1Hubo un tiempo en que el Sahara Occidental, un fragmento del territorio antiguamente conocido por sus pobladores con el nombre de Trab el Bidān (tierra de blancos ; contrapuesto a Trab el Sudán, tierra de negros, es decir la África Subsahariana), fue posesión española (precisamente de 1884 hasta 1976). Esta región, redefinidos sus contornos en las negociaciones franco-españolas entre 1900 y 1912, pasó a denominarse en Europa como “Sahara Español”. En 1958, mientras que la ONU apoyaba las luchas por las independencias, el régimen de Franco eligió, como hizo el de Salazar en Portugal, transformar sus colonias en provincias ultramarinas de España. Provincia metropolitana, el Sahara español tuvo el mismo estatuto que las Islas Baleares, las Islas Canarias, Ifni y, más al Sur, que Río Muni y la isla de Fernando Poo, ambos territorios integrados hoy en el Estado de Guinea Ecuatorial.
Lo que no sabían entonces, ni los españoles, ni los habitantes de aquel territorio, denominados “saharauis” por los colonizadores, es que el Sahara Español constituía un tipo de provincia particular, una provincia como las otras, “pero no del todo”, en el contexto de la dominación colonial, que a decir de Homi K. Bhabha (1990) se caracteriza por la ambivalencia,. En efecto, se trataba de una provincia en el sentido político-administrativo del término, pero también, y sobre todo para el imaginario colonial, de un “territorio vencido”, a pesar del hecho que España pareció no ejercer sobre él, por un cierto tiempo, un dominio directo1.
3Tras casi veinte años (1958-1976) de colonización intensiva, mientras que los países vecinos se liberaban progresivamente de la tutela colonial, los saharauis sufrieron una modalidad de proceso de descolonización que un franquismo moribundo les impuso desde Madrid. Con el tratado de Madrid del 14 de noviembre 1975, bajo la presión de la Marcha Verde organizada por Marruecos, condenada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en su resolución núm. 380 del 6 de noviembre del mismo año, el Gobierno metropolitano cede el territorio al Reino de Marruecos y a la República Islámica de Mauritania, arriando la bandera por última vez el 28 de febrero de 1976, no sin el malestar de las Fuerzas Armadas españolas. El día anterior el Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro – el Frente Polisario – que combatía desde 1973 contra el colonialismo español y que había sido reconocido por la ONU como el único y legitimo representante de la población saharaui, había proclamado su propio Estado, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Mientras el Frente Polisario llevaba la guerra contras las fuerzas armadas de Marruecos y, hasta 1978, de Mauritania, una parte de la población saharaui se vio forzada a escapar del territorio refugiándose en una de las regiones más inhóspitas del planeta, la Hamada argelina, mientras otra parte se quedó en los territorios controlados hoy por Marruecos. Las profundas incursiones de los combatientes del Frente Polisario y los duros combates que tuvieron lugar en el Sahara y en el mismo territorio marroquí obligaron las Fuerzas Armadas Reales a proteger las zonas ocupadas construyendo a lo largo de los años ochenta un conjunto de muros y de dispositivos de protección por más de 2700 Kms. Estos muros, separan desde entonces a los saharauis que viven de uno y del otro lado.
4A pesar de las sucesivas resoluciones de las Naciones Unidas acerca de la ilegalidad de la ocupación marroquí y del acuerdo explícito, adoptado y firmado el 6 de septiembre de 1991 ante la comunidad internacional para establecer un alto el fuego e implicar a las partes en la resolución pacífica del conflicto mediante la celebración de un referéndum de autodeterminación, estableciendo, para propiciar dicha consulta, una Misión de la Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO). Non obstante, más de veinte años se han pasado y el conflicto aún hoy no se ha resuelto.
El estado de la investigación sobre el Sahara Occidental
5La peculiaridad de la situación del Sahara Occidental ha contribuido a que tengamos como resultado un conocimiento parcial y sesgado de su historia. Al margen de la dimensión militante en uno u otro sentido de la producción bibliográfica posterior a 1975, a favor de la autodeterminación del pueblo saharaui o a favor del mantenimiento del control de Marruecos sobre el territorio, y que en la mayor parte de las ocasiones está condicionada tanto por la endeblez de sus bases empíricas como por la radicalidad con la que persigue unos objetivos más o menos precisos, apenas encontramos obras que merezcan atención por la profundidad de su investigación (en el terreno o archivística) o por su rigor de análisis el calificativo de “científicas”.
