Muchos saharauis descontentos o cansados de la situación de largo exilio no cayeron entre los brazos del enemigo. Eligieron a un país europeo, Argelia o Mauritania para hacer su vida sin desligarse de la causa por la que lucharon durante años. Incluso las familias que se fueron a vivir en los territorios ocupados siguen muy arraigados a la causa. Se dice que los hijos de esas familias (se les llama retornados por los marroquíes) son los principales héroes de los acontecimientos de Gdeim Izik.
Sin embargo hay una casta de “retornados” que no se fueron al enemigo por necesidad, comodidad o cansancio de un largo éxodo. Algunos de ellos asumieron altos cargos. Esos se unieron al enemigo por deseo de venganza, dominados por el rencor y el odio. Muchos de ellos, no tienen ni siquiera el coraje de vivir entre los suyos. Prefirieron instalarse en Marruecos. En Rabat, precisamente. Conocen bien el sentimiento de la población saharaui hacia ellos. Saben hasta qué grado se les desprecia. Algunos cayeron en la depresión volviéndose alcohólicos, como Brahim Hakim (antiguo ministro de asuntos exteriores) y Mustafa Barazani (también fue ministro). El “decano” de los traidores, Omar Hadrami, también prefirió vivir en Rabat. Fuertes razones deben tener para desarraigarse de sus paisanos.
Bachir Edkhil pertenece a esta última categoría. Los ambiciosis sedientos de venganza. Como sus congéneres, vivía bien en el Polisario. Su último cargo fue el de representante del Polisario en Cataluña en una época en la que la actividad solidaria en España estaba en su auge y los representantes recibían muchos medios, tanto del Polisario como de las asociaciones y comunidades españolas. Por lo tanto, Bachir vivía como un rey y no tenía ninguna necesidad de ir al enemigo, si no es la necesidad de vengarse de aquellos que no quisieron darle el cargo al que aspiraba y para el que no tenía ninguna calificación. Basta con leer sus escritos para saber que no sirve ni para manejar la escoba en la vía pública.
Cuando traicionó a su pueblo y se fue al otro lado, Marruecos no le dió ninguna importancia. No escatimó ningún esfuerzo para que se hablara de él. Por eso fundó una asociación bajo el título de “Agencia para el Desarrollo del Sur”. Su papel no fue más allá de la participación en debates propagandísticos organizados por la televisión local marroquí de El Aaiun.
Uniéndose a otros traidores de su género, consiguieron que el Estado marroquí les indemnizara por “haber sido víctimas del Polisario”. Tampoco eso animó a las autoridades marroquíes para que le dieran el cargo que él deseaba. Le prometieron devolverle a Cataluña para trabajar en el consulado marroquí en esta región, pero más tarde se le notificó que el proyecto había sido abandonado “por ordenes que vienen de arriba”. Desde entonces, critica al gobierno marroquí a diestro y siniestro. O sea que este desgraciado busca hoy el cargo que el Polisario le había dado y que Marruecos le niega ahora.
(A suivre…)
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