Sahara Occidental, Marruecos, Argelia
Todos los dirigentes saharauis que estudiaron en Marruecos comparten con el Majzen marroquí une particularidad : la mitomanía. Esta característica es excepcionalmente pronunciada en la persona que parece haber heredado a vida el ministerio saharaui de asuntons exteriores, Mohamed Salem Uld Salek. De hecho, es la razón pour la que la diplomacia saharaui no avanzó mucho en los últimos años, por no decir que recibió golpes realmente mortales.
Este hombre, en una simple conversación donde nada le obliga a mentir, no puede resistir la tentación de contar embustes. Y cuando está en frente de una persona que le pide un favor, ahí ya saca la artillería pesada de la guerra mitómana.
En 1992, tenía que irme a Francia para trabajar durante un par de meses con la comunidad saharaui que reside ahí desde los años 1970. Obtener el visado francés no era tan difícil, bastaba con recibir una invitación de una asociación de solidaridad con el Sáhara Occidental para obtenerlo. El verdadero problema era Baba Sayed, en aquel entonces representante del Polisario en Francia e hizo de este país su reino propio y jardín secreto y no quería que ningún saharaui lo pisara. Además, esta en pleito con las asociaciones y la colonia saharaui. Así que rechazó mandarme la invitación. Me encontraba en Agel esperando la dichosa invitación y se lo dije varias veces al ministro Uld Salek. Un día, me presento en la oficina de este último y estaba yo claramente enfadado y le dije que hable con Baba para que me mande la invitación. El ministro coge su teléfono y marca un número imaginario y finge estar hablando con Baba. Primero saluda y luego le pide que me mande la invitación. Una obra de teatro digna de Shakespeare.
Al final, tuve que entrar en Francia clandestinamente desde Italia para poder llevar a cabo mi misión.
30 años después, nos encontramos en la embajada saharaui en Argel y me recibe con una radiante sonrisa diciendo que está al tanto de que “hice de Bruselas un verdader ministerio de información saharaui”. Después de una breve charla me entrega una pequeña nota diciendo : Dásela a Mohamed Farrah (el tesorero) para que te dé 1000 dólares. Le pregunté si el trabajo que llevo haciendo desde hace 5 años vale para el sólo 1000 dólares. Dijo que las finanzas estaban en crisis. Le dije que yo no acepto limosnas y me fuí para no verlo más hasta hoy.
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