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  • Respuesta del Coronel Camacho a Jorge Vestringe

    « La salida de El Sáhara causa del desprestigio internacional de España ». Coronel Diego Camacho

    Contestando al imbécil y podemita profesor Jorge Vestringe, el columnista de La Tribuna de España, coronel Diego Camacho, ofrece en este artículo de excepción, una auténtica joya periodística en la que aporta toda la información sobre la vergonzosa salida de España de El Sáhara, el desprestigio internacional que seguimos arrastrando y cómo dejamos a su suerte (mejor dicho, a su mala suerte) al pobre y noble pueblo saharaui.

    El Sahara, la última colonia

    El Abandono

    La salida del Sahara ha sido para España la principal causa de su desprestigio internacional durante el último tercio del siglo XX. Ninguna potencia colonial, después de 1945, ha hecho una dejación similar de su responsabilidad, hacia la población colonizada como nuestro país hacia los saharauis, que un día incluso tuvieron nuestra nacionalidad y su territorio fue declarado provincia española. Pasados más de 40 años del abandono, los nómadas no han logrado todavía culminar el proceso de autodeterminación, al que según las leyes internacionales tienen derecho.

    Hassan II aprovecha muy bien, en los últimos días de la vida del general Franco, la debilidad que presenta el Estado español sobre todo causada por la inseguridad de la clase política a la hora de asumir el poder y las responsabilidades del Estado. Para los pertenecientes al régimen que acaba conservarlo sin perder la legitimidad y para los que llegan alcanzarlo sin provocar una ruptura social. La clase política española está con la mirada puesta en la sucesión de la Jefatura del Estado y en los problemas que plantea la articulación de un nuevo régimen político. La guerra fría, el Magreb y la suerte de los habitantes del Sahara no están entre sus preocupaciones más acuciantes. Para los EEUU el Sahara va a constituir una pieza esencial para lograr la estabilidad regional, pero sobre todo para el control sin sobresaltos del Mediterráneo.

    Marcha Verde orquestada por Marruecos sobre El Sáhara

    El análisis geoestratégico que realizan desde el Departamento de Estado y desde la CIA, Henry Kissinger y Vernon Walters, son coincidentes y muy favorables para Marruecos en sus intereses regionales a corto y medio plazo. España ocupada en otros asuntos de carácter interno no va a dar al asunto la importancia que tiene y tampoco va a ser consciente del desgaste internacional que le va a suponer, al no encontrarse una salida válida que sea capaz de conciliar la legalidad internacional con los intereses que en ese momento apoya la Casa Blanca.

    Los elementos que manejan los analistas norteamericanos para recomendar una línea de acción son de una gran complejidad política, por el riesgo que implica la situación regional existente, así como para poder defender a su principal objetivo en el sur de Europa y que no es otro que el Estado de Israel. Son los siguientes:

    1º. Los acontecimientos políticos ocurridos en Portugal, a consecuencia de la revolución de los claveles, abren un interrogante sobre su papel en la OTAN. Si la apertura a la libertad va a significar sólo eso o si, por el contrario, va a significar algo más como sería en la hipótesis más peligrosa un acercamiento a la URSS. En este último supuesto, la operatividad futura de la base de las Azores estaría en peligro y en consecuencia el control en profundidad sobre el estrecho de Gibraltar.

    2º. La incertidumbre originada en España, por la enfermedad del general Franco, acentúa el riesgo de inestabilidad al norte del estrecho por el cambio incierto de un régimen político que llevaba casi cuarenta años en el poder. El sucesor a la Jefatura del Estado, el príncipe Juan Carlos, es aceptado con muchas reticencias por las principales familias del régimen franquista; es rechazado de entrada por la izquierda que le apoda “el breve” por su falta de legitimidad democrática, al haber sido designado a dedo por el dictador; y tampoco es aceptado por su padre don Juan legítimo depositario de la legitimidad dinástica de la Casa de Borbón.

    3º. La tradicional aspiración de Argelia, firme aliada de la URSS, de alcanzar la costa atlántica para conseguir la hegemonía en el Magreb, se vería facilitada con la creación de un nuevo país, entre Marruecos y Mauritania, que por ser dependiente políticamente de Argel le abriría el deseado pasillo hacia el océano Atlántico.

    4º. La riqueza en fosfatos y petróleo que posee el Sahara. Marruecos y los EEUU Son los mayores productores mundiales del primero y desde el ácido fosfórico puede obtenerse uranio. Permitir el acceso a estas reservas estratégicas a Argelia suponía facilitar una mayor penetración de la URSS en África.

    5º. La debilidad política por la que atraviesa Marruecos. En 1971 tiene lugar un levantamiento militar con el asalto al palacio de Skirat que se saldó con más de 100 muertos, su mayor parte diplomáticos y miembros de la Corte, y en 1973 el ministro del Interior, general Ufkir, encabezó otra intentona para acabar con la vida del rey durante su viaje de regreso desde París. Cualquier acontecimiento que tuviera lugar en la región y fuera desfavorable para Marruecos, en el equilibrio que Rabat mantenía con Argel por la hegemonía en el Magreb, podía tener una repercusión política negativa para la estabilidad del trono y para los intereses norteamericanos y franceses.

    Todos estos factores van a converger en la necesidad estratégica de asegurar la estabilidad en el Mediterráneo occidental, que permita la libertad de movimientos de la VI Flota, pieza esencial para el mantenimiento de los intereses de EEUU en Oriente Próximo. Para lo cual se valoran los riesgos que supondría, por un lado, la inestabilidad política existente en España y Portugal y, por otro un eventual reforzamiento de Argelia en detrimento de Marruecos. Para Kissinger la hipótesis más peligrosa era que la inestabilidad de la península Ibérica terminara por materializarse y que simultáneamente un reforzamiento de Argel desequilibrara el trono alauí y la correlación de fuerzas existente en el Magreb, que permitiera la expansión soviética en la zona. La decisión norteamericana estaba sustentada en unos criterios objetivos y en un pragmatismo político y donde, como es evidente, prevalecían sus intereses de control militar por encima de cualquier consideración de derecho internacional.

    Con arreglo a la anterior valoración, la línea de acción que el Secretario de Estado le propone al presidente Ford es la de reforzar a Marruecos militar y económicamente, con la colaboración de Francia, para asegurar así su estabilidad política interna y a partir de la cual pueda ejercerse el control absoluto de la costa atlántica y del norte de África, por si la hipótesis más peligrosa de todas las contempladas tuviera lugar. A partir de ese momento, la “marcha verde” ya sólo será un problema logístico pues la decisión de realizarla ya había sido tomada como la mejor manera de materializar la línea de acción adoptada. La organizaran agentes de la CIA con dinero kuwaití, una vez que se consigue que el gobierno español no plantee problemas. Es interesante señalar que Kissinger al ser preguntado por su Presidente sobre el contenido del dictamen del TIJ, le dice que ha sido favorable a Marruecos lo que era una falsedad, con arreglo a las dos cuestiones de fondo que le habían sido planteadas al Tribunal por la asamblea General, de esa manera el Secretario de Estado soslayaba el obstáculo que podían representar las reservas morales y mentales de un Presidente que había tenido que sustituir a Nixon por el escándalo del Watergate y cuya inseguridad personal era el rasgo más predominante de su carácter en aquellos momentos.

    El mayor obstáculo español lo constituye Franco que no es por principio favorable a permitir presiones o chantajes del vecino del sur. Cuando es informado por Arias, en uno de sus momentos de lucidez durante su internamiento en el hospital Gregorio Marañón en 1974, llega a ordenar la declaración de guerra a Marruecos. A los pocos minutos vuelve a entrar en crisis y, Arias con la colaboración de Carro y Solís incumplen la orden del general y se aprestan a seguir las instrucciones del “amigo americano” para abandonar el Sahara. Previamente, el ministro de Asuntos Exteriores Cortina Mauri partidario de resistir la presión marroquí fue apartado de su responsabilidad, en lo concerniente a este asunto, que asumió el ministro del Trabajo Solís Ruiz quien además de su cargo ministerial llevaba la representación de los intereses económicos del rey de Marruecos en España.

    La mayor ignominia de la política exterior española desde las abdicaciones de Bayona, por Fernando VII y Carlos IV a favor de Napoleón, tuvo lugar en el palacio de Marrakech. Por parte española el ministro de la Presidencia Carro, por Marruecos Hassan II. Este último sólo consentiría en parar la “marcha verde” cuando el ministro español accediera a solicitárselo por una carta ¡cuyo texto sería dictado por el propio sultán!

    El Príncipe Juan Carlos, como Jefe de Estado interino, tampoco hace un papel airoso durante estos días. Se empeña en realizar un viaje relámpago al Aaiún, donde convence con facilidad a los mandos militares de la firmeza del gobierno y de la necesidad de mantenerse firmes. Mientras negociaba con Hassan II, utilizando los buenos oficios de Vernon Walters, la retirada de las tropas españolas y la anexión de la antigua provincia española al reino alauí. Lo cierto es que aprovechando su ascendiente sobre los militares el príncipe les hace creer que aquello que ellos desean es también lo que quiere el gobierno, ocultándoles la realidad de los hechos.

    La actitud del príncipe está motivada por el marco estratégico descrito, que es la causa determinante, y por la necesidad imperiosa de contar con el apoyo norteamericano y francés para afianzarse en el trono. Para estos dos países la estabilidad de Marruecos no era en 1975 un asunto negociable, por ello si Juan Carlos necesitaba el apoyo internacional para afianzarse en España, no podía seguir otro camino que el que le dictaban desde Washington y París. Es evidente que la solución que favorecía las ambiciones marroquíes iba a suponer una vulneración en toda regla del espíritu y la letra de la Carta de San Francisco que fue el germen del nacimiento de la ONU, al finalizar la segunda guerra mundial. La deuda contraída con los saharauis, para afianzar el trono español, supondría que las letras las iría pagando la nación española, a lo largo de los años, en la forma de desprestigio internacional.

    Si desde un punto de vista de praxis política puede comprenderse, aunque no se comparta, la traición de 1976. La contumacia de los sucesivos gobiernos españoles al seguir apoyando el expolio del Sahara, la vulneración sistemática de los Derechos Humanos y el incumplimiento de la legalidad internacional, a costa de nuestro prestigio, tiene muy difícil explicación en el 2019, pues ya no pueden argüirse razones geoestratégicas o de afianzar una transición. Sólo cabe una explicación, la de los intereses personales creados durante estos años entre los dos países; el sultán pagando la factura y numerosos españoles recibiendo el pago por trabajar para él. El rey de España que tiene una deuda con el pueblo saharaui, todavía no la ha pagado, es quizás el mayor beneficiario de esta situación y tampoco hoy puede achacarlo a la inestabilidad del trono. España no puede ir bien si su prestigio es inversamente proporcional al beneficio material que obtiene la Corona con respecto a Marruecos y a largo plazo tampoco es una buena señal para la monarquía.

    Por los acuerdos de Madrid, España cede la administración del Sahara a Marruecos y Mauritania, con el compromiso de las nuevas potencias ocupantes de organizar un referéndum en el cual los saharauis puedan elegir su destino final. Una vez que nuestro país abandona el territorio, se inicia una guerra de resistencia liderada por el Frente Polisario que impide el control territorial efectivo. Mauritania abandonaría en 1981 su zona que sería ocupada por Marruecos.

