“Hasta el último hombre… hasta el último cartucho”
21/12/15 (VSOA).- Este mes de diciembre se cumplen cuarenta años de una batalla épica, donde un puñado de valientes, resistieron heroicamente la invasión mauritana. Esta se desarrolló en una ciudad, que hoy está abandonada, engullida por la arena: La Güera.
Esta localidad fue fundada en 1920 por el coronel español Bens y poblada por inmigrantes canarios y saharauis, en un estrecho espacio geográfico, la península de Cabo Blanco, que por capricho de las potencias coloniales, quedó dividida en dos, frente a La Güera está la ahora pujante Nuadibú (Port Etienne en tiempos franceses) el principal puerto de Mauritania. Sin ninguna duda la fundación española obedeció a mantener un puesto en el extremo sur del Sahara, una colonia por cierto olvidada y que hasta los 60, sería un espacio olvidado –salvando la guerra de Sidi Sahara– por parte de Madrid.
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FOTOGRAMA / VSOA
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La Güera fue una ciudad pesquera, un lucrativo negocio que proviene de uno de los bancos de peces más importantes del mundo. Los canarios siguieron con su tradición pesquera de siglos en las costas del Sahara, un espacio conocido por ellos desde el siglo XIV. Incluso durante un breve tiempo, la ciudad fue una colonia separada emitiendo sellos postales propios, para luego ser incorporada al Sahara Español, con un delegado especial para la ciudad nombrado por las autoridades coloniales.
La apacible vida de pueblo, terminó con los Acuerdos de Madrid de noviembre de 1975, que entregó ilegalmente la administración del Sahara a Mauritania y Marruecos. El gobierno español decidió – ante la nueva realidad, a sabiendas que abandonaba su antigua provincia – la evacuación de los millares de colonos, presentes por generaciones. Los colonos fueron evacuados por vía marítima y aérea (en el caso de la La Güera fue por mar), incluso fue exhumado el cementerio de la localidad. La rapidez de la evacuación solo permitió a los colonos llevarse consigo algunos enseres domésticos y pertenencias personales. El abandono de la ciudad fue seguido por la llegada del Frente POLISARIO, donde organizó el gobierno provisional, semanas antes de la creación de la República Saharaui. Desde los barcos que evacuaban a los colonos españoles, se pudo ver cuando las autoridades del POLISARIO enarbolaban la bandera nacional saharaui en edificios públicos. En esos últimos momentos de la presencia española, tropas marroquíes y mauritanas invadían el Sahara. Los marroquíes cometían toda suerte de atropellos, que generó el pánico de la población civil, que gracias a la ayuda de soldados y colonos españoles, violando el toque de queda, permitieron a millares de saharauis a huir al desierto.
En el momento caótico de la evacuación de la ciudad, quedaron abandonados barcos pesqueros y las empresas del sector, optaron por trasladarse a Nuadibú. Los obreros tanto nativos como españoles quedaron sin trabajo. En una nota del diario ABC del 6 de diciembre de 1975, relataba la indignación de los colonos, no solo por la indemnización dada que no cubría los daños por el abandono de bienes y trabajos. Allí resaltaba el sentir de los colonos, de su indignación por abandonar un territorio que hasta no hacía poco era una provincia hispánica de pleno derecho. Los Acuerdos de Madrid borraron de un plumazo las promesas y compromisos de antaño.
El 20 de diciembre de 1975, el pequeño ejército mauritano (en aquel momento, 2.000 efectivos) invadió el territorio saharaui, encontrando una tenaz resistencia. Ello requirió el apoyo de Francia y Marruecos, no solo con armas y dinero, sino con fuerzas militares. Aislados en La Güera, un centenar de combatientes del Ejército de Liberación Popular Saharaui, prometieron combatir a luchar hasta el fin. Es por ello el título de este artículo, de una frase conocida en muchas unidades militares, dispuestas a luchar hasta el aniquilamiento. Esto tiene su lógica desde el punto de vista militar dado las graves circunstancias que debía enfrentar el alto mando saharaui.
