Las minas terrestres no distinguen entre civiles o militares, ni sexos, ni nacionalidades, ni tiempos de guerra o tiempos de paz. Simplemente, aguardan escondidas el momento de hacer su aparición estelar y causar daños irreparables a las víctimas, todas ellas personas inocentes. El domingo 14 de septiembre, una explosión al pisar una mina antitanque ocasionó la muerte de tres hombres marroquíes en la zona de Agdaria, al Este de la ciudad ocupada de Smara, destrozando el vehículo SUV Land Rover en el que se dirigían al trabajo, en las obras de la carretera que une la ciudad con una comunidad de campo. No es una zona en la que se tuviera constancia de la existencia de minas, por lo que no existen indicaciones que adviertan del peligro ni consciencia del mismo entre la población. Pese a que inicialmente las informaciones apuntaban a que las víctimas eran miembros de una familia saharaui, lo cierto es que los fallecidos son el sheikh que supervisaba las obras y dos operarios resultaron muertos por la tremenda explosión producida por la mina.
Las inmediaciones del Muro Marroquí en el Sahara Occidental son zonas de alto riesgo de contaminación por minas terrestres, municiones en racimo y otros restos explosivos de guerra, que quedaron abandonados tras una contienda de 16 años de duración. Las minas permanecen enterradas en la arena y se desplazan de posición por efecto de la erosión, por lo que resulta muy difícil localizar su ubicación exacta, si bien hay campos de minas y zonas concretas que disponen de amplia señalización del riesgo, ya que se mantienen activas mucho tiempo después de concluido un conflicto bélico. En el caso del Sahara Occidental se pueden contar más de 53 modelos de minas antitanques y antipersonas, una suma que representa casi el 20% de todos los tipos y modelos de minas conocidos en toda la Historia de la Humanidad. Y ninguno de ellos es selectivo a la hora de causar víctimas entre la población civil a ambos lados del muro.
Los diarios marroquíes se hacen eco de la información y recogen las preguntas realizadas a las autoridades militares de la ciudad de Smara ocupada, que comunican que no se dispone de mapas de situación de las minas terrestres sembradas por las tropas marroquíes y las del Frente Polisario durante la guerra, pero no había constancia de que en esa zona existiera riesgo. En todas las guerras se cometen atrocidades, pero cuando terminan los países beligerantes han de asumir sus compromisos para evitar males mayores a la población civil. Es por ello que el Frente Polisario se adhirió al Geneva Call, tratado alternativo para los países no reconocidos formalmente por la comunidad internacional por ser considerados Territorios No Autónomos pendientes de Descolonización, pero Marruecos no ha hecho lo propio adhiriéndose al Tratado Internacional de Prohibición de Minas y a laConvención de Municiones en Racimo. Esta cuestión impide que las organizaciones internacionales de desminado puedan abordar una intervención específica y concreta para descontaminar el territorio saharaui de los 10 millones de minas terrestres, bombas en racimo y otros restos explosivos de guerra que atenazan la vida cotidiana de los civiles a ambos lados del Muro Marroquí en el Sahara Occidental.
Cabe recordar que en lo que va de año, además de los accidentes en los que resultan heridos o muertos animales que forman parte de rebaños, se han registrado en territorios ocupados del Sahara Occidental dos víctimas mortales: El pasado 25 de agosto, el joven pastor saharaui Abdelahi Elharshi falleció en Madelshiat (Bojador) y el 23 de abril, Ahmeitu Mahmoud, de 29 años, murió en la región de Assakh (Smara). Ambos se desangraron por las severas amputaciones producidas por la explosión. En la zona liberada bajo control del Frente Polisario, el 28 de enero otra mina antitanque destrozó el vehículo 4×4 en el que viajaban 3 cineastas (uno brasileño, otro franco-chileno y otro saharaui), que milagrosamente no ocasionó daños personales. El 26 de febrero en Geltra Zemur y el 11 de marzo en Mehriz, dos pastores nómadas saharauis resultaron con amputaciones severas tras sufrir accidentes con minas.
© Dales Voz a Las Víctimas
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