    La ONU se dio por enterada de los acuerdos, una vez constatado por su Secretario General Kurt Waldheim, que los EEUU sólo contemplaban la anexión final por Marruecos sin hacer cuestión de los plazos. No reconoció el cambio en la titularidad de la administración del Sahara, que sigue hoy en día recayendo en España, mucho menos la soberanía de Marruecos sobre el territorio.

    El dictamen del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya

    En su dictamen sobre la cuestión del Sahara Occidental, de octubre de 1975, el tribunal reafirma el derecho de los pueblos a su libre determinación. Para lo que se fundamenta, de manera determinante en lo expresado en la Carta de las Naciones Unidas (arts. 1, 55 y 56; y capítulos XI y XII) y en la resolución 1.514 en la que el derecho a la libre autodeterminación, de los países y pueblos coloniales sería proclamado en los términos siguientes: en los territorios…no autónomos y en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados, y sin distinción de raza, credo ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas. En un dictamen de 1971, el TIJ ya había reconocido el valor jurídico como Derecho Internacional positivo de la Declaración contenida en la Resolución 1.514.

    El dictamen también se fundamenta en las resoluciones 1.541 y 2.625, y define el derecho de los pueblos a la libre determinación en función de la necesidad de respetar la voluntad libremente expresada por aquellos, lo que viene a suponer una norma de Derecho Internacional aplicable a la descolonización de todos los territorios no autónomos colocados bajo la supervisión de la ONU.

    Sobre estas bases el TIJ analiza las diferentes Resoluciones referidas a Ifni y Sahara, adoptadas por la Asamblea General entre 1966 y 1973, y afirma que en todas ellas la AG afirma el derecho de la población saharaui a la libre determinación pese a las reivindicaciones formuladas por Marruecos y Mauritania.

    El Comité de los 24 decidió en noviembre de 1966 un tratamiento jurídico distinto para la descolonización de ambos territorios. Para Ifni acordaba una transferencia de poderes cuyas modalidades debían acordarse con Marruecos. Para el Sahara se invitaba a España a establecer sin dilaciones las condiciones que permitiesen asegurar el ejercicio de los derechos de la población autóctona del Sahara para la autodeterminación y la independencia.

    En su Resolución 2.929 la AG, diciembre de 1966, establecía que la descolonización del Sahara supone la aplicación del principio de autodeterminación y que el cauce para el ejercicio de dicho derecho era la organización de un referéndum, bajo los auspicios de la ONU. La AG lo reiteraría en sus Resoluciones: 2.354, de 1.967; 2.428, de 1.968; 2.591, de 1.969; 2.711, de 1970; 2.983, de 1.972; y 3.162, de 1.973.

    Por su Resolución 3.292, de 1.974, la AG pedía a la potencia administradora que dejara en suspenso el referéndum que había previsto organizar durante el primer semestre de 1.975 para remitir el asunto al TIJ y que este pudiera emitir su dictamen a las cuestiones que le planteaba la Asamblea, aunque precisando que tal aplazamiento no afecta al derecho de libre determinación de las poblaciones del Sahara Occidental, de conformidad con la Resolución 1.514. Toda la operación de la “marcha verde” está en marcha, pero incluso entonces la ONU no se aparta del hilo argumental que la da legitimidad para erigirse en árbitro de la situación: la letra de su propia Carta. El TIJ insistirá en su dictamen al afirmar que el derecho de las poblaciones del Sahara a la autodeterminación constituye un elemento de base de las cuestiones planteadas al Tribunal por la Resolución 3.292.

    La primera cuestión planteada al TIJ era si en el momento de la colonización por España era una “terra nullius” y si la respuesta era negativa ¿cuáles eran los vínculos jurídicos de este territorio con el reino de Marruecos y el conjunto mauritano?

    El Tribunal afirma que en el momento de la colonización española el Sahara no era “terra nullius”, existían vínculos jurídicos entre el Sultán de Marruecos y algunas tribus que habitaban el territorio, así como derechos, comprendidos algunos derechos sobre la tierra, que constituían vínculos jurídicos entre el territorio y el conjunto mauritano. Pero que, por el contrario, no había sido establecida la existencia de vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sahara Occidental, de una parte, y el Reino de Marruecos o del conjunto mauritano de otra, por lo que el Tribunal no ha verificado la existencia de vínculos jurídicos que por su naturaleza pudiesen modificar la aplicación de la Resolución 1.514 y, en particular, la aplicación del principio de libre determinación a través de la expresión libre y auténtica de la voluntad de las poblaciones del territorio.

    El texto del TIJ es a primera vista ambiguo, pues reconoce vínculos jurídicos con el sultán de algunas tribus y por otro lado señala que no ha sido establecida la existencia de vínculo jurídico de soberanía entre el territorio y Marruecos o el conjunto mauritano. Por un lado, existen vínculos de carácter personal “d`allégeance” entre un soberano feudal y algunos nómadas, pero por el otro no ha existido una sujeción de soberanía del territorio del Sahara a otro territorio, sea Marruecos o Mauritania. Es decir, la sumisión o servidumbre de algunos individuos a un soberano feudal no puede condicionar la libre autodeterminación de todo un pueblo que ha pastoreado y guerreado por un territorio que siempre ha sido libre. Defender lo contrario sería ponerse al lado de los principios feudales y hacerlos prevalecer sobre los principios que conforman la comunidad internacional, cuando se crea la ONU, al terminar la guerra mundial en 1.945. El TIJ llega a la conclusión de que no existía vínculo jurídico alguno que pudiera influir sobre el principio de libre determinación, ya que nada indica que en el momento de la colonización por España existiese un único Estado, que englobase los territorios de Marruecos y el Sahara o Mauritania y el Sahara y que hubiese sido desmembrado por el colonizador, hecho que justificaría su reconstitución. El Tribunal da así un marco jurídico contemporáneo a las cuestiones planteadas, sino que además subraya la prevalencia de la Resolución 1.514 y sienta el principio de que es la población la que determina el destino del territorio y no al revés, por lo que el reconocimiento de la existencia de vínculos jurídicos en el momento de la colonización no puede tener más que un efecto marginal sobre las opciones abiertas a los habitantes del territorio, por eso la consulta a los habitantes del territorio en proceso de descolonización es un imperativo absoluto.

    Desde la entrada en vigor de la Carta de San Francisco, el Sahara se convirtió en un territorio no autónomo. Por esa razón, la potencia administradora tiene el deber de reconocer el principio de la primacía de los intereses de los habitantes del territorio y de desarrollar la capacidad de las poblaciones para establecer un gobierno propio. Los vínculos anteriores que pudieran existir antes de la colonización española están sometidos al derecho intertemporal, por lo que no pueden ser un obstáculo para la aplicación del principio de la libre determinación.

    Si analizamos ahora el contenido de la Resolución 2.625 que dice: el territorio de una colonia u otro territorio no autónomo tiene… una condición jurídica distinta y separada de la del territorio del Estado que lo administra… que existirá hasta que el pueblo no autónomo haya ejercido su derecho a la libre determinación de conformidad con la Carta y, en particular, con sus propósitos y principios. Vemos que el Sahara por ser un territorio no autónomo tiene un estatus internacional que no puede desaparecer, sea cual sea la razón coyuntural aducida, hasta que los saharauis hayan ejercido su derecho a la libre determinación.

    Me parece evidente afirmar que, desde un punto de vista objetivo, el derecho de los saharauis a la libre autodeterminación viene avalada no solo por el dictamen del TIJ de 1.975, sino también por el Derecho Internacional que la ONU genera con sus Resoluciones desde 1.945. La decisión de ampliar Marruecos a costa del Sahara es posterior a la elaboración de los principios jurídicos que dieron lugar al fin del colonialismo decimonónico durante la guerra fría. El enfrentamiento entre bloques sirvió como coartada para hacer que los intereses estratégicos prevalecieran, aunque ello supusiera condenar a todo un pueblo a perder su tierra.

    Las consecuencias del Abandono

    La estrategia de Kissinger, adoptada por Gerald Ford, resultó con el paso del tiempo errónea en lo que se refiere a Marruecos. Las previsiones para la hegemonía alauí en el Magreb no han dado resultado gracias al espíritu de resistencia demostrado por los hombres del desierto. La guerra ha supuesto una losa para el desarrollo del país ya que ha tenido que dedicar una gran cantidad de recursos para mantener la ocupación militar y sin que ello le haya reportado el control de todo el territorio. El Frente Polisario cuenta con unos territorios que al haber sido liberados de la ocupación marroquí, le concede un status internacional importante de cara al mantenimiento de su derecho. El sultán, por su parte, explota los recursos económicos del territorio sin que se note que los mismos reviertan en el bienestar del pueblo saharaui y habiendo tenido que construir un muro testigo de su ilegal conquista. El muro es la demostración más evidente del fracaso de la invasión marroquí y de las posteriores políticas de integración.

    J.F.K. dijo en su visita a Berlín en 1.963, refiriéndose al muro levantado en la RDA, “yo soy un berlinés…es una ofensa no sólo contra la historia, sino contra toda la humanidad; porque separa familias, divide esposos y esposas, hermanos y hermanas; y divide a un pueblo que desea reunificarse”. La existencia de este muro hace todavía más ridícula la propuesta del sultanato de conceder algo que no le pertenece, una “amplia” autonomía a un pueblo al que por la fuerza se le ha privado de su derecho. Kennedy si hoy viajara al Sahara también tendría que decir “yo soy un saharaui”.

    En 1.975 los norteamericanos también pensaron que una pequeña población nómada absorbida territorialmente por Marruecos, con la misma religión y cultura, sería integrada en el reino sin mayores problemas, si no en la primera generación sí en la segunda. Hoy, puede decirse que tanto la política de colonización, como la de integración, formuladas por Hassan II, han fracasado y se han convertido simplemente en políticas de represión y tortura. El motivo es muy simple, los marroquíes jamás contemplaron el hermanamiento con sus vecinos del sur sino sólo su dominio y la posesión de su territorio. Esa ceguera étnica de Rabat sería una de las principales causas de la resistencia al sultán de los saharauis. Por eso la propuesta marroquí de conceder al Sahara una amplia autonomía no es creíble, al estar dictada por las circunstancias y ser además incompatible con el sistema de poder absoluto del que goza nuestro vecino. Pero, sobre todo, su concesión es inviable pues ni Mohamed VI ni su nación tienen la soberanía sobre el Sahara y cualquiera puede entender que no puedes conceder aquello que no te pertenece, a lo sumo puedes apoderarte de ello con el argumento de la fuerza, pero nada más. Otra vez más resulta patética la política exterior española, controlada por el lobby marroquí, que se empeña en apadrinar una solución que únicamente sería posible si la desearan los saharauis libremente, pero no a cambio de no celebrar el referéndum de autodeterminación.

