Estos campamentos de refugiados en el noroeste de África son parte de un conflicto de décadas que ya muy pocos recuerdan: la lucha del Sahara Occidental por independizarse de Marruecos.
Esta aspiración, y la lucha por la autodeterminación de los saharauis, han logrado capturar durante años el interés y la mirada del fotógrafo estadounidense Stephen Ferry.
Ferry ha estado visitando los campamentos de refugiados del Frente Polisario, el grupo que lidera la lucha por la independencia del territorio, desde 1991, cuando la promesa de un referendo permitió la firma de una tregua con Marruecos.
El fotógrafo cuenta que durante sus cuatro viajes ha visto como los campamentos se han ido transformando poco a poco “y de mala gana”, en pequeñas ciudades. ‘La ONU estima que hay unas 158.000 personas viven en ellos, otras fuentes dicen que son más”, cuenta.
En total, el Polisario tiene cinco campamentos de refugiados cerca de la ciudad argelina de Tinduf. En su último viaje Ferry se dedicó a documentar las tradiciones y practicas culturales de los mismos.
“En viajes anteriores he documentado el problema de la víctimas de las minas antipersonales y las difíciles condiciones de los campamentos. Pero esta vez quería fijarme en cómo hacen para mantener el ánimo en alto”, explica Ferry.
“Y es que uno visita los campamentos, aunque sólo sea por unos días, e inmediatamente siente una especie de aburrimiento, de letargia, pues por las tardes el calor es absolutamente insoportable y en los meses de verano la temperatura puede llegar a 50 grados centígrados”, relata.
En ese contexto, Ferry empezó a preguntarse cómo hacían los saharauis para mantener la ilusión.
Y encontré que la respuesta está en su música, en su poesía, en sus bailes. El espíritu en los campamentos es mucho más positivo y optimista que lo que cabría esperar bajo las circunstancias’.
El color y la vitalidad se pueden ver en las ropas de los saharauis, especialmente la melfa, que es el vestido tradicional que utilizan las mujeres y contrasta de forma impresionante con el árido paisaje del desierto.
“Son un pueblo con una cultura particular –y muy importante desde el punto de vista histórico, pues estos son los descendientes de los moros que ocuparon la Península Ibérica hace siglos– que fue expulsado de su territorio por una invasión armada”, explica Ferry.
Son gente que perdió sus tierras, antiguos nómadas que ahora viven confinados a campamentos de refugiados, pastores de camellos que no pueden llevar a sus camellos al desierto dada la presencia de minas antipersonales, gente que vive de la comida del Programa Mundial de Alimentos de la ONU que es zanahorias un mes, cebollas el otro, lentejas el siguiente’.
‘Y sin embargo”, continúa Ferry, “mantienen viva su cultura con mucha energía y eso en cierta forma es motivo de esperanza’.
‘Aquí hay un grupo de gente que se mantiene calma, demuestra tremenda paciencia y mantiene su cultura viva gracias a la música y la danza. Y eso es algo muy hermoso”, concluye el fotógrafo. Pueden ver más trabajos de Stephen Ferry en http://www.stephenferry.com
Fuente: MSN Noticias
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