6Así, en la historiografía contamos con las obras de los militares José Ramón Diego Aguirre (1988, 1991, 1993, 2004), Mariano Fernández-Aceytuno (2001), del periodista Tomás Bárbulo (2002) y de los académicos Juan Bautista Vilar (1977) y más recientemente Alejandro García (2001), Jesús Ma. Martínez Milán (2003), Claudia Barona Castañeda (2004) y Francesco Correale (2009, 2010). En el terreno de la sociología, la ciencia política y la antropología los estudios de cierta calidad que se han realizados son todavía menos numerosos. Sólo hay que contar con los trabajos desarrollados por Ángela Hernández Moreno (1989, 2001 y 2006), Sophie Caratini (1989, 2003, 2006 y 2009) y Alberto López Bargados (2003) así como con las contribuciones de Pablo San Martín (2010) y de Juan Carlos Gimeno Martín (2007), Juan Carlos Gimeno Martín y Mohamed Ali Laman (2007) y Raquel Ojeda García y Victoria Veguilla del Moral (2013)
7No obstante, la mayoría de los trabajos en ciencias humanas y sociales publicados sobre el Sahara Occidental desde las ciencias sociales, se ha centrado en el análisis del actual conflicto bajo la perspectiva de las relaciones internacionales, en el derecho internacional o en los estudios estratégicos (por ejemplo, Karin Arts y Pedro Pinto-Leite, 2007, y Stephen Zunes y Jacob Mundy, 2008), pero ignorando generalmente la época colonial, sin la cual el presente conflicto no puede entenderse.
8Las flaquezas de la investigación científica sobre la antigua colonia española son tanto más fastidiosas porque afectan directamente a un ámbito que en años recientes ha adquirido una enorme importancia en países como Gran Bretaña, Francia, Portugal o Italia, es decir la investigación sobre la memoria colonial a través de los testimonios recogidos tanto desde la perspectiva de los colonizadores como la de los colonizados. Este tipo de investigaciones tratan de documentar la historia de las poblaciones de las antiguas colonias y también el pasado colonial de las viejas metrópolis.
9La bibliografía internacional al respecto es abundante, y parcialmente coincide con las obras que se emplean como referencia en los estudios coloniales. Frantz Fanon (1952 y 1961) y, sobre todo, Edward Said (1978), se usan como referencias ineludibles. Sus críticas del orientalismo muestran con lucidez el poder que las representaciones sociales del “Otro” ejercían sobre la gestión del hecho colonial y postcolonial. Referencias tan destacadas como las de Achille Mbembe (2001), Vumbi-Yoka Mudimbe (1988) o la reedición de un importante trabajo de Maxime Rodinson (2005) para el contexto africano se inscriben en la prolongación de los trabajos de F. Fanon y E. Said que, por su parte, operaron la deconstrucción de las formas del conocimiento en Ciencias Sociales que entonces predominaba en Europa y en Estados Unidos
10Ningún trabajo sobre el colonialismo puede ignorar hoy en día el prejuicio orientalista del conocimiento del otro, obligando los investigadores a acordar una gran importancia a las consideraciones de carácter conceptual y metodológico que contrarresten sus efectos en lo que el historiador indio Ramachandra Guha (1988) ha llamado “la prosa de la contrainsurgencia”, y que han desarrollado con notable acierto la Escuela de los Estudios Subalternos de la India, renovando las historiografías colonial y postcolonial.
11Los artículos de este número de los Cahiers d’Emam comparten, desde distintas disciplinas (sociología, historia, antropología geografía, ciencia política, etc.), estas referencias conceptuales, así como perspectivas metodológicas que parten del debate sobre la post-colonialidad. Sin embargo, los tratados sobre el colonialismo y el post-colonialismo a los que nos hemos referido más arriba apenas abordan de pasada la función social de la memoria, temática que focaliza algunas de las investigaciones sobre el colonialismo más recientes. Así, para el caso británico, conviene destacar las compilaciones de Pamela J. Stewart y Andrew J. Strathern (2003) y Annie E. Coombes (2006), la excelente monografía de Abhijit Banerjee (2001) sobre los grupos pastún de la frontera afgano-pakistaní o la de Heather Sharkey (2003) sobre el Sudán anglo-egipcio. Igualmente, la memoria histórica del imperio colonial italiano ha sido objeto de un trabajo reciente por parte de Jacqueline Andall (2005), así como por los italianos Nicola Labanca (2005), Elena Petricola e Andrea Tappi (2010) y Paolo Jedlowski (2011). Sobre el colonialismo español en África, merece la pena nombrar el trabajo de Susana Martín-Márquez, en inglés (2008), luego traducido al español (2011). Sin embargo, el caso que resulta más interesante en los últimos años es sin duda el de Francia, donde la controversia ha traspasado claramente el umbral del debate científico para erigirse en una cuestión nacional : la visibilización de un pasado colonial hasta ahora en penumbra gracias a una intensa labor de recuperación de la memoria emprendida por investigadores como los encuadrados en el ACHAC (Association pour la Connaissance de l’Histoire de l’Afrique Contemporaine), pero asimismo por autores foráneos que, como Ali Abdellatif Ahmida (2000), Alec Hargreaves (2005) o Todd Shepard (2006), han ofrecido un interesante contrapunto a los trabajos de Nicolas Bancel, Pascal Blanchard y Laurent Gervereau (1993), Nicolas Bancel, Pierre Blanchard y Pierre Vergès (2003) o Pascal Blanchard y Sandrine Lemaire (2004).
