Por Fernando Llorente
Que España hubiera falseado la realidad convirtiendo el Sahara en provincia del Estado, la 53, no era sino un síntoma de que no albergaba la menor intención de cumplir con el mandato de la ONU de iniciar un proceso de descolonización, que culminara en un referéndum de autodeterminación. En las conciencias de jóvenes, como Salama Mami, Sidi Lebsir, Abdelmay Haid, Salem Lebsir y Brahim Gali (hoy Presidente de la RASD y Secretario General del Frente Polisario) fue tomando cuerpo la necesidad de “hacer algo”; y la urgencia de hacerlo aceleró los latidos de sus corazones.
La necesidad y la urgencia carecían de una visión clara de las acciones a emprender, y de las estrategias que las llevaran al éxito. Un día, a finales de 1968, llegó al Sahara Mohamed Basiri.
Había cursado estudios de periodismo en El Cairo y Damasco, donde adquirió, además, una sólida formación jurídica, especialmente aplicada a los movimientos de liberación. En 1968 trabajaba en la redacción de un periódico marroquí. En respuesta a un artículo publicado en otro diario, en el que el autor defendía la marroquinidad del Sahara, Basiri argumentó, mediante otro artículo en su periódico, que el Sahara pertenecía a los saharauis. Aquella edición del periódico fue secuestrada por orden gubernativa, y Basiri abandonó Marruecos.
Llegó a Smara, y no tardó en encontrarse con los cinco jóvenes dispuestos a iniciar la batalla por la independencia de su pueblo. Pronto fueron reconocidos el saber y el saber hacer de Basiri, que dirigió la formación y primeras acciones del que se denominó Movimiento de Vanguardia para la Liberación de Saguia El Hamra y Río de Oro.
El día 13 de febrero de 2007, tres días después de mi llegada a los campos de refugiados, acudí, una tarde de mucho calor y muchas moscas, a la huerta de la wilaya Dajla. En el interior de un gran volquete cerrado, a modo de enorme contenedor, que albergaba la oficina, me esperaba el, por entonces Gobernador de la wilaya, Salem Lebsir, uno de aquellos cinco jóvenes, que encendieron la llama de la revolución. Hago un extracto de lo que me contó:
“Cuando Basiri llegó al Sahara, a finales de 1968, se encontró con un terreno abonado, noche a noche, para que en él creciera el árbol de la reivindicación, que diera el fruto de la independencia. Algo sí teníamos claro: sin lucha se pudrirían las raíces. España no estaba por la labor de cumplir los mandatos de la ONU, ni la ONU contaba con los recursos para hacerlos cumplir. Una de aquellas noches nos reunimos con 12 o 13 personas, con quienes a veces jugábamos a cartas o dominó. Tenían distintas ocupaciones: conductores, albañiles, policías, nómadas, etc. Debatimos. La conclusión fue que “algo había que hacer”. Basiri, mayor que nosotros, y con más formación, entendió que no era el momento, y recomendó paciencia.
Argumentó con que en el Sahara existían Servicios de Información, que podían poner al corriente a las autoridades españolas.
Por otro lado, que los saharauis no lo entenderían ni del todo ni bien, a falta de la necesaria concienciación y sensibilización, empresa por la que habría que comenzar. Y que nosotros mismos no contábamos con una organización ni con medios para actuar y, llegado el caso, defendernos. No podíamos, ni debíamos pasar a la acción, sin más. Incurriríamos en una imprudencia, con toda probabilidad de consecuencias fatales.
Así argumentó Basiri. Todos mostramos nuestro acuerdo. No teníamos un plan de acción, pero sí la voluntad de poner todos los medios para tenerlo. Basiri, al fin, ante nuestra resolución, accedió a ponerse al frente de lo que estaba a punto de ser el Movimiento de Vanguardia para la Liberación de Saguia El Hamra y Río de Oro. Tenía 27 años.
Una noche, pasadas las tres de la madrugada, nos comprometimos solemnemente, mediante juramento, la mano derecha sobre el Corán: defenderíamos la integridad de nuestro territorio. Nunca lo abandonaríamos. Siempre mantendríamos nuestra unidad. Daríamos nuestra vida por la independencia del Sahara…
Difundimos la situación real al mayor número posible de saharauis. Para ello, los militantes nos repartimos por los distintos puestos del territorio. Nos reuníamos con los representantes de la comunidad, que la convocaban en asamblea. Así llevamos la información a Smara, Daora, Ausserd, Hagunia, Hausa…Los saharauis fueron muy receptivos a las propuestas de lucha y resistencia. En poco tiempo, éramos 4000 conjurados.
