Hace ya casi 40 años, en un lejano noviembre de 1975, Marruecos invadió el Sáhara Occidental aprovechándose de la situación de postración política en que se encontraba España, potencia administradora del Territorio: el Jefe del Estado agonizaba; el último gobierno del franquismo no tenía reparos en comportarse como el cómplice servil de Rabat con tal de no comprometer su incierto futuro político; y el ejército español estaba más preocupado por salir ligero y sin un rasguño del Sáhara que por cumplir con su obligación (eso sí, como no se cansaban de repetir los altos mandos, ¡con el honor intacto!, aunque vaya usted a saber qué quería decir eso en boca de determinados militares que, entonces como ahora, cuando hablan de honor suelen dejarse en la gatera la lealtad, la camaradería y la palabra dada…).
Y frente a ese abandono, esa traición enmascarada de Realpolitik, a los saharauis no les quedó otra salida que resistirse y combatir, y así, desde hace casi 40 años al Pueblo Saharaui, con el Frente POLISARIO a la cabeza, lucha contra viento y marea contra la ocupación de su Tierra y por la Libertad y la Independencia Plena del Sáhara Occidental.
En todo este tiempo, los Saharauis han ido probando estrategias diversas para oponerse a los invasores de su Patria. En un primer momento lucharon a la desesperada, se dejaron matar antes que rendirse y finalmente, cuando no tuvieron otra salida, unos decidieron intentar sobrevivir bajo las bota marroquí mientras que otros huyeron al desierto, y de ahí a Argelia, a Tinduf, al vacio de la hamada, si bien, antes de abandonar su Tierra proclamaron en Bir Lehlu, el 27 de febrero de 1976, la República Árabe Saharaui Democrática, Al-Ŷumhūrīyyah Al-`Arabīyyah A-Ṣaḥrāwīyyah Ad-Dīmuqrāṭīyyah, la RASD.
Después vino la guerra abierta. Y durante casi quince años el ejército saharaui combatió primero en dos frentes, contra las fuerzas de ocupación marroquíes y mauritanas y, a partir de 1979, tras la derrota infringida a Mauritania (los saharauis llegaron a bombardear su capital, Nuakchot, a casi 1.700 kilómetros de sus bases de Tinduf), centrando su lucha de liberación contra el ejército de Marruecos. En paralelo, la RASD desarrolló en esta época un proceso político y diplomático que le llevó a controlar casi un tercio del Sáhara Occidental, el denominado Territorio Liberado, a ingresar como miembro de pleno derecho en la OUA, la actual Unión Africana, y a ser reconocido como un estado independiente por decenas de países de todo el mundo, entre los que a día de hoy destacan por su representatividad México, Nigeria y Sudáfrica.
Sin embargo, en 1991, cuando ya flaqueaban las fuerzas de un Marruecos arruinado por una guerra que no conseguía ganar a pesar del apoyo francés y norteamericano, ocurrió algo que cambió la orientación del conflicto. Los Saharauis, cansados tras años de lucha armada, se avinieron a firmar un Acuerdo de Alto el Fuego con el Gobierno de Rabat bajo los auspicios de la ONU, al que seguirían diversas versiones de un supuesto Plan de Paz basado en la realización de un referéndum de autodeterminación que debería permitir al Pueblo Saharaui decidir de una vez su futuro en paz, con el compromiso por parte de Marruecos de aceptar pacíficamente el resultado.
Más de 20 años de negociación estéril
El Alto el Fuego de 1991 constituyó para los saharauis una esperanza de que la Comunidad Internacional fuera capaz de resolver la ocupación de su Tierra por vías pacíficas, utilizando exclusivamente el Derecho y la Diplomacia. Pero, tristemente, estas esperanzas se han visto defraudadas, y pasados más de 20 años desde la firma del Alto el Fuego, el conflicto está completamente estancado.
Marruecos sigue ocupando gran parte del Sáhara, y desarrolla un inexorable proceso de Limpieza Identitaria que solo busca robar a los saharauis su pasado, sus raíces y su cultura, y hacerlos pasar por los marroquíes que nunca fueron. En paralelo, Rabat exprime al Sáhara, explota sus riquezas y con el fruto de ese robo financia la propia ocupación del Territorio.
Mientras tanto, en los Campamentos de Tinduf cientos de miles de saharauis languidecen sin esperanza, completamente olvidados por parte de la Opinión Pública, ignorados por una Comunidad Internacional que premia a los que ejercen la violencia e incumplen el Derecho Internacional, pero que castiga a los que siguen las normas y luchan de manera pacífica. Así, la ONU consiente las continuas maniobras dilatorias de Marruecos y asiste impasible a la violación de los DDHH en el Sáhara Ocupado por parte de las fuerzas de Rabat; la explotación ilegal de los recursos naturales del Sáhara prosigue con la connivencia de la Unión Europea, que firma acuerdos de pesca que más parecen una pacto para robar que un tratado internacional; y países que antes defendían inequívocamente la legalidad internacional y rechazaban de plano los apetitos anexionistas de Marruecos ahora parecen adoptar una supuesta equidistancia cómplice y hablan sin rubor de soluciones negociadas y aceptadas por las partes que en la práctica sirven de coartada al invasor y de lápida al invadido.