12En todos los casos la memoria y la producción de la memoria se convierten en piezas claves de la interpretación y significación de los procesos del colonialismo. Dicha producción así como los marcos de referencia en que cobra sentido son siempre plurales, diversos, conflictivos y contestados. En el caso del Sahara Occidental estas características están aún más presentes no solamente porqué el conflicto entre el Reino de Marruecos y el Frente Polisario sigue activo, sino porque las “memorias históricas” son parte de lo que está en juego en la contienda, así como demuestran las fosas comunes descubiertas en el septiembre de 2013 cerca de la ciudad de Smara, en los territorios ocupados por un equipo de investigación y forense de la Universidad del País Vasco. Las fosas contienen los restos de ocho ciudadanos saharauis ejecutados por las Fuerzas Armadas marroquí el 12 de febrero de 1976. En relación a cuatro de ellos, el Gobierno de Rabat pretendía haber arreglado la cuestión en el informe redactado por la Instancia Equidad y Reconciliación (IER) de 2006, afirmando que sí habían sido arrestados en aquel día pero habían muerto durante el periodo de detención en un cuartel militar2. Las autoridades marroquíes ocultaban así sus ejecución.
Presentación del número de los Cahiers d’EMAM y objetivos del proyecto I+D, 2007-2011
13Hasta el momento presente, las pocas investigaciones rigurosas existentes sobre el colonialismo español en el Sahara han adoptado, en términos braudelianos, un sesgo inevitablemente del acontecimiento (événementiel), pues se trataba de registrar los actos principalmente político-militares que marcaron el conjunto del proyecto colonial español. Sin embargo, las relaciones entre la comunidad colonizadora y la colonizada que tuvieron lugar durante dicho período, y cuya comprensión es esencial, por cuanto constituyen la base de análisis de ese microcosmos singular que fue la sociedad colonial, apenas han podido ser abordados hasta el momento.
En 2007 un grupo de investigadores de universidades españolas, a quién se sumaron otros investigadores europeos, nos propusimos enfrentar la tarea de empezar a cubrir este vacío en relación al Sahara Occidental3, que otras academias habían emprendido con éxito en las últimas décadas en otros territorios colonizados, principalmente en África. El objetivo era hacer un análisis riguroso y desacomplejado de un proyecto colonial abandonado a la pura labor de zapa del olvido. El proyecto fue financiado por tres años por el Ministerio de Educación y Ciencia español en 2008 en el marco de los proyectos I+D.
4 Los artículos han sido sometido a una evaluación entre pares y han sido aceptados por ellos en el m (…)
15Este número de los Cahiers d’Emam constituye un número temático dedicado al Sahara Occidental4. Se trata de un resultado parcial pero sustantivo, de ese esfuerzo colectivo, al que se ha añadido el trabajo de Claudia Barona Castañeda, investigadora mexicana que no formaba parte del grupo de trabajo inicial y que actualmente es con los anteriores investigadores, miembro del grupo “Estudios postcoloniales” en la Universidad Autónoma de Madrid. Los textos son organizados en tres partes.
5 Abd al-Rahman b. Muhammad IBN JALDÚN,Introducción a la historia universal: (al-Muqaddima), edición (…)
16En la primera parte se realiza una aproximación a la realidad histórico-social del pueblo saharaui, a su particular existencia como sociedad nómada y beduina, vinculada a una reproducción histórica, ecológica y sociocultural adaptada a los ritmos de la vida en el desierto. Una sociedad relacionada con sus vecinos tanto al norte, como al este y al sur por vínculos que ya fueron descritos en el siglo XIV por Ibn Jaldún, en su “Introducción a la historia universal”5. Esta peculiar estructura sociocultural fue impactada por la acción colonial europea a finales del siglo XIX y principios del XX, y en particular de Francia en las regiones que forman la actual Mauritania y de España en el territorio del Sahara Occidental
6 Estos años se denominan en la cronología de las qabila saharauis, con el mismo nombre: 1957, año pr(…)
17La reproducción sociocultural saharaui, históricamente se ha desplegado principalmente a través de una cultura oral, si bien ha coexistido con la escritura del árabe clásico. El artículo presentado por Bahía Mahmud Awah, escritor e intelectual saharaui residente en España, da cuenta de las diversas generaciones literarias saharauis, destacando las líneas de continuidad de la producción literaria y cambio en ellas en los siglos XIX y XX. A partir del reconocimiento de las sólidas raíces históricas de la sociedad saharaui que ha producido sabios de gran reconocimiento en el mundo árabe, como Chej Mohamed el Mami, Chej Uld Tolba, o Chej Ma el Ainin, Bahía Mahmud Awah muestra las formas en que esta cultura se ha ido reestructurando en las distintas fases de la penetración colonial, tanto en la resistencia anticolonial frente a las metrópolis europeas en el periodo 1884-1934, como en su adaptación a los cambios producidos por el orden colonial español, especialmente tras la llamada pacificación de 1957-586.
