Fuente : Voltaire, 22 sept 2019
El monstruo del lago Ness: ¿leyenda o realidad? ¿La injerencia rusa en la crisis escocesa y catalana: quimera o realidad?
Nadie sabe si la criatura del lago Ness existió realmente en las profundidades de las aguas heladas de un lago escocés de las Tierras Altas. Sin embargo, su hipotética existencia todavía hace correr mucha tinta. Todavía estamos disfrutando de este imaginario escocés, al igual que los fantasmas que acechan las antiguas casas del viejo país escocés. ¿Qué sería Escocia sin sus fantasmas y sin el monstruo del lago Ness? Después de los horrores del Brexit y de los viejos demonios que sacuden Inglaterra, se impone a la sociedad civil escocesa en su conjunto un enfoque político moderno: ¿cómo beneficiarse de un nuevo referéndum? Esta cuestión resulta perfectamente legítima y conforme al derecho internacional. Pero Boris Johnson, el Primer Ministro de Inglaterra, no acepta que el pueblo escocés sea consultado. La antigua democracia inglesa demuestra sus límites en la no aceptación de una necesaria consulta escocesa.
Lo mismo sucede con Pedro Sánchez, Primer Ministro de España. Este último prefiere cerrar los ojos ante la represión, el encarcelamiento y el exilio de numerosos electos catalanes que han querido ejercer pacífica y libremente una consulta electoral.
Es evidente que a los Estados multinacionales les resulta difícil aceptar la expresión popular. Y, sin embargo, son representantes legítimos, representantes políticos de la Generalitat de Cataluña los que son embalsamados sin piedad ni consideración alguna.
Hay que constatar que en la Península Ibérica se pisotean los derechos fundamentales de los mandatarios del pueblo catalán, y ello en un desconcertante silencio mediático. ¿Es necesario recordar que España es el único país europeo que conserva todavía en su capital un suntuoso monumento funerario a la gloria de un dictador? ¿Existe, en Francia, un monumento a la gloria de Felipe Pétain? ¿Estaría entusiasmado por tal eventualidad el filósofo Bernard-Henri Lévy?
En la actualidad, el oscurantismo avanza a pasos agigantados, haciendo caso omiso de las Luces de la Europa del siglo XVIII. Los tiempos cambian, ¿pero de quién es la culpa? Hoy, Vladimir Putin es el sospechoso ideal de las élites occidentales y de los grandes medios de comunicación. Es el espantapájaros conveniente que se expone para avivar los miedos. Y así, desde el Brexit al referéndum catalán, desde la intoxicidad a la paranoia, la injerencia rusa está bordada por fantasías oficiales americanas que nos la presentan como palabra evangélica.
Sin embargo, las pruebas concretas y tangibles siguen pendientes. Este procedimiento recuerda extrañamente el pretexto beligerante de las armas masivas inventado por la administración estadounidense y difundido por los grandes medios de la época para lanzarse al asalto de Irak con las consecuencias que conocemos y vivimos.
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