Por Franklin Ledezma Candanedo
(Investigación Periodística en diferentes fuentes informativas)
El Muro de Seguridad o Muro del Sahara Occidental, es un conjunto de ocho muros defensivos de una longitud superior a los 2720 km construidos por Marruecos en el Sahara Occidental, en el período 1980-1987, y que su usa dese la Guerra prologada en esa región.
Dicha estructura militar cuenta con búnkeres, vallas y campos de minas, construida con el fin de proteger el territorio efectivamente ocupado por Marruecos de las incursiones del Frente Polisario, y evitar la vuelta de los refugiados saharauis a su territorio.
Fue construido por el ejército marroquí, con la ayuda de expertos israelíes y la asistencia financiera de Arabia Saudita y EEUU. Está defendido con armas estadounidenses, sauditas y francesas; muchas de ellas, lo mismo que las minas, helicópteros, tanques y aviación, son excedentes de la guerra de Vietnam, cedidos a Marruecos por el imperio hegemónico. Es también el muro más largo del mundo, después de la Muralla China, y está defendido por más de 180.000 soldados marroquíes, que cada cuatro o cinco kilómetros están desplegados en forma de compañía militar, generalmente infantería.
Hacia el interior es territorio minado, alambrado, además de haber obstáculos como muros de arena o de piedras (inferiores a un metro normalmente) y radares para detectar cualquier tipo de presencia. Las minas anti-persona, que se extienden por todo el muro, están fabricadas, entre otros países, por España e Italia. El mantenimiento del muro le cuesta a Marruecos el 4,6% de su PIB.
El muro empezó a construirse entre 1980-1987, para mantener fuera del alcance de los saharauis los dos tercios del Sahara Occidental, donde se hallan las minas de fosfatos de Bucraa, así como la zona costera, que es de una gran riqueza pesquera.
La construcción se llevó a cabo en varias fases durante la confrontación armada entre el ejército marroquí y el Frente Polisario, cada una de las cuales ampliaban el territorio controlado por el ejército marroquí. Así, en muchos lugares el muro es en realidad un conjunto consecutivo de distintos muros.
Este muro es algo más que una barrera. Es el símbolo de la ocupación y la agresión del Gobierno marroquí, que se niega a devolver este territorio a legítimo dueño, el Pueblo Saharaui, un territorio que se les arrebató por la fuerza ante la pasividad del Gobierno español y de la Comunidad Internacional, un territorio que encierra grandes riquezas naturales (fosfatos, uranio, petróleo, gas, plomo, titanio, oro, zinc y la zona pesquera), que son el verdadero motivo de la ocupación marroquí y del silencio de las potencias que se benefician de los mismos (Francia, España y EEUU).
El Muro de la Vergüenza es también una agresión contra los Derechos Humanos, pues su campo de minas (unos siete millones), atenta contra la vida de civiles sin distinguir entre niños o adultos, y son numerosas las mutilaciones y muertes que provocan año tras año de forma indiscriminada, pues las minas esperan silenciosamente a su próxima víctima.
En el mundo hay entre 800.000 y un millón de saharauis que se encuentran divididos y esparcidos territorialmente y que luchan por su independencia y libertad. El Sahara Occidental o República Árabe Saharaui Democrática es actualmente en pleno siglo XXI, la última colonia africana.
El Sahara Occidental fue colonia española desde 1884, a partir del reparto del África entre las potencias europeas reunidas en la Conferencia de Berlín celebrada el mismo año (entre el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885, en la ciudad de Berlín). Sin embargo, los saharauis vivían, a pesar de ser colonia, en forma pacífica y dueños de sus recursos naturales como la biodiversidad marina.
En 1975, mediante el Acuerdo Tripartito en Madrid, España abandona el Sahara Occidental y cede de manera ilegal el territorio (dos tercios a Marruecos y un tercio a Mauritania). Posteriormente, Mauritania se retira del Sahara gracias al Acuerdo de Paz con el Frente Polisario (gobierno saharaui en el año 1979) y lo reconoce como nación. Marruecos, en lugar de hacer lo propio, se expande hacia lo que había liberado Mauritania.
