Fuente: El Sáhara de los Olvidados / Equipo Mediático / wshrw.org
El pasado día 11 Mohamed Dihani fue visitado por el grupo de trabajo de Naciones Unidas y han comprobado y confirmado la violencia a la que ha sido sometido y la injusticia que se ha cometido con su caso. Este equipo ya se ha puesto en contacto con las autoridades marroquíes para que se tomen medidas urgentes para resolver de inmediato la situación de Dihani.
Video y texto del testimonio (abril de 2013):
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“Soy el preso político saharaui, Mohamed Dihani y estoy en la prisión de Salé 2.
Este texto fue al principio una carta que yo hubiera querido hacer sacar escrita y firmada (huella). Pero como hay una cámara, preferí utilizar el audiovisual que es más fácil de sacar.
Desde detrás de los muros de la prisión de Salé 2. He escrito este texto una noche de este invierno, el tiempo era frio.
Hablo de mi historia como testigo y opositor del régimen marroquí. La historia de un militante saharaui que se ha negado a ceder al ocupante.
Por este hecho, me han raptado, encarcelado y han montado un complot en mi contra. Bajo la serie de violaciones continuas y cometidas contra el pueblo saharaui, voy a desvelar en esta carta lo escondido a la opinión pública y los planes maquiavélicos del Estado ocupante.
Nadie puede imaginar lo que hace el régimen marroquí en la sombra y cómo controla su gestión del conflicto del Sahara Occidental para justificar la opresión permanente que hace sufrir al pueblo saharaui.
Escribo esta carta con conocimiento total de lo que arriesgo como consecuencia, pero insisto en que el futuro saharaui es más importante que el mío. El inicio de esta conspiración empezó el día de la vuelta de Aminatu Haidar.
Nosotros, los saharauis, consideramos este día como una victoria, una iluminación en el camino del orgullo y el inicio de una nueva vía de la lucha del pueblo saharaui.
Aquel día, en el que Aminatu Haidar volvió del aeropuerto de Lanzarote después de su huelga de hambre que había durado 33 días.
Ella se rebeló a los invasores ocupantes, y ellos acabaron por aceptar sus condiciones después de haberla expulsado antes porque ella no había cedido a su chantaje y rechazado la renuncia a los principios del pueblo saharaui y el abandono del camino de la lucha y del militantismo.
La tarde de aquel día histórico, quise responder a la llamada de la nación como todos los jóvenes saharauis militantes para recibir a esta militante valiente. Unos minutos después de mi salida con mi amigo H.A., fuimos sorprendidos por una patrulla de las fuerzas de ocupación.
Nos rodearon, nos llevaron y nos torturaron de una manera brutal que reflejaba odio latente hacia el pueblo saharaui. Tres horas después, nos arrojaron fuera de la ciudad para impedirnos asistir a la recepción.
Intentamos volver a la ciudad, encontramos un coche por casualidad que nos llevó al hospital de Bel El Mehdi, estábamos descalzos y casi desnudos. Mi amigo tenía una mano rota.
Nos llevaron a la urgencia, las huellas eran flagrantes, y estuvimos sorprendidos por encontrar a Europeos, más de 14 personas, dentro de ellos juristas y periodistas. La conductora del coche que nos había llevado me pidió que les explicara lo que había pasado, y tuve saber en qué idioma hablarles.
Pregunté si alguno hablaba italiano, una persona me contestó que era italiana y una periodista española dijo que hablaba también italiano. Así, empecé a explicarles lo que había pasado a nosotros dos aquella noche, la brutalidad que teníamos que sufrir y las torturas, también sobre cientos de saharauis atacados.
Expliqué la causa nacional saharaui delante de decenas de policías y agentes de servicio de la inteligencia y otros. Algunos de ellos me amenazaron y me dijeron : “el tiempo de los sacos” sigue existiendo todavía. (ndt: los saharauis raptados eran metidos en sacos antes de 1999).
Conozco a algunos de ellos y sus direcciones en la capital.
