La emigración y la amenaza terrorista explican la complicidad de la UE con Marruecos

Los inmensos activos económicos de Mohammed VI y Siger, su holding personal, llegan a todos los sectores de la economía.
A pesar de haber realizado reformas en 2011 en un intento por esquivar los efectos de la Primavera Árabe, el poder en Marruecos sigue en manos de la Casa Real y su entorno. La UE avala –aunque oficialmente se manifieste en contra–, la ocupación ilegal de los territorios del Sáhara Occi­dental por parte de Marruecos, mientras pesqueros –mayoritariamente españoles– operan en las costas saharauis en virtud de un acuerdo europeo con Marruecos, previo pago de 40 millones de euros.
Empresas británicas y francesas exploran esas mismas costas en busca de petróleo y gas con la complicidad marroquí. En Marruecos, cuya Constitución prohíbe discutir la política territorial del Gobierno, se condena a cadena perpetua a los saharauis independentistas y se encarcela a los homosexuales.
La protesta pacífica de Egdeim Izik en 2010 se saldó con varios muertos a manos de la policía marroquí y centenares de detenidos. La represión y la tortura siguen a la orden del día en la zona ocupada del Sahara Occidental, mientras que cerca de 90.000 refugiados viven desde hace 40 años en campamentos en pleno desierto en territorio cedido por Argelia.
Además de la explotación de los territorios ocupados, el papel de Marruecos en el control de la migración y del terrorismo islámico explican la complicidad de la UE con el Gobierno de Mohammed VI.

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