En ediciones pasadas escribí sobre las personas que habitan en territorios no reconocidos oficialmente como países o dentro de países con una cultura dominante que no siempre les garantiza sus derechos humanos básicos. Unas semanas después, me topé con un fotoreportaje sobre la situación en el Sahara Occidental y pensé “¿cómo pude haberlo olvidado?”, pero así pasa, el conflicto en esta zona al oeste de África es tan ignorado que, incluso, a quienes dizque nos interesan las relaciones internacionales, se nos llega a pasar.
A diferencia de Ucrania, Irak, Siria, Palestina y otras zonas con conflictos violentos, el Sahara Occidental está más bien atrapado en un conflicto congelado, producto de la desidia de la comunidad internacional. Algo que no se soluciona, pero tampoco estalla en otra cosa diferente, similar a los mensajes de “Not responding”, de Windows, cuando no puedes cerrar un programa, pero tampoco abrir uno nuevo.
El territorio actual del Sahara Occidental fue una de las zonas colonizadas por España en África (los otros fueron la Guinea Española, actual República de Guinea Ecuatorial, y una zona al norte de Marruecos). En la región siempre habían habitado los saharauis (pronunciado /sajarawis/), una tribu beduina nómada mezcla de árabes y otras etnias como bereberes y africanos negros. Estas personas vivían pacíficamente moviéndose por toda la región.
En 1885, en la Conferencia de Berlín, las potencias europeas se repartieron África, como cuando se reparte un pastel cumpleañero de oficina, y de un momento a otro establecieron fronteras aleatorias por todo el continente. El pueblo saharaui quedó entonces encerrado dentro del Sahara Español, donde aprendió a convivir con la autoridad colonial, mientras ésta explotaba los recursos naturales del territorio.
Hacia finales de los años 50 comenzó un movimiento anticolonialista por todo el mundo y las instituciones internacionales empezaron a promover el “derecho de los pueblos a la soberanía y autodeterminación”. En la resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU se aprobó la declaración de concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, y en 1961 se creó el Comité de Descolonización de la ONU, encargado de supervisar el cumplimiento de esta declaración.
Por las mismas fechas ya estaba surgiendo en el pueblo saharaui, como en otras colonias, un sentimiento nacionalista.
En 1968 inició el Movimiento de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro*, liderado por Sidi Brahim Bassiri. El movimiento se apagó en 1970, luego de una manifestación en El Aaiún (la capital colonial), que fue reprimida violentamente y en la que hubo varios muertos; Bassiri fue arrestado y desaparecido. Luego, en 1973, se creó el Frente Popular para la Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro (POLISARIO), que comenzó la lucha armada contra España.
La ONU, como en otros casos, recomendó a España que otorgara la independencia al Sahara Español; sin embargo, el Reino de Marruecos, que había sido un protectorado franco-español hasta 1956, comenzó a reclamar derechos históricos sobre el territorio.
En 1975 Marruecos envió 25 mil soldados y 350 mil ciudadanos marroquíes dentro del Sahara Español, en una estrategia conocida como la Marcha Verde, con el objetivo de ocupar el territorio o “recuperar lo que es nuestro”, en palabras del sultán Hassan II. Está documentado que el ejército marroquí utilizó contra la población civil armas prohibidas por el Derecho Internacional, como fósforo blanco, napalm y bombas de fragmentación (algunos testimonios hablan de personas enterradas vivas en fosas comunes y líderes saharauis, atados de pies y manos, arrojados desde helicópteros en vuelo).
Una España débil, con Franco en sus últimos meses de vida (chulada de persona él) firmó con Marruecos y Mauritania los llamados Tratados de Madrid, en los que España transfería la administración del Sahara Español a una entidad tripartita conformada por la yemáa (asamblea) saharaui, Marruecos y Mauritania, quien también reclamaba derechos sobre la parte sur del territorio. De esta manera, España, poco a poco, aplicó el peñanietazo, es decir, se escondió en el baño, se hizo la que la Virgen de Cantabria le hablaba y dejó a los saharauis a su suerte.
