El anuncio de Donald Trump de convertir a Estados Unidos en el primer país occidental en reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental pone en la agenda internacional un conflicto que lleva décadas encallado en la ONU. Llega además en un momento de renovada tensión en la zona, con la intervención de Marruecos en la zona desmilitarizada de Guerguerat, en la frontera con Mauritania. El Frente Polisario, el movimiento independentista saharaui, ha condenado con dureza este movimiento unilateral sin precedentes que supone un espaldarazo extraordinario a Marruecos en lo que considera su « causa nacional ».
Para Eduard Soler, investigador del CIDOB, el Sáhara empezó a volver a la actualidad con la decisión de los Emiratos Árabes Unidos de abrir su consulado en el Sáhara Occidental el pasado 4 de noviembre. Los EAU son un « actor con mucho peso » y su decisión, que fue seguida de otros pequeños países, « hizo que Marruecos se sintiera reforzado » para « romper el statuo quo y lanzar la operación en Guerguerat », afirma. Este experto considera « importantísimo » el paso dado por Estados Unidos, al tratarse de una decisión que la próxima Administración de Joe Biden probablemente no revertirá. Soler destaca que Rabat no hubiera aceptado nunca una normalización con Israel que genera tensiones internas sin una « recompensa elevadísima », como ese reconocimiento.
Descolonización interrumpida
El Sáhara occidental, antigua colonia española es uno de los 17 « territorios no autónomos » bajo supervisión del comité especial de descolonización de la ONU, a la espera de una solución definitiva. La descolonización fue interrumpida en 1975, cuando España, con Franco agonizante, abandonó el territorio en manos de Marruecos y Mauritania, tras la Marcha Verde de 350.000 marroquís sobre el territorio y conforme a los Acuerdos de Madrid, no válidos según el Derecho Internacional. En virtud de esos acuerdos, no reconocidos internacionalmente, España cedió a Marruecos el norte y el centro del territorio. El sur fue para Mauritania.
El Frente Polisario proclamó en 1976 la independencia, creando la República Árabe Saharaui (RASD), reconocida hasta el momento por más de 80 países. Marruecos ocupa actualmente el 80% del territorio, sin que su soberanía sea reconocida por la ONU . La RASD administra la región del este no controlada por Marruecos, la cual denomina Zona Libre. Un muro de 2.700 kilómetros construido por Marruecos en la década de los 80 separa las dos zonas. Entre 100.000 y 200.000 saharuis viven refugiados en los campos de Tinduf, en la vecina Argelia.
Después de 16 años de guerra, el Polisario y Marruecos firmaron un alto el fuego en 1991 y acordaron el despliegue de una fuerza de la ONU, la Minurso, para preparar la celebración de un referéndum. Esa consulta sigue sin celebrarse 30 años después, primero por discrepancias en torno al censo y después por la negativa de Rabat a aceptar la consulta, ofreciendo solo una autonomía.
Hace ya años que el diálogo se encuentra en punto muerto, ya no se habla de la posibilidad de un referéndum, sino de « alcanzar una solución una solución política, justa duradera y aceptable ». En el 2019 dimitió el emisario especial del secretario general de la ONU, Horst Köhler, sin que haya sido sustituido todavía.
El paso dado por Estados Unidos supone una sacudida en los equilibrios internacionales alrededor de ese conflicto ante la inoperatividad de la ONU. Más allá instalarse en una lógica de apoyo a los marroquís o a los saharauis, ningún gran país había optado por un pronunciamiento tan claro.
El reconocimiento de Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara causa un terremoto político
Francia era hasta ahora el principal sostén de Rabat en los foros internacionales pero es difícil que siga los pasos de Washington y opte por el choque frontal con Argelia, el otro gran peso regional del Magreb, y apoyo del Frente Polisario. Un posicionamiento francés arrastraría a la UE, afirma Soler, que subraya también el « pequeño margen de maniobra que tiene España en este asunto », por la relación con Marruecos y las implicaciones internas que tiene el asunto, con una división de opiniones manifiesta entre los socios del Gobierno, el PSOE y Podemos.
Marruecos insiste que es el Consejo de Seguridad de la ONU donde se ha de buscar la solución al conflicto. El Gobierno de España fía esta solución al secretario general pero el espaldarazo de Estados Unidos a Marruecos refuerza extraordinariamente a Rabat, que con el paso del tiempo ha conseguido ir sumando cada vez más adeptos a sus intereses.
El periódico, 10 dic. 2020
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