7 Sobre la naturaleza de los trabajos de co-laboración, definidos también pares constructivos cuando(…)
18El segundo artículo, firmado conjuntamente por Juan Ignacio Robles Picón (Universidad Autónoma de Madrid, – UAM), Bahía Mahmud Awad, Mohamed Ali Laman (Ministerio de la Cultura de la RASD) y Juan Carlos Gimeno Martín (UAM), es un producto de un trabajo de co-laboración7 a partir de un proyecto realizado con el Ministerio de Cultura de la RASD, centrado en la recuperación de la memoria del pueblo saharaui y en concreto de su poesía oral. Los autores se centran en la poética saharaui, explorando algunos de los cambios producidos en el siglo XX para terminar preguntándose por el papel de la poesía en la formación de la conciencia nacional. Por los autores, la poesía saharaui de la revolución y de la guerra mantiene líneas de continuidad con la poesía de la lucha anticolonial, a la vez que se renueva en el contexto de la forja de la nación saharaui impulsada por la revolución social y política del Frente Polisario. En el Sahara Occidental, como en toda África en lucha por su descolonización, hubo un renacer cultural vinculado a los movimientos de liberación nacional. En algunos casos, donde por ejemplo la cultura oral servía de vehículo para la reproducción sociocultural, como en la Cabilia argelina, los movimientos de liberación facilitaron un renacer de la poesía, nuevos desarrollos de la misma.
19Los debates poéticos en torno a los efectos de la modernización social incitada por la metrópoli española que se dieron sobre todo en las décadas de 1950 y 1960, fueron desplazados en la década siguiente por una producción poética orientada a la reclamación de una conciencia revolucionaria, el rechazo a los traidores y chivatos, y la llamada a la unidad nacional. Estos cambios culturales que se dieron en una sociedad históricamente diversa (tribal) y culturalmente beduina y musulmana nos obligan a cuestionar la representación dicotómica (tradición vs/ modernidad) que vehiculan los investigadores que la estudian en el caso del Sahara Occidental. En efecto, la Revolución creó un nuevo espacio para el renacer la poesía. La poesía dio voz a la garganta de todo un pueblo, y se convirtió en alimento de una nación armada : un pueblo empeñado en no doblar su frente ante el destino. En este sentido, el Frente Polisario no representaba tanto un movimiento social, sino, y mayoritariamente, una sociedad comprometida en la lucha por su liberación.
20Los artículos de la segunda parte encuentran su ubicación en un enfoque de economía política del colonialismo, que se aplica especialmente a los cambios producidos por la acción colonial española en la ordenación del espacio y en las actividades económicas. Dichos cambios se dieron en el contexto de una transformación regional más amplia en las décadas de 1960 y 1970 : las luchas por la independencia de los territorios vecinos del Sahara español, y los proyectos de inserción de los nuevos Estados independientes en el sistema-mundo. Ese contexto hizo emerger la particularidad de algunas características de la colonización española del Sahara Occidental como la lentitud con la que se produjo y la situación de ir contracorriente de los procesos de la descolonización africana, que se aceleraron en aquellos años. A ello que hay que añadir la propia situación española en estos años del franquismo, que, tras el periodo autárquico, se integraba en la comunidad internacional : entraba como miembro de las Naciones Unidas (y por lo tanto se comprometía con sus principios y dinámicas) en 1955, y a nivel de país se embarcó en un proceso de modernización acelerada con un programa de desarrollo liderado por un nuevo personal político, de orientación tecnocrática. Es por ello que la provincialización del Sahara de 1958 produjo un tiempo (colonial) nuevo, con importantes inversiones económicas en el territorio, la creación de una red de comunicaciones, el crecimiento de las ciudades y una política de atracción de los indígenas a la vida sedentaria. Entre 1958 y 1975, España, defendiendo lo que consideraba sus intereses en el territorio, oscilaba entre una lógica de apropiación directa de los recursos, expresión de su dominio colonial sobre el territorio, y otra lógica, impulsada por las demandas derivadas de su integración en las Naciones Unidas : la necesidad del reconocimiento del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
