Mansur Omar y Abdelcader Taleb Omar deben dimitir

En octubre de 1988, varias manifestaciones populares tuvieron lugar en los campamentos de refugiados saharauis. Fueron provocadas por un grupo de la élite saharaui de aquella época. El cabecilla de la insurrección era Omar Hadrami que un año mas tarde se fugara a Marruecos y desde entonces ejerció varios puestos de alta responsabilidad en la administración marroquí.
Los otros cabecillas eran el eterno Primer Ministro, Abdelcader Taleb Omar y el representante en Francia, Mansur Omar. Este ultimo una verdadera birria humana de lo idiota, arrogante e incompetente que es. Basta con preguntar a las asociaciones que operan en Francia.
Como consiguieron movilizar a las masas populares saharauis? Muy fácil: aprovechando las vulnerabilidades de gente que lleva más de 13 años en el exilio y la guerra. Había familias destruidas por la guerra. A veces el padre, un hijo, dos hijos, tres hijos de una misma familia caían en el campo de batalla. Se consolaban con la idea de que son mártires porque cayeron por la patria, defendiendo al suelo de su país. Como dice El Coran, “no han muerto sino que siguen viviendo disfrutando en un paraíso eternal en el que afluyen ríos bajo arboles verdosos”.
13 años de guerra devastaron a toda una generación de saharauis que eran sustituidos por jóvenes que suspendieron en los estudios en Argelia, Libia y Cuba. Muchos se portaban voluntarios con todo el placer del mundo para luchar contra el enemigo como lo hicieron sus padres. Pero otros se mostraban recalcitrantes y reivindicaban seguir estudiando. Otros eran protegidos por sus madres que rechazaban perder a otro hijo en la guerra.
El cabecilla de la rebelión, Omar Hadrami, ejercía de director de los Servicios de Inteligencia saharauis, la Seguridad Militar. Desde 1982 ocupa ese puesto tan sensible, un regalo que se le ofreció para consolarlo de un duro golpe. Le bajaron de la maxima instancia del Polisario en aquel entonces, el Consejo de la Revolucion. Sus relaciones con el verdadero cerebro del Frente Polisario, Bachir Mustafa Sayed, se caracterizaban por mucha tensión. Se disputaban el apodo de “cerebro” del Polisario. 
Para desestabilizarlo, Hadrami aprovechaba los pésimos modales de Bachir para llevar a cabo una verdadera campaña contra él. Pero Bachir era el hermano del fundador del Frente Polisario y era intocable.
Desde su cargo de jefe de la seguridad saharaui, prepara desde 1982 su golpe contra Bachir. A su juicio, la carta del tribalismo es la única válida para atacar. Encarcelara a miembros de determinadas tribus para poder movilizarlas. Como ejemplo, indicaré un caso muy revelador. En 1984, llega de los territorios ocupados un sobrino de Bachir con tres de sus amigos. Se llama Labbat y actualmente es el representante del Frente Polisario en Murcia.
Hadrami lo manda a estudiar en Libia mientras que sus tres compañeros son expedidos a la cárcel y sometidos a los peores suplicios. Bajo tortura, Hadrami les obligará a firmar una confesión en la que reconocen que en la ciudad ocupada de Smara formaban una célula de espionaje para informar a los marroquíes del movimiento de los nacionalistas saharauis. Dos de ellos, cedieron, pero uno, Abdeslam Amara rechazará rotundamente firmar tal confesión. Será liberado más tarde con huellas de las esposas impresas para siempre en sus muñecas. 
Hadrami contará en todas partes que Bachir mando a su sobrino a estudiar mientras que reservo la cárcel a sus camaradas. 
Este abominable personaje consiguió movilizar a imbéciles como Taleb Omar, Mansur y el entonces ministro de asuntos exteriores que también se fugo para Marruecos, Brahim Hakim. La cuerda sensible que Hadrami tocaba era la “lengua de víbora“ que Bachir tenía. Era de una insolencia inconmensurable y lo sigue siendo.
En 1988, estos elementos se aliaron. Cada uno se dirigió a familias miembros de sus tribus. “Abdelaziz, Bachir y Buhali mandan a sus familiares a estudiar mientras que los vuestros sirven como carne de camión”, “los cargos de responsabilidad los monopolizan los miembros de estas tribus para garantizar sus perennidad en el poder”, “vuestros primos fueron encarcelados injustamente”, “incluso cuando distribuyen los víveres, privilegian a sus familiares”, “ellos comen carne todos los días y vosotros sufrís de malnutrición”, etc.
A estos traidores no les falta imaginación para conseguir sus objetivos y por su interés personal estaban dispuestos a hacer naufragar el barco de la revolución saharaui. De esta manera, lograron sacar a muchas familias a la calle para protestar contra la dirección del Frente Polisario.
Nosotros, los que no tenemos ninguna ambición maléfica fuimos dominados por un sentimiento de amargura. “Estos imbéciles nos han vuelto 13 años atrás, todos los logros del movimiento se fueron para el carajo, los marroquíes verán en nuestras disputas internas un signo de salvación para ellos”, dijo la mayoría de la opinión pública saharaui. Es como si el tiempo retrocediera hasta 1975, el año de la invasión marroquí. Lo que hicieron estos malvados fue simplemente apuñalarnos por la espalda. 
El cabecilla de los traidores ira a Marruecos un anio mas tarde, o sea en 1989. Cuando empezó el plan de paz de la ONU, sopló a los marroquíes que con listas electorales basadas en el censo español estaban condenados al fracaso y les sugirió que pidan la ampliación de las listas a las llamadas “tribus del Norte” y señaladas con la letra H en el censo español. Esas mismas que el procuró maltratar cuando dirigía los servicios de seguridad saharauis. A esas anadió las tribus designadas con la letra “I” o tribus del sus. Muchos de sus miembros fueron encarcelados en 1983 y algunos perecieron bajo la tortura de Hadrami. 
Hadrami, Mansur y Abdelkader diabolizaron  la dirección del Polisario hasta tal punto que muchas familias abandonaron los campos de refugiados para irse a los territorios ocupados. Entre ellos Mamuni Bacar, combatiente conocido por su bravura en el campo de batalla y cuyas hazañas guerreras hicieron historia. 
Abdelakader y Mansur son originarios de Dajla (la antigua Villa Cisneros) donde residen la inmensa mayoría de su tribu. Hoy en dia, Dajla es la única ciudad que Mohamed VI se atreve a visitar. Ayer los “primos” de estos dos traidores besaban la mano del reyezuelo marroquí. Un amigo bromeaba diciendo que “Dajla es la única ciudad que tiene paredes limpias, porque nunca tuvo una pintada de l’Intifada”.
Hoy, 26 años después de aquella resurrección, seguimos recogiendo las consecuencias de aquellos acontecimientos. Por ello, Abdelkader y Mansur deben dimitir. Estos dos traidores fueron capaces de movilizar a su tribu para destruir la revolución saharaui, pero son incapaces de movilizarla contra la ocupación marroquí. Sin embargo, siguen en sus altos cargos, inamovibles, invulnerables.

Soyez le premier à commenter

Laisser un commentaire

Votre adresse de messagerie ne sera pas publiée.


*