Sahara Occidental: Tormentas secas y plagas

G. Buster, 24/04/2016

Las fuertes precipitaciones en el Sahara Occidental de septiembre a octubre del año pasado hacían prever un invierno y una primavera secas, de tormentas eléctricas, y al menos dos generaciones de plaga de langosta. Lo menos previsible era la cadena de errores diplomáticos, de todas las partes implicadas en el conflicto, antes de la tradicional confrontación en la renovación del mandato de la MINURSO por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas este mes de abril.
Bajo la presión de su enviado especial Christopher Ross –cuya ronda de negociaciones lleva estancada casi desde el inició y que ya pidió el año pasado una revisión global de su marco al Consejo de Seguridad-, el Secretario General de NN UU, Ban Ki Moon, se dispuso, en su último año de mandato, a involucrarse personalmente en el proceso.
La iniciativa de Ban Ki Moon
El diseño de esta iniciativa consistía en dos viajes de Ban Ki Moon a Rabat y El Aaiún, por una parte, y a Argel, Nuakchot y Tindouf, por otra, (con los precedentes de las visitas de Kofi Annan y Boutros Ghali) y establecer las bases de un nuevo marco negociador. Un marco que implicaría una extensión del mandato de la MINURSO de la vigilancia del alto el fuego al respeto de los derechos humanos en todos los territorios del Sahara Occidental y los campos de refugiados de Tindouf, así como la convocatoria de una conferencia de donantes para los refugiados saharauis en junio de este año. 
Marruecos aplazó dicha visita hasta el 7 de abril, para hacerla coincidir con la cumbre de la Liga Árabe en Rabat y tras la presentación del informe anual sobre el Sahara Occidental del Secretario General, dando por sentado una nueva victoria diplomática. Cuando Ban Ki Moon insistió en llevar a cabo su gira antes y no después de la presentación de su informe, Marruecos informó de la no disponibilidad de fechas en la agenda de Mohammed VI y posteriormente se negó a tramitar los permisos de vuelo para el avión del SG de NN UU.
La decisión de Ban Ki Moon de llevar a cabo, en cualquier caso, la segunda parte de su visita del 2 al 7 de marzo, y posponer para julio la escala en Rabat y El Aaiún, se convirtió en un pulso personal y en una confrontación abierta con Marruecos y Francia, su valedor en el Consejo de Seguridad.
Tras una gira preparatoria a Argel y Tindouf de Ross, a quién las autoridades marroquíes prohibieron el pasado mes de noviembre pisar El Aaiún, el viaje de Ban Ki Moon se convirtió en una colección de agravios para Marruecos. El SG de NN UU se refirió a la “ocupación” de Marruecos como la causa de los campos de refugiados saharauis. Visitó el campo de refugiados Smara, cerca de Tindouf, y se entrevistó con los responsables de MINURSO en Bir Lahlou, la capital provisional de la RASD en la franja fuera del muro controlada por el FPOLISARIO.
Escalada y expulsión del componente civil de MINURSO
La reacción marroquí no se hizo esperar. El día 9 de marzo, dos días después, hizo pública una declaración en la que aseguraba que “el SG ha abandonado su neutralidad e imparcialidad y ha mostrado una indulgencia culposa con un estado marioneta sin atributos, territorio, población ni bandera reconocidas (…) el uso del termino ‘ocupación’ no tiene fundamento político ni legal y es un insulto a Marruecos y su pueblo”.
Ese mismo día, la oficina de prensa del SG decidió echar gasolina al fuego en una respuesta escrita a un corresponsal: “el status del territorio del Sahara Occidental está aún por decidir en la medida en que es un territorio sin autogobierno (…) la cuestión en litigio es el status final del territorio (…) La utilización del termino ‘ocupación’ por parte del SG se refiere a que los refugiados saharauis no pueden volver a sus hogares en unas condiciones que incluyan una situación de gobernabilidad satisfactoria en la que todos los saharauis puedan expresar libremente lo que quieren”.
El choque se convirtió en una escalada en toda regla, probablemente con la impresión de que el cuestionamiento de un elemento central de la legitimidad del Makhzen (casa real) y su control de las áreas políticas de “soberanía” podía acabar provocando un grave problema interno en los equilibrios con el gobierno islamista del Partido Justicia y Desarrollo. El 13 de marzo se convocó en Rabat una manifestación de miles de personas en protesta por las declaraciones y la visita de Ban Ki Moon a Tindouf y el 14, un día después, el ministro de exteriores marroquí, Salaheddine Mezouar, se entrevistó en nueva York con Ban Ki Moon, por si había dudas sobre la posición marroquí. La nota de prensa posterior de la oficina del SG señalaba su “asombro, decepción y enojo por la manifestación dirigida contra su persona”. Exigía explicaciones por la presencia de algunos ministros en la manifestación y llamaba al gobierno de Marruecos a emprender “negociaciones serías y de buena fe sin precondiciones”. Al día siguiente, 15 de marzo, Marruecos anunció la expulsión de su territorio, en el plazo de tres días, de 84 funcionarios civiles de Naciones Unidas, miembro de la MINURSO.