Es así como Marruecos invade el Sahara Occidental el 31 de octubre de 1975. Los pobladores comienzan a huir tras haber sido invadidos por 25.000 soldados y 350.000 colonos. Los bombardeos con napalm y fósforo blanco provocan esa gran huida, estableciéndose en Tindouf (Frontera con Argelia), hasta el día de hoy, en los campamentos de refugiados. El territorio más allá del muro está bajo el control del Frente Polisario, en lo que denominan territorios liberados; así como una zona hostil, parte del desierto del Sahara, que casi no posee importancia económica.
Sahara Occidental: El referéndum que nunca llega
En 1991, se firmó un alto al fuego de acuerdo a un plan de paz entre el Frente Polisario y el reino de Marruecos, bajo los auspicios del Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar y la Organización de la Unidad Africana (OUA), con el fin de celebrar un Referéndum de Autodeterminación para el pueblo saharaui. Desde ese entonces, Marruecos viene dilatando el esperado referéndum a pesar de haber firmado el Plan de Paz de la ONU y de la OUA y los Acuerdos de Houston.
El 31 de abril de ese mismo año, la ONU ordena el ingreso al Sahara de la Misión de las Naciones Unidas por el Referéndum del Sahara Occidental, para vigilar el alto el fuego. Sin embargo, es la única misión de cascos azules que no vigila los Derechos Humanos.
Desde el año 2005, la población saharaui en las zonas ocupadas, en su afán de defender su derecho a reclamar por su autodeterminación e independencia, ha sido motivo de un sinnúmero de ataques represivos por el gobierno monárquico del rey Mohamed VI. Los saharauis son impedidos de reunirse públicamente, manifestar su rechazo y reclamar por la situación política y social en que viven, en las escuelas se obliga a los niños a declarar que el Sahara es marroquí, a dejar sus tradiciones, su vestido y hasta su nombre.
El 21 de mayo del 2005, se consolida la Intifada Saharaui, tras el levantamiento de las protestas del pueblo sin armas en octubre del mismo año, cayendo el primer mártir de la Intifada Saharaui, Hamdi Lembarki, en pleno Ramadán en la ciudad ocupada del Aaiún.
A diario, el pueblo saharaui es víctima de torturas, persecuciones, asesinatos y detenciones arbitrarias a los activistas defensores de los derechos humanos. Actualmente, hay más de 80 prisioneros políticos encerrados en las cárceles marroquíes cumpliendo incluso condenas de cadena perpetua, a veces por el sólo hecho de flamear su bandera.
El mundo reclama justicia para el pueblo saharaui
La RASD es reconocida por 83 países del mundo. Ninguna nación del mundo reconoce la invasión marroquí como legítima. La Corte Internacional de Justicia de La Haya absolvió una histórica consulta declarando que “no existe ningún vínculo de soberanía territorial del Sahara Occidental y el reino de Marruecos y la entidad mauritana”, además, existen diversas resoluciones de la ONU, que apoyan la descolonización y los legítimos derechos del pueblo saharaui (Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, aprobada por la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 14 de diciembre de 1960).
Es oportuno destacar que Panamá reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática como Estado soberano el 23 de junio de 1978, relaciones que fueron suspendidas el 20 de noviembre de 2013, pero reasumidas el 8 de enero de 2015.
Panamá fue el primer país americano en reconocerla y el que alojó la que fue la primera embajada saharaui en América (en 1980), información que nos confirmó el lunes 20 de agosto, 2018, el destacado internacionalista panameño, Dr. Julio Yao Villalaz.
Fuente : Bayano Digital, 9/04/2019
Tags : Sahara Occidental, Frente Polisario, Marruecos, RASD, ONU, Panamá, América Latina,
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