    Las causas geoestratégicas que en buena medida aconsejaron la “marcha verde” también han desaparecido. En primer lugar, la hipótesis más peligrosa que contemplaba la inestabilidad política en España y Portugal no tuvo lugar, ambos países culminaron su transición política con su ingreso en la CEE y su incorporación a las organizaciones de Defensa europea. En segundo término, el fin de la guerra fría deja sin sentido el beneficiar militarmente a un país del Magreb en detrimento de sus vecinos, en lugar de buscar el equilibrio regional por la vía del entendimiento político, la cooperación económica y el libre acceso a las materias primas existentes. Finalmente, hoy la hipótesis más peligrosa no reside en que un país, u otro, sea el hegemónico en la región sino en el auge y fortalecimiento del integrismo fundamentalista islámico y, este no aparece por generación espontánea sino por el fracaso social y económico de las políticas que han implementado los diferentes regímenes del Magreb. Sólo una modernización estructural en estos países puede permitir una distribución más justa de la riqueza que permita enfocar unas reformas políticas y sociales hacia una mayor participación de los ciudadanos y que permitiría establecer un horizonte asumible de esperanza vital. De no hacerlo el integrismo fundamentalista es la única opción que les queda a una gran masa de personas que viven al norte del Sahara.

    La situación actual recomienda ayuda para la modernización del Magreb por parte de los países desarrollados en un marco de cooperación regional y no de enfrentamientos bilaterales. Poner el acento en la democratización de estos países, como si fuera un imperativo categórico, es un error ya que el Corán es además de una doctrina una guía de conducta social; por ello en este momento histórico la democracia no es factible en la mayor parte de los países del norte de África. Cada nación debe ser capaz de encontrar su propio camino siguiendo las pautas de reparto, solidaridad y cooperación, pero sin soliviantar las creencias religiosas de nadie.

    Si la política auspiciada por los EEUU se basaba en la defensa de sus intereses en el Mediterráneo y en última instancia asegurar el apoyo militar y logístico a Israel. La política exterior francesa tenía por objetivo preservar su influencia en el Magreb gracias a su acción exterior sobre Marruecos, Túnez y Mauritania. El primero de estos tres países era el único tenía las condiciones geográficas para detener las aspiraciones argelinas hacia el Atlántico. El mantenimiento de su influencia, una vez que Argelia veía sus aspiraciones truncadas, consistía en ver reconocido su papel de árbitro en la región. Ello era posible, si desplazaba de las decisiones sobre la descolonización del Sahara a la última potencia administradora: España. Pero gracias también a su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

    España en 1.975, se vio así pillada en medio de una tenaza. Por un lado, su situación política interna no la hacía un aliado fiable para preservar los intereses norteamericanos en el Próximo Oriente. Por otro, nuestro vecino del norte no contemplaba el poner en peligro su influencia regional por apuntalar nuestro status y nuestro prestigio internacional. Nuestra debilidad exterior les beneficiaba.

    La dejación de las responsabilidades de descolonización, por parte del último gobierno de la dictadura, tenía una causa moral profunda y era el resultado de la cobardía de una clase dirigente insegura de su futuro e incapaz de hacer valer la legitimidad que le otorgaba el cumplimiento del Derecho Internacional, que era donde residía su fuerza y su principal baza para negociar con los EEUU con Francia y también con la ONU.

    Es interesante comparar el caso del Sahara con otro caso coincidente en el tiempo, el de Timor oriental. Indonesia, con una población cercana a los 100 millones de personas y principal aliado de los EEUU en el sudeste asiático, intenta apoderarse de la colonia portuguesa que estaba pendiente de ser descolonizada. Portugal, situada a varios miles de kilómetros, con una transición política bastante delicada y con una situación económica muy débil, supo garantizar la independencia de Timor al impedir la ambición territorial del nuevo aspirante a colonizador, preservar el Derecho Internacional y poner a salvo su prestigio internacional.

    La dejación de sus responsabilidades políticas por los más altos cargos en el organigrama del Estado español, sin distinción de ideologías, fue generosamente recompensada por el sultán de Marruecos bajo la forma de dinero, de poder o de ambas cosas a la vez. A costa, claro está, del prestigio internacional de nuestra nación y, de lo que es mucho más importante, de la vida de varios miles de nómadas. La clase política emergente no era mejor, a pesar de la postura inicial del PSOE favorable a la libre autodeterminación de los saharauis, la diplomacia española se ha ido distanciando progresivamente de estos y asumiendo, con el patrocinio francés, no sólo las tesis favorables a Rabat sino haciendo a veces de telonera de violaciones de los Derechos Humanos, como cuando permitió la entrada en España de Aminetu Haidar, a la que se le había vedado su entrada en el Aaiun, después de haberle sido retirado ilegalmente su pasaporte. Pero nuestra diplomacia no sólo sabe disculpar y tapar las violaciones de los DDHH, también sabe mirar para otro lado cuando se la provoca, como cuando concede el placet para embajador en Madrid a un saharaui, desertor del Frente Polisario, para quien los encantos del sultán han sido tan irresistibles como para tantos personajes de nuestra élite política.

    Si se busca una explicación a ¿Por qué el gobierno español sigue actuando contra los intereses nacionales, si la situación internacional ha variado sustancialmente? Pueden darse varias razones, aunque la principal es que Marruecos ha logrado establecer en España un lobby en el que militan los políticos más influyentes de la Casa Real, el gobierno y los partidos políticos. En este ámbito, la labor desarrollada por Hassan II y Mohamed VI ha resultado todo un éxito.

    Los Derechos Humanos

    ZP tan sensible, y con razón, al sufrimiento en Irak y a la persecución sufrida por los monjes budistas, actúa activamente a favor de las acciones que desarrolla Mohamed VI en la violación flagrante a los Derechos Humanos que tienen lugar en el Sahara. A pesar de estar el reino alauí acusado, por las principales organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, de practicar de manera sistemática la tortura, los secuestros y las desapariciones en los territorios ocupados, como reconoció en el año 2008 el ex ministro de Hassan II Khali Khenna Ould Errachid quien declaró: “…tres o cuatro oficiales del ejército que han cometido lo que se podría llamar crímenes de guerra contra prisioneros, pero fuera del ámbito de la guerra…muchos civiles fueron lanzados al vacío desde helicópteros o enterrados vivos porque eran sospechosos de simpatizar con las tesis independentistas”. La anterior declaración la efectuaba con todo su descaro y sin ser presionado. El gobierno español sabía perfectamente, en la década de los 80, de las torturas y de las desapariciones que se estaban produciendo en su antigua colonia. Metido como estaba González en el tema del GAL, lo que pasaba en el desierto debía parecerle normal, a pesar de haber firmado en Ginebra, en 1988, el Convenio sobre los Derechos Humanos.

    Por su parte la ONU ha mantenido una postura vergonzante en este asunto, al ser la MINURSO (misión internacional de las naciones unidas para el referéndum en el Sahara occidental) la única misión que tiene destacada en el mundo, sin competencias para velar por el respeto a los DDHH.

    La violación sistemática a estos derechos por parte de Marruecos comienza a ser insoportable para los gobiernos de EEUU y Francia, que ven como la opinión pública de sus respectivos países está cada día más en contra de la actuación del rey marroquí. En ese sentido hay que entender las declaraciones de altos funcionarios norteamericanos, hasta la llegada de Trump, en el sentido de “…no tener intención de presionar al Frente Polisario para que acepte la proposición de autonomía…EEUU desea una solución pragmática bajo los auspicios de la ONU…y han acogido favorablemente las ideas contenidas en la proposición saharaui… “. También la petición realizada por varios parlamentarios europeos, en la Asamblea Francesa, para que Francia respetara el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui antes de asumir la presidencia de la UE. Parece evidente, que el cambio de rumbo de la política francesa respecto al Sahara se producirá en el momento que el pragmatismo norteamericano tome carta de naturaleza efectiva y no sólo declarativa. El trabajo actual del lobby francés es el trabajar para que esa nueva percepción en Washington no se materialice y se produzca el cambio en el Consejo de Seguridad. París es telonero de la Casa Blanca, al igual que Madrid lo es del Elíseo.

    El Consejo de Ministros español, en lugar de trabajar en torno al pragmatismo de los EEUU y de poner sobre el tapete internacional su condición de antigua metrópoli, se dedica a abastecer de armamento a Marruecos, unas veces como donaciones y otras utilizando los fondos de ayuda al desarrollo. España también envía alimentos a los campamentos, pero esa circunstancia no equilibra el tema, sino que más bien lo recubre con un manto de hipocresía humanitaria. Esta política de abastecimiento militar a un régimen que: vulnera los acuerdos de Madrid de 1.976; viola el Convenio de Ginebra sobre los Derechos Humanos; incumple de manera sistemática las resoluciones de la ONU sobre el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui y utiliza el crimen y la tortura para suplantar una soberanía que no le pertenece. Hace a nuestro gobierno cómplice y encubridor de todos estos desmanes.

    La sensibilidad hacia los Derechos Humanos, de una parte significativa del pueblo español, no tiene nada que ver con la actuación del gobierno que los representa, como volvió a ponerse de manifiesto con la multitudinaria manifestación celebrada, a finales del año 2010, en protesta al desmantelamiento a sangre y fuego del campamento de Gdeim Izik, cercano al Aaiún, en donde se habían instalado más de 20.000 personas para protestar pacíficamente, contra las condiciones de vida que tenían que soportar en la capital del Sahara.

    Marruecos vulnera diariamente los derechos humanos del pueblo saharaui

    El territorio, primero fue cerrado informativamente para después organizar la caza al saharaui, en la más absoluta impunidad, por colonos marroquíes dirigidos por policías y soldados. Gracias al apagón informativo ordenado desde Rabat, no ha sido posible saber el número de muertos, desaparecidos, heridos y torturados que ha producido esta masacre con visos de genocidio.

    Según iban creciendo las víctimas, destacados miembros del gobierno español rivalizaban en transmitir su “comprensión” a la opinión pública española, lamentando los hechos, pero sin condenarlos. Seguían así la doctrina impartida por Elena Valenciano, quien pedía rigor contra cualquier improvisación en la valoración de los hechos. En esa primera oleada comprensiva hacia Rabat, Ramón Jaúregui, ministro de la Presidencia, afirmaba en sede parlamentaria que el campamento destruido estaba en el núcleo duro de la soberanía marroquí. Más tarde en los pasillos rectificó, señalando que se refería a la administración del territorio. No hay ningún país, incluidos EEUU y Francia, que reconozca la soberanía de nuestro vecino sobre el Sahara, que es un territorio pendiente de descolonizar y por ello con el derecho de sus habitantes a elegir su destino. La administración tampoco la tiene reconocida Marruecos por la ONU que, en una resolución de 2002, señala a España como la potencia administradora del Sahara. Es difícil aceptar tamaño desconocimiento por parte del ministro de la Presidencia; es más fácil pensar que prefirió mentir en sede parlamentaria, para ayudar al sultán, pues el coste político de la mentira parlamentaria es en España prácticamente nulo. En cualquiera de los casos es impresentable. Podía aplicarse el ministro la doctrina Valenciano y tener rigor antes de hacer declaraciones.

