Étiquette : Hassan II

  • Argumentos de Gadafi para justificar el reconocimiento de la RASD

    El 27 de febrero de 1976, el Frente Polisario proclamó el nacimiento de la RASD en Bir Lehlou, en los territorios liberados del Sáhara Occidental. Al día siguiente, el Líder libio envió una carta al Rey de Marruecos Hassan II en la que exponía las razones que lo habían llevado a reconocer el Estado proclamado por los saharauis.

    Texto de la carta:

    Mi respetable hermano,

    « Si dos grupos de creyentes combaten unos contra otros, ¡reconciliadles! Y, si uno de ellos oprime al otro, ¡combatid contra el opresor hasta reducirle a la obediencia de Alá! Y, cuando sea reducido, ¡reconciliadles de acuerdo con la justicia y sed equitativos! Alá ama a los que observan la equidad ». (Corán, Aya nº9, Surat Alhuyurat)

    « Por su afecto y compasión mutuos, los fieles parecen un solo cuerpo y si un miembro de este cuerpo sufre todos los miembros sucumbirán al dolor y a la fiebre » (Hadiz)

    Como creyente en el Corán y en la Sunna y animado por el nacionalismo panarabista, me permito enviarle esta carta, en un momento en el que creo que merece ser enviada.

    Para ser absolutamente claro, desde el principio digo que el tema de este correo es el Sáhara Occidental, que comprende la Saguia al-Hamra y el Río de Oro.

    Respetable rey,

    El 11 de junio de 1972 declaré personalmente en un discurso público que la República Árabe Libia asumirá su responsabilidad panárabe y apoyará una guerra de liberación popular en el Sáhara Occidental si España no se retira de esa tierra (1). Nadie me dijo entonces que me estaba inmiscuyendo en una cuestión de territorio marroquí. No he hablado de Ceuta y Melilla(2), hasta ahora todavía ocupadas por España, porque se trata de la soberanía nacional marroquí.

    A principios de 1973, hubo una verdadera guerra de liberación en el territorio del Sáhara Occidental, liderada por el Frente Popular para la Liberación de Saguia al-Hamra y Río de Oro (Frente POLISARIO). La República Árabe Libia ha cumplido su deber panárabe apoyando al Frente POLISARIO con armas y abriéndole una oficina en Trípoli.

    Cabe recordar que los países actualmente afectados por esta cuestión no han cooperado con la República Árabe Libia en el apoyo logístico del POLISARIO y no han cooperado en otros aspectos. En cambio, esos países confiscaron las armas que se enviaban desde la República Árabe Libia al Frente POLISARIO (3).

    Hasta 1975, cuando usted se convirtió en una parte declarada de esta cuestión, le confirmé, a través de los representantes que envió en ese momento, que la capacidad militar de la República Árabe Libia estaba a su disposición si usted decidía liberar al Sáhara Occidental del colonialismo.

    Sin embargo, lo que sucedió fue que sus fuerzas entraron en una operación de concesión y recepción del Sáhara por parte de España, «y que Dios pueda evitar la guerra a los fieles». Hasta ahora, declaro para la historia que no estoy en contra de Marruecos. Creía que los habitantes del Sahara, dirigidos por el POLISARIO, no estaban en contra de la integración en Marruecos y agradecí a Dios que el papel de la República Árabe Libia haya sido coronado por la salida del colonialismo de un país árabe.

    Dios sabe cuánto intenté convencer a la dirección del Frente POLISARIO para que se uniera a ustedes después de la independencia. Seguramente recordará las garantías que recibí de usted para los miembros del Frente POLISARIO. No niego que usted me haya confirmado estas garantías a través de sus enviados y del embajador marroquí en Trípoli.

    Respetable hermano, rey,

    Lo que ha ocurrido hoy en el Sáhara Occidental es muy peligroso, independientemente de la naturaleza de los numerosos derrapes que han llevado a esto. Los habitantes del Sáhara, dirigidos por el Frente POLISARIO, han declarado ahora al mundo que no son marroquíes, ni argelinos ni mauritanos, y que son los hijos del Sáhara los que tomaron las armas y liberaron a su país, y nadie más(4).

