Desde hace tiempo se veía que algo está pasando entre el Majzén de Marruecos y Cataluña. Para empezar, los cabecillas del independentismo catalán se hicieron anti-saharauis. Siempre son contrarios a que los saharauis puedan decidir su destino por sí mismos. El derecho de autodeterminación que se auto-conceden quieren impedírselo a los saharauis, a los que sí corresponde con arreglo al derecho internacional.
Hace un año, el blog Desde El Atlántico, del Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago de Compostela, Don Carlos Ruiz Miguel, puso en relieve que los catalanes, a la hora de decir cómo va a ser la Cataluña independiente, el primer punto que habían definido en su política exterior es crear relaciones privilegiadas con Marruecos.
Es evidente que, como lo explica claramente Ruiz en un artículo publicado la semana pasada que Marruecos tiene mucho interés en ver España más pequeña y más débil para realizar sus sueños imperiales: ocupar Ceuta, Melilla y las Islas Canarias y, en segundo lugar, “siendo España la potencia administradora del Sahara Occidental, cuanto más débil sea España menos capacidad tendrá para cumplir su deber. Y qué decir si España no sólo se debilita sino que es aniquilada del mapa…
La consecuencia es que TODO LO QUE DEBILITA A ESPAÑA FAVORECE A MARRUECOS”, concluye Ruiz Miguel.
Parece ser que el gobierno de Madrid está al tanto de las intenciones marroquíes. Por eso, el CNI español procedió a la expulsión de Noureddin Ziani, ciudadano marroquí que trabaja para los servicios secretos marroquíes desde al año 2000, que tenía como misión ayudar en el logro de la independencia de Cataluña. Fue motivo de conflicto entre el gobierno central y el catalán, porque éste último intercedía contra la expulsión del agente marroquí con el que los independentistas catalanes contaban para asegurarse el voto favorable de los musulmanes residentes en Cataluña. Misión que precisa de medios financieros considerables y que seguramente corrían a cargo del gobierno marroquí. Estaba claro que la política de Rabat era la de apoyar a quien pueda debilitar a su enemigo que es, en este caso, España, por ser potencia administradora reconocida del Sáhara Occidental y por defender una solución basada en la legalidad internacional, a saber, el derecho a la autodeterminación de los saharauis.
El interés que Artur Mas aporta a la enseñanza del árabe no es el mismo a la hora de hablar de enseñar el castellano en las escuelas catalanas. Pero lo más grave es que Mas, en vez de llamar a las asociaciones de emigrantes marroquíes, como ATIME que ha estado promoviendo programas para que los niños, incluso los españoles que lo deseen, puedan acceder a la enseñanza del árabe, vaya a firmar un acuerdo con el gobierno de Marruecos. La Junta Consultiva Islámica Española ha denunciado la iniciativa explicando que este acuerdo supone una cesión de la reivindicada soberanía catalana. Sobre todo tratándose de Marruecos, país conocido por su manipulación de la comunidad marroquí residente en el extranjero.
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