…Sigue en pie

…Sigue en pie el Muro de la Vergüenza…separando las dos realidades de un mismo territorio (ajeno para unos, añorado para otros). A un lado, la ocupación militar del Sáhara Occidental por parte de Marruecos; al otro, los territorios saharauis liberados durante la guerra entre 1975 y 1991. El muro que comenzó a construirse en 1980 marca la compleja separación entre la vergüenza y la esperanza. El Muro de la Vergüenza, como se le conoce internacionalmente, tiene una longitud de más de 2.720 kilómetros y fue construido para dividir el Sáhara Occidental, separar a las familias de uno y otro lado y servir de defensa para el ejército marroquí ante los intentos del ejercito saharaui de recuperar sus territorios.
Los datos asustan.
La línea trazada por este gigante la componen un total de seis muros, más de 2.700 kilómetros de longitud, cerca de 160.000 soldados marroquíes, 250 baterías de artillería, 20.000 kilómetros de alambre de espinos, millones de dólares en mantenimiento y miles de minas antipersonales por la parte exterior.. (muchas de ellas de fabricación española).
Hasta la fecha son cientos las víctimas que ha causado este muro a uno y otro lado. Cientos de civiles saharauis han perecido intentando atravesarlo.
Al inicio de la construcción, orgulloso de su obra, Hassan II permitia acceder a los equipos de televisión. Hoy, caído el muro de Berlín y cuestionados los de Palestina, el muro del Sáhara, de 2720 Km. (más que de París a Cádiz), ha pasado a ser el « muro de la vergüenza ». Es el muro olvidado por todas los gobiernos que en otras partes del mundo exigen justicia, libertad y respeto a los derechos humanos. Sin duda, una doble vergüenza internacional.
La opinión internacional debe hacerse eco de esta sinrazón por la que el gobierno marroquí aboga y de la que España, Francia y Estados Unidos son colaboradores por su silencio ante el pueblo saharaui y las Naciones Unidas al tener intereses económicos en la zona (pesqueros, fosfatos, petróleo…). Por ello, cada vez son más habituales y necesarias las concentraciones frente al Muro de la Vergüenza para denunciar su existencia y permanencia.

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