21El artículo presentado por los geógrafos de la UAM, José Antonio Rodríguez Esteban y Diego A. Barrado Timón, describe la evolución de la presencia española en el Sahara Occidental a través de las diferentes acciones e intervenciones que se realizaron en dicho territorio. Los puestos militares, la construcción de las infraestructuras de comunicación, la explotación de los recursos, la planificación urbana y el desarrollo de las ciudades, transformaron muy rápidamente el espacio del Sahara Español. El grado y los efectos de estas intervenciones nos permiten dilucidar las diferentes etapas por las que pasó el proyecto colonizador español en el territorio. Después de las acciones conjuntas franco-españolas que condujeron a la pacificación de 1934, la intervención colonial se había reducido a la convivencia entre los militares españoles, confinados en las pequeñas ciudades de la costa. La mayor parte de la población saharaui seguía con su vida nómada, regida por sus prácticas consuetudinarias y la observancia del islam. No fue hasta 1958 cuando el Sahara Occidental se convirtió en objeto de una política de desarrollo, como por otra parte ocurrió en el resto del territorio del estado español, donde un nuevo gobierno de Franco acomete la tarea del desarrollismo tecnocrático del territorio. La propuesta de provincialización de las colonias españolas en África, tomó forma en este contexto. En el caso del Sahara Occidental ello se dio en el marco de la necesidad de controlar de una manera efectiva las fronteras coloniales ante los movimientos del Ejército de Liberación Marroquí y las reivindicaciones territoriales ligadas al proyecto del “Gran Marruecos” del Reino jerifiano.
22Sólo en el último periodo de la colonización (1960-1975), el territorio del Sáhara Occidental pasó a ser concebido como una parte del “África útil”. Desde entonces el interés por explorar y poner en valor los recursos minerales del subsuelo fue aumentando en la política española. Ello tuvo implicaciones tanto para las dinámicas demográficas de la población como para las formas de gobierno, que están descritas en el trabajo de Alicia Campos Serrano (Ciencias Políticas, UAM) y Violeta Trasosmontes (UAM) Como escriben las dos autoras, a principios de los años 1960, la administración de la colonia sufrió una profunda reforma bajo la provincialización, que supuso una mayor penetración gubernamental en las estructuras políticas y sociales locales. Esta “segunda ocupación” colonial, incluía un aumento sustantivo de la inversión pública en programas de desarrollo económico y reformas de la administración. Ello provocó a su vez cambios sociales y la rearticulación de estrategias y demandas políticas de los saharauis frente al gobierno colonial.
23Al mismo tiempo, el estado español contribuyó al desarrollo de la costa atlántica del Sahara colaborando a la construcción del complejo industrial de transformación del pescado a Nuadibú (Republica Islámica de Mauritania). Ese proyecto no se enmarcaba tanto en la cooperación bilateral con Mauritania sino que constituía el apoyo que España daba a los pescadores canarios, que explotaban desde años las riquezas haliéuticas a lo largo del litoral del Sahara. Es lo que nos dice Jesús M.a Martínez Milán (historiador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria) en su artículo sobre las acciones del Instituto Nacional de Industria (INI) en Mauritania, un país en donde la nueva legislación, adoptada al momento de la independencia, que reglamentaba la explotación del banco de pesca por las flotas extranjeras, fue significativamente reforzada convirtiéndose en un freno por las actividades de los pescadores canarios8.
24Los artículos de la tercera y última parte de este número exploran la manera en la cual construyó – y sigue construyéndose – la historia del Sahara Occidental y las memorias del pueblo saharaui.
25La condición de territorio en disputa del Sahara Occidental provoca diferentes interpretaciones acerca de la identidad de los saharauis y de sus relaciones con los vecinos en el curso de su historia. Esas interpretaciones cambian a menudo según la naturaleza y grado de vinculación en el conflicto de los autores ; por ejemplo los cooperantes y militantes de los derechos humanos que actúan en el terreno y tienen su propia visión determinada por el pathos específico que desde la praxis caracteriza sus acciones ; o los académicos, cuyos trabajos están fuertemente relacionados con la recogida y tratamiento de datos con los métodos de análisis derivados de las grandes corrientes del pensamiento occidental, que a menudo se pretende universalista. Se trata consecuentemente de análisis y de posiciones divergentes aunque tal vez puedan acabar en conclusiones muy parecidas.
