Conocido como GALSI (Gasoducto Argelia-Cerdeña-Italia), tiene 900 km de largo, de los cuales 600 serán submarinos, y es considerado como una obra de ingeniería de primera magnitud.
La crisis de Ucrania, que ha puesto en entredicho las relaciones entre Rusia con la Unión Europea y los Estados Unidos, ha obligado a las autoridades energéticas europeas a buscar soluciones alternativas ante una posible ruptura de suministro de gas ruso.
La dependencia del centro Europa con el gas ruso es considerable: 67% del consumo en Austria, 37% en Alemania, 20% en Italia, 14% en Francia, y más del 80% en la mayoría de países del ex bloque soviético.
El hallazgo de nuevas reservas de gas argelino hace de este país, hasta ahora, el segundo proveedor de Europa después de Rusia, un suministrador fiable y cercano.
Argelia exporta el gas natural a Europa esencialmente a través de dos países, Italia y España, por los que atraviesan cuatro gasoductos, dos por cada país, en actividad o en proyecto avanzado.
La oportunidad para España de ser la vía de transito principal del gas argelino a Europa se ve obstaculizada por las trabas que pone Francia a la interconexión gasística con la red de gasoductos que se paran en los Pirineos.
Francia no tiene mucho interés en dejar pasar el gas argelino hacia Europa, que lo considera competidor con su producción eléctrica por las centrales nucleares.
Y España no encuentra o no se atreve a utilizar los medios de presión suficientes para obligar a las autoridades galas a facilitar la interconexión.
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