Pero la magia se volvió contra el mago. En vez de impedirme asistir a la recepción, su violencia me permitió hablar con los periodistas extranjeros sobre lo que yo acababa de sufrir, mi detención y las torturas. Agentes de la inteligencia de paisano intentaron de nuevo tirarme para llevarme delante de las personas presentes en el hospital.
Mis hermanos saharauis intervinieron y les rodearon para impedirles actuar. Incluso una saharaui dejó a su hijo enfermo en la sala de espera para cogerme por la mano fuertemente para que no me detuvieran.
Me acuerdo todavía de este momento.
Es un ejemplo dentro de otros, de una mujer saharaui en el tiempo de sacrificio y de la lucha, sin las mujeres el camino no avanzará ni continuará. Todas las mujeres saharauis son como Aminatou Haidar y otras militantes. Después, pedí a los activistas de los derechos humanos que me acompañaran hasta mi casa, lo aceptaron y yo les agradecí.
Era evidente que se iban a ejercer las represalias en mi contra por razón de lo que había hecho y porque el hecho de haber sido llevado y torturado no me impedía continuar mis actividades.
El 27 de abríl 2010, entré legalmente al Sahara Occidental por sus fronteras del sur.
Llegué al día siguiente a El Aaiún por la recepción organizada para mi primo, el preso político saharaui Doctor Abdellah Dihani, que salió de la prisión el mismo día. Durante mi encuentro con la familia, salí un momento para fumar un cigarrillo.
Las fuerzas de seguridad han rodeado la casa para impedir la recepción. Una costumbre que apunta a prohibir las fiestas de recepciones de los presos políticos saharauis.
Todos los policías estaban de paisano, fui lejos para fumar.
De repente un grupo de ellos me detuvieron y me forzaron a subir en un coche Fiat acompañado de dos otros coches 4X4 de la marca PRADO. Me esposaron y vendaron los ojos, y me llevaron hacia la sede de la DST (dirección de supervisión de los territorios nacionales) en El Aaiún.
Eso es el inicio de mi enfrentamiento con el régimen de ocupación. Fue un centro no oficial de detención, un garaje.
Según mis conocimientos de camino y mi experiencia de conducir, supuse que el garaje podía ubicarse en el bulevar de la Meca, que conoce todo el mundo.
Pasé dos horas siendo interrogado en general sobre mi identidad y mi familia, mis relaciones con algunos activistas de los derechos humanos bien conocidos y mis participaciones en manifestaciones contra la ocupación marroquí. Luego, un coche de 4X4 llegó y me llevó a un sitio desconocido, me enteré después de que era el centro terrible de Temara.
El trayecto fue muy largo, se paró nada más que por la gasolina.
El viaje empezó así a la una de la mañana hasta la tarde del día siguiente.
Pude escuchar sus comunicaciones con sus jefes para tomar permiso para llevarme de un sitio a otro.
Aquí empezó un nuevo periodo.
No hay ningún sitio para discutir sobre los derechos humanos y su dignidad.
Directamente y sin razón, empezaron pegarme, me desnudaron, me vendaron los ojos para que no identificara el lugar. Mi psique se deterioró, no sabia porque me sometían a las torturas sin razón.
Empezaron las preguntas.
La primera fue : “¿porqué estás aquí?”, respondí yo “no sé”, y aumentaron las torturas.
Pasamos a la segunda : “¿eres marroquí?”
Me encontré en una situación muy embarazosa, porque he sufrido la tortura sin razón, entonces ¿qué pasaría con esta pregunta?
Tenía que mentalizarme y prepararme para nueva sesión de torturas. Decidí no contestar.
El interrogador me golpeó en la mano con algo, causó una herida que dos años después sigue haciéndome sufrir.
Entonces me hizo otra pregunta; si yo conocía al Sr. Omar Bulsan
Respondí: “no, es la primera vez que escucho este nombre”
Naturalmente tuve que sufrir otra sesión de torturas. Fuí interrogado sobre algunos militantes saharauis bien conocidos y otros que no conocía.
Brahim Dahane, Ali Salem Tamek, Aminatu Haidar, Tarouzi y otros.