    Mientras tanto Trinidad Jiménez, la ministra de Asuntos Exteriores del momento, en Bolivia regalando jamones, manera poco honorable de viajar si fuera cierto que había sido alertada por su colega marroquí de lo que iban a hacer. Ya en España, pedía que había que ponerse “en el lugar de Rabat” para evitar que lo consideraran como una injerencia. Es difícil ponerse en el lugar de un país que asesina y tortura a la gente por protestar, tampoco se comprende que pueda preocuparle la eventual acusación de injerencia, cuando al reino alauí sólo le compete liberar un territorio que está ocupando de facto desde hace 35 años ¡Que tiempos aquellos! en los que la ministra se ponía pegatinas con la leyenda “Sahara libre”. Después achacaba a la ausencia de un informe fiable la razón para no actuar. En los primeros días ella pensaba que ese informe iba a proporcionárselo Marruecos, así que nuestra ministra le otorgaba graciosamente al país violador el estatus de juez y parte. Al comprobar las reacciones a su absurdo planteamiento rectificó, y en adelante ya sería la ONU la redactora del informe salvador.

    Jiménez parecía ignorar que son más de 40 personas las que tiene su ministerio desplegadas en Marruecos y que entre sus misiones está la de informar de manera veraz al Estado. Además, también cuenta con el despliegue del CNI que también están capacitados para contarle lo que pasa y poderla orientar sobre las consecuencias de su inhibición. No es de recibo, el que trate de convencernos que la información existente no es fiable porque los corresponsales de prensa no pueden entrar en el Aaiún. El gobierno tiene sus propias fuentes de información e inteligencia para estar debidamente informado.

    Rubalcaba, ministro del Interior, lograba las mayores cotas del esperpento gubernamental al recibir en Madrid a su colega marroquí. Acompañado del general Benslimane, buscado en Francia por el asesinato de Ben Barka y por la Audiencia Nacional como imputado por el genocidio saharaui. Todo ello para aceptar su versión de los hechos, a pesar de las evidencias existentes en sentido contrario. Esta visita supone la aceptación implícita por nuestro gobierno, de constituir el Sahara un asunto interno del país vecino o como dice Jaúregui “el núcleo duro de la soberanía”. España no debió aceptar, y menos en las actuales circunstancias, una interlocución sobre nuestra antigua colonia que no sea entre los ministros de Asuntos Exteriores, o con el sultán. Mucho menos aceptar que este sujeto venga a reírse a nuestra propia casa acompañado de un general que está buscado por la Interpol. Si exceptuamos el caso del ministro de la Presidencia Carro Martínez, ningún miembro del Consejo de Ministros había llegado nunca a una indignidad semejante en nuestras relaciones bilaterales, como la perpetrada por el actual vicepresidente en su entrevista con Cherkaui.

    Como remate a este panorama, ZP se pone en plan estadista para defender las violaciones del rey de Marruecos a los Derechos Humanos, según el modelo Palmerstón, “Gran Bretaña no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses y en su defensa siempre empleará todos los medios que tenga a su alcance”, al declarar que las relaciones bilaterales con Marruecos son una cuestión de Estado y que España tiene unos intereses que defender de manera prioritaria. Al parecer la vida de Baby Hamday Buyema, ciudadano español empleado en Foss Bucraa y asesinado con saña por la policía marroquí, durante el ataque al campamento, ni es asunto de Estado ni entra dentro de la defensa de los intereses españoles. El descaro presidencial para encubrir la “razón de Estado”, sólo es superado por su incompetencia para gestionar las relaciones exteriores de España.

    Las relaciones con cualquier país son un asunto de Estado, no sólo Marruecos, parece como si el presidente tratara de establecer una diferencia con el resto de las naciones y nuestro vecino fuera asunto diplomático aparte y concerniente a la Casa Real. Si es así, está equivocado pues según la Constitución las relaciones exteriores, sin excepción, corresponden al gobierno y este no puede hacer dejación de su responsabilidad, ni siquiera en el jefe del Estado.

    Defender los intereses a costa del prestigio internacional es un contrasentido, pues este es la condición necesaria y previa para emprender cualquier acción exterior. Según la ONU, España sigue siendo la potencia administradora, y el abandono de su responsabilidad en beneficio de un tercero es fuente de nuestro desprestigio no de nuestra fortaleza, sobre todo si con ello se favorece el genocidio y la tortura. Los intereses y la seguridad de nuestra nación se defienden con firmeza, cooperación y buena vecindad en el marco de un espíritu de reciprocidad, no con la debilidad que genera el miedo y que parece comparte todo el Consejo de Ministros. El interés de nuestro pueblo es sobre todo la estabilidad regional, no los negocios en Marruecos del rey de España o el chalet, en Tánger, de Felipe González. Para defenderse de un vecino expansionista hay que empezar, en el propio país, por controlar a los lobbys que trabajan en su beneficio. En ningún caso puede admitirse que nuestra seguridad dependa de cerrar los ojos y la boca ante el derramamiento de la sangre de unos nómadas del desierto.

    “Cuando un país que se ve obligado a escoger entre la paz y el honor, elige la paz. Se verá obligado a combatir con deshonor, en poco tiempo”, le decía Churchill a Chamberlain en la Cámara de los Comunes poco antes de iniciarse la GM II. Es evidente que la acción política de ZP se rige por la filosofía del segundo.

    Los políticos mencionados que cuando estaban en la oposición fueron tan sensibles a la opinión pública, cuando Aznar nos introdujo en la guerra de Irak, deberían también saber que muchos ciudadanos de este país tampoco quieren que otros paguen con su sangre o su dolor la incompetencia de los gobiernos españoles que han detentado el poder desde 1.975. Tampoco consideran que Ceuta, Melilla o Canarias deban defenderse encubriendo el terrorismo de Estado que practica Rabat con los saharauis.

    La Resolución 1.920, aprobada por el Consejo de Seguridad el 30 de abril de 2010, viene a certificar la consolidación del statu quo existente en el Sahara y ha supuesto una aparente victoria para Marruecos, aunque también marca la debilidad argumental de Francia, artífice de su redacción, al omitir de la misma cualquier referencia a los DDHH y a los recursos naturales que son dos importantes cuestiones de fondo. Mucho más si se tiene en cuenta que los marroquíes habían alegado el mismo día de la votación “que tenían motivos extremadamente serios para oponerse a que los Derechos Humanos en el Sahara se sometieran a escrutinio internacional”.

    En lo referente a los recursos naturales, el Sahara como territorio no autónomo tiene una consideración distinta de la del país ocupante, hasta que haya ejercido su derecho de autodeterminación. Marruecos no puede suscribir tratados con terceros para la explotación de unos recursos que no le pertenecen, por eso la UE si renueva, por ejemplo, el tratado de pesca en el banco sahariano con el reino alauí está siendo cómplice del expolio, como ha sucedido en diciembre del 2013 cuando el Parlamento europeo ha dado luz verde a la firma del acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos, habiendo reconocido implícitamente la soberanía marroquí sobre el Sahara occidental, violando así la legalidad internacional y la doctrina de la ONU, plasmada en las numerosas resoluciones aprobadas por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las NNUU.

    Es extravagante, que el SG de la ONU se haga eco alguna vez de las numerosas violaciones a los Derechos Humanos que se producen en el Sahara y no dote a la MINURSO de competencias en materia de DDHH.

    La propuesta marroquí de conceder al Sahara una autonomía no mereció la atención de los miembros del CS, la resolución evitó así caer en una solución – trampa, pues sería admitir que el rey de Marruecos puede ceder algo que no le pertenece. La soberanía pertenece a los saharauis, que son los únicos capacitados para decidir su futuro. Por otro lado, esa propuesta marroquí tiene todas las características de un espejismo, ya que el mismo concepto de autonomía está en las antípodas de la propia naturaleza del sultanato, que es en este caso un régimen despótico y teocrático. Para ser viable una autonomía en el país vecino sería preciso cambiar antes toda su superestructura. Pero no hay cuestión, pues estamos hablando de un territorio sobre el que no tiene soberanía.

    Para el gobierno español, la Resolución 1.920 le abre la posibilidad de reorientar un asunto del que se había desentendido desde 1.975. Aquello que entonces tenía una cierta explicación, hoy es impresentable desde cualquier punto de vista.

    Cualquier observador podría pensar que nuestro país está atado de pies y manos y que carece de argumentos diplomáticos para trabajar a favor de los Derechos Humanos en el Sahara. Todo lo contrario, España tiene un cúmulo de factores a su favor que sólo con la voluntad política de utilizarlos lograría cambiar la situación de manera radical.

    1º. Para la ONU, España es la potencia administradora y su presencia en el Sahara estaba avalada por los tratados de Berlín (1885) y de Algeciras (1912), Marruecos no tiene ningún reconocimiento de la comunidad internacional para estar allí sino el apoyo fáctico de EEUU y Francia, que funcionan gracias a la inhibición de España.

    2º. El derecho del pueblo saharaui a su libre autodeterminación es uno de los principios constitutivos de la Carta de San Francisco y por lo tanto ese derecho no puede ser sustituido por una propuesta de autonomía realizada por una potencia que sólo goza de un derecho de conquista, no reconocido como legal y que por lo tanto es ilegítimo.

    3º. La situación estratégica regional de 1.975: inestabilidad política en España y Portugal, y las alianzas de Argelia y Libia con la URSS en la guerra fría, que fueron los argumentos que motivaron el apoyo de EEUU y Francia a Hassan II para apoderarse del Sahara, han variado por la estabilidad política Ibérica y por el final de la guerra fría.

    4º. El apoyo incondicional por EEUU y Francia a Marruecos, en el asunto del Sahara, ha incidido negativamente en el respeto a los Derechos Humanos en el Magreb. En esos más de 40 años Marruecos ha sido incapaz de integrar a un pequeño núcleo de población a pesar de pertenecer a la misma cultura y religión. Sólo ha estado interesado en sus recursos naturales y en incrementar su territorio.

    5º. La pasividad de la ONU con Marruecos: al permitirle violar sus Resoluciones y en no dotar a la MINURSO de competencias para defender los DDHH, cuestionan gravemente la credibilidad de la organización para gestionar la crisis.

    6º. La estabilidad en el Magreb puede lograrse dentro de un marco amplio de cooperación económica y política, establecido entre los países que lo componen y no con el reforzamiento de uno sólo en detrimento de los demás.

    7º. El integrismo fundamentalista islámico será una amenaza en el Magreb, sólo cuando estos países fracasen en su modernización estructural y no logren un reparto más justo de su riqueza. No en si el Sahara es independiente, o no.

    8º. Marruecos no puede conceder la autonomía a un territorio sobre el que no tiene soberanía y que ocupa sólo de facto.

    9º. El incumplimiento sistemático de la ONU en hacer respetar sus propias Resoluciones, legitima la vuelta a la lucha armada del pueblo saharaui para hacer valer su derecho.

    10º. En su calidad de potencia administradora, España puede solicitar del Consejo de Seguridad su intervención para detener la violación de los Derechos Humanos en el Sahara, así como ofrecer la intervención del ejército español como cascos azules para hacer cumplir las resoluciones del propio Consejo de Seguridad, que han sido reiteradamente incumplidas. Es más lógico que nuestras tropas se pongan el casco azul en el Sahara que en el Líbano. La costumbre, de algunos políticos incompetentes, de implicarse alegremente en conflictos internacionales ajenos a nuestros intereses, mientras evitan actuar en los contenciosos que directamente nos afectan, es el camino seguro para alcanzar las más altas cimas del desprestigio internacional, que es donde desgraciadamente estamos.

