Sahara, siempre en el corazón

César Jara*

Era noviembre del año 1975; yo cumplía 21 años y la situación política y militar en la entonces provincia española del Sáhara Occidental era explosiva.

El rey de Marruecos, Hasan II, aprovechando la enfermedad terminal del dictador Franco, había lanzado su “marcha verde”, con miles de colonos empujados por sus fuerzas armadas hacia la frontera norte del territorio, con el fin de anexionárselo y apoderarse de los ricos fosfatos y la pesca.

Yo tenía que hacer el servicio militar y en el sorteo me tocó ir a la Policía Territorial, a El Aaiún; finalmente, pude librarme de ese cruel destino, de cuyas duras condiciones sabía ya de antes gracias a un amigo que estaba allí y me escribía largas cartas, burlando la censura, contándome las penurias de los saharauis y de los reclutas españoles allí destacados.

En febrero de 1976, el gobierno de Aras Navarro, ya muerto Franco, entregó vilmente, al margen de la legalidad internacional, ese territorio a manos del sátrapa de Marruecos y de una junta militar de Mauritania, empezando así una larga y vergonzante historia de represión, expolio y desgracia para el noble pueblo saharaui, la mitad del cual tuvo que huir al desierto argelino y levantar campamentos de refugiados en Tinduf, sobreviviendo hasta hoy en condiciones pésimas, gracias a la ayuda de la ONU, poca, y de la solidaridad internacional, especialmente de entidades y gentes en España y otros países europeos.

El Frente Polisario creó la República Árabe Saharaui Democrática, reconocida por la Unión Africana y muchos Estados, no así España. Sus modestas Fuerzas armadas se batieron contra las de Marruecos y, en 1991, se llegó a un alto el fuego y, desde entonces, se estancó la salida política, tras negarse el régimen alauita a celebrar un referendo de autodeterminación, bajo la tutela de la ONU.

Un conflicto olvidado; un pueblo que sufre y un deshonor para todos los gobiernos y partidos gobernantes españoles desde entonces, que no han asumido su responsabilidad legal e histórica como potencia colonizadora del territorio.

En los territorios ocupados, especialmente en El Aaiún y Smara, las dos principales ciudades, se está viviendo en las últimas semanas un levantamiento popular de protesta contra el invasor y las duras condiciones de represión cotidiana, de humillación, a que se somete a los saharauis.

Apenas sale en los medios de comunicación españoles, en los grandes, una sola noticia al respecto, los periodistas y observadores de organizaciones de derechos humanos tienen prohibida su llegada al Sáhara ocupado y cada día se siguen ocasionando muertos, heridos y hay cientos de detenidos, de torturas y hasta de decenas de mujeres violadas.

No oigo una sola palabra de condena de los políticos españoles, ni de los de Izquierda Unida y Podemos siquiera.

Sólo pervive el amor y el apoyo de un amplio sector de la sociedad que acoge este verano, como ya sucede hace muchos años, a cientos de niños saharauis en casas de familia, en una especie de parche caritativo que alivia el dolor del pueblo del desierto, pero sin que nuestro gobierno, éste y todos los habidos, mueva su dedo para acabar con el conflicto.

Mohamed VI, sátrapa actual marroquí, juega sus cartas chantajistas contra España: presión migratoria, reivindicación de Ceuta y Melilla, acuerdos comerciales pesqueros con la Unión Europea, terrorismo integrista con base en el país vecino…; y a callar y tragar.

Yo llevaré siempre al Sáhara en mi corazón y apoyaré su causa política hasta el final de mi vida.

¡Sáhara libre!

*Periodista

Fuente: Crónica Popular, 22 jun 2019

Tags : Sahara Occidental, Frente Polisario, Marruecos, Marcha Verde, invasión, represión,

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