre decisión del pueblo saharaui sobre su futuro.
Sin la urgente búsqueda de soluciones, con el compromiso responsable de todos, no habrá una salida razonable para los problemas que aquejan al mundo.
CEAS-Sáhara
Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara

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