    No me cabe duda, de que cualquier secretario de tercera de una embajada con esos elementos sería capaz de desarrollar una acción exterior más airosa y eficaz que la que han desarrollado, hasta este momento, los ministros españoles de Asuntos Exteriores. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el país gamberro, violador de la legalidad internacional y causante de numerosas víctimas y desplazados es Marruecos, prisionero de unas ambiciones expansionistas y neocoloniales propias de otras épocas ya superadas.

    No puedo terminar este apartado dedicado a los Derechos Humanos en el Sahara sin hacer referencia a la más conocida de las activistas saharauis, Aminetu Haidar. Esta frágil mujer mostró la gran fortaleza de espíritu que posee cuando con sólo decir no, dejó en evidencia a los gobiernos de España y Marruecos, que intentaban impedir su regreso a El Aaiún para reunirse con su familia. Su ejemplo muestra la capacidad de resistencia ante la injusticia que tienen los hijos de las nubes.

    La Tribuna de España

  • Chirac prometió a Hasán II cuidar de su hijo y cumplió su palabra. Instó a Mohamed VI a actuar juntos para frenar a España en Marruecos

    Antes de morir, Hasán II pidió al presidente francés Jacques Chirac que cuidara de su hijo. El rey de Marruecos había hecho una generosa contribución para la campaña electoral de Chirac. De ahí que este último haya declarado : « Majestad, le debo mucho a vuestro padre » y que será el título del libro del periodista Jean Paul Tuquoi.

    En todas las circunstancias, aunque tenga que disputarse con países amigos, Chirac defendió a Mohammed VI. Más allá de este círculo », dice Jean-Pierre Tuquoi, « los franceses han aconsejado en las sombras y a menudo han participado estrechamente en intrigas familiares ».

    Además, en París, los « amigos de Marruecos », antiguos ministros o editorialistas de renombre, se solidarizan con un país con el que tienen vínculos especiales. Tienen su capital: Marrakech. Y luego está el peso de los intereses económicos cruzados, la legislación a medida y la lucha contra el islamismo, que reúne a los servicios secretos de ambos países.

    El incidente que relata Ignacio Cembrero en esta crónica demuestra que el presidente francés cumplió con su promesa.

    Chirac instó a Mohamed VI a actuar juntos para frenar a España en Marruecos

    Una nota del espionaje francés revela consejos del presidente al rey marroquí en 2002

    IGNACIO CEMBRERO

    Madrid 30 NOV 2006

    Veinticuatro horas después de que los españoles desalojasen a los infantes de marina marroquíes instalados en el islote de Perejil el 17 de julio de 2002, el rey Mohamed VI envió a París a su hermana, Lalla Mariam, con un mensaje urgente para Jacques Chirac. La respuesta que recibió del presidente francés fue: « Es ahora o nunca cuando hay que actuar para oponerse a la penetración española en Marruecos », y le prodigó varios consejos en este sentido. « A continuación se puso en marcha una estrategia para alcanzar este objetivo », según reflejó el espionaje francés en una nota.

    La fuente de esta información es Taieb Fassi-Fihri, número dos de la diplomacia de Marruecos, pero, en realidad, auténtico responsable de su política exterior.

    Sus reflexiones íntimas sobre las relaciones con España, y las de otros dos altos cargos marroquíes -Ahmed el Harchi, entonces jefe de la inteligencia exterior, y Noureddin Benbrahim, número dos de la policía secreta- figuran en una nota de cuatro folios elaborada en octubre de 2002 por la antena en Rabat de la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE), el principal servicio secreto francés. En el análisis también se recoge la opinión de un periodista español acreditado en Rabat.

    Éste y otros documentos de la inteligencia francesa sobre Marruecos serán desvelados en un libro Quand le Maroc sera islamiste (Cuando Marruecos sea islamista, editorial La Découverte), escrito por los periodistas Catherine Graciet y Nicolas Beau, que se presentará el 7 de diciembre.

    Lalla Mariam, que es íntima de la familia Chirac, regresó de París con los consejos presidenciales y Mohamed VI se puso manos a la obra. Da, señala el servicio secreto francés, « consignas firmes para excluir a las empresas españolas de los principales mercados y de las licitaciones, y sustituirlas por francesas y norteamericanas e iniciar también una guerra diplomática y mediática » contra España.

    La primera en pagar el pato fue la eléctrica Unión Fenosa, « descartada, en el último momento, de la licitación para la gestión del agua, la electricidad y el saneamiento de Tánger-Tetuán, otorgada al grupo Vivendi », con sede en París.

    La réplica real a la afrenta española en Perejil fue también económica, según explica Fassi-Fihri. Por eso « anuncia la creación de un gran conjunto portuario, comercial e industrial », en torno al nuevo puerto de Tánger Med, pegado a Ceuta. « Es, en cierta medida, la sentencia de condena a muerte, comercial y social, de los enclaves españoles de Ceuta y Melilla », asegura.

    Acaso impresionado por la exhibición en el Estrecho de los aviones F-18 españoles y de los helicópteros HU-10, el monarca quiere rearmarse. El general Harchi cuenta a los topos del espionaje francés que el Rey ha enviado a su hermano, Mulay Rachid, a los Emiratos Árabes Unidos para pedir al jeque Zayed Ben Sultan ayuda. « Este le financiará la compra de 12 aviones Mirage ».

    Paralelamente, el Rey manda al jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire, el general Mohamed Ben Ali, formado en EE UU, a Washington, para estudiar en el Pentágono la adquisición de armamento. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que aprecia el atlantismo de José María Aznar, « le orienta hacia Rusia para su compra porque España es aliado en la OTAN », señala la DGSE. El soberano viaja a Moscú en octubre de 2002.

    Ruptura del acuerdo

    El documento rezuma la preocupación francesa ante el auge de la influencia española en Marruecos: « Los franceses consideran que España ha roto un acuerdo tácito que existía con Francia y que estipulaba que, a cambio de dejarle conquistar Latinoamérica, Francia se reforzaría sin competencia en África del Norte ». Fassi Fihri confirma que « las ambiciones de España (…) han dado al traste con este acuerdo ».

    El número dos de la policía secreta marroquí hace, por último, a los franceses una descripción terrorífica de la actividad del CNI, entonces a las órdenes de Jorge Dezcallar, « que juega la carta de los barones de la droga del Rif, tradicionalmente anti-monárquicos, para crear un clima de desestabilización y dañar la imagen de Marruecos ». Peor aún: « Empuja a los bereberes a presionar al rey y estos amenazan con rebelarse si no cede a sus reivindicaciones ».

    Dezcallar desmintió ayer, tajantemente, estas acusaciones aunque sí reconoció que el 9 de octubre de 2002 viajó en secreto a Rabat -la nota francesa lo subraya- para explicar que Aznar no iba a crear un eje con Argelia -el presidente Buteflika estaba a punto de viajar a Madrid- para perjudicar a Marruecos.

    Benbrahim lamenta finalmente que los españoles « hayan dejado a su prensa atacar al Rey y a la familia real y evocar las aventuras sentimentales de Moulay Rachid [en Acapulco] y de una princesa [Hola narró la relación de Lalla Hasna con El Litri].

    El Pais, 30 nov 2006

  • Los tentáculos de la ocupación : La explotación de los recursos pesqueros del Sáhara Occidental en el marco de la ocupación del Estado marroquí

    La investigación señala que empresas Españolas como Salgado Congelados SL, Discefa – el Rey Gallego del Pulpo, Canosa, Viveros Merimar, Angulas Aguinaga, superficies como Mercadona y El Corte Inglés comercializan o distribuyen pulpo expoliado. Indra es socia estratégica de Marruecos en el negocio de la ocupación marroquí, y ha suministrado radios tácticas a su ejército, consolidando la ocupación militar.

    El Observatorio de Derechos Humanos y Empresas en el Mediterráneo (ODHE) acaba de publicar “Los tentáculos de la ocupación”, una investigación que reconstruye la cadena de extracción, procesado y comercialización del pescado y el pulpo proveniente del Sáhara Occidental en el marco de la ocupación por parte de Marruecos, mostrando toda la cadena de vulneraciones de derechos humanos y complicidades políticas que se producen en el expolio de recursos naturales de un territorio pendiente de descolonización, según Naciones Unidas.

    El informe describe cómo Marruecos elimina la trazabilidad de los productos pesqueros saharauis para su exportación, señala empresas españolas que se benefician del negocio del expolio de recursos naturales y anuncian pulpo proveniente en Dajla como si fuese marroquí o establecen factorías de ultra-congelados a través de joint venture con empresas de grandes familias marroquíes cercanas al ejército o leales al monarca. La normalización y complicidad con la anexión ilegal del Sahara Occidental, un territorio no autónomo pendiente de descolonizar por parte de Marruecos se realiza -según informan los investigadores “sin ningún tipo de pudor y a plena luz del día”: El ICEX publica mapas que incluyen el Sáhara Occidental ocupado como parte de Marruecos, la Comisión Europea publica licencias de importación al mercado común para empresas marroquíes con sede en territorios ocupados y el acuerdo pesquero UE-Marruecos financia infraestructuras que contribuyen a perpetuar y profundizar la ocupación marroquí.

    Junto al informe El ODHE ha publicado fichas de las empresas españolas que venden y distribuyen pulpo saharaui están firmas como Salgado Congelados SL, Discefa, o Canosa, Viveros Merimar o Angulas Aguinaga. Muchas de ellas anuncian en sus webs que su pulpo procede de las principales lonjas de Dajla, ubicándolo erróneamente en Marruecos. Estas empresas son las responsables de abastecer otras empresas mayoristas (Makro), grandes superficies (El Corte Inglés), supermercados (Carrefour, Mercadona…) hoteles, restaurantes y colegios. De esta manera, pulpo proveniente de las costas adyacentes a Dajla y etiquetado como marroquí llega a nuestras mesas, “un engaño para el consumidor y una vulneración del derecho internacional”, según afirman los investigadores del informe, dado que “según Naciones Unidas y repetidas sentencias del distintos tribunales de la Unión Europea insisten en que el Sahara Occidental es un territorio pendiente de descolonización y por tanto sus recursos, no pueden ser explorados por otros países sin el consentimiento del pueblo saharaui”.

    La seguridad privada también juega un rol clave en proteger el proceso extractivista de los productos marinos y las complicidades del sector empresarial en este sector son múltiples. La empresa española Indra es socia estratégica de Marruecos en el negocio de la ocupación marroquí, y ha suministrado radios tácticas desde hace más de 30 años a su ejército, consolidando la ocupación militar.

    El equipo de investigación del ODHE concluye que la Unión Europea y sus estados miembros, en especial el Estado español, están siendo cómplices de la ocupación del Sáhara Occidental y el expolio de sus recursos naturales, y recomienda a los consumidores que “eviten y rechacen cualquier consumo de productos de territorios ocupados expoliados por parte de Marruecos, así como de otros alimentos procesados procedentes de miles de kilómetros por el impacto ambiental que este tipo de modelo económico causa”, así como que la ciudadanía “exija a las instituciones públicas que cumplan sus obligaciones internacionales de no contribuir ni beneficiarse de la ocupación ilegal del Sáhara Occidental.”

    Otros datos revelados por el informe:

    El 80% de los peces capturados por Marruecos son pelágicos y generan unos 800 millones de dólares, pero sólo representan alrededor de un tercio del valor monetario. Los cefalópodos, sobre todo el pulpo, representan tan sólo el 7% de las capturas de Marruecos, pero dado su elevado precio aportan el 42% del valor monetario que mueve el sector.