Por todo lo expuesto, por ese camino hacia la nada que lleva recorrido el Pueblo Saharaui desde 1991, que desgraciadamente ha traído desesperanza para la generación que vivió el drama de 1975 y una absoluta frustración para los jóvenes que nunca han conocido su Tierra libre de la ocupación marroquí, los saharauis deben plantearse dar un golpe de timón y cambiar el rumbo actual de su lucha.
Por una nueva estrategia
Cada Pueblo, también el Saharaui, debe ser dueño en exclusiva de su futuro, tomar sus propias decisiones, y los que hemos decidido acompañarles y apoyarles en su lucha debemos tener muy presente que nuestro papel no es decirles lo que tienen que hacer, sino respetar y aceptar lo que deciden hacer en cada momento, con generosidad y sin sectarismos.
El Pueblo Saharaui tiene amigos sinceros a su lado, pero también debe cuidarse de los mezquinos que secuestran su causa desde la comodidad de púlpitos inútiles, debe protegerse de los prosaharauis de salón, combatientes de pijama y orinal. Los Saharauis deberían alejarse también de los políticos con el Síndrome de la Lista cerrada que dicen estar con el Sáhara solo en campaña electoral o si hay cámaras de por medio, para luego decir y votar lo políticamente correcto, que curiosamente suele ir en contra de los intereses saharauis.
Pero todo esto no es óbice para que los que estamos de corazón con nuestros Hermanos Saharauis compartamos con ellos los análisis que honestamente pensemos que les pueden ayudar, y a día de hoy esas reflexiones apuntan indudablemente a la necesidad de un cambio radical de estrategia.
Frente POLISARIO versus RASD
En primer lugar el Pueblo Saharaui debería reflexionar críticamente sobre la contradicción que supone presentarse ante el Mundo como un Pueblo en lucha aglutinado por un movimiento de liberación, el Frente POLISARIO, y, a la vez, defender la existencia de la República Árabe Saharaui Democrática, Al-Ŷumhūrīyyah Al-`Arabīyyah A-Ṣaḥrāwīyyah Ad-Dīmuqrāṭīyyah, la RASD.
En última instancia hay que tener claro que, al menos conceptualmente, pedir un referéndum de autodeterminación supone lisa y llanamente negar la existencia de la RASD, y defender la existencia de la RASD deja sin contenido la alternativa del referéndum de autodeterminación:
– Las Naciones, aunque tengan su territorio parcialmente ocupado y su gobierno en el exilio, no se autodeterminan, ya lo hicieron cuando se declararon independiente (el 27 de febrero de 1976 en Bir Lehlu…).
– Los grupos humanos que quieren tener la oportunidad de autodeterminarse no son todavía naciones, y, por tanto, no tienen gobierno, ni embajadas, ni pasaportes.
Al respecto, consideramos que sin lugar a dudas la existencia de la RASD y del Territorio Liberado es la principal baza, el rasgo diferenciador del Pueblo Saharaui en su lucha por la Libertad y la principal herramienta para recuperar la tierra usurpada por Marruecos, y así hay que pregonarlo al Mundo.
Divulgación de la lucha del Pueblo Saharaui
En segundo lugar los Saharauis deben hacer autocrítica y entender que tras casi 40 años de lucha, en el transcurso de los cuales el Mundo ha cambiado radicalmente (Guerra Fría, Política de Bloques, Caída del Muro de Berlín, Desaparición de la URSS…) su Causa, desgraciadamente, ha dejado de ser popular. Es necesario hacer un trabajo en profundidad para divulgar y popularizar ante la Opinión Pública el Conflicto Saharaui, pues la actitud de los Gobiernos frente a este problema solo evolucionará si sienten la presión de sus respectivas Opiniones Públicas (téngase en cuenta el ejemplo del Conflicto Palestino), y las Opiniones Públicas solo presionarán a sus Gobiernos si conocen la Causa Saharaui y simpatizan con ella.
Y, a su vez, en este punto hace falta trabajar en una doble perspectiva:
· De un lado hay que conseguir que la Opinión Pública conozca que la realidad del Pueblo Saharaui no es solo una cuestión de refugiados o de DDHH, sino que se trata de la ocupación ilegal de una parte de un Territorio, aunque también hay otra parte del Sáhara que no está ocupada por Marruecos y que tiene su propia Administración; se trata, en definitiva, de poner en marcha medidas para difundir que la RASD es una realidad jurídica y política tangible, tales como las siguientes,
– Habría que establecer puestos fronterizos con bandera saharaui, personal de seguridad y control de pasaportes en los accesos a Territorio Liberado a fin de que la RASD sea percibida como algo material.
