La cadena de televisión estatal de España, RTVE dio ayer la noticia de que “Rajoy llama a Mohamed VI y se ofrece a reunirse en Marruecos con su nuevo Gobierno”, y que 1“Marruecos es tradicionalmente la primera visita de los presidentes españoles (…) Rajoy yMohamed VI acuerdan profundizar en las relaciones bilaterales”
De acuerdo con esa información, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, habló por teléfono con el rey de Marruecos, Mohamed VI, y apostaron por “profundizar en las líneas estratégicas” en las que se basan las relaciones entre los dos países, según la misma fuente.
La noticia comenta que el presidente español “trasladó” a Mohamed VI su deseo de realizar “en su momento” una visita a Marruecos, “aunque el programa y la fecha de este viaje deberá ser acordado con el nuevo Ejecutivo marroquí”, que fue nombrado ayer, presidido por Abdelilah Benkirán, considerado un islamista moderado. No obstante, el rey marroquí ha nombrado ya -como es habitual- una serie de “consejeros reales”, que son el gobierno en la sombra,
RTVE no aclaró si la conversación entre Rajoy y Mohamed VI versó sobre la cancelación del acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos, que el presidente español quiere restablecer a toda costa, según anunció al Rey Juan Carlos I.
A pesar de la insistencia de medios de comunicación españoles de que Marruecos ha sido siempre la primera visita institucional de los presidente de gobierno de España, en este caso Rajoy no debería seguir esa “tradición”. De momento no hay fijada fecha alguna, al menos que sepamos.
Uno de los problemas de la política exterior e interior de España es MARRUECOS. Nuestros gobiernos, en general, han sido muy permisivos con el reino alauita. Y esa permisividad se debe a las “buenas” relaciones que mantienen las dos monarquías, la española y la marroquí. Marruecos presiona y chantajea a España más a menudo de lo deseable. Unas veces lo hace con el terrorismo, otras con la inmigración y las más con sustancias estupefacientes. Nos referimos, a su posible bajada en el celo por controlar esos “elementos”.
Marruecos, el actual sistema feudal marroquí y la tolerancia extrema de los gobiernos españoles, son un verdadero problema para los españoles, en primer lugar, pero también para la mayoría de los ciudadanos marroquíes. En primer lugar las supuestas reformas emprendidas por la monarquía alauita no son tales, como ya ha denunciado en más de una ocasión la Comisión Europea, que ve con preocupación la “situación social”.
Marruecos no cumple con las exigencias de la UE a las que le obliga su consideración como país preferencial, como Israel. Por ejemplo, no cumple con la exigencia de una asistencia sanitaria y universal para sus ciudadanos. Ceuta y Melilla, territorios españoles, ven atestados sus ambulatorios y hospitales de marroquíes, que acuden a recibir la asistencia hospitalaria que el sultán les niega.
Otro asunto fallido es el de la Justicia, que ni es independiente ni justa. La educación estatal brilla por su ausencia, y el analfabetismo hace estragos entre la población.
Millones de marroquíes se han visto obligados a abandonar su país en busca de condiciones de vida más acordes con el ser humano. Sin embargo, esos ciudadanos que huyen de su país hacia Occidente, sobre todo a Europa, se dedican en su mayoría a criticar a los países que les acogen. Y Occidente, especialmente España (los gobiernos), se muestra aparentemente complacida con esa realidad. Pero, la ciudadanía española comienza a despertar de ese letargo al que la han sumido. Y exige conocer datos y respuestas contundentes. Por ejemplo, qué ayudas estatales reciben asociaciones, páginas webs y centros islamistas marroquíes afincadas en España que encima se dedican a reivindicar el territorio español como suyo. ¿Por qué los ciudadanos de ese país que cumplen condena en establecimientos penitenciarios no son entregados a las autoridades de Marruecos? ¿Qué número de marroquíes se encuentran en España cumpliendo condena?
Y más: ¿Por qué no retorna el Estados español a miles de menores de edad marroquíes que se encuentran en centros de acogida españoles? En definitiva, ¿cuánto nos cuesta a los españoles mantener el actual estado de las relaciones con Marruecos?
Respecto al Sáhara Occidental, España debe asumir de una vez su responsabilidad como potencia administradora de ese territorio y proceder lo más urgentemente posible a realizar los trámites necesarios para que el pueblo saharaui se haga cargo de su gobierno.
Por todo ello -profundizaremos en breve con más detalle- creemos queMariano Rajoy, presidente del gobierno español, no debe iniciar su ronda de viajes al exterior con una visita a Marruecos, y menos forzar a que el futuro acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos contemple las aguas territoriales del Sáhara Occidental como marroquíes. Acuerdo de pesca sí, pero sin que las aguas territoriales saharauis entren en ese acuerdo.
Buenas relaciones con nuestro vecino marroquí, sí; pero sin amenazas ni presiones; ni con menoscabo de los derechos de los ciudadanos españoles en favor de Marruecos. Transparencia por encima de todo.
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