Bachir Edjil, una de las primeras víctimas de la represión del Polisario. Fue apresado en 1974 con el denominado Comité Militar, una organización ficticia de la que hablaremos en publicaciones próximas |
En septiembre pasado me encontré, por casualidad, con un señor al que no había visto desde hace más de 39 años. Me limitaré a decir que se llama Brahim para guardar el anonimato. Es pariente de una familia con la que mantenemos estrechos lazos de vecindad en los campamentos.
Le conozco porque en diciembre de 1975 pasamos la instrucción militar juntos en la localidad argelina de Djenien Bourzeg, una pequeña aldea entre Bechar et Ain Safra. Un mes recibiendo instrucción militar básica y luego nos separamos. El junto a una decena de hombres fueron elegidos por su edad y corpulencia para ir a otra base y aprender a utilizar los morteros de calibre 120 mm. El resto fuimos directamente al campo de batalla en el seno de lo que en aquel entonces se llama el “Batallón de Mohamed Lamin Buhali”, el actual ministro de Defensa. Ese batallón fundó la actual Segunda Región Militar.
Charlamos durante un largo rato alrededor de un té. Hablamos de aquellos tiempos y hablamos de las causas que hicieron que la lucha del pueblo saharaui tarde casi 40 años. Llegamos a la conclusión de que una de las causas es la injusticia y la represión que ejercía el Polisario sobre sus propios conciudadanos.
A pesar de ser del clan tribal del presidente, Brahim estaba al tanto de las injusticias que se cometieron contra centenas de ciudadanos saharauis cuyo único delito fue el de incorporarse a las filas del Polisario para luchar contra la invasión marroquí.
Hablando de los ciudadanos que murieron en las cárceles del Polisario, me habló de un amigo suyo que era combatiente en la Primera Región cuando el que la dirigía era el propio Mohamed Abdelaziz. En 1977, decenas de combatientes fueron secuestrados de las líneas del frente y encerrados en la prisión del Martyr Rachid. Se conocen como el Grupo de Gleibat el Fula. No sé exactamente por qué se le llamó así, pero creo que se les acusó de haber sido contactados por los servicios secretos marroquíes en la localidad de Gleibat El Fula. Una mentira tan grande como una casa.
Brahim me contó el caso de su amigo y cómo se salvó de una muerte segura según las palabras del propio interesado. Estaba atado e iban a torturarlo cuando llegó el presidente Mohamed Abdelaziz. Nada más verlo, lo reconoció porque era camarada suyo en la misma región. “Este qué hace aquí”, preguntó el presidente. “Es un agente marroquí”, respondieron los verdugos ahí presentes. “No, este no es un agente marroquí, liberadlo ahora mismo”, dijo el presidente. “Así es como me libré de una muerte segura, porque la mayoría de ese grupo perecieron bajo tortura”, dijo el pobre desgraciado a su amigo Brahim.
Todos los miembros de ese grupo pertenecían al grupo denominado “tribus del norte” en el censo español, cuya mayoría habitaba en el sur de Marruecos, en la región de Tan-tan y Gulimim y que llevan la letra H.
En 1991, cuando los refugiados empezaron a plantear los casos de las víctimas de la represión del Polisario, el presidente Mohamed Abdelaziz dijo que no estaba al tanto de estas prácticas ni de estos asesinatos. Esta anécdota demuestra que miente.
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