    Marruecos es uno de los primeros productores de pulpo del mundo. Sin embargo, en las aguas atlántica marroquíes no hay pulpo.

    El pulpo que se comercializa en Marruecos proviene mayoritariamente de capturas hechas por barcos de arrastre marroquíes en aguas adyacentes a Dajla (Sáhara Occidental), pero que en su mayoría se descarga en Agadir (Marruecos) o bien transporta en contenedores y camiones frigoríficos al puerto de Agadir para eliminar su trazabilidad. Empresas relacionadas con la pesca en esa zona se niegan a etiquetar la procedencia de sus productos argumentando que la competencia podría beneficiarse de esta información. Esto hace que la trazabilidad de este recurso natural sea casi nula, ya que, una vez se exporta, se registra como salido de un puerto marroquí.

    La pesca por arrastre utilizada en este tipo de capturas es la menos selectiva y la que más impacto tiene a nivel medioambiental y de biodiversidad marina, y está limitada o prohibida en varias zonas del mundo.

    La mayor parte de las capturas pesqueras destinadas a las conservas se transportan por carretera a Tan Tan, Agadir, Safi u otras localidades marroquíes, desde donde se exportan bajo bandera marroquí.

    Tanto el primer Acuerdo de pesca de Marruecos y la UE y su Protocolo como todos los posteriores acuerdos excluyen las capturas del pulpo con el fin de promover la especialización de la filial pulpera de altura marroquí. Sin embargo, empresarios europeos -y especialmente españoles- encuentran las maneras de sortear este sistema. Por ejemplo, es frecuente que grandes barcos alquilen sus autorizaciones a otros barcos marroquíes. Otra manera de sortear la ley, para las empresas europeas es crear filiales en Marruecos o participar en empresas mixtas para así constar con nacionalidad marroquí. Es el caso de PULMAR (filial de la empresa vasca ARTALDE), Asmaroc (del grupo AMASUA) o Sofinas (de la viguesa PROFAND).

    El pulpo importado desde Marruecos se beneficia de preferencia tarifaria (implica no pagar ningún tipo de derechos de aduana) por los acuerdos comerciales entre la UE y Marruecos. Sin embargo, la población saharaui apenas puede permitirse el pescado ni mucho menos el marisco, por su elevado precio como producto de exportación.

    Aunque sobre el papel existe en la UE el derecho de los consumidores a conocer el origen de los productos que consumen, lo cierto es que esta trazabilidad no llega al consumidor final, que solo tiene derecho a saber el origen aproximado del producto.

    España importa 20 veces más pulpo del que compra, unas 21.500 toneladas. Empresas españolas pescan sardina y compran pulpo procedente de plantas congeladoras de Dajla, o de buques congeladores, la mayoría de ellos desde Agadir, donde se transporta parte del pescado procedente del territorio saharaui.

    La UE está profundizando y consolidando la ocupación. Buena parte de los asentamientos pesqueros del Sahara Occidental han sido desarrollados dentro del Plan Halieutis de Marruecos con financiación procedente de la UE, como contrapartida a los Acuerdos de Pesca. Compuestos por colonos marroquíes mayormente, estas infraestructuras contribuyen a perpetuar y profundizar la ocupación, así como el desequilibrio demográfico de la región con la atracción de población trabajadora de Marruecos para la ocupación civil ilegal. La población saharaui queda excluida de ese desarrollo pese a sus continuas protestas.

    El ejército de Marruecos representa un tercio de la población marroquí en el Sáhara Occidental y su presencia es visible en las principales ciudades ocupadas. Muchas investigaciones hablan de una compleja red de corrupción y negocios ilegales, especialmente por parte de los altos cargos militares. Es conocido el caso de Abdelaziz Bennani, inspector general de las Fuerzas Armadas Reales y responsable militar de la ocupación del territorio saharaui, quien controla las licencias de pesca entre otros negocios.

    Empresas militares y de seguridad privada ubicadas en el Sáhara Occidental con la única aprobación del gobierno de Marruecos agilizan la gestión portuaria, hecho que implica una complicidad explícita con el expolio y la ocupación militar y civil. Parte de los beneficios que reciben pasan a Marruecos, que obtiene así más recursos para su potenciación militar.

    Junto al informe, el ODHE publica fichas donde amplía información sobre las empresas implicadas:

    Viveros Merimar comercializa el pulpo de Dajla a través de las marcas Meripul y Merimar. En su página web indica que el pulpo “procede de las principales lonjas de Dajla”, indicando erróneamente que Dajla está en Marruecos. La venta final de su pulpo se hace en más del 80% de los supermercados del Estado español: Carrefour, El Corte Inglés, Supermercados El Árbol, Dinosol o Lecler. (FICHA DE EMPRESA)

    Discefa, el Rey Gallego del Pulpo, es con diferencia la principal empresa española importadora de pulpo en el Norte de África, a través de empresas marroquíes. Anuncia, comercializa y se lucra de productos expoliados del Sáhara Occidental, contraviniendo el Derecho Internacional. En su página web afirma que Dajla pertenece a Marruecos. (FICHA DE EMPRESA)

    El Corte Inglés ofrece al público pulpo de Dajla a través de Viveros Merimar y el grupo Angulas Aguinaga. Pese a tener el certificado MSC, que garantiza que estos productos se han capturado bajo criterios de sostenibilidad, no revisa si proceden de territorios ocupados como en Dajla, donde se produce mucha pesca clandestina y poco sostenible, como la del pulpo. (FICHA DE EMPRESA)

    Según su información corporativa, Mercadona sigue una política de pesca sostenible que busca cumplir con el buen etiquetaje del producto y evitar la pesca ilegal. No obstante, en 2009 diferentes organizaciones de la sociedad civil denunciaron que ofrecía productos marinos expoliados del Sáhara Occidental. Actualmente aún sigue ofreciendo los mismos productos, como el pulpo de Dajla, a través de Profand y Frigoríficos Camariñas. (FICHA DE EMPRESA)

    Indra es una empresa estratégica para el Reino de Marruecos en el desarrollo de comunicación y vías de transporte de pasajeros, pero también de materia prima procedente del Sáhara Occidental. También es un socio de confianza para la Marina marroquí, ya que ha suministrado radios tácticas desde hace más de 30 años a su ejército, consolidando la ocupación militar del territorio saharaui. FICHA DE EMPRESA: http://www.odhe.cat/es/indra/

    El grupo King Pélagique es de propiedad marroquí, aunque gran parte de su negocio se realiza en el Sáhara Occidental. Está liderado por Mohamed Zebdi, presidente de la Unión de Contractantes de Marruecos a Dajla y antiguo asociado del general Abdelaziz Bennani, máximo responsable militar de la ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos entre los años 1977 y 1979, y nuevamente del 1983 al 2014. Una de las políticas laborales del grupo es trasladar empleados y empleadas (el 85% son mujeres) de origen marroquí a territorios ocupados. El 12% de sus ventas se dirige al mercado español, siendo la tercera empresa en exportaciones de congelados y la quinta de conservas (de caballa o sardina). Tres de los cuatro barcos de su flota son de origen europeo, financiados con fondos públicos europeos y posteriormente revendidos a empresas marroquíes. La UE autoriza su importación en Europa y otorga licencia para plantas públicamente registrados con sede en Aaiún o Dajla. (FICHA DE EMPRESA)

    El grupo Copelit pertenece a una familia saharaui muy próxima al régimen marroquí. Su presidente, Hassan Sentissi El Idrissi, es cómplice y promotor directamente de la extracción y expolio de recursos naturales del Sáhara Occidental a través de empresas marroquíes. También es presidente de la Asociación Marroquí de Exportaciones, del Consejo de Negocios Marruecos-Rusia y de Damsa, dedicada a conservas de sardinas en Aaiún, Sáhara Occidental. Actualmente participa en el desarrollo de un modelo de explotación intensiva de estas aguas en nombre de Marruecos y sus empresas. Sus prácticas empresariales en el Senegal han resultado totalmente ajenas a la conservación medioambiental y la protección del personal trabajador, como se muestra en el caso de la planta procesadora del norte del Senegal, en Mballing. (FICHA DE EMPRESA)

    Los directores de Kaben Pêche, los generales Housni Benslimane y Abdelhaq Kadiri, tienen posesión de licencias de pesca pese a estar prohibidas para cárgos militares según la legislación marroquí. Junto al Grupo Amasua participa directamente en la extracción ilícita del pescado en el Sáhara Occidental. FICHA DE EMPRESA

    Los servicios del G4S en zonas ocupadas del Sáhara Occidental varían, desde el transporte de fondos de entidades bancarias hasta servicios de seguridad en la zona portuaria de La Marsa, puerto estratégico para la extracción de productos marinos, aunque en su página web no hace una distinción entre estos territorios y el Reino de Marruecos. También participa en el expolio de recursos naturales a través del provisión de servicios de seguridad en los sectores de la pesca y el fosfato. FICHA DE EMPRESA

    Otras grandes superficies que comercializan pulpo expoliado:
    Ametller Origen comercializa Gilmar Mariscos.

    En Carrefour encontramos marcas como Meripul, Angulas Aguinaga, Gilmar Mariscos. Las tres marcas comercializan pulpo de Dajla.

    DIA, comercializa la marca Angulas Anguinaga.

    EROSKI, comercializa las marcas Frinsa del Norte y COCIMAR.

    ESCLAT, Comercializa productos de pulpo de las marcas Ferrer y Bonpreu.

    LIDL vende la marca OCEAN SEA, certificada MSC. Ocean Sea es una marca blanca de Lidl o marca de distribuidor. La empresa detrás de Ocean Sea de Lidl fabrica también Krissia y otras marcas conocidas como La Gula del Norte245.

    Fuente : ODHE

    Tags : Sahara Occidental, recursos naturales, pesca, agricultura, Marruecos, España, consumo, supermercados, expoliación,

  • El 11-M fue planeado en el castillo de Mohamed VI de Betz, cercanías de París

    Según medios de prensa españoles, Desde mediados de febrero, el excomisario Villarejo, acusado de cohecho, revelación de secretos y organización criminal por la Fiscalía Anticorrupción, trata de justificar parte de sus operaciones, investigadas ahora por la Audiencia Nacional, con supuestas pesquisas para investigar los atentados del 11-M.

    Villarejo ha presentado un nuevo escrito a la Audiencia Nacional para apuntalar su versión sobre los atentados del 11-M. Según el exagente encubierto, los peores atentados de la historia de España se organizaron en el castillo que el rey de Marruecos Mohamed VI tiene a 80 kilómetros de París y las pruebas obran en poder del Centro Nacional de Inteligencia. Villarejo mantiene que el CNI interceptó comunicaciones de dos espías galos, a los que identifica con nombres y apellidos, tras una de esas reuniones.

    El excomisario explica que tras el incidente de Perejil, en el que España tuvo que expulsar a un grupo de militares marroquíes del islote, arrancaron los contactos entre enviados galos y marroquíes. « Muchos de ellos celebrados » en un castillo propiedad de Mohamed VI « llamado Chateau de Betz » y ubicado « a unos 80 km de París ».

