Sáhara, razón y dignidad

Carlos Olalla*.  LQSomos. Junio 2016

Pocas traiciones tan vergonzosas en la Historia como la de los gobiernos españoles con el pueblo saharaui. Y hay que decir gobiernos pues en esto, como en tantas otras cosas, PSOE y PP tanto monta, monta tanto. Cuando, en 1975, el todavía príncipe Juan Carlos tomó posesión de la jefatura del estado español ante la enfermedad terminal del dictador, no dudó en traicionar al pueblo saharaui abandonándolo a su suerte. El apoyo norteamericano y europeo a su inseguro reinado fue su precio. Mientras oficialmente hacía todo tipo de promesas y juramentos patrios diciendo que defendería el Sáhara Occidental de la invasión marroquí, por detrás pactó vergonzosamente con Marruecos y sus aliados EEUU y Francia la retirada del ejército español sin disparar un solo tiro. La CIA ayudó a Marruecos a organizar la llamada “Marcha verde” (“Marcha negra” para los saharauis), una invasión “pacífica” del Sáhara destinada a distraer a la prensa internacional mientras el ejército marroquí entraba a sangre y fuego más al Sur. De nada sirvió que Naciones Unidas dictaminase que debía respetarse el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui mediante un referéndum. Como de nada ha servido que, desde el punto de vista estrictamente legal, España siga siendo a día de hoy para Naciones Unidas la potencia administradora del Sáhara. Como tampoco han servido de nada las constantes denuncias contra Marruecos por sus reiteradas violaciones de los Derechos Humanos. Marruecos no ha permitido la celebración del referéndum y nadie ha hecho nada para obligarle que lo permita. España ha hecho una dejación de responsabilidad que jamás podrá borrarse de los libros de Historia. La justicia internacional calla o mira a otro lado ante el genocidio saharaui. Aquí hubo un intento de juzgar los crímenes cometidos contra el pueblo saharaui de acuerdo al principio jurídico de justicia universal pero PSOE primero y PP después y definitivamente, han abolido ese principio de nuestro marco legal impidiendo que puedan ser juzgados.

Ese ha sido el vergonzoso y criminal papel que todos los gobiernos de nuestra democracia han jugado en la cuestión saharaui. Tres son los calificativos que todos ellos merecen: inhumanos, injustos y cobardes. Mal va un país en el que sus gobernantes y aspirantes a serlo se llenan la boca hablando de derechos humanos en Venezuela y olvidan al pueblo saharaui donde tienen una responsabilidad directa e irrenunciable. Pero no hay nada nuevo bajo el sol. ¿Qué puede esperarse de un país que permite tranquilamente que su presidente, autoproclamado socialista incluso, admita públicamente al referirse a este tema que los intereses económicos están por encima de los derechos humanos?
Hoy, tras 40 años de ignominia, la mayor parte del pueblo saharaui ha nacido en el exilio, vive en campamentos de refugiados en condiciones durísimas, no ha tenido derecho a expresar su voluntad ni una sola vez, su voz ha sido una y mil veces acallada y ninguneada… Ellos, los hijos de las nubes, están condenados a vivir bajo leyes que no son suyas, a sufrir provocaciones y malos tratos permanentes, a cumplir eternas condenas en cárceles extranjeras, a ser olvidados y encerrados tras muros que ellos nunca construyeron, a soportar el silencio, cuando no las mentiras, de la mayor parte de la prensa española… Pero ellos, los hijos de las nueves, siguen en pie, formando a sus hijos e hijas, manteniendo viva la esperanza de que algún día se hará justicia, de que algún día podrán regresar a su tierra libremente. Saben que lo conseguirán. Por eso, aún en la inmensidad de su dolor, no pierden la sonrisa ni esa luz en su mirada que todo lo ilumina.

El pueblo saharaui empuñó las armas de la mano del Frente Polisario, su brazo armado, para defenderse de la invasión marroquí. Las abandonó creyendo en las promesas de Naciones Unidas que dictaminaron que se celebraría el referéndum de autodeterminación. Han pasado más de 40 años de la invasión de su territorio, 40 años viviendo en campos de refugiados en condiciones inhumanas, 40 años aguantando la represión y las torturas de las fuerzas de seguridad marroquíes, 40 años esperando que España cumpla lo que prometió, simplemente que cumpla con su deber y su responsabilidad, 40 años viendo cómo la comunidad internacional les olvida y les condena al silencio. La semana pasada ha muerto Mohamed Abdelazid, secretario general del Frente Polisario y Presidente en el exilio de la República Árabe Saharaui Democrática. Dedicó su vida a buscar la justicia para su pueblo, a defender lo que es justo, a evitar que una nueva guerra sembrase el dolor. Son muchos los países que han reconocido su labor decretando incluso días de luto oficial. Marruecos ha prohibido la celebración de un funeral público en su honor. España no ha expresado sus condolencias al pueblo saharaui, como suele hacerse en estos casos, ni seguramente enviará a un triste subsecretario a sus exequias, que tendrán que celebrarse en Argelia.
Por eso desde aquí y como homenaje póstumo, me gustaría dedicarle estos poemas que varios escritores escribieron en apoyo a la lucha del pueblo saharaui hace ya más de treinta años y que están recogidos en el poemario “Os doy esto desnudo que es mi mano”, publicado por LEPALA y la Asociación Cultural de Amigos del Pueblo Saharaui:
Homenaje de un poeta pobre al Frente Polisario (Alfonso Sastre)
“Yo no sé nada del desierto
yo nunca estuve en el desierto
¿Cómo será, oh hermanos, el desierto?
imagesSiempre he vivido en el desierto
pero yo nunca estuve en el desierto
Sé los colores del desierto
pero no sé nada del desierto
pero yo nunca estuve en el desierto
y no sé ni cómo es el desierto
¡Hermanos saharauis, habladme del desierto!
¡Yo os acompaño en el desierto!
¡Oh, la hermosura terrible del desierto!
Desde Euskadi yo miro vuestra tierra
con este amor que es próximo y lejano
Contadme en vuestra guerra, en vuestra tierra
os doy esto desnudo que es mi mano”
El exilio saharaui (Manuel Andrade)
“Jaima ceñida al horizonte
como la nube al viento
donde la tristeza sin llanto
acumula el exilio, sin objeto.
Hombres que giran
sobre un mismo eje,
desde ayer extranjeros
en sus propias huellas.
Arena azul, amarilla, blanca,
gris piedra, suelo encendido,
el silencio sonoro de la tierra.”
Al Frente Polisario (Cristina Maristany)
“En esas largas noches
en que el sueño no llega
escucho el sollozar de un pueblo despojado,
obligado al exilio, jamás enmudecido.
En el silencio del desierto
resuenan aún los ecos de Guelta Zemmur,
percibo El Uali tu silueta guerrillera
y se capta la fuerza del pueblo combatiente.
Entre arenales y fusiles
quisiera trashumar contigo, hermano saharaui,
intuyo libre la tierra, independiente,
más allá de la muerte, más allá del olvido”
“Rastros” (Mario Benedetti)
“Un país lejano puede estar cerca
puede quedar a la vuelta del pan
pero también puede irse despacito
y hasta borrar sus huellas
En ese caso no hay que rastrearlo
con perros de caza con radares
la única fórmula aceptable
es excavar en uno mismo
hasta encontrar el mapa”
FUENTE: Lo que somos, 7 junio 2016

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