El Consejo de Seguridad no apoya a Ban Ki Moon
El 17 de marzo, se reunió en Consejo de Seguridad, bajo presidencia de Angola, para escuchar el informe sobre la situación de MINURSO del Vicesecretario general para asuntos políticos, Jeffrey Feltman. Feltman acusó a Marruecos de haber tomado la decisión sin intentar previamente una solución diplomática y señaló que, sin el apoyo del componente civil, las operaciones de vigilancia de la tregua por el componente militar de MINURSO eran imposibles de mantener. A mes y medio del fin de su mandato anual, el 31 de abril, la posición de Feltman implicaba la urgente preparación de la retirada del contingente de NN UU del Sahara Occidental si Marruecos no cambiaba su posición.
En la discusión inicial sobre el informe de Feltman, Egipto, Francia, Japón, Senegal y España rechazaron cualquier toma de posición del Consejo de Seguridad en un tema que, a su parecer, solo afectaba a Marruecos y al Secretario General. Otra parte de sus miembros mostró su sorpresa por esta falta de apoyo al SG ante el desmantelamiento unilateral de una misión bajo mandato del Consejo de Seguridad. Se bloqueó incluso la posibilidad de una gestión diplomática discreta del presidente angolano (país que ha reconocido a la RASD) del CS, Ismael Martins, con Marruecos. El debate inicial quedó en unos “puntos de prensa” sobre la preocupación expresada en la discusión y posibles iniciativas bilaterales de los estados miembros, para que “la situación se estabilice en relación con el trabajo de la misión bajo mandato del Consejo de Seguridad”.
Tras la salida de 73 miembros expulsados de MINURSO, el 21 de marzo el CS volvió a reunirse para discutir una nota de prensa, propuesta por la presidencia angolana, expresando la “grave preocupación” del CS, criticando indirectamente la decisión unilateral marroquí, urgiendo a Marruecos a permitir la vuelta de los expulsados y expresando su apoyo a Ban Ki Moon, Christopher Ross y el jefe de la MINURSO, Kim Bolduc. Egipto, apoyado por Senegal, volvió a encabezar la posición pro-marroquí, proponiendo una revisión casi completa del texto angolano, añadiendo que la expulsión ordenada por Rabat había sido el resultado de “una infortunada tergiversación de la posición oficial de NN UU sobre la cuestión del Sahara Occidental”, bloqueando cualquier llamamiento a un cambio de la decisión marroquí.
Esa misma tarde, mientras las negociaciones informales en el CS seguían, el portavoz adjunto del SG, Farhan Haq, ofreció un briefing a la prensa reiterando que MINURSO había perdido, tras las expulsiones, su capacidad operativa y que la salida de los funcionarios no significaba en ningún caso la aceptación de la soberanía marroquí sobre el territorio del Sahara Occidental: Marruecos había violado su estatuto en el mandato de la misión y sus obligaciones en relación al art. 25 de la Carta de NN UU. Además, el SG no se había equivocado al usar el termino ‘ocupación’, que aparecía en resoluciones de la Asamblea General en 1979 y 1980. El 23 de marzo, el jefe de las operaciones de paz de NN UU, Herve Ladsous, reiteró al CS que MINURSO no podía operar y cumplir su mandato, en una situación ‘inaceptable’.
El 24 de marzo, el CS volvió a discutir, en el punto no ejecutivo “otros asuntos”, un nuevo borrador de comunicado propuesto por Nueva Zelanda, que fue bloqueado con la oposición de Egipto, Francia y Senegal por “inoportuno en el tiempo”. Esa misma tarde, el ministro de asuntos exteriores marroquí declaraba en Rabat que la decisión de su país era “soberana e irreversible”, pero que no imposibilitaba la vigilancia del alto el fuego por parte de la MINURSO, y que Marruecos estaba dispuesta a emprender un diálogo serio “sin olvidar las razones de la actual situación”.
Tras la declaración marroquí, los miembros del CS llegaron a un acuerdo de “puntos de prensa”, no una declaración, sobre la base de la propuesta de Nueva Zelanda, limitando las discusiones a los aspectos directamente relacionados con la reactivación de las operaciones de MINURSO.
