La prensa marroquí, subordinada por completo a las oficinas de Yassine Mansouri, quiso hacernos creer que Marruecos tiene la intención de atacar a La Güera. En los territorios ocupados, organizó movimientos de tropas para convencernos de que planea un ataque de envergadura.
Nosotros, como simples aficionados de la política, tragamos el anzuelo. Enseguida, le hicimos eco en sus anuncios de desinformación. Que si va a atacar a La Güera! Que si va a invadir los territorios liberados! Que si esto, que si lo otro! Todo ello, a pesar de que a nivel oficial no hubo ni una sola declaración, ni por parte de los marroquíes, ni por parte de los mauritanos que corrobore ninguna tensión existente entre los dos países.
Desde hace más de 35 años, las autoridades marroquíes citan al país « de Tanger a La güera ». Si pudiera, Marruecos habría invadido esa localidad fantasma, como la llama Periodistas.es sin pensarlo dos veces como invadió a Dajla y al resto de la provincia de Rio de Oro. Pero su amo y señor, Francia, se lo tiene prohibido, porque resulta que Mauritania también es un gran aliado de París y las relaciones entre los dos países tienen su peso específico para el Elíseo.
Los conocedores de Marruecos saben bien que detrás de cada bola mediática hay otra razón que nunca es invocada abiertamente. En los anuncios de Rabat, las cosas nunca son lo que parecen. Si las armas tiran hacia el sur, hay que buscar el objetivo en el norte.
Antes de lanzar a su ejército a la zona limítrofe de Gargarat, el Majzén lanzó la bola por los medios marroquíes y saharauis para que la operación dé el efecto escontado.
De esta manera, Marruecos obliga a dejar de lado la gira y la proposición de solución que trae el embajador Christopher Ross y se ocupe en negociar el retorno de las tropas marroquíes a sus puestos detrás del muro de la vergüenza. Marruecos, lo único que busca es ganar un poco de tiempo hasta el 31 de diciembre 2016, fecha del fin del mandato de Ban Ki-moon.
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