– Sería muy conveniente poner en funcionamiento una pista de aterrizaje en Tifariti como asentamiento principal del Territorio Liberado.
– Se debe hacer un esfuerzo para establecer contactos con empresas privadas y ofrecerles la posibilidad de poner en marcha proyectos de desarrollo (infraestructuras, energía, etc.) en los Territorios Liberados, en el contexto de sus respectivos programas de Responsabilidad Social Corporativa.
– Se debe obtener un dominio saharaui en Internet y el gobierno de la RASD debe hacer uso efectivo del mismo.
– Se deben estructurar selecciones deportivas saharauis estables que participen en compitan con selecciones nacionales de las naciones que reconocen a la RASD.
· Pero además, habría que poner en marcha toda una batería de acciones para mejorar el conocimiento de la Opinión Pública sobre el Conflicto y que, además, faciliten la identificación emocional de la ciudadanía con el Pueblo Saharaui, como requisito previo para que la presión a los gobiernos demandando una solución al problema se incremente. En definitiva estaríamos hablando de desarrollar medidas para que la Causa Saharaui gane simpatía ante la Sociedad Civil y la Opinión Pública. Ejemplos en este sentido podrían ser,
– Solicitar a la ONU -directamente o a través de ACNUR- la designación de un Embajador de Buena Voluntad para el Sáhara, que debería corresponder a un personaje público con imagen mediática internacional que difunda y denuncie el problema del Sáhara ante la Opinión Pública. Si la ONU no se aviene al nombramiento, el propio Gobierno de la RASD debería designarlo (Ejemplos ya existentes de esta figura son Leo Messi como Embajador de Buena Voluntad de UNICEF, Angelina Jolie como Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR, o Richard Gere como Embajador informal del Tíbet).
– Hacer una campaña para que aquellas personas de diverso signo que apoyan a la Causa Saharaui, tanto personajes de renombre (artistas, escritores, políticos, deportistas, etc.) como particulares, puedan declararlo formalmente de manera individual (con un slogan tipo “Yo también soy Saharaui”).
Reforzamiento de la posición negociadora saharaui
Por último, los Saharauis, tras más de 20 años de negociación estéril con Marruecos en el marco de la ONU, deben asumir que la buena voluntad y el sometimiento leal al marco del Derecho per se no son suficientes, pues en Política Internacional es necesario, además, tomar la iniciativa, ser proactivo, y tratar de poner encima de la mesa argumentos que coloquen al adversario contra las cuerdas.
Todo ello hace imprescindible desarrollar elementos nuevos que sirvan para potenciar la posición negociadora saharaui ante la Comunidad Internacional y la ONU, y acabar así con la paralización de la negociación como consecuencia del inmovilismo de Marruecos.
Sobre este particular, baste mencionar algunas posibles medidas:
– Dar por rotas las conversaciones en la ONU en su actual formato si no se producen avances significativos en un plazo prefijado, y acompañar esta ruptura con una pública denuncia de la ONU como culpable del fracaso de la negociación, al no haber sido capaz de hacer cumplir sus propias resoluciones. Específicamente, suspender las negociaciones si no se amplía la misión de MINURSO a fin de que supervise y proteja los DDHH en el Sáhara Ocupado.
– Solicitar la entrada de la RASD como observador en los organismos dependientes de la ONU (FAO, UNESCO, etc.).
– Ocupar aquellas zonas al este/sur del Muro en las que todavía no es efectiva la soberanía saharaui y, en concreto, La Güera, lo que supondría para la RASD un acceso al mar, haría sentir a la población saharaui que la recuperación de su tierra progresa, y mandaría a la Comunidad Internacional el mensaje de que los Saharauis no claudican.
– Exigir a la ONU que las futuras reuniones del diálogo Saharaui-Marroquí se celebren alternativamente en territorio liberado saharaui y en territorio marroquí.
– Proponer, como muestra de la buena voluntad de Marruecos en la negociación, la apertura de un pasillo aéreo de acceso a los Territorios Liberados desde el Atlántico atravesando el espacio aéreo del Territorio Ocupado.
– Involucrar al Grupo de Amigos del Sáhara (USA, UK, Francia, Rusia y España), en actividades de observación y supervisión en el Territorio Liberado, en coordinación con las Autoridades Saharauis, a fin de superar las restricciones del proceso de negociación formal en la ONU.
Conclusión
Nadie dijo nunca que la Política Internacional fuera justa o ética. Históricamente las Naciones se han construido desde la astucia y la fuerza, y nada demuestra que eso vaya a cambiar en el siglo XXI.
El Pueblo Saharaui debe plantearse dar un golpe de timón y cambiar el rumbo actual de su lucha por la libertad, porque a veces la prudencia se confunde con la pasividad, y la paciencia con el fatalismo y la derrota.
La próxima generación de saharauis se merece vivir en su propio país; y la presente generación de saharauis se merece descansar en su Tierra cuando le llegue la hora.
Inshallah.
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