    Villarejo mantiene que el CNI recogió información de estos encuentros y en especial unas « notas internas que se interceptaron al responsable de la Dirección General de Seguridad [el servicio secreto francés]   con informaciones recogidas del jefe de Inteligencia Exterior marroquí, Ahmed El Harchi y el subjefe de la policía secreta, Bembrahim, sobre impresiones de ambos después de uno de los viajes a París ».

    Según una nota de cuatro folios elaborada en octubre de 2002 por la antena en Rabat de la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE), veinticuatro horas después de que los españoles desalojasen a los infantes de marina marroquíes instalados en el islote de Perejil el 17 de julio de 2002, el rey Mohamed VI envió a París a su hermana, Lalla Mariam, con un mensaje urgente para Jacques Chirac. La respuesta que recibió del presidente francés fue: « Es ahora o nunca cuando hay que actuar para oponerse a la penetración española en Marruecos », y le prodigó varios consejos en este sentido. « A continuación se puso en marcha una estrategia para alcanzar este objetivo », según reflejó el espionaje francés en una nota.
    Éste y otros documentos de la inteligencia francesa sobre Marruecos fueron desvelados en el libro Quand le Maroc sera islamiste (Cuando Marruecos sea islamista), escrito por los periodistas Catherine Graciet y Nicolas Beau con fecha de 7 de diciembre de 2006.

    Lalla Mariam, que es íntima de la familia Chirac, regresó de París con los consejos presidenciales y Mohamed VI se puso manos a la obra. Da, señala el servicio secreto francés en la nota citada, « consignas firmes para excluir a las empresas españolas de los principales mercados y de las licitaciones, y sustituirlas por francesas y norteamericanas e iniciar también una guerra diplomática y mediática » contra España.

    Tags : Marruecos, España, 11M, terrorismo, atocha, atentado, trenes,

  • Sáhara Occidental : El precio de una relación inconfesable

    Luis Mangrane

    Felipe VI visita Marruecos acompañando por diferentes ministros. El reino alauí ocupa desde 1976 el Sahara español, cuando España incumplió sus obligaciones legales: descolonizar la entonces provincia 53 y firmó los ilegales acuerdos tripartitos de Madrid con Marruecos y Mauritania.

    Aunque un año antes, el Tribunal Internacional de La Haya había declarado que no existían lazos de soberanía entre Marruecos y el Sahara, Hassan II entró a sangre y fuego en el territorio iniciando una guerra.

    Naciones Unidas ordenó que se retiraran y que se celebrara un referéndum para que el pueblo saharaui se pronunciara sobre su destino. Marruecos no hizo caso. Los saharauis mediante una guerra de guerrillas resistieron a un ejército que le superaba en número, medios y aliados internacionales (Francia y Estados Unidos), consiguieron que Mauritania se retirase y en 1991 firmaron un alto el fuego para que Naciones Unidas supervisase el referéndum que debía conducir al final del conflicto.

    Después de cuatro décadas, Marruecos ha saboteado el referéndum, encarcelado a los saharauis que protestan por la ocupación militar y cerrado el territorio a la prensa y observadores internacionales. El saqueo de los recursos se ha sofisticado y se disfraza de tratado internacional.

    La Unión Europea contradice las sentencias de sus más altos tribunales y para blindar el expolio renueva los acuerdos declarados ilegales basándose en interpretaciones sofisticadas de juristas al dictado de políticos sin escrúpulos.

    El pueblo saharaui se divide entre la diáspora, los campamentos de refugiados en Argelia y el propio Sahara Occidental ocupado. El Frente Polisario, su único y legítimo representante, centra hoy la resistencia en la lucha en los tribunales e instituciones internacionales, sabedores de que el derecho internacional siempre ha estado de su lado. Los guerrilleros de antaño hoy son diplomáticos que comparecen ante los jueces europeos esperando que sean más respetuosos con la legalidad que los políticos occidentales.

    La solidaridad con el Sahara en España es popular (entre pueblos), las asociaciones de amistad consiguen que el conflicto no se olvide y que anualmente miles de niños refugiados pasen los veranos conviviendo con familias españolas y generando unos lazos de unión más resistentes que las fatuas declaraciones de los políticos que conforme pasan de la oposición al poder mutan su apoyo a los saharauis por inconfesables intereses que los convierte en aliados marroquíes.

    El interés por este conflicto se ha trasladado a la situación de los territorios ocupados en los últimos años, a pesar del cerrojazo con el que Marruecos pretende que las violaciones de derechos humanos que se cometen permanezca invisibilizada. Durante los años de plomo de Hassan II la represión fue brutal: desapariciones forzadas, asesinatos, bombardeos… en suma el intento de genocidio que es objeto de investigación en la Audiencia Nacional.

    Con el actual monarca, Mohamed VI, no ha mejorado la situación. Desde 2007 he asistido a juicios contra activistas saharauis y con otros compañeros hemos visto cómo les golpeaban delante de los jueces, nos han impedido acceder a sus casas, echado de sus ciudades, seguido y hostigado. A nosotros y a otros tantos cientos de europeos, incluidos eurodiputados.

    Los diferentes partidos de turno en el Gobierno español no han formulado protesta alguna ante esta situación, a pesar de las denuncias de quienes se lo hemos relatado. En cambio, les han vendido armamento, han recibido comitivas oficiales que incluían a torturadores como Hosni Benslimane, luego han vuelto a coincidir con estos personajes en Marruecos.

    En las respuestas oficiales se dice que se coopera internacionalmente con ayuda humanitaria a los campamentos de refugiados. España es cómplice de esta situación y tenemos el cínico descaro de utilizar la ayuda como coartada.

    Son múltiples los mecanismos y foros en los que nos relacionamos con Marruecos: cooperación judicial, emigración, comercio… y parece que no se utiliza ninguno para reclamar que se solucione este conflicto.

    España exige a Venezuela que organice elecciones cuando en mayo pasado celebró las últimas pero no dice nada del referéndum pendiente desde hace más de 40 años que no se celebra por la negativa de Marruecos.

    En esta visita nuestros representantes deberían tener la responsabilidad de exigir públicamente que se respeten los derechos de los saharauis que permanecen bajo ocupación marroquí, muchos de ellos con documentación española, vigente o caducada. Es lo mínimo que pueden hacer por un pueblo pacífico que recibe la solidaridad de los españoles y que sigue atento a cualquier gesto o noticia de unas autoridades que les abandonaron en los estertores de una dictadura franquista pero que durante la democracia solo ha perseverado en la ignominia hacia ellos.

    Hace dos años la CIA desclasificó documentos confidenciales que revelaron que Juan Carlos II pactó en secreto los términos de la Marcha Verde con Hassan II. ¿Cuál es el objetivo real de las conversaciones y esta visita? ¿El sometimiento de un pueblo hermano es el precio de la amistad entre dos casas reales o la moneda de cambio entre dos Estados que fingen modernidad y democracia pero practican la consabida “realpolitik” que esconde razones inconfesables e intereses económicos a costa de los más débiles?

    ARAINFO

    Tags : Sahara Occidental, Marruecos, España, PSOE, PP, Felipe VI, Frente Polisario,

  • El Sahara Occidental: La importancia estratégica de un territorio ocupado

    Por: Juan Sebastián Gómez Martínez y Nicolás Ávila Vargas

    Asistentes de Investigación – Estudios Africanos

    juan.gomez04@est.uexternado.edu.co

    nicolas.avila@est.uexternado.edu.co

    En la región comprendida entre el paralelo 27° 40’ y el cabo Blanco sobre la costa noroccidental de África se encuentra el Sahara Occidental, último vestigio de la colonización europea en el continente africano. Incluido en la lista de “Territorios no Autónomos” bajo supervisión del Comité de Descolonización de Naciones Unidas, gran parte del Sahara Occidental ha estado ocupado por Marruecos desde 1976 y hoy está dividido internamente por un muro construido por el gobierno marroquí a partir de 1980.

    La República Árabe Saharaui Democrática – RASD fue proclamada por el Frente Polisario en el Sahara Occidental el 27 de Febrero de 1976 y hoy es reconocida por 82 Estados del mundo y es miembro fundador de la Organización para la Unidad Africana, hoy Unión Africana. A pesar de lo anterior, el país aún se encuentra en un limbo jurídico respecto a la definición de su estatus político. La evolución de las confrontaciones ha pasado tanto por inconsistencias en la aplicación del derecho internacional como por un rol activo de los intereses económicos de las grandes potencias y países intermedios sobre los recursos naturales de la región.

    El Sahara Occidental, con aproximadamente 260 mil habitantes y 250 mil kilómetros cuadrados – del mismo tamaño de Ecuador o equivalente la Orinoquía colombiana[1] – además de tener las reservas más grandes de fosfato en el mundo, también cuenta con importantes recursos naturales como hierro, circonio y arena utilizada para la construcción. Asimismo, sus costas que cuentan con reservas petroleras considerables y el banco pesquero más importante del mundo, son hoy escenario de una controversia internacional por cuanto la explotación de estos recursos en los territorios ocupados por Marruecos ha sido cuestionada por la Unión Europea y Estados Unidos que han excluido el territorio del Sahara Occidental de sus acuerdos de pesca y de libre comercio con Marruecos respectivamente.

    Desde un punto de vista histórico, el primer inconveniente para la descolonización del Sahara Occidental radica en el poco control administrativo que tuvo España sobre el territorio. A pesar de la existencia de los Tratados de Meknes de 1799 y el hispano-marroquí de 1861 los cuales restringían la soberanía de Marruecos hasta Noun en la costa noroccidental africana, “lo Español se limitó a la zona de ocupación en la costa y al estatus jurídico de potencia administradora”[2]. Asimismo, la política de ese país sobre su colonia nunca tuvo otra intención más que el establecimiento de puntos de apoyo a las pesqueras canarias, lo que mantuvo el territorio bajo el control de sus pobladores originales hasta el descubrimiento de la mayor reserva de fosfatos del mundo.

    El segundo problema se presentó luego de la entrada de España a las Naciones Unidas, momento en el que fue necesario que el país aceptara el derecho a la Libre Autodeterminación de los Pueblos y en especial el del pueblo saharaui. Sin embargo, se le permitió alargar el proceso descolonizador abogando la independencia progresiva para poder crear un Estado saharaui amigable a los intereses de España. Debido a esto, entre 1885 y 1976, manejó un discurso ambiguo entre llamar al Sahara como colonia o provincia y utilizó esas denominaciones a su favor.

    Así pues, en la conferencia de Berlín se habló de colonia, mientras que después de la Resolución 1514 de la Asamblea General de Naciones Unidas de 1960 sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, el gobierno de Franco buscó seguir el ejemplo de Salazar en Portugal para referenciarlo como provincia no peninsular y evitar así la descolonización.

    Tras varias resoluciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU[3] y después de un largo proceso diplomático en la Comisión IV sobre descolonización de la Asamblea General, se llega a la conclusión de organizar un referéndum con el objetivo de crear las condiciones que favorezcan la autodeterminación del pueblo saharaui[4]. Proceso que se ve respaldado por el dictamen consultivo de la Corte Internacional de Justicia en octubre de 1975 que afirma que no hay argumentos que demuestren soberanía de Marruecos ni Mauritania en el Sahara Occidental, además de apoyar el derecho a la autodeterminación mediante expresión libre y soberana de sus habitantes actuales[5].