Alberto López Bargados, antropólogo y profesor de la Universidad de Barcelona, centra su aportación en un análisis crítico sobre la aportación de una literatura sobre el Sahara Occidental producida en España en las últimas décadas. El denomina esta literatura “partisana” porqué ella se transformaría, con pocas excepciones, en una apología velada de la heroica e inexorable marcha del pueblo saharaui hacia la construcción de un Estado en el exilio. El autor trata de señalar que la denuncia apasionada de la situación dramática vivida por el pueblo saharaui, por parte de los intelectuales españoles, toma importancia tendiendo a erigirse como una coartada intelectual que impide llevar a cabo una reflexión más profunda sobre la responsabilidad española, tanto en relación a la colonización como a la descolonización y todos los acontecimientos que produjeron.
27Instalados en una narrativa considerada estéril, definida por el autor como “poética del punto muerto”, muchos de los testimonios contemporáneos expuestos en esta literatura partisana se recrean en el drama del exilio hasta olvidar hasta qué punto su propia presencia en los campamentos, expresión de las relaciones estructurales que configuran los campamentos como lugares intervenidos desde las lógicas de la ayuda humanitaria y la cooperación al desarrollo según López Bargados, contribuye a reproducir dicho drama. El autor remarca que históricamente la construcción discursiva colonial de la resistencia saharaui consideraba sus acciones como propias de una población nómada, beduina, despojada de conciencia política. A lo largo de todo el proceso colonial, las sucesivas administraciones españolas negaron por principio la naturaleza política de la actividad de resistencia de la población saharaui hasta cuando esta asumió formalmente un conjunto de reivindicaciones expresadas en el lenguaje familiar al de las fuerzas políticas presentes, es decir el lenguaje del estado-nación. Es a partir de este momento que la dimensión verdaderamente política de la resistencia saharaui fue efectivamente reconocida por las autoridades españolas.
28De esta manera el discurso postcolonial sobre el Sahara, produce zonas de sombra en la comprensión de la historia, siendo prisionero de un régimen de verdad suspendido en el tiempo indefinido del contencioso ; ¿es por esoque se revela incapaz de abrirse a otras alternativas, a una reformulación de los principios que permiten conjugar de otro modo la ecuación que debe reunir pueblo y soberanía ?
9 El CNRS – Centre National de la Recherche Scientique – es la institución pública de referencia para (…)
29Por su parte Francesco Correale, historiador al CNRS9 (UMR 7324 CITERES, Tours, Francia) en su artículo sostiene que la necesidad del Frente Polisario de estructurar la “nación” saharaui y la voluntad de construir una memoria compartida ha presidido la promoción de un sentimiento de identidad encarnado por la revolución impulsada por el movimiento nacionalista, y en particular por el Frente Polisario. Por esta razón, el Frente tuve que hacer tabula rasa del pasado tribal que, por consecuencia, desapareció de la narración saharaui de la historia. Para el autor, esta reconstrucción del pasado conlleva importantes omisiones y contradicciones. Sin una dimensión critica, ese relato histórico ha adoptado una formulación orientada a ser útil para la causa nacionalista, que precisa fortalecer la idea de unidad del pueblo saharaui. Lo que se da es un relato político del pasado que, en complicidad con las condiciones impuestas por la guerra y el exilio tras la ocupación mauritana-marroquí, se ha convertido en el elemento vertebrador de la memoria colectiva de todos los saharauis (o, por lo menos, de los que viven en los campamientos de Tindouf).
30Siguiendo estas líneas interpretativas, F. Correale trae a colación las dificultades de la recuperación de la memoria del pasado colonial que caracteriza las relaciones de la población saharaui con la antigua metrópoli y con la cooperación humanitaria española. Las reticencias de la sociedad española a asumir completamente las responsabilidades históricas de su presencia casi centenaria en el Sahara Occidental impide la afirmación de un relato descolonizado de la historia comprendida entre 1884 y 1975. Así, las amnesias que acompañan la reconstrucción de la historia saharaui hecha desde el exterior, tanto como por los mismos saharauis, producen una selección de los acontecimientos del pasado en la cual la situación colonial tiende paradójicamente a adoptar la imagen de una especie de edad de oro mitificada. Es durante esta época, según opinan muchos ancianos, que el Gobierno español – o sea el régimen franquista – mantuvo alejados a los que se acabaron convirtiendo en enemigos en el presente, es decir los marroquíes.
31El ensayo de Claudia Barona Castañeda, historiadora, profesora e investigadora de la Universidad de las Américas, Cholula, Puebla (México) se focaliza sobre los testimonios de los resistentes saharauis que habitan los territorios ocupados por Marruecos. Las personas entrevistadas hablan de sus relaciones con los colonos marroquíes, con los saharauis provenientes del norte (es decir de la región de Tarfaya) y con los saharauis que, por convicción o imposibilidad, no escaparon hacía el exterior después de 1975. Según Barona Castañeda no hay una verdadera ruptura entre los métodos de acción política desde los años setenta, fecha a partir de la cual los Saharaui, entonces bajo dominación española, empezaron a organizarse para reivindicar su derecho a la autodeterminación. La autora documenta también los movimientos de resistencia, las desapariciones de saharauis provocadas por las detenciones arbitrarias y los asesinatos llevados a cabo por las fuerzas de orden marroquíes ; así como la búsqueda de nuevas estrategias impulsadas por parte de los movimientos sociales y organizaciones políticas saharauis de los territorios ocupados para ser escuchadas sus demandas.