Marruecos controla la mayor parte del territorio del Sahara Occidental desde 1975. Los saharauis viven algunos dispersos en las zonas ocupadas, otros en una franja al oeste del territorio controlada por el Frente Polisario y en calidad de refugiados en campamentos en la provincia de Tinduf, Argelia. En 1975, el Frente Polisario proclamó, en el territorio que administra, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), una nación sin estado, reconocida sólo por unos 80 y tantos países (México, entre ellos) y que desde hace casi 40 años aspira a recuperar el control de las tierras que cree que legítimamente le corresponden. En 1991 el Polisario acordó una tregua con Marruecos y el fuego cesó.
Los saharauis dependen de la ayuda humanitaria del exterior para vivir. Un muro de unos dos mil 700 kilómetros de piedras y arena, vigilado por 100 mil soldados marroquíes y rodeado de minas, recorre el territorio de norte a sur, con el objetivo de mantener a los saharauis fuera de las zonas controladas por Marruecos. Asimismo, distintas organizaciones internacionales han expresado su preocupación por las condiciones en las que viven los saharauis y han denunciado constante hostigamiento por parte de Marruecos contra la población: Desplazamientos, desapariciones, encarcelamientos y represiones violentas de manifestaciones.
A pesar de que ningún país, ni la ONU, aprueba la ocupación del Sahara Occidental, el conflicto no se ha podido solucionar. La ONU ha pedido a Marruecos que lleve a cabo un referéndum entre la población saharaui para que puedan decidir sobre su futuro, pero aunque existe incluso una Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental esto no ha ocurrido.
¿Por qué si casi toda la comunidad internacional condena la ocupación marroquí del Sahara Occidental nadie ha ofrecido una solución concreta? Pues parece que, como en otros conflictos internacionales, hay intereses económicos en la zona (qué pinchecasualidad).
El Sahara Occidental tiene recursos naturales que Marruecos quiere para sí y sobre los que muchas compañías transnacionales desean obtener una concesión. El territorio cuenta con una de las reservas de fosfatos más grandes del mundo, así como abundantes bancos de peces. Además, hace unos años una compañía canadiense concesionada por el gobierno marroquí encontró reservas de oro, diamantes y uranio, pero eso no es todo, ya que en la zona también hay (oh yes!, oh yes!) petróleo. La organización Western Sahara Resource Watch, que busca defender los derechos de los saharauis a disfrutar sus recursos naturales, ha denunciado la presencia de compañías estadounidenses y suecas, que ya se encuentran extrayendo el preciado recurso y buscando nuevos yacimientos.
Con todo esto, no extraña “nada, nada, nada” (diría Sasha Sökol), que ningún país desarrollado reconozca a la RASD y que no haya mucho interés por resolver el conflicto, porque aunque todos acepten, aunque sea muy en su interior, que la ocupación marroquí es ilegal y que la situación del pueblo saharaui es crítica, a muchos países ricos les conviene quedar bien con Marruecos mientras les den chancecito de explotar los recursos de la zona. Como en otros conflictos, los derechos humanos pueden esperar; si los saharauis ya aguantaron cuatro décadas viviendo en tiendas y comiendo agua y harina, ¿qué tanto es tantito más?
A pesar de todo, los saharauis intentan vivir con optimismo. Se aferran a la fe y a sus tradiciones culturales para seguir resistiendo. No han querido dejar su estatus de refugiados para construir asentamientos permanentes, porque eso significaría reconocer que han perdido la batalla por su tierra. Sin embargo, al ser un pueblo tradicionalmente pacifista, que no comete actos terroristas (aunque los marroquíes así quieran hacer creerlo) su movimiento llama poca atención en los medios y en la comunidad internacional en general.
Lo preocupante es que el Frente Polisario ha dejado entrever que, si Naciones Unidas no ofrece una solución concreta al conflicto, el pueblo saharaui se preparará para tomar las armas de nuevo a partir de 2015 ; y si algo le sobra a este planeta es violencia.
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http://www.comasuspensivos.com.mx/internacional/la-gente-sin-pais-ii-el-sahara-occidental/
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