Con el fin de ganar tiempo y no perder terreno, la Dirección hizo llegar al Gobernador General del Sahara la reivindicación, según la cual el Gobierno español debería comprometerse con la independencia del Sahara, tras un periodo de 15 a 20 años de autonomía tutelada por España, tiempo en el que los saharauis serían capacitados para hacerse cargo de su país, como paso previo a la celebración del referéndum de autodeterminación.
Quince días después de la entrega del documento, el 17 de junio de 1970, se celebró en Zemla, un de El Aaiún, un encuentro festivo, organizado por las autoridades españolas, con asistencia chiuj (Jefes de Tribu). Se conmemoraba un aniversario de la provincia número 53. El Delegado Gubernativo, solicitó hablar con algún responsable del Movimiento. Nos encontrábamos en un lugar cercano. Se le transmitió que todo lo que teníamos que decir estaba escrito en el documento cursado, y que no aceptábamos sino una respuesta por escrito, antes de cualquier encuentro personal. Regresó el Delegado Gubernativo con un encargo del Gobernador General: el Gobierno español consentía la existencia del Movimiento, y daría más tarde respuesta a sus reivindicaciones, pero que en aquel momento tendría mucho gusto si contara con sus dirigentes entre los participantes en la celebración. El representante del Movimiento en aquella ciudad renovó la negativa, en los mismos términos.
En la tarde de ese mismo día, fueron los chiuj quienes se acercaron a nosotros con el propósito de dirigirse a la población. Nuestros representantes se lo impidieron con resolución. Se marcharon, derrotados en lo que con toda probabilidad fue un intento, inducido por los españoles, de engañar a las bases, ya que no lo habían conseguido con los mandos.
Los dos coches en los que llegaron tomaron el camino de vuelta. Les sustituyeron cuatro vehículos de la Policía Territorial en orden de combate. La población se abalanzó hacia los coches, al tiempo que lanzaba piedras. Una de las piedras acertó en la cara del comandante al mando, quien de inmediato disparó con su pistola. Mató a un saharaui e hirió a otro. Ante la imposibilidad de contener la avalancha humana, la policía optó por retirarse. Eran necesarias más fuerzas. U otras.
Enseguida aparecieron en el lugar efectivos del Tercio Juan de Austria, que mataron a dos saharauis e hirieron a otros muchos en el enfrentamiento. Cayeron muchos más, en tanto allanaban los domicilios, los registraban, los destrozaban. Se llevaron prisioneros, con el fin de interrogarles, en busca de los nombres y localizaciones de los máximos responsables del Movimiento.
Algunos jefes de puesto pudieron huir, pero a los miembros de la Dirección nos detuvieron a todos. Entonces, liberaron a los prisioneros. Nos condujeron al cuartel de la policía en El Aaiún. Un policía amigo nos informó de cuál sería nuestra suerte: cada uno de nosotros seríamos trasladados a un destacamento, donde permaneceríamos confinados durante 10 años.
Mi lugar de destierro fue Ausserd. Allí pasé casi un año y medio. Cada mañana y cada tarde me presentaba a firmar ante el Subdelegado Gubernativo. Los demás dirigentes del Movimiento vivieron igual peripecia en otras tantas ciudades. Al cabo de año y medio, se nos levantó el castigo. Menos a Basiri, que no fue puesto en libertad. Hasta el día de hoy nadie sabe nada de él. Nunca se ha facilitado información ni sobre su muerte ni sobre su paradero.
Quizá pensaron las autoridades españolas que, desaparecida la cabeza, se desmembraría el Movimiento. Se equivocaron. Reunidos de nuevo, renovamos el juramento de luchar hasta la muerte por la independencia del Sahara. La desaparición de Basiri fue la fuerza que mantuvo el impulso. La aparición de otro joven, El Uali Mustafa Sayed, supuso la transformación del Movimiento de Vanguardia para las Liberación de Saguia El Hamra y Río de Oro en el Frente de Liberación de Saguia El Hamra y Río de oro. El Frente Polisario”.
Fue el 10 de mayo de 1973. La invasión, por parte de Marruecos, del Sahara Occidental, el 30 de octubre de 1975, e inmediato abandono de España, precipitaron un final, que había tenido su principio el 17 de junio de 1970.
(El relato completo forma parte de mi libro “Heridas y bálsamos”)
Fuente : El Faradio, 17 junio 2018
Tags : Sahara Occidental, Frente Polisario, Sidi Mohamed Basiri, Zemla, 17 junio 1979,
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