Marruecos y el FPOLISARIO
Mientras tenían lugar las negociaciones en el Consejo de Seguridad, Marruecos decidió endurecer aún más su posición, cara a su opinión pública, y castigar a los “ambiguos”. El 18 de marzo, con el apoyo de Francia, decidió denunciar el Acuerdo de Comercio Agrícola con la UE de 2012, tras la decisión del Tribunal de Justicia Europeo que, a instancias de una denuncia del FPOLISARIO, había concluido la exclusión del mismo de los territorios del Sahara Occidental bajo control marroquí.
La Alta Representante de la UE, Mogherini tuvo que viajar a Rabat el día 25 de marzo, Viernes Santo, para hacer una cuanto menos curiosa declaración junto a su colega marroquí Mezouar: “El Consejo europeo expresa su desacuerdo con la decisión de 10 de diciembre del TJE y presentará una apelación”. A continuación, el 29 de marzo Marruecos suspendió la cumbre prevista de la Liga Árabe que iba a acoger, a pesar de la situación en Oriente Medio, para evitar cualquier margen de maniobra argelino.
Pero el mayor problema de la diplomacia marroquí en esta crisis han sido los Estados Unidos. La Administración Obama ha intentado mantener un papel de mediación apoyando a Christopher Ross sobre la base de los elementos del Plan Baker, que Marruecos rechazó en 2004. Es decir, dar una salida temporal a la vuelta de los refugiados tras negociaciones bilaterales y preparar la aplicación del plan de autonomía marroquí, manteniendo teóricamente el horizonte del derecho de autodeterminación sin fecha. Los dos elementos esenciales de esta posición son, por lo tanto, la operatividad de MINURSO y la aplicación del plan de autonomía regional marroquí. Además de las incongruencias y el carácter limitado del plan de autonomía, este perdía cualquier legitimidad con la expulsión del componente civil y el cese de las operaciones de MINURSO. La escalada diplomática marroquí había desfondado la posición de EE UU.
Por su parte, el FPOLISARIO ha contado con tres aliados en el CS: Angola, Uruguay y Venezuela. Pero su capacidad ha demostrado ser muy limitada frente al bloque pro-marroqui encabezado por Francia y Egipto. Lo que parecía un éxito sin precedentes de la diplomacia saharaui, la decisión de un viaje unilateral del SG Ban Ki Moon al territorio bajo su control a pesar del veto marroquí, se convirtió con la escalada diplomática en un callejón sin salida. Las amenazas del FPOLISARIO de reemprender las acciones armadas contra el muro tras la retirada de la MINURSO están limitadas por su dependencia en todos los terrenos de Argelia, que no esta en una situación política interna ni regional que le permita una nueva escalada de tensiones con Marruecos.
La situación estratégica del FPOLISARIO sigue erosionándose. Su XIV Congreso, celebrado en diciembre de 2015, ha sido incapaz del menor debate ni de la renovación de sus organismos dirigentes, más allá de las rotaciones habituales. La única novedad ha sido la carta previa de su antiguo representante en América Latina, Hach Ahmed, denunciando una fosilización que le aleja de la evolución de la situación real en la parte del territorio bajo control marroquí.
A pesar de ello, la capacidad de resistencia del movimiento saharaui sigue siendo heroica. Doce de los 25 presos condenados por las protestas de Gdeim Izik de 2010 se han puesto en huelga de hambre el 1 de marzo, dirigidos por Naama Asfari, condenado a 30 años acusado de la muerte de un policía marroquí. Un grupo internacional de abogados fue expulsado de Rabat el 6 de abril antes de que pudiera interesarse por su situación. Y el sociólogoBrahim Saika, activista saharaui de los licenciados en paro de la ciudad marroquí de Gulemin, ha muerto en el hospital de Agadir el 6 de abril, seis días después de haber sido detenido en su casa y torturado en la comisaría de policía. Es hacia ellos a los que debe dirigirse la solidaridad internacional.
El pulso por la definición de un nuevo marco negociador entre las partes del conflicto ha terminado este año, por lo tanto, con una degradación del propio proceso patrocinado por NN UU y el desgaste de la legitimidad de todas las partes. Todos han demostrado ser imprescindibles para alcanzar una “solución justa, duradera y pactada entre las partes, que implique la autodeterminación del pueblo saharaui”, y también para bloquear el proceso y subordinarlo a los intereses regionales de las potencias. Tal vez, una ocasión más, haya llegado el momento de explorar otras vías, las de una resistencia democrática que aúne la lucha contra el régimen autoritario y corrupto de la monarquía alauita y el derecho de autodeterminación de los pueblos del Reino de Marruecos. Una nueva estrategia, para la que ya hay algunas propuestas, que agrupe a la izquierda marroquí con la resistencia saharaui contra el enemigo común.

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