por Saadbuh Seydina Mohamed-Fadel
El responsable de nuestro centro de estudios estratégicos, cuyo ego siempre le suele preceder tres pasos, doctor de universidad, perseguido político, colaborador y asesor presidencial, aún no ha publicado desde su estratégico centro ningún estudio estratégico para la estratégica acción política que estratégicamente nos serviría para tener una estrategia concreta. Lo anterior, cantinflada dirían los mexicanos, una sucesión de frases huecas que ni quien las está escribiendo entiende, viene a ser una síntesis del vacío del llamado Centro Saguia Al Hamra de Estudios Estratégicos creado para tener entretenido a un díscolo desencantado durante años y al que había que devolver a las sendas de una lucha que tiempo atrás decidió abandonar.
El antiguo exiliado político, asesor presidencial y profesor universitario (que presume de las tres cosas a la vez: de ser profesor universitario, asesor presidencial y ex refugiado político) ha tenido la feliz ocurrencia de conceder una entrevista y empezar a cargar contra toda iniciativa que no haya salido de él. Lo cual es muy fácil: aún no ha salido ni una sola iniciativa de él, y aún menos una iniciativa estratégica de su vacío centro de estudios. Así es muy fácil acertar en la diana: ¡qué torpe sería fallar el tiro con un elefante como única diana! Pero erró. No es un tirador, es un juglar y ya se sabe, cuando el juglar recita de memoria, y más si se trata de un juglar tóxico, siempre acaba por olvidar buena parte de lo que debía recitar: “¡y erró el juglar!”, se decía en los cantares de gesta. Mala, muy mala, la memoria del profesor universitario, asesor presidencial y ex refugiado político.
Olvida el ilustre intelectual orgánico que durante su exilio dorado, lejos de ayudar a su pueblo en su lucha por la libertad se dedicó a envenenar su reputación, deslegitimar su lucha amparándose en la discrepancia, siempre saludable, con una dirección que, muchas veces, ¿para qué negarlo?, anduvo dando tumbos de error en error. Ello, sin embargo, no es suficiente para instigar a un gobierno entero a que acabe con la poca ayuda humanitaria que daba. Pero tenía que demostrar, el ilustre intelectual orgánico, que tenía influencias hasta tal punto de conseguir que el kilo de harina del saco con la bandera roja con el arce no llegue a los refugiados. Y lo consiguió.
Olvida el profesor universitario que, durante años, proyectó sus soflamas desde toda clase de medios de comunicación escritos, de Jeune Afrique a Alquds Al-Arabi, cargando contra sus antiguos correligionarios de lucha. Escupió veneno sin rubor. Olvida, y eso es peor todavía, que tuvo que ser rescatado precisamente por quien tanto criticó. Ni siquiera fue fiel a sí mismo, como para exigirle coherencia al intelectual orgánico, estratega y juglar. Como juglar, desde luego, consiguió entretener a una muchedumbre ansiosa del morbo de las luchas fratricidas, de ver el ajuste de cuentas de un plumífero que más que caminar levita: la soberbia sin límites. El hombre que prometió no volver mientras siga la misma dirección en el cargo (Jeune Afrique), volvió y aceptó aquello que juró rechazar eternamente. Dócilmente se resguardó bajo el manto de la dirección que él consideraba oxidada.
Ahora sale al paso para cuestionar, y en su derecho está, el acuerdo firmado entre el gobierno saharaui y una empresa británica para la explotación de algún recurso en las zonas liberadas. Lo que el estratega tenía que haber elaborado hace años, un estudio con recomendaciones sobre la viabilidad o no de una iniciativa, se limitó a dejar pasar el curso de los acontecimiento y ahora aprovecha para criticar a toro pasado. Teniendo medios, recursos y tiempo para ello, podría haber intervenido en el momento del debate sobre la ley de explotación de los recursos naturales que el parlamento rechazó contra el criterio de algunos de los asesores jurídicos del propio parlamente (asesores externos elegidos por la comisión jurídica). En el momento del debate podría haber aprovechado para enviar las recomendaciones de su centro, que, dotado de recursos económicos por la RASD, no ha aportado nada hasta la fecha.
Si hubiera hecho lo que se esperaba de un centro de estudios estratégico, seguramente nadie se habría reaccionado (y a la luz está que para mal) a lo que alega en la entrevista que de forma pretenciosa fue reproducida y propagada por internet con el el manido pretexto de la crítica constructiva y la libertad de expresión: ¿por qué esos altavoces del desastre no cuestionaron el proceder del ilustre intelectual orgánico, ex refugiado político, profesor universitario y asesor presidencial?, ¿por qué no se le han recordado no haber elaborado un estudio, que para eso se creó el centro, sobre la cuestión que ahora critica con tanto ímpetu?, ¿no es acaso más legítimo que los saharauis aprovechemos nuestros recursos naturales en vez de ver cómo se aprovechan de ellos otros? Teniendo en cuenta que el rédito que Marruecos saca de la explotación, ilegítima e ilegal, de los recursos saharauis en un solo año daría para vivir a los refugiados unos cien, ¿no ha llegado el momento ya de que sean los saharauis quienes exploten sus recursos y elijan quién los explota?
Lo que interesa ahora es saber la razón por la cual el profesor centra su crítica en la coordinación con la Minurso. No es nada novedoso que el ilustre intelectual orgánicos dirija sus críticas a esta delegación de coordinación con la Minurso Ya en el año 2006, y a falta de una sugerencia brillante, proponía como solución “el despido, en el menor plazo posible, del equipo saharaui encargado de las relaciones con la Minurso y que, voluntaria o involuntariamente, esto es lo de menos, ha ayudado a Marruecos en la tarea de quitarse la cuerda de la legalidad que le apretaba el cuello desde 1965” (ARSO, 03 de noviembre de 2006). Es decir, que más que una preocupación razonable y razonada por el porvenir de un pueblo, sobresale del razonamiento del profesor un marcado interés personal en la cuestión que plantea, esto es, crear un conflicto dirigido hacia un órgano que cuenta con un consenso general y una aceptación entre la población civil saharaui, simplemente por disensiones personales. Y esta es la tarea, muy tóxica, que se ha propuesto realizar. Y lo consiguió: todos nos hemos abalanzado para comentar lo que deberíamos haber ignorado.
http://saharaopinions.blogspot.be/2014/03/estratega-intelectual-organico-y-juglar.html
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