Ouafaa Charaf se ha perdido la visita de los Reyes españoles a Marruecos. Tampoco ha podido ver la final del Mundial de fútbol, ni la semifinal. Mientras Felipe y Letizia visitan la tumba de Hassan II, padre del actual monarca, Mohamed VI, y recordado por la dureza de sus ‘años del plomo’ la activista Ouafaa se enfrenta a un juicio al que acudirá en brazos de dos agentes de la policía marroquí, ya que no puede caminar. Se enfrenta a una acusación de falsa denuncia, y junto a ella juzgarán a su compañero Boubker ElKhamichi por “dificultar una investigación policíal”. Ambos pertenecen al movimiento 20 de Febrero, organización que surgió con la eclosión de las primaveras árabes en el año 2011.
La de Ouafaa dio un giro el 27 de abril, cuando fue secuestrada por varios agentes de las fuerzas de seguridad marroquí sin identificar tras una movilización convocada por la Confederación de Obreros de Tánger. En aquella concentración también estaba Boubker, que ahora recuerda aquel sábado desde una silla de un local que es sede de varios movimientos sociales de la ciudad.
“Al acabar la movilización la cogieron, le vendaron los ojos, le insultaron, le pegaron y luego la dejaron tirada a 12 kilómetros de Tánger en la carretera que va a Rabat”, explica. El secuestro se produjo cuando Ouafaa se dirigía a coger un taxi en Beni Makda para volver a casa después de repartir panfletos durante la protesta. Esa misma noche, Boubker la llamó por teléfono para comentar el éxito de la protesta y fue entonces cuando se enteró de lo ocurrido. Fueron al hospital, donde recibieron un parte médico de lesiones y unos días después denunciaron el caso ante el procurador del rey de Tánger, Mohamed Faris.
Pero el Calvario de Ouafaa non había hecho más que comenzar. Tras presentar la denuncia se inició la investigación, en la que los cuerpos de seguridad parecían estar más interesados en encontrar contradicciones en los testimonios de ella y su familia que en encontrar a los agresores. Entre interrogatorio e interrogatorio, Ouafaa sufrió varias crisis nerviosas que la llevaron al hospital, en donde no recibió la atención médica apropiada. Finalmente consiguió ponerse en manos de un psiquiatra que incluso elaboró un informe en el cual explicaba que su estado de salud no le permitía testificar. Pero no sirvió de nada.
« No eran gritos, eran aullidos »
El pasado miércoles Ouafaa fue recogida en su domicilio y llevada a comisaría, en donde fue sometida a duros interrogatorios. Boubker pudo comprobarlo, ya que también a él lo llevaron a declarar y, al negarse a hacerlo para evitar que sus palabras fuesen manipuladas, fue enviado al calabozo, en donde pasó una noche. Allí escuchó los gritos de Ouafaa, que no era capaz de contestar a sus palabras de cariño. “No eran gritos, eran aullidos”, matiza antes de cerrar los ojos y suspirar.
También la pudo ver salir de su celda, cuando la arrastraban a un interrogatorio. “No podía caminar, no entiendo qué pudieron hacerle para que esté en ese estado”. Boubker recuerda sus años en la cárcel durante el reinado de Hassan II: “Sí, nos torturaban, pero cuando íbamos a juicio podíamos mantenernos en pie”. Ante la situación, el histórico activista social inició una huelga de hambre durante su estancia en la comisaría y se negó a tomar sus medicamentos para el corazón y la diabetes. Un día después, fue puesto en libertad a espera del juicio que que se celebrará hoy en el que le acusan de dificultar una investigación policial.
Según explica Boubker, la intención de las autoridades marroquíes es impedir que se sepa que en Marruecos hay una represión tan dura de los movimientos sociales. “Quieren presumir de que esto es una democracia, de que cumplen los derechos humanos, de que Marruecos es un Estado de Derecho… nada más lejos de la verdad”. En cuanto a Ouafaa, “la quieren destrozar, que no le queden ganas de volver a manifestarse”, cuenta. Y no se trata de un caso aislado, ya que el propio Boubker recuerda otro similar en Casablanca protagonizado por Oussama Housn, también integrante del grupo 20 de febrero.
La Asociación Marroquí por los Derechos Humanos organizará una sentada ante el Tribunal de primera instancia de Tánger, donde tendrá lugar el juicio. Los asistentes pedirán la puesta en libertad sin cargos para los dos acusados. A pesar de los aires reformistas que anunciaba Mohamed VI, las organizaciones por los derechos humanos temen vivir de nuevo un reflejo de aquellos ‘años de plomo’. La esperanza es que gente como Boubker o Ouafaa nunca dejen de caminar.
http://www.eldiario.es/desalambre/detienen-Marruecos-activistas_0_282071990.html
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