Desde que Marruecos alcanzó su independencia concedida simultáneamente por España y Francia en 1956, las apetencias territoriales de Rabat sobre la provincia española del Sahara Occidental en 1975 abrieron la contienda y una situación de pésimas relaciones que aún hoy perdura entre Marruecos y España.
Los incidentes hispano-marroquíes, tanto diplomáticos como militares, se han sucedido desde 1975, pero llama la atención que siempre han sido promovidos y/o iniciados por Marruecos. El embajador marroquí en Madrid fue retirado en otoño de 2001 y, aunque Madrid ha insistido en muchas ocasiones en la necesidad de dialogar y restablecer las débiles relaciones diplomáticas bilaterales, Rabat responde cada vez con más gestos de soberbia y con más desplantes.
Y, en el epicentro de todo esto, se encuentra el conflicto en el Sahara Occidental, en el que una excolonia (Marruecos) intenta colonizar a otra excolonia (Sahara Occidental), conflicto en el que ha tenido que intervenir hasta las Naciones Unidas, y en el que España no se quiso posicionar. Pero, ¿por qué Marruecos parece deteriorar cada vez más sus ya de por sí difíciles relaciones con España?
Las intenciones de Marruecos son bien claras: si en 1975 sacó provecho de la Marcha Verde, ¿por qué no intentar seguir sacando provecho de un país, que con su clara laxitud y persistencia en responder a los desafíos con más diálogo ha mostrado una actitud claramente débil? Es esto último, precisamente, lo que España debiera replantearse.
La incorporación de las Islas Canarias a la Corona de Castilla es el antecedente que ilustra el posterior interés español en los territorios de la costa del África Occidental. Antes de la Conferencia de Berlín en 1885, los intereses coloniales franceses en el África Occidental van mermando el territorio español hasta configurarse las fronteras del actual Sahara Occidental. En 1934-36 se lleva a cabo la ocupación española de todo el territorio que pasa a depender militarmente de la capitanía de Canarias.
En 1956 Francia y España conceden la independencia a Marruecos, y el rey Mohamed V funda el actual Estado de Marruecos. A su vez, es aquí donde empiezan los roces hispano-marroquíes por la zona del Sahara; en octubre de 1957 Marruecos reivindica en Naciones Unidas territorios españoles del Sahara, Ifni y Mauritania.
Entre 1957-58 España interviene en Sidi-Ifni, acabando con las insurrecciones que se habían levantado en la zona y, finalmente, las convierte a ambas en provincias españolas. Y, desde que en 1961 unos estudios demostraran la riqueza del subsuelo saharaui en fosfatos y petróleo, las apetencias españolas aumentan, mientras que, ya en 1975, la ONU exige a España la descolonización del territorio; a su vez, en 1972 se forma el Frente Popular para la Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario).
Desde octubre de 1975 Marruecos comienza a hostigar el territorio con la presión de la Marcha Verde; el Ejército Español espera instrucciones de Madrid que no llegan, y Marruecos, mientras tanto, se sabe reforzado por el apoyo tácito de EEUU. Ante la delicada situación interna de España (agonía de Franco), la tensión con Marruecos y la presión de EEUU, el 14 de noviembre de 1975 se firman los Acuerdos Tripartitos de Madrid por los que España cede su control colonial sobre el Sahara a Marruecos y Mauritania, invadiendo más tarde estas dos últimas el territorio, ocupación condenada por la ONU en su XXX sesión.
Francia comienza a definirse a favor de Marruecos por sus propios intereses, y da comienzo la guerra entre Marruecos y la República Árabe Saharaui Democrática, poniéndose fin en septiembre de 1991; tras doce años de guerra declarada, la ONU patrocina un alto al fuego en su Resolución 690.
El Sáhara, el petróleo, Ceuta y Melilla y EEUU
Con el episodio de Perejil, Rabat da una vuelta de tuerca más para intentar maniatar a España en la cuestión del Sáhara. El petróleo, el petróleo del Sáhara y sus prospecciones en las que multinacionales norteamericanas y francesas tienen intereses, es otra cuestión que se ventila indirectamente con Perejil. Ceuta y Melilla se han convertido en las nuevas reivindicaciones marroquíes con Mohamed VI. Y por último están los EEUU, que con Perejil han entrado de lleno en la región del Estrecho de Gibraltar y en las maltrechas relaciones hispano-marroquíes al mediar entre ambas partes y no decantándose claramente con ninguna de las dos partes al tratarse ambos de importantes aliados estratégicos.
El 30 de julio de 2002 el Rey Mohamed VI reivindicó la soberanía marroquí sobre Ceuta, Melilla y los demás islotes del Mediterráneo. Ese mismo 30 de julio, el Consejo de Seguridad de la ONU daba un nuevo balón de oxígeno a Marruecos al declarar que se posponía hasta enero de 2003 cualquier decisión sobre el Sáhara Occidental.
El sueño del Gran Magreb subyace en la cuestión del Sahara. Las relaciones entre Marruecos y Argelia están igualmente envenenadas, principalmente, porque Argelia desea un Sahara independiente para que Marruecos no sea la potencia del Magreb. En el horizonte está, además, la posible reivindicación futura de las Islas Canarias.
Marruecos ha tratado de crispar y estropear aún más las relaciones con España con la intención de comprobar hasta dónde llega la firmeza española, y también para distraer a nuestra diplomacia con asuntos territoriales como Perejil o Chafarinas. Con respecto a táctica tomada por España en el asunto de Perejil, frente a la posición provocadora marroquí, que pretendía forzar una intervención militar que nos desacreditara, la reacción española fue legitima, comprendida y aplaudida por la mayor parte de las cancillerías mundiales, empezando por las europeas, ya que la UE exigió la retirada inmediata marroquí. Se trataba, pues, de que España usara bien su diplomacia y supiera moverse. El problema era que seguía sin tener un discurso claro con respecto a Marruecos.
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