    A partir de ese momento surge el tercer problema, a saber, el cambio demográfico impulsado por Marruecos. La “Marcha Verde” se presenta como un símbolo de la identidad del pueblo marroquí dentro de su política de integridad territorial e involucra el ingreso de 350.000 voluntarios al territorio del Sahara[6]. Lo anterior tuvo como consecuencia la modificación de los censos de votantes para el referéndum e hizo más difícil el ejercicio de la autodeterminación del pueblo saharaui.

    En 1976, tres años después de la constitución del Frente Polisario, España abandona el Sahara tras haber firmado los Acuerdos de Madrid que planteaban una administración tripartita del territorio entre la potencia colonizadora, Marruecos y Mauritania hasta la realización del referéndum. En este momento inicia una confrontación entre los Estados con reclamaciones en el territorio y el Frente Polisario que generaría hacia 1980 la salida de Mauritania. En 1991 se promueve un cese al fuego apoyado por la Misión de las Naciones Unidas para el Referendo en Sahara Occidental – MINURSO –, para poner en marcha la identificación y registro de los votantes, junto con la reducción de minas antipersona, la liberación de presos políticos y detenidos saharauis y finalmente la organización y proclamación de los resultados del referéndum que aún no se ha llevado a cabo.

    Más recientemente, se han planteado dos planes desde Naciones Unidas para evitar el punto muerto en las conversaciones. Los Planes Baker I y II que fueron rechazados en 2000 por el Consejo de Seguridad pero luego fueron aprobados por la resolución 1495, se concentraron en las opciones que deberían aparecer en el referéndum así como condiciones para implementarlo.

    En un primer momento la propuesta – que el Polisario rechazó -, se basó en hacer del Sahara Occidental una provincia autónoma de Marruecos, quien tomaría la responsabilidad de manejar la defensa del territorio y la política exterior. En segundo lugar, se propuso permitir un período de gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática por cuatro años y luego hacer el referéndum para definir el estatus – propuesta que Marruecos rechazó por incluir la independencia como una opción. De esta manera y aunque algunas propuestas siguen surgiendo, actualmente la solución sigue siendo esquiva dado que existen intereses que las partes todavía consideran irreconciliables dentro de las negociaciones.

    De esta forma, es necesario entender el valor estratégico de este territorio en la región pues se le considera, de acuerdo al Ministro del Sahara Occidental para América Latina, tanto la entrada de América Latina a África por su pasado similar e idioma, como la puerta de entrada de África a la región latinoamericana. Igualmente, su importancia está atada a la abundancia de recursos naturales, que generan la confrontación de intereses económicos y afectan transversalmente el desarrollo y resolución del conflicto que se ha vivido en la zona.

    A pesar de que la ocupación marroquí carezca de legalidad internacional y de legitimidad sobre los derechos de la población saharaui, se puede resaltar cómo las consideraciones geopolíticas han sobrepasado esa ilegalidad y se han traducido principalmente en las fuertes tensiones entre Marruecos y Argelia por el apoyo que recibió el Frente Polisario por parte del gobierno de Argel y por haberse posicionado como primer aliado del Sahara Occidental. Asimismo, la generación de fricciones constantes entre estos dos países y países europeos como España y Francia[7].

    Además, se presenta un congelamiento en el proceso de integración del Magreb por el recurrente enfrentamiento entre Argelia y Marruecos, potencializado por la compra de armas a costa de un desarrollo socioeconómico en la región[8]. Por otro lado, potencias como Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, siendo miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, han servido de apoyo ante una resolución desfavorable para Marruecos, pues este reino fue un apoyo estratégico en la guerra contra el comunismo durante la Guerra Fría y ahora lo es en la lucha contra el terrorismo[9]. No obstante, es importante resaltar que ni siquiera estos países reconocen las reclamaciones marroquíes sobre el territorio saharaui.

    El apoyo internacional que han recibido las partes se presta para varias interpretaciones. En este orden de ideas, además de las mencionadas anteriormente, observando que la independencia de Sahara Occidental se vería como el acceso más eficiente de Argelia al Océano Atlántico y una forma de hacer contraposición a la hegemonía de Marruecos en la región, los intereses recaen sobre un factor puramente económico. Por lo tanto, si el apoyo internacional que se recibe está atado a la generación de utilidades tras la explotación, haciendo la salvedad de los nexos sociales y políticos-históricos de Argelia y el Sahara Occidental, se puede entender la dinámica desplegada tanto en el territorio como a nivel internacional.

    La presencia marroquí en el territorio saharaui está limitada a las áreas donde están concentrados los recursos naturales. Una prueba de esto es el muro construido para separar los territorios de reclamación marroquí de lo que los saharauis llaman el territorio liberado. “El gobierno marroquí construyó un muro fortificado de arena, de 180.000 kilómetros de largo, desde la frontera de Marruecos con Sahara Occidental hasta su frontera con Mauritania. Este muro, es más largo que la Muralla China y es protegido tanto por las fuerzas militares marroquíes como por el 10% de las minas antipersona sembradas en el mundo.”[10]

    La situación por la que atraviesa el Sahara Occidental además las diversas dinámicas implementadas en el territorio para garantizar los ingresos económicos han generado un fenómeno de separación de la población. El pueblo saharaui se divide en tres grupos. Primero, los que se encuentran en los campos de refugiados cerca de Tindouf, Argelia, que suman unas 158.000 personas; los habitantes de las llamadas “zonas liberadas” – 14.000 – y aproximadamente 600.000 saharauis que continúan en el territorio ocupado, en condiciones tales que no gozan de ningún tipo de derecho ni reconocimiento civil[11].

    Más allá de las reclamaciones territoriales, es innegable el deterioro y la violación constante de los derechos humanos en el Sahara Occidental. Según el informe 2011 de amnistía internacional en los territorios liberados sigue existiendo represión a los activistas saharauis, lo que incluye torturas, malos tratos como palizas, descargas eléctricas y amenazas de violación, infligidos sobre todo por la Dirección de Vigilancia del Territorio, y juicios no justos por delitos que Marruecos nombra como políticos dado que van en contra de la integridad territorial del Estado[12].

    Esta situación se evidencia más claramente en los hechos del 8 de noviembre de 2011, pues el desmantelamiento del campamento Gdim Izik que los saharauis habían construido en octubre para protestar por la marginación y la falta de trabajo y vivienda, llevó al arresto de unas 200 personas, algunas de las cuales afirmaron haber sufrido torturas y otros malos tratos durante su detención[13]. Es más, Human Rights Watch, en su informe de 2008 afirma que existe una necesidad de respetar los derechos humanos en la práctica, sobre todo teniendo en cuenta el acoso a los activistas, la impunidad, las restricciones de movilidad y el excesivo uso de la fuerza para contener las propuestas[14], dado que la MINURSO es la única operación de peacekeeping que no tiene un componente de monitoreo de derechos humanos.

    Ya en 2005, Aminatou Haidar, Premio Juan María Bandrés a la Defensa del Derecho de Asilo y la Solidaridad con los Refugiados y ex presa política, había señalado violaciones a los derechos humanos, confiscación de propiedades, campañas de intimidación, interrogatorios y tratos abusivos a la población saharaui[15]. Estas declaraciones fueron respaldadas por el último reporte del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas y se espera que se sigan esas recomendaciones para poner en marcha los mecanismos de protección de derechos humanos en el Sahara Occidental.

    Finalmente, tras un vistazo de la historia del conflicto y un análisis de la confrontación de intereses derivados de él, se resalta cómo sí existen situaciones donde los intereses económicos o particulares pueden sobrepasar la implementación de las normas jurídicas internacionales. Asimismo, se genera expectativa respecto a las decisiones que se puedan llegar a implementar con el fin de encontrar una solución a este choque de intereses y a la situación de derechos humanos. Este es el caso en el cual se podrá contemplar la efectividad del carácter vinculante y obligatorio de la normatividad internacional así como el compromiso de la comunidad internacional con la descolonización de los territorios no autónomos.

    [1] Western Sahara Profile. 2011. Disponible en: www.bbc.co.uk/news/world-africa-14115273. Consultado el 28 de febrero de 2012.

    [2] HERNÁNDEZ Moreno, Ángela. Guerra de Banderas en el Sahara. Entinema. Madrid, 2006. Pág.30.

    [3] Resoluciones 2072, 2229, 2591, 2711, 3458a y 3458b.

    [4] NÁPOLES Japia, Fernando. Sahara Occidental: La guerra saharaui. Editorial de ciencias sociales. La Habana, 1988. Pág. 58.

    [5] Ibíd. Pág. 83.

    [6] Ibíd. Pág. 99.

    [7] Zoubir, Yahia. Stalemate in Western Sahara: Ending International Legality. Middle east policy . Vol XIV No. 4. 2007. pág. 158

    [8] Ibíd. Pág.161

    [9] Ibíd. Pág. 161

    [10] Trades Union Congress –TUC. Wester Sahara. A report of a TUC delegation of to the Saharawi refugee camps, May 2006. Disponible en: www.tuc.org.uk/international/tuc-11910-f0.cfm. Pág. 4

    [11] Ibíd. Pág. 4

    [12] Véase: Informe anual 2011. El Estado de los derechos humanos en el mundo. En línea en: http://files.amnesty.org/air11/air_2011_full_es.pdf. Pág 307.

    [13] Ibid. Pág 306.

    [14] HRW. Human Rights in Western Sahara and in the Tindouf Refugee Camps. Report 2008. En línea en: http://www.hrw.org/sites/default/files/reports/wsahara1208web.pdf, Págs 5-6.

    [15] Disponible en: http://aminatouhaidar.org/ . Consultado el 14 de marzo de 2012.

    Fuente : Boletín de Estudios Africanos

    Tags : Sahara Occidental, Marruecos, Frente Polisario, MINURSO, ONU, territorios no autónomos, descolonización, España, provincia española, Sahara Español,

  • De cómo la DGED hizo que EFE pagara 75.000 euros al sindicato de periodistas marroquíes

     

    Quién se acuerda de ese conflicto en el que la agencia EFE tuvo que pagar 75.000 euros al sindicato de periodistas marroquíes en 2010?

    Younes Moujahid era el corresponsal de EFE en Marruecos y al mismo tiempo presidente del Sindicato Nacional de Periodistas Marroquíes. En 2009, EFE publica un despacho en el que trae las declaraciones de un diputado andaluz en las que afirmaba que Mohamed VI controla “el 80% de la economía marroquí”, incluido “el comercio de drogas y las redes de inmigración clandestina”.

    El palacio real, vía la DGED, el servicio de espionaje de Mohamed VI, se aplicó para castigar a la agencia de noticias española y lavar la cara del monarca marroquí.

    Una inmensa campaña mediática contra la agencia fue emprendida por Mourad El Ghoul, director de gabinete de Yassine Mansouri, amigo de infancia del rey y patrón de la DGED.

    Moujahid fue el actor principal de esta campaña mediante la introducción de una querella contra EFE en nombre del Sindicato Nacional de Periodistas Marroquíes. En la campaña participó activamente Nadia Jalfi, esposa de Gustavo de Arístegui, alto responsable del PP.

    EFE acabó pagando 75.000 euros y pidiendo excusas al rey.

    El Ghoul transmet le résume de l’affaires à ses relais

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