32Recogiendo la palabra de los mismos Saharaui, la autora sugiere que la defensa de los derechos humanos llevada a cabo por los movimientos sociales se ha vuelto el punto clave de la agenda de estas organizaciones y añade que hoy no se puede avanzar en la celebración de un referéndum, si primero no se resuelve este asunto.
33Por último, el artículo firmado por Juan Carlos Gimeno Martín y Juan Ignacio Robles Picón explora la posibilidad de escribir una historia alternativa del Sahara Occidental, basada en un diálogo crítico con las historias hegemónicas sobre la región y en el uso de una perspectiva de la propia sociedad sahariana sobre el análisis de sus dinámicas y transformaciones. Los autores toman el término “contrahistoria” de la Genealogía del racismo de Michel Foucault (1976, trad. al castellano en 1993), en su crítica de la historia como discurso del poder y de la fascinación que ejerce sobre los historiadores, y donde Foucault propone la contrahistoria como el discurso de los que no poseen la gloria, o de los que habiéndola perdido se encuentran en la oscuridad y el silencio. Los autores se preguntan cómo ayudar a los Saharauis en su obra de emancipación y de escritura de una historia de la cual ellos ya no serían los objetos de la historia sino los sujetos principales. Esta pregunta está relacionada con otras, como : ¿Pueden los pueblos ya colonizados inventar sus propias tradiciones, o deben amoldarse al lugar que ocupan en el relato de la producción histórica que hacen las antiguas metrópolis imperiales de sí mismas ?, ¿En otros términos, puede construirse una historia diferente de la concebida por los dominantes ?
34La historiografía moderna (tanto liberal como marxista) sobre África ha tendido a ver la conquista colonial como el acontecimiento que incorporó las sociedades vernáculas del continente en la Historia ; frente a ella, las historiografías nacionalistas veían en la lucha anticolonial el proceso que posibilitó restaurar la integridad del pasado nacional, e imaginar el futuro de los estados independientes, no rompiendo sin embargo con la misma modernidad que está en el punto de inicio de la construcción de su narrativa histórica.
35Desde este punto de vista, la historia nacional del independentismo saharaui no es una excepción entre las historiografías nacionales africanas, en donde se enfatizan las continuidades históricas que enlazan el pasado, el presente y el futuro, y no las discontinuidades introducidas por el hecho colonial.
10 Este proyecto fue coordinado por Mohamed Ali Laman, director de la documentación y de la preservaci (…)
11 En 2003, J.C. Gimeno Martín participó en una investigación con la Unión de Jóvenes Saharauis (UJSAR (…)
36Frente a estas perspectivas los autores argumentan el interés por producir una contrahistoria que debería centrarse, no en los espacios de experiencia y horizontes de expectativas introducidos por el imperialismo europeo, sino en la experiencia de un encuentro de los africanos con Europa, lo que sería inscrito en una larga historia anterior. Es en este contexto que, a partir del proyecto I+D financiado en 2008 (véase más arriba), los autores participaron a otro proyecto en colaboración con investigadores saharauis desde 200310 “Cuéntame abuelo/a”, impulsado por el Ministerio de la Cultura de la RASD. El objetivo del proyecto es la recopilación de la memoria oral de la historia saharaui a partir de entrevistas realizadas a ancianos/as que viven en los campamentos de Tindúf. Las investigaciones efectuadas en el marco del proyecto “Cuéntame abuelo/a” y del proyecto I+D están al origen del artículo publicado en ese número de losCahiers d’EMAM11.
37Los autores de los artículos publicados en este número temático de los Cahiers d’Emam consagrado al Sahara Occidental no compartent completamente ni las mismas perspectivas ni los mismos puntos de vista, lo que justamente nos ha permitido reunir toda una serie de datos y de análisis bastante distintos. Estos posibilitan, por su parte, el planteamiento de una diversidad de formas de entender y gestionar la información y los estudios sobre el conflicto del Sahara, su historia pasada, su presente problemático y su futuro abierto. A pesar de la ausencia en este número de los Cahiers d’Emam de trabajos que sostengan la perspectiva marroquí sobre el conflicto del Sahara Occidental, los textos aquí reunidos aportan un conjunto de análisis críticos, sociales e históricos que exploran escenarios divergentes de la historia de la sociedad sahariana y del pueblo saharaui originando distintos enfoques interpretativos. Las distintas perspectivas de análisis, de alguna manera, colaboran, no tanto desde una lectura consensual de los datos históricos, cuanto desde una pluralidad de puntos de vista, para elaborar, entre unos y otros, una mirada compleja sobre la cuestión del Sahara Occidental. De hecho, sería importante que el reconocimiento de esta clase de discrepancia en los distintos análisis y énfasis aparezca así como propedéutico a la abertura de nuevas perspectivas de estudio sobre la historia del Sahara Occidental.