La ciudad desde el punto de vista militar, era prácticamente indefendible, por varias razones: la posición geográfica, un lugar aislado, especialmente por estar flanqueada por el mar y la localidad mauritana de Nuadibú. Los escasos recursos militares saharauis, impedían cualquier idea de socorro. La única opción posible era crear focos de resistencia a ultranza a fin de retrasar la invasión, hostigar a través de golpes audaces para generar el máximo nivel de pérdidas y ganar tiempo para organizar una respuesta estratégica adecuada.
El centenar de soldados saharauis, aislados, con escaso armamento y escasos en número, generaron en las primeras horas del asalto mauritano serias pérdidas. Lo que parecía un “paseo militar” se transformó en una batalla encarnizada, donde el enemigo se hizo fuerte en una serie de puntos clave, lo que impedía tomar efectivamente la localidad. Los sucesivos asaltos de infantería, no mermaron la voluntad de los defensores. Ello obligó a recurrir al apoyo de fuego de artillería, provista por los marroquíes. Los saharauis solo tenían su armamento portátil para responder, la superioridad de los invasores comenzó a ser manifiesta. Sin ninguna duda, el comandante saharaui y sus hombres sabían que sus horas estaban contadas, pero venderían caras sus vidas y la conquista de La Güera debería ser con un alto costo para los invasores.
La presión ejercida, obligó a los combatientes saharauis supervivientes de aquellas jornadas sangrientas, a atrincherarse en la antigua fábrica de pescado y el cuartel del policía. Los invasores no solo atacaban por tierra con fuego de artillería, sino por mar los sometieron a un duro bombardeo naval. Luego de diez días de intenso combate, los pocos supervivientes se rindieron, tal vez pensando que como en otras batallas, que serían tratados con dignidad y respeto, como se merecen los valientes. Un ejemplo fue la batalla de Amba Alagui, en la Segunda Guerra Mundial, en el frente etíope, donde las heroicas tropas italianas cercadas y agotadas se rindieron ante los británicos, que los recibieron con honores por el coraje. Los supervivientes de La Güera, no tuvieron el trato digno que impone no solo el derecho internacional, sino esas reglas no escritas entre combatientes honorables. Los mauritanos enviaron a los soldados saharauis a prisiones donde vivieron miserablemente y fueron sometidos a torturas y maltratos hasta 1979, cuando el régimen mauritano liberó a los supervivientes del duro cautiverio, cuando fueron firmados los acuerdos de paz con el Frente POLISARIO.
Lamentablemente la historia no menciona el nombre del comandante saharaui que fue el responsable de la defensa de La Güera, que como sus hombres, que no dudaron un instante de llevar a cabo la misión encomendada, a sabiendas de cual era iba ser su final. Tampoco sabemos el destino de aquellos bravos que dieron su vida en esos intensos diez días, que bien merecido tienen un cementerio militar y un monumento recordatorio.
La Güera no pudo ser retenida por mucho tiempo por Mauritania, el régimen de Mojtar Uld Daddah no soportaría el peso de la guerra y los militares, ante de una derrota aplastante frente a los saharauis, decidieron sacar a su país de la guerra de la mejor manera. Los marroquíes no dudaron de olvidarse de tratados y acuerdos, y ocuparon el territorio que ellos mismos reconocieron como mauritano. La ciudad de La Güera fue ocupada, pero ellos también como los mauritanos debieron abandonarla en los 80. Cabe destacar que los invasores saquearon la ciudad, incluso muchos materiales de casas de Nuadibú, emplearon materiales de las construcciones empleadas en La Güera.
Un acuerdo entre la República Saharaui y Mauritania, ha dejado la seguridad de la ciudad en manos de este último país, reconociendo obviamente la pertenencia indiscutible al Estado saharaui. No obstante la situación de la localidad, su posición geográfica nos lleva a pensar en la necesidad de estudiar posibilidades para su recuperación y poder constituir junto a Nuadibú un espacio de desarrollo que beneficiaría ampliamente a saharauis y mauritanos.
Han pasado cuarenta años, las arenas cubren una ciudad en ruinas, donde deambulan algunos habitantes dedicados a la pesca y alguna patrulla mauritana. Armadores navales inescrupulosos abandonan cascos de barcos, con el fin de cobrar seguros. La próspera y pacífica La Güera, es un recuerdo del pasado a la espera que algún día el conflicto saharaui llegue a buen puerto.
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