Rabat siempre se ha jactado de la « excepción marroquí », un concepto creado en plena situación de pánico originada por los acontecimientos de la denominada « Primavera Arabe ». Las autoridades pretenden que Marruecos se distinguen de los otros países árabes y musulmanes por tener un rey que, al mismo tiempo, es « comendador de los creyentes » y «descendiente del profeta».
Sin embargo, los marroquíes evitant citar los elementos que realmente hacen de Marruecos una excepción como ciertas prácticas de tortura, entre ellas la introducción de una botella en el ano de un detenido. Una crueldad que tiene como objetivo humillar a la víctima y hacer que lamente incluso el haber nacido.
Acorralados por las críticas de las ONG humanitarias, las autoridades pretenden evitar las detenciones sin renunciar a la represión y la violencia. Las frecuentes manifestaciones del pueblo marroquí reivindicando mejores condiciones de vida llevaron a las autoridades a inventar una nueva manera de reprimir : el atropello.
De esta manera, este método fue estrenado en la población de Yerada que salió para condenar la muerte de sus hijos en las minas de carbón abandonadas. Un jóven fue atropellado intencionalmente y se encuentra, desde entonces, en estado paraplégico.
En El Aaiun, capital ocupada del Sáhara Occidental, los habitantes fueron atropellaldos ayer por un simple partido de fútbol. Entre las víctimas se encuentra Sabah Azmán, una joven que había salido para celebrar la victoria de la selección argelina en la final de la copa africana de naciones.
Antes de dar el último suspiro, Sabah no paraba de decir « ay, como me duele ». Esperemos que sus gemidos y quejas lleguen a los pasillos de la ONU y reaccionen contra la violencia marroquí que se ha convertido en un crimen contra la humanidad. Sus prácticas recuerdan las atrocidades del Estado Islámico.
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