El desplazamiento forzoso es causa de terribles crisis humanitarias. Hambruna, enfermedades y adaptabilidad a situaciones y ambientes extremos están entre las circunstancias más duras que los refugiados tienen que batallar cada día. Sin embargo, cuando la situación de refugio se prolonga en el tiempo, se empiezan a manifestar con fuerza también otras necesidades humanas. La preservación de una identidad cultural distintiva al mismo tiempo que se anima el desarrollo natural de una sociedad es probablemente una de las tareas más importantes que la gente que vive en el exilio tiene que llevar a cabo. Tras casi cuatro décadas obligados a vivir fuera de su tierra, el Sáhara Occidental, los refugiados saharauis han implementado medidas importantes para asegurarse de que las nuevas generaciones son conocedoras de sus tradiciones y cultura. El Ministerio de Cultura, ayudado por otras instituciones locales, organiza festivales regionales y nacionales para mostrar sus tradiciones y estimular la memoria cultural colectiva de la población. A pesar de ello, fuentes locales han identificado una pérdida de alrededor del 60% del patrimonio cultural saharaui desde mediados de los años 70.
La unión de juventud saharaui, preocupada por estos números, también organiza eventos alrededor de la importancia y la singularidad de la cultura saharaui, tratando de involucrar a la juventud de los campamentos en aprender e identificarse con ella. Sin embargo, ¿cómo actúan estos festivales exactamente a favor de la preservación de la cultura saharaui? ¿Son realmente una proyección precisa de la vida saharaui hoy en día?
La cultura tradicional saharaui es única y bien definida. Tiene sus orígenes en la tierra de Trab el-Bidan, un territorio situado en la parte más occidental del desierto del Sáhara, bordeando el océano Atlántico. De tradición nómada, los saharauis solían estar ocupados con diferentes actividades, desde pescar a criar camellos. Algunas tribus viajaban a través del desierto, moviendo sus familias y sus frigs, los campamentos tradicionales hechos de mayoritariamente tiendas negras, en búsqueda de agua y pastos verdes. Y algo que siempre estaba presente era el té; yendo o viniendo, los saharauis no pueden pasar un día entero sin al menos completar el ritual entero de los tres vasos.
Otra característica es su fuerte cultura oral, basada en poesía descriptiva y narrativa que se usaba de forma tradicional para pasar todo tipo de conocimiento, desde problemas familiares a cambios en el paisaje del desierto. Sus rituales de vida, como las reuniones familiares, las bodas y las actividades de la twiza (actividades hechas de forma colectiva) estaban marcadas por canciones sencillas, con tan solo voz y algo de percusión y palmeo. Estas, conocidas como lashuar, eran juguetonas y accidentales, y a los cantantes/percusionistas nunca se les consideraba “músicos.” Estas celebraciones siempre incluían un sacrificio animal, normalmente una cabra o un camello, y una fiesta de tres o más días.
1975. Bombardeos. Miedo. Exilio. ¿Qué puedes hacer para asegurarte de que en mitad del caos tu identidad no se pierde sino que al contrario se refuerza? La respuesta es fácil, hechas mano de la cultura; pero, ¿cómo? A través de los últimos 40 años, los saharauis han desarrollado una manera de mostrar sus tradiciones tanto a su propia población viviendo como refugiados como a los extranjeros que regularmente visitan los campamentos – el festival y sus desfiles.
Puestos en práctica por primera vez por el primer Director de Cultura saharaui, el folklorista, músico y entusiasta del teatro Mohamed Tamy, estos desfiles, acompañados de canciones de baile tradicionales como el “Lebleida” a la guitarra y al tambor, presentan diferentes actividades culturales una tras otra, con los artistas pasando frente a una plataforma llena de oficiales y extranjeros.
Grandes grupos de bailarines, sobre todo mujeres, con objetos tradicionales en las manos, desde platos a cañas de pescar, bailan de forma bellísima mientras caminan, vestidos en blanco y negro, a veces azul, mostrando como sus vidas, o las vidas de sus progenitores, solían ser cuando eran nómadas. Y no sólo se pasean los bailarines, sino también otros miembros de la comunidad, como niños de escuela, profesores, ¡e incluso enfermeros! Todos ellos mostrando cómo han estado sirviendo a la causa durante las últimas cuatro décadas.
Desde que llegué a los campamentos de refugiados saharauis por primera vez hace más de dos años he asistido a cinco festivales regionales y nacionales organizados por el Ministerio de Cultura en las diferentes wilayas, o campamentos, y en los territorios liberados. Estos festivales casi siempre se hacen coincidir con un evento internacional que esté teniendo lugar en los campamentos, como por ejemplo el Sahara Maratón, el FiSahara o ARTifariti, para aprovechar la presencia de los medios y prensa internacionales y ayudar a la concienciación de cada aspecto de la situación.
He visto representaciones de bodas tradicionales, perfectos shows teatrales sobre cómo sacrificar una cabra o un camello y actuaciones impresionantes de batallas bailadas.
Justo detrás, las tiendas negras tradicionales que normalmente rodean el área reservada al desfile están llenas de mantas coloridas, sillas para montar camellos, sets tradicionales de hacer té, juegos y, por supuesto, música. Estos festivales han sido la perfecta complementación de todas las historias que he oído sobre los días nómadas y los días de guerra, ya que es muy difícil hoy en día estar en presencia de rituales tradicionales en la vida diaria debido a las circunstancias de vivir en el exilio. La vida como refugiado es dura y la nostalgia por el pasado es palpable en los campamentos. Recordar a la población y al resto del mundo que la cultura saharaui existe y que se está manteniendo viva, junto a la esperanza de volver a casa, es un gran reto.
¿Cuánto tiempo van a tener los saharauis que seguir creando espacios para su cultura y tradiciones en vez de disfrutar de su propia tierra para mantenerlas y desarrollarlas de la manera en que ellos quieran? ¿Y cómo están de dispuestas las nuevas generaciones para llevar a cabo la responsabilidad de mantener el pasado vivo para asegurar el futuro que se les prometió durante la revolución?
Fuente: Violeta Ruano, música, etnomusicología y activismo cultural
Tags : Sahara Occidental, cultura, lucha, festival, Violeta Ruano,
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