Pasaron varias horas, salpicadas de preguntas banales. Preguntas acusadoras que afirman mi presencia en situaciones precisas sin prueba aparente. Me sacaron de la sala de interrogatorio sólo varios minutos, por la cena y me hicieron volver a la sala todavía con los ojos vendados para no dejarme reconocer la gente presente.
Retomaron el interrogatorio sobre mis actividades comerciales, como vendedor de coches hacia la Mauritania, me presentaron algunos nombres de los corredores en venta de coches.
Con un ritmo sostenido, preguntas banales interrumpidas por sesión de torturas, durante tres días negros, hasta el cambio de equipo de investigadores, que me dijeron que no conocían a los otros, así que volvieron a hacer todo desde el inicio.
Las preguntas banales empezaron de nuevo, luego las torturas y malos tratos, que degradan la dignidad humana, sin ni siquiera dejar tenderme en el suelo, pasé horas sentado en una silla en una habitación fría vigilada por cámaras. Una vez me dormí, ellos entraron para aterrorizarme, hasta hacerme perder mi equilibrio psicológico.
Retomaron las preguntas, me golpearon. Luego, me pusieron en una oficina, allí cada uno de ellos me vendó los ojos con vendas diferentes y empezaron las preguntas. Uno de ellos me pidió incluso que le llamara “mi amigo”. Un momento me pusieron una venda transparente, pude ver las caras de los investigadores, estaba yo sentado, y uno de ellos dijo : cálmate, estás con el jefe de la zona del Sur. Le vi personalmente, era el Genaral Abdelaziz Bennani, un investigador de la zona del Sur.
Él me preguntó en dialecto Hasania : ¿de dónde eres, de qué tribu?
Le respondí que era un separatista pese a que no lo fuese y que era un independentista que pide la independencia de este país ocupado. Hice un error con respecto a la gravedad de la situación.
El general Bennani se puso a reir y dijo:
Las autoridades permiten a los separatistas expresar sus opiniones y les dan también tarjetas especiales. Le dije que si Marruecos había aceptado el alto el fuego por un referéndum, eso daba el derecho de ser Saharaui o Marroquí.
Me dejaron expresar pero en vano, porque directamente el diálogo tomó otro cariz, y retomaron las preguntas.
¿En dónde he escondido las armas que me procuré por el Polisario en las fronteras del Sur? Me dijeron que un avión me esperaba para llevarme al lugar y que nadie me tocaría.
Negué totalmente estas acusaciones tan extrañas como sorprendentes.
Me llevaron de nuevo a la oficina de investigación, para volver a hacerme sufrir. Me amenazaron con traer a mi madre y mi hermano para violarles. Escuché a mi madre y mi hermano gritar en la celda vecina. Mi madre decía : ven ayudarme, mi hijo. Yo estaba loco, me enteré más tarde por gente de experiencias que no es nada más que grabación telefónica.
Los días pasaron así, 10 días, luego 11º día, me informaron de que yo iba a encontrar a la gente muy importante. Por la primera vez entré en una oficina sin venda en los ojos, pude ver todas las caras de los investigadores.
Pude reconocer a las personas que me habían hecho firmar el atestado en la comisaría de El Ma’arif (en Casablanca) y otros, primero Abdelatif El Hamouchi, jefe de la DST (dirección de supervisión de los territorios nacionales).
En el centro del cuarto, había documentos blancos en una mesa, pasaportes, bolígrafos, móviles y pistolas. Ellos parecían entusiastas, estuvieron afables conmigo, me prometieron tratarme bien.
Decían que todo lo que acababa de pasar era un malentendido, que ellos estaban convencidos de que yo no había hecho nada, me citaron nombres de personas que yo no conocía y me dijeron que eran terroristas venidos de Italia y de Europa, que amenazaban la seguridad del país. Me pidieron que cooperara con ellos para poder detenerlos, porque yo he vivido en Italia y hablo bien Italiano. Primeramente pensé en aceptarlo para salvarme.
