Soldados argelinos en el desfile del 14 de julio en París |
Marruecos se agita en una grave crisis económica y diplomática. El majzén multiplica los mensajes a España y Francia. Una vez alegando que está construyendo un muro alrededor de Ceuta y Melilla, otras en la frontera con Argelia para impedir la entrada de subsaharianos del país vecino. Las autoridades argelinas lo habían dejado en ridículo cavando zanjas a lo largo de sus fronteras con Marruecos para luchar contra el tráfico de drogas y el contrabando. Según la ONU, Marruecos es el primer exportador de cannabis a nivel mundial. Otras veces, Marruecos amenaza con una guerra contra Argelia o contra España.
Ante la cascada de fracasos diplomáticos, el gobierno de Rabat recurre al chivo expiatorio habitual : Argelia. El ministro de asuntos exteriores acaba de declarar abiertamente : “nuestro conflicto hoy es con Argelia, no con el Polisario”. La razón es que Marruecos ya no tiene aliados fiables y dispuesto a apoyarlo contra vientos y mareas. Recuérdese que, durante su visita a Argelia, el exprimer ministro francés Jean-Marc Ayrault firmó un memorándum que hacía clara referencia al “derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación”. Un enorme revés para Marruecos. Desxde entonces, el rey de Marruecos hace el peregrino en algunas capitales africanas en un desesperado intento de alinearlas a su posición anexionista del Sahara Occidental y salir del aislamiento en el que se sumerge cada vez más.
El soberano alauita quería jugar en la corte de los grandes, pretendiendo ser un actor inalienable en la gestión del conflicto del Sahel. Justo después de la elección presidencial argelina, Ramtane Lamamra, entra en escena y hace un largo periplo africano. Los socios implicados en el conflicto del Sahel, finalmente llegaron a la conclusión de que Marruecos, geográficamente, no forma parte de este espacio. Rabat quería ser actor en este conflicto, porque si se le reconoce como tal, eso demostraría que las instancias internacionales le reconocen la soberanía sobre el Sáhara Occidental, que tiene fronteras con la región del Sahel.
Viendo que el viento ya no sopla a su favor, el Majzén trata de justificar sus fracasos acusando a Alger, cuya posición no ha cambiado desde el comienzo del conflicto, hace casi 40 años: el derecho a la libre determinación de todos los pueblos colonizados.
Un ex diplomático francés no dudó en calificar a Marruecos como « la amante con quien dormimos todas las noches, de la que no estamos particularmente enamorados, pero que tenemos que defender ». Esta comparación no hizo reaccionar a ningún político marroquí. El golpe fue recibido en silencio, y para salvar la cara, Marruecos había protestado oficialmente. Es evidente que los dirigentes de de Marruecos no se atrevieron a hacer ataques como los que reservan a su vecino del Este.
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