RUBEN J. LAPETRA
Por lo poco que hemos visto del 2021 parece que está haciendo bueno al 2020 en sus tres dimensiones de crisis: la económica, la sanitaria y la política. A nadie se le escapa que en menos de tres semanas el mundo parece estar otra vez patas arriba en esos tres frentes, aunque en pocas horas uno de ellos puede empezar a mejorar radicalmente. La buena noticia es el relevo en la presidencia de EEUU: entra Joe Biden y sale Donald Trump, cuya legislatura ha estado marcada por un populismo extremo, división y agitación que ha tenido su traca final en el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero.
Tras su victoria en las urnas de noviembre, Biden señaló que había llegado la hora de la sanación del país tanto en el plano doméstico -con una sociedad civil enfrentada- como en las relaciones internacionales de la mayor potencia del mundo. El virus que Trump inoculó en 2016 a la política de EEUU ha dejado un heridas abiertas con China, Europa, Latinoamérica y hasta en África con elrespaldo a Marruecos en la delicada cuestión del Sáhara occidental. Hasta el último minuto en el poder, el trumpismo seguirá sembrando el conflicto cómo si una oscura fuerza manejara sus hilos.
Por fortuna, las convulsiones finales de la Administración Trump han unido a Demócratas y algunos Republicanos que ven al excéntrico mandatario como una grave amenaza para la seguridad nacional cuando esté pase a la oposición. Tras la toma de posesión de Biden este martes 20 de enero, el segundo proceso de ‘impeachment’ que está a punto de completarse con la votación en el Senado será una vacuna 100% efectiva para que el antiguo empresario de casinos y sus potenciales sucesores queden retratados y desacreditados de cara al futuro.
En lo económico, la era Trump pasará a la historia por la guerra comercial con China y la obsesión de la Casa Blanca con los mercados financieros. Casi cada vez que subía el Dow Jones, POTUS intentaba anotarse el tanto a través de su compulsivo uso de las redes sociales. La actividad de acoso y derribo con la Reserva Federal (Fed) desde el final de 2018 puso en evidencia por primera vez la independencia del poder monetario del político para sonrojo del libre mercado de EEUU y Wall Street. ¿Quién no recuerda la amenazas de cese e insultos a Jerome Powell por no bajar los tipos de interés?
Trump sabía que necesitaba de un cambio de rumbo de la Fed para reactivar la economía estadounidense de cara al año electoral de 2020. Su ofensiva en el comercio internacional con los aranceles consiguió ser decisiva en el giro de timón de la Fed, que pasó de subir tipos a bajarlos en cuestión de seis meses. La reelección estaba en el bolsillo hasta que llegó 2020 y la pandemia del Covid-19. Sus proclamas negacionistas en la gestión del Covid-19 han sido clave para que la balanza democrática se haya decantado en su contra. Solo un virus podía acabar con otro.
La crisis del coronavirus comenzó oficialmente ahora hace un año cuando las autoridades chinas comenzaron a recibir informes de un brote de coronavirus en Wuhan (Hubei). A aquel primer confinamiento masivo previo a la celebración del año nuevo chino le sucedieron muchos más. Decenas de países por todo el planeta lo hicieron en el periodo que pasará a la historia como la Gran Reclusión en casa. Doce meses después nada parece haber cambiado. Las estadísticas de contagios, ocupación hospitalaria y fallecidos vuelven a estar descontroladas. China ha vuelto a adoptar un confinamiento masivo en una de sus provincias más cercanas a la capital Pekín como hiciera el 23 de enero de 2020.
Europa, en estado de permanente semiconfinamiento desde la vuelta de verano, se predispone a adoptar restricciones más duras como ya han hecho Portugal, Francia, Alemania o Reino Unido. En España, el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias siguen incentivando una política de división y descoordinación autonómica que adoptaron tras el levantamiento del estado de alarma en junio de 2020. ¿Es el clásico ‘que cada palo aguante su vela’? Oficialmente hay una cesión total para que las Comunidades Autónomas decidan las restricciones que consideren oportuno en función de su suerte y situación sanitaria.
El problema es que lo han hecho también al desplegar sus propias estrategias de vacunación con el aparente beneplácito del Ministerio de Sanidad. Comunidades como Asturias, Galicia o C. Valenciana han sido las más rápidas y precipitadas en vacunar con la primera dosis de Pfizer-Biontech pero el problema de suministro que acaba de surgir puede dejar a muchos ciudadanos sin la segunda inyección, por tanto, no vacunados. En cambio, Madrid, País Vasco y Navarra han vacunado a menos personas para asegurar su capacidad de hacerlo dos veces en previsión de una rotura de stock de la vacuna. Moncloa, ahora sí, tendrá que tomar partido con los próximos suministros. ¿Castigará a las regiones más previsoras y premiará a aquellas que se equivocaron con su plan?
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