Efectivamente, me hicieron una oferta muy atractiva sin contrapartida, a parte de un trabajo bajo su egida, así lo acepté. Me hicieron preguntas sobre personas que yo no conocía y me dijeron que tenía que acompañarlas y que me pusiera en relación con ellas bajo cobertura del “Yihad” terrorista en el centro cultural Islámica de Milán en Italia. Tenía que convencerlas para aceptar realizar actos terroristas en nombre del “Yihad” y reivindicar sus actos ante los medios de comunicación en nombre de la Al Quaida en el Maghreb Árabe. Yo tenía que atraerlas hacia el Sahara Occidental, y utilizar sus ideologías yihadistas para organizar otras operaciones.
Después de una conversación entre nosotros en la que me encontraban interesado, me dijeron que me faltaba una formación en explosivos, en comunicación y en reclutamiento. Dijeron que se encargarían de controlar el trabajo, que estarían siempre conmigo para darme consignas. Un agente me dio muchas ideas y me presentó rápidamente sin detalles los objetivos que serán de afectar en el Sahara Occidental, centros de seguridades marroquíes, notables saharauis colaboradores con Marruecos, la sede de la MINURSO en El Aaiún y algunos hoteles.
Ante mi asombro de porqué destruir las instituciones y asesinar a los oficialistas, me dijeron para calmarme que era a favor de la patria, que eso servía la agenda de Marruecos y que yo no estaba solo, muchas personas estaban dispuestas a trabajar conmigo en este grupo terrorista.
Eso tiene dos caras, una suave y otra dura.
La suave: me prometieron mejorar mi situación, mi familia sería protegida y si necesita algo, ellos estarían por eso siempre.
La dura: el jefe de los investigadores me dijo, “aquí, el que entra desaparece y el que sale renace”, esta expresión estaba escrita igualmente en mi célula, la veía cada mañana y noche. Y añadió, “una o dos personas resultan muertas en este centro de detención, no es un problema”.
Yo estaba turbado y le dije que este dosier era gordo, y pedí un día de reflexión antes de aceptar o no. Me instalaron en una habitación limpia, pude tener buenas comidas y cigarrillos como quería.
Antes podía tener solo tres cigarrillos al día, uno después del desayuno, el segundo después de la comida y el tercero después de la cena. Después de dos días de interrupción de interrogatorio, podía defenderme física y moralmente de las torturas.
Pero pensaba a esta proposición, me encontraba en un callejón sin salida, es que iban a intentar con todos los medios conseguir su fin.
Claramente para salvarme de este callejón sin salida, di mi acuerdo para trabajar con ellos en Italia con un sueldo. Pero en cuanto al Sahara Occidental dije, “no puedo por mi pertenencia tribal y mi región, pero también por mis ideas que no corresponden a los actos de terrorismo. No quiero meter a mi familia en problemas”.
El investigador me dijo que iba a transmitir mi mensaje. Me llevaron de nuevo a la célula oscura, sucia, llena de insectos y además en frente del cuarto de tortura.
Escuchaba a la gente gritar todo el tiempo, no podía más estar tranquilo y por supuesto volvieron las comidas malas. Los investigadores también volvieron, y retomaron las torturas físicas y morales. Me suspendieron durante horas y me dieron golpes en las articulaciones y partes muy sensibles del cuerpo.
Todo eso duró 27 días continuos. Vosotros podéis imaginar el sufrimiento de los presos aislados del mundo en sus prisiones secretas y la angustia de las familias que no saben nada sobre el estado de los presos, ni los lugares de detención. Así pasé seis meses en detención secreta, del 28.04.2010 al 28.10.2010.
Todavía no me he recuperado de los efectos de las torturas. En la célula en frente de la mía, vi a hombres, mujeres pero también niños, os juro que hay niños, menores de edad, torturados. En este periodo habían transferido un grupo del Norte de una cuarentena de personas, entre ellas cuatro españoles.
Pude reconocer también a una presa que sufrió una violación colectiva. Era amiga o esposa de un preso español, Miguel ,que fue torturado durante tres días. Estaba cerca de mí y estaba en huelga de hambre. No hablo de sus otros tres amigos Tony, Cecilio y el tercero, he olvidado su nombre.
Puedo confirmar las violaciones colectivas frecuentes, porque podía escuchar sus gritos y sus súplicas sin poder actuar.
