por ABDALAHI SALAMA MACHNAN
Corría el año 1992, en ciudad de la Habana el joven equipo de fútbol Saharaui, se alza por vez primera con la copa de campeones de la Liga Árabe. Para gran parte de nosotros en aquel entonces, ser jugador de fútbol suponía cumplir el sueño de una vida. Si alcanzar la felicidad es un objetivo vital, ser futbolista es un atajo para cumplirlo. El fútbol es un arte educativo; humaniza a las estrellas, deja un halo de mito en la historia de grandes jugadores y marca un hermosísimo recuerdo en la memoria. Aquel elenco del año 1992, lo formaban jugadores de una pasta especial; eran once artistas, once bohemios. Son los actores principales de la obra, tenían el balón y decidían qué hacer en beneficio del conjunto; también había quien dirigía a la sinfonía y sorteaba de la mejor manera la situación. Los integrantes de aquel legendario equipo son:
ABDALAHI BRAHIM, BABAH ABDELMATI BREIKA, NAH MULAY, SALEK BIDA, ABDELYALIL ALI, AHMED SIDI AZMAN, MAHFUD BRAHIM, HAYAY ALI, HAMADA MHAMED MADA, FADILI ABDELAHY, DEICH ALI.
Aquellos jugadores eran unos artistas y lo reflejó su buen juego, al regalarnos tantas alegrías y espectáculo. Y es que los poetas del fútbol miran y ven con los ojos del alma, con los sentimientos. Esos jugadores jugaban al espectador Saharaui vivo y latente, al corazón y al espíritu de la bella Cuba, a su gente “con su son y su bolero”. Si rebobinamos en la memoria a cámara lenta la final de aquel mítico partido, podemos recordar preciosos momentos, la bonita tierra caribeña y el deslumbrante clima. Pero si miramos con los ojos de aquellos artistas del balompié, veremos mucho más: palparemos con la yema de los dedos y los labios la belleza de la humanidad.
Recordar y hablar de aquella epopeya, sin hacer mención explícita a los artífices de aquel equipo. Es un pecado capital. Y por justicia poética debemos recordarlos, y premiar a sus virtudes y a sus bondades; me refiero a esos mágicos jugadores que salen del libreto aburrido, que entusiasman a la tribuna emocionada con una jugada de fantasía, un regate, un movimiento talentoso, dejando estático al adversario, convirtiéndose en verdaderos artistas con el esférico; plasman una obra de arte inspirada en la imaginación y la belleza motriz.
HAMADA MHAMED MADA, alias “Platini” era un jugador importante, pieza básica, el maestro de la orquesta, un talento extraordinario, desequilibrante, deslumbrante, trepidante, electrizante en sus dribles. Dentro de la cancha era el Amadeus Mozart, el divino, mostró una capacidad prodigiosa con el balón. Considerado uno de los máximos exponentes en la historia del fútbol Saharaui.
MAHFUD BRAHIM, un pibe nato, un jugador habilidoso, integrante, mordiente, trepidante, con el balón en el pie hacía maravillas, fue un volante de muy buena técnica, poseía su popular melena. Es considerado uno de los mejores futbolistas saharauis de la historia.
NAH MULAY, jugaba como portero, era elástico, versátil, ágil, elegante, es famoso por su habilidad de atajar penaltis. Es considerado el mejor arquero Saharaui de los últimos 26 años.
ABDALAHI BRAHIM, era un jugador de medio campo, integrante, rápido, tenía una zurda formidable, talentoso en el regate, fuerte y resistente. Le apodaban el camagüeyano, ciudad en la que estudiaba. Vivía y respiraba fútbol en sus venas.
Desde 1992 a la actualidad ha pasado mucho tiempo. Aquel Dream Team ha escrito historia, sus componentes hoy en día son padres y cabezas de familias, y nosotros como espectadores de entonces, y jugador número doce del equipo, aquí estamos para revivir otra vez esta hermosa historia. Recordar a aquellos talentosos jugadores, y darles las gracias por tan bellos recuerdos.
Hoy en día la historia de nuestro fútbol, tristemente se ve que la simbiosis fraternal que activaba la cultura del deporte se ha desajustado. Que el ritmo de la convivencia funciona descompasado, que la belleza del alma del deporte se está desvaneciendo. Nuestra cultura deportiva está enferma. Lamentablemente, los síntomas evidencian un apego sólo a lo material y a generar riquezas. Ante esta patología social, solo existe una cura. Y la deberán practicar los políticos que nos gobiernan, para el bienestar de las futuras generaciones. Para tan compleja intervención, tienen que recuperar, inculcar, la cultura del esfuerzo, de los valores del deporte como educación, y como ciencia. Finalmente, entre tanto ruido y tráfico de intereses, creo que a veces nos vendría bien hacer deporte y leer un buen libro.
ABDALAHI SALAMA MACHNAN,
10.12.17
Fuente : ARSO
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