Consecuencias del régimen corrupto de Mohamed Abdelaziz (I)

Durante muchos años, los saharauis hemos sido amordazados con el pretexto de “no hay nadie para reemplazar a Mohamed Abdelaziz. El es el único que sabe mantener la unidad de este pueblo y ganarse la simpatía de todas las tribus”. Al principio, mordí el anzuelo y me tragué esa gruesa mentira. Yo también estaba convencido de que era el único que garantizaba la unidad sobre los sagrados principios y la causa nacional.

Más de dos décadas después, me doy cuenta de que Mohamed Abdelaziz no es más que un tribalista que arrastró nuestro pueblo a la hecatombe. No sólamente aumentó la falla entre las diversas componentes de la sociedad saharaui sino que sembró disparidades y diferencias incluso entre las diversas fracciones de las grandes tribus. 
Al principio, estaba convencido de que ese hombre sólo busca el bien de la causa y del pueblo saharaui, pero luego me dí cuenta de que lo único que busca es conservar el trono y vengarse de las novias de Hadrami, como los llamó tan bien nuestra hermana Senia.
Efectivamente, Mohamed Abdelaziz les otorgó toda su confianza dándoles todos los poderes para administrar los asuntos del pueblo saharaui y cuando menos lo esperaba, cuando la lucha de los saharauis alcanzó niveles inimaginables, se liaron a ostias empujados por su propio ego, dando lugar a los desafortunados eventos del 1988.
Consideró el caso como una traición a la confianza que había depositado en ellos. Desde entonces, someterlos se convirtió en la obsesión del presidente saharaui. Convirtió a Bachir Mustafa Sayed en un pastor que pasa la mayoría de su tiempo detrás de su ganado. Hadrami, Hakim, Sueilem y otros se fugaron a Marruecos. Abdelkader y el resto del “equipo” le besan la mano con el fin de guardar sus privilegios materiales.
Hoy en día, dominado por su maléfica obsesión, convirtió la escena política en un pugilato tribal. Cada tribu se subleva a su turno. A veces, incluso para defender a un traficante de drogas apresado por los argelinos. Ultimamente, fusiles de tipo Kalachnikoff fueron derobados en la Wilaya del Aaiun. En los campamentos reina el desorden y el escándalo gracias a la política tribal del presidente.
Evidentemente, Mohamed Abdelaziz, como todos los dictadores, llegó a la convicción de que es indispensable para la salvaguarda de los intereses del pueblo saharaui. Esta convencido, como sus compinches en el poder, de que el pueblo saharaui le necesita.

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