El silencio de la diplomacia y de la sociedad portuguesa en su conjunto frente a la ocupación colonial del Sáhara Occidental es indigno. Hace 30 años, nos gustó el país al que fuimos movilizados colectivamente para presionar al mundo – empezando por el Palácio das Necessidades – para que, en Timor, se cumpliera el derecho de todos los pueblos a la autodeterminación. La resistencia de los conformistas y los cínicos realistas no resistió este gigantesco impulso y, desde las calles de todo el país hasta la sala del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se formó una dinámica de solidaridad y exigencia, que fue verdaderamente responsable del cumplimiento. del derecho internacional a favor del pueblo de timor.
Diario as Beiras : En el Sahara Occidental como en Timor
El Sáhara Occidental está justo al lado. Y es uno de los últimos territorios colonizados del mundo, cuyos pueblos han esperado demasiado tiempo para que se respete su derecho a la autodeterminación. La Corte Internacional de Justicia ha dictaminado que esta es la tierra de los saharauis y el Consejo de Seguridad ha establecido que se debe realizar un referéndum para que el pueblo diga si quiere o no ser un estado independiente. Así fue en Timor y fue el cumplimiento de eso lo que salimos a exigir. Pero en las calles y en la diplomacia portuguesa hay un silencio indiferente y, por tanto, cómplice en la ocupación del territorio. Ni siquiera la excusa europea servirá esta vez. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que la Unión no puede celebrar acuerdos pesqueros o agrícolas con Marruecos que se apliquen al territorio del Sahara, porque Marruecos lo ocupa ilegalmente. Este fue también el caso de Timor, cuando Australia firmó un acuerdo con Indonesia sobre reservas de petróleo y gas natural en el Mar de Timor y Portugal lo denunció ante los tribunales por violar el derecho a la autodeterminación maubere.
No es por la falta de acción resiliente de los saharauis por lo que persiste este silencio social y diplomático. Protestas, mítines, intervenciones culturales, denuncias de la situación de la juventud, desempleo, violación sistemática de los derechos humanos más básicos, llamados a la liberación de presos políticos, se ha hecho una y otra vez, a pesar de la opresión y violencia de los ocupantes. Nada de esto ha roto la inacción de aquellos que eran tan militantes por el mismo derecho de los timorenses. Tampoco lo es la prueba de que el ocupante siempre haya boicoteado, con absoluta voluntad, la celebración del referéndum, ridiculizando a la comunidad internacional y a las Naciones Unidas, provocando indignación a quienes estaban tan y tan justamente indignados por la ocupación de Timor.
En estos días, el territorio del Sáhara Occidental vuelve a arder en llamas. El acuerdo de paz de 1991 ha sido violado por los ocupantes y los enfrentamientos militares han vuelto. La prueba de la coherencia de un país y su gobierno que fueron decentes para los timorenses es ahora más exigente que antes. Este silencio es una vergüenza.
Diario as Beiras, 17 nov 2020
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