Sevilla, 18 jul (EFE).- Son niños « libres ». Con una cultura distinta, respetuosos, agradecidos y generosos, « son personas que te entregan el corazón, que te lo dan todo aunque ellos no tengan nada » asegura Antonia, madre de acogida de un niño saharaui.
El proyecto Vacaciones en Paz trae año tras año desde el 2003 a miles de niños refugiados procedentes del desierto del Sahara, chicos y chicas que han superado los filtros del buen comportamiento, notas altas en las escuelas y que han aprovechado el curso escolar.
Niños que conocen por primera vez una piscina, el mar, los interruptores, grifos y el agua caliente, pequeños de 7 años que se sorprenden con el sabor, la textura y cómo se derrite un helado.
Los miles de niños y niñas que han llegado a Andalucía han levantado del sofá a familias enteras, obligándolos a salir, a ver las cosas de nuevo, a sorprenderse con la inocencia de un niño, que a pesar de no tener nada, nunca deja de sonreír.
« Algunas personas piensan que traer a los niños es malo, que después para ellos es duro volver al desierto a vivir en las jaimas. Pero esto son unas vacaciones, la recompensa a su trabajo, y para todos, las vacaciones es algo que se acaba y luego volvemos a la vida real », afirma Rocio Ceballos, miembro de la asociación utrerana de amigos del Sahara.
« Es mucho más dramático que vivan en la ignorancia, sin saber que hay algo más que su inhóspito desierto », « que puedan aspirar a algo mejor » explica el vicepresidente de Amigos del Sahara de Sevilla, Miguel Castro.
Además, « ellos están deseando volver a casa con sus padres, van cargados de regalos para toda la familia » dice Miguel.
Rocío Ceballos añade entre risas que « los niños quieren venir a Andalucía, porque somos los más generosos », « de los otros sitios se van con cajitas, de aquí salen con unas enormes ».
Este año han llegado a Andalucía más de 1.000 niños, a España algo más de 4.000. Desde el comienzo del proyecto en 1979, cuando vinieron los 100 primeros niños repartidos entre Málaga, Valencia y Cataluña se calcula que son muchos más de 100.000 los que han pasado las vacaciones de verano en familias españolas.
« No es caridad, sino solidaridad con un pueblo que lo ha perdido todo », vienen para los dos meses de verano, aunque siempre hay excepciones, explica el vicepresidente de la asociación.
A los niños nada más llegar le tocan los exámenes, aunque poco tienen que estudiar, es hora del control médico y la revisión al dentista.
El Servicio Andaluz de Salud llegó a un acuerdo para asistir a los pequeños saharauis por vía rápida al llegar y poder tratarlos. En la mayoría de casos llegan con anemia, problemas en el oído y los ojos a causa de la arena y el viento.
Algunos han llegado con graves problemas de salud, dificultad para caminar, anomalías en el corazón o incluso tumores, alargando la estancia por tiempo indefinido.
Las familias hablan siempre de un vínculo especial con los niños, pero también con el pueblo saharaui. Todos coinciden en dos puntos, « songente feliz » y « luchadora ».
Los campamentos de refugiados se encuentran instalados en el Sahara oriental, solo uno de ellos tiene luz eléctrica, no hay agua y según denuncia Miguel Castro, siempre hay retrasos en el envío de suministros de la ONU, « ahora hay muchos conflictos que atraen a los medios, y son a esos a los que dan prioridad ».
(Agencia EFE)
http://noticias.lainformacion.com/asuntos-sociales/ninos/sonrisas-del-desierto_KSKKbgZ6u147gvbx33aSP2/
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