38Madrid, Tours, febrero 2014.
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Notes
1 En efecto, se puede afirmar que entre 1884 y 1934 la administración española se mantuvo al Sahara gracias a una especie de acuerdo entre los Gobernadores Generales enviados desde Madrid y las poblaciones del territorio a las cuales se dejaba una cierta libertad de acción y de movimiento.
2 Natalia JUNQUERA, “Identificados ocho saharauis, dos con DNI español, en fosas comunes”, EL PAÍS, 10/09/2013,http://politica.elpais.com/politica/2013/09/10/actualidad/1378768488_411778.html.Sobre el informe marroquí de la Instancia Equidad y Reconciliación véase el sitio oficial del Gobierno marroquí http://www.ier.ma/plan.php3?lang=es. Sobre la relación entre memoria y violaciones de los derechos humanos en el Sahara Occidental véase también la magistral obra de Carlos Martín Beristain y Eloísa González Hidalgo, 2012,El oasis de la memoria. Memoria histórica y violaciones de Derechos Humanos en el Sáhara Occidental, Bilbao: Hegoa (descargable en los siguientes enlaces:http://publicaciones.hegoa.ehu.es/assets/pdfs/281/TOMO_I.pdf?1355488794 yhttp://publicaciones.hegoa.ehu.es/assets/pdf2s/281/TOMO_II.pdf?1355488794).
3 Investigación + Desarrollo. Las convocatorias I+D representan la posibilidad principal de financiación pública de los proyectos de investigación en España, por el conjunto de las disciplinas. El proyecto “Sahara Occidental (1884-1976): Memorias coloniales, Miradas postcoloniales, (CSO2012-35314)”, permitió crear espacios de encuentro y debate sobre la cuestión del Sahara Occidental, con la participación de Juan Carlos Gimeno Martín, Francesco Correale, Alberto López Bargados, Jesús María Martínez Milán, José Antonio Rodríguez Esteban, Diego A. Barrado Timón, Alicia Campos Serrano, Violeta Trasosmontes, Juan Ignacio Robles Picón, Ángeles Ramírez, Ildefonso Barreda y Bahía Mahmud Awah.
4 Los artículos han sido sometido a una evaluación entre pares y han sido aceptados por ellos en el mes de mayo de 2013. Es a esta fecha que las bibliografías fueron cerradas.
5 Abd al-Rahman b. Muhammad IBN JALDÚN, Introducción a la historia universal: (al-Muqaddima), edición y traducción de Francisco Ruiz Girela (2008), Córdoba, Almuzara.
6 Estos años se denominan en la cronología de las qabila saharauis, con el mismo nombre: 1957, año primero del ataque; 1958, año segundo del ataque. Se hace referencia aquí a las incursiones en el territorio del Sahara Occidental del Ejército de Liberación Saharaui así como a las operaciones militares franco-españolas de febrero 1958 (Operación Teide-Ecouvillon).
7 Sobre la naturaleza de los trabajos de co-laboración, definidos también pares constructivos cuando una misma investigación es llevada a cabo conjuntamente con otros investigadores, y particularmente con los de las realidades analizadas (en este caso con investigadores saharauis) ver el artículo de J.C. Gimeno Martín y J. I. Robles Picón en este número.
8 Este artículo fue sometido solo en la versión francesa [NDLR].
9 El CNRS – Centre National de la Recherche Scientique – es la institución pública de referencia para la investigación pública en Francia. Es el homólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en España.
10 Este proyecto fue coordinado por Mohamed Ali Laman, director de la documentación y de la preservación de la memoria oral por cuenta del Ministerio de la Cultura de la RASD, y realizado en colaboración con investigadores en formación del Departamento de Antropología Social y del Pensamiento filosófico de la Universidad Autónoma de Madrid.
11 En 2003, J.C. Gimeno Martín participó en una investigación con la Unión de Jóvenes Saharauis (UJSARIO) y el Consejo de la Juventud de España, sobre la juventud saharaui en los campamentos de Tindúf. Mohamed Ali Laman fue codirector del proyecto. La perspectiva postcolonial/de-colonial del proyecto contribuyó a desarrollar una investigación co-laborativa (Gimeno y Ali, 2007). De los desafíos planteados entonces surgieron las inquietudes que alimentaron las investigaciones posteriores.
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