Esta mujer había sido condenada a dos años de prisión, porque era amiga de uno de los miembros del grupo que yo había encontrado cuando me detuvieron seis meses antes, y de lo que ya he hablado. Fui transferido hacia El MaArif el viernes 22 de octubre 2010, 10 días antes de los incidentes de Akdeim Izik.
No vi a investigador ni responsable excepto el último día en el que fui torturado para firmar un atestado, cuyo contenido no conocía. Me avisaron después que yo me presentaría ante el procurador del rey, pero no vi al procurador, ni a la procuradora.
Fui transferido en una oficina del juez de instrucción del tribunal de apelación, denominado Abtadelkader Chantouf. Pero cuando entré en su oficina, me hizo preguntas graves y extrañas.
“¿Quieres hacer explotar tal y tal?” “Quieres asesinar a tal y tal?”
Y continuaba acusándome “¿quieres hacer explotar estaciones de trenes, de ferrys y barcos?”
Me encontraba completamente conmocionado, porque durante de los interrogatorios anteriores había sido interrogado nada más que sobre el Sahara Occidental, sobre los antiguos presos políticos saharauis, los activistas de los derechos humanos, el Polisario, la Mauritania, gente que yo frecuento, pero ahora me habla de los jefes de acusaciones muy extrañas.
No olvidé decirle que había sufrido torturas, me respondió que no había sido llevado por los marroquíes o la DST, sino por el servicio de inteligencia italiano, mi abogado estaba presente, inmediatamente rechazé todas estas acusaciones.
El juez no quiso retener mis acusaciones por rapto y torturas, y decidió enviarme a la prisión de Sale llamada ZAKI. Pasé allí siete meses.
Tras la liberación del activista saharaui Brahim Dahane, cuatro oficiales vinieron a verme y me interrogaron sobre mis relaciones con Dahane, Ali Salem Tamek y Ahmed Nasiri.
Me pidieron que les facilitara informaciones sobre presos salafistas, sus planes, sobre todo informaciones sobre los dirigentes de este grupo. Lo rechacé como la última vez, me dijeron que podía salir si yo hablaba, si no, el veredicto sería muy severo.
El veredicto fue severo, diez años de prisión firme injustificados.
Después de varios días de enfrentamientos en la prisión de Zaki, me transportaron en la prisión de Sale 2 en donde fui torturado de nuevo, más fuerte, hasta olvidar lo que había sufrido en el centro de Temara. En Sale 2, mis torturadores fueron Mustafa Hajli, Mohamed Aadimi, Yunes Buazizi, Idris Mulat, Idris Abuhachem, Majid, Bubkri y otros.
Después de haber llegado a hacer conocer al exterior de la prisión el chantaje de la inteligencia marroquí del cual era yo objeto, en el centro de Tamera y en Sale, eso se ha convertido en tema de conferencias y reuniones en el nivel internacional como la de los derechos humanos de Ginebra, así mi asunto ha tomado nueva dimensión.
No olvidé que dos oficiales de la inteligencia vinieron a mi célula y que uno de ellos estaba presente durante mi interrogatorio en Temara, también fue presente en El MaArif y en el momento que me forzaron a firmar el atestado.
Los dos me pidieron que gravara un video para negarme de lo que decían las organizaciones de derechos humanos y periódicos, también todo lo que mi padre había declarado sobre lo que vivía aquí.
Lo rechacé totalmente.
Me amenazaron con volver a enviarme a Temara, respondí que la delegación de la administración penitenciaria es responsable de todo esto y de mi situación. Después de eso, me ocurrieron muchas cosas, incidentes, situaciones difíciles, porque las condiciones siguen estando horribles en las prisiones, el acoso está permanente y las inspecciones sistemáticas para no poder sacar la verdad de aquí.
Dirijo a la ONU y todos los organismos de los derechos humanos una llamada de urgencia para que intervengan en mi ayuda, ciudadano y militante saharaui, pero también como preso político. Hay que abrir una investigación sobre todos estos chantajes y opresiones inhumanas.
Muchas gracias”.
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