Maria Torrens
Farid Ahmed sobrevivió a los atentados contra dos mezquitas en Nueva Zelanda, pero perdió a su mujer mientras ésta trataba de salvarlo a él, en silla de ruedas.
Husna Ahmed era maestra en una de las mezquitas. Corrió para para ayudar a poner a salvo del tiroteo a los niños y otras mujeres que habían acudido a rezar el viernes pasado. Consiguieron salir, pero cuando volvió a entrar para socorrer a su marido, no sobrevivió. Farid, sí. Ha dicho que perdona al terrorista, y está seguro de que su mujer también lo haría. Ahora ejercerá de padre y madre para su hija de 15 años.
“Me preguntaron cómo me sentía hacia la persona que mató a mi mujer y dije: ‘Quiero a esa persona, porque es un ser humano, mi hermano”, ha dicho Farid Ahmed al periódico New Zealand Herald. “No apoyo lo que hizo, se equivocó (…). Le he perdonado, y estoy seguro de que si mi mujer siguiera viva, habría hecho lo mismo. No guardo rencor”. Evita emplear la palabra “terrorista”.
Cuenta que por la noche, cuando estaba pensando en su pérdida y en todo lo ocurrido, también le vino a la cabeza el terrorista. Y su reacción fue desear abrazarlo a él y a toda su familia.
“Estaba tratando de llevar el luto y se me ocurrió que me gustaría poder darle un abrazo. Me gustaría poder encontrarme con su madre y darle un abrazo y decirle ‘eres mi tía’. Si tuviera una hermana, me gustaría abrazarla y decirle: ‘No eres distinta de mis hermanas’”, explica. Reconoce que algunas personas le llamarán loco, pero asegura que habla desde el corazón. E insiste: “Si tuviera la oportunidad, lo abrazaría”.
El pasado viernes, cuando el terrorista entró en la mezquita de Al Noor a la que habían acudido a rezar, su mujer, Husna, corrió hacia una puerta lateral del templo con otras mujeres y niños para ponerlos a salvo, explica el periódico. Conseguido esto, Husna volvió a entrar para ayudar a su marido, en silla de ruedas desde hace 6 años por un accidente. Pero no pudo llegar hasta él. Murió de un disparo.
Farid estaba en una habitación contigua a la principal y no llegó a ver lo que sucedía. En un momento dado, decidió intentar salir solo. Lo consiguió y se refugió junto a su coche, aparcado junto al templo. Cuenta que cuando creyó que el ataque había acabado, volvió a entrar con otro hombre adentro en busca de su mujer y las demás mujeres, por si no hubieran conseguido huir. Farid es uno de los miembros más antiguos de la mezquita y había dado sermones en el templo durante casi tres años, así que conocía a la mayoría de la gente, explica el New Zealand Herald.
Más tarde, los policías le dijeron que era una “estupidez” haber vuelto a entrar. Farid reconoce que “probablemente fue estúpido hacerlo, pero no podía pensar de otro modo en ese momento”.
Lo peor para él fue tener que darle la noticia a su hija de 15 años, Shifa. Rompe a llorar cuando recuerda que la joven le preguntó: “¿Me estás diciendo que no tengo madre?”. Él respondió que a partir de ahora él sería su padre y su madre y que saldrán adelante.
Farid se muestra muy orgulloso de su mujer: “Entregó su vida para salvar a otras personas, y fue su último trabajo (…). Llevó a tantos de ellos a un lugar seguro y después volvió a por mí… Era una persona que estaba dispuesta a dar su vida por los demás”.
El terrorista -presuntamente Brenton Tarrant, único acusado del atentado- mató a 50 personas y dejó heridas a otras 50. Entre las víctimas también hay niños, tan pequeños como un superviviente de dos años o Mucad Ibrahim, el que se cree que es la víctima mortal de menor edad, que tenía tan solo tres años.
Fuente: Periodismo Sin Odio
Tags: Atentado Nueva Zelanda, Brenton Tarrant, Christchurch, Farid Ahmed, Husna Ahmed, Islam, Islamofobia, Mezquita Al Noor, Musulmanes Nueva Zelanda, Terrorismo, Ultraderecha,
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