    La operación de anexión del Sáhara por Marruecos se ha convertido así, sin equívocos, en una operación de anexión obligatoria. Me refiero a la realidad y a los resultados, no a las razones y las causas. No me he opuesto, hasta ahora, a la anexión del Sáhara Occidental al Reino de Marruecos o a Mauritania y no puedo estar contra el pueblo marroquí hermano o contra el ejército marroquí, cuya sangre todavía corre por el Golán.

    Por el contrario, soy uno de los que creen en la necesidad de la unidad árabe del Océano al Golfo (5) y formo parte de los que trabajan arduamente para ello y predican por su inevitabilidad. Pero es poco razonable ignorar la voluntad de uno de los pueblos árabes, que luchó contra esa anexión hasta el punto de refugiarse en las fronteras argelinas. Tinduf ahora está llena de tiendas de campaña de saharauis que han huido de la anexión, como las tiendas de los peregrinos en La Meca. ¿Quién puede negar, querido hermano, esta tragedia; y quién puede negar la voluntad de los habitantes del Sáhara; y quién puede negar el derecho de los que, solos, tomaron las armas para liberar a su país?

    Yo hablo sólo de verdades tangibles, no soy parte involucrada en esta disputa territorial. No estoy hablando de la anexión o de lo contrario, ya que la anexión se ha vuelto ahora forzada y su éxito o su fracaso depende del exterminio del pueblo saharaui o del ejército marroquí– y ambas cosas serían catastróficas para todos nosotros. «Este es mi padre cuando lo llamo y ese es mi tío». Si comenzamos a utilizar este método, la vía de la unidad por la fuerza contra los pueblos, el mapa de la nación árabe se configuraría y eso incluiría el mapa de mi país y el suyo.

    Majestad, si estuvierais en guerra con separatistas dentro del Reino de Marruecos, lucharíamos a vuestro lado; y si lucharais contra colonizadores extranjeros en el Sahara, lucharíamos a vuestro lado; pero ahora que están luchando contra un pueblo que dice que no, entonces no estaremos de vuestro lado.

    La voz que el mundo debe escuchar es la del pueblo saharaui, ya sea por la unidad con vosotros o por la independencia junto a vosotros.

    Al final, sólo me queda deciros lo que Dureid Ibn al-Simma dijo a su pueblo:

    نصحت لعارض واصحاب عارض ……… ورهط بني السوداء والقوم شهدي

    فلما عصوني كنت فيهم وقـــــد ارى ……… غوايتهم واني غير مهـتــــــــــدي

    امرتهم امري بمنعرج الـــــــــــلوى ……… فلم يستبينوا النصح الا ضحى الغد

    وهل انا الا من غزية ان غـــــــوت ……… غويت وان ترشد غزية ارشــد

               Su hermano, el Coronel Muammar al-Gadafi, 28 de febrero de 1976.

    Hassan II, en aquel entonces momento, estaba lejos de imaginar que Gadafi algún día dejaría de apoyar la lucha del pueblo saharaui. Según Jeune Afrique, el Guía libio estaba molesto por Omar El Mehechi, un opositor a quien acusaba de conspirar contra su régimen. El Mehechi, que finalmente se instaló en Marruecos, fue entregado en 1983 por Hassan II al líder de la Jamahiriya a cambio de que éste último dejara de prestar apoyo logístico al Frente Polisario. Un apoyo que fue decisivo en la guerra del Sáhara Occidental.

    En efecto, si los saharauis han llegado a utilizar armas sofisticadas en la guerra contra Marruecos es gracias a la generosidad de Gadafi. Los argelinos tenían otro concepto. Para ellos, los saharauis debían limitarse a las armas adecuadas para la movilidad y los principios de la guerra de guerrillas.

    Gadafi suministró al Frente Polisario tanques sofisticados como T-54, T-55, T-64 e incluso misiles de tierra-aire denominados « Qwadrant » conocidos en Occidente bajo el nombre de «SAM-6» y que fueron utilizados por el ejército saharaui por primera vez en el ataque contra la guarnición marroquí establecida en Guelta Zemmour. Una batalla que dió un giro radical a la realidad sobre el terreno. La derrota marroquí en Guelta Zemmour llevó a Hassan II a convocar personalmente al encargado de negocios de la Embajada Soviética en Rabat para pedirle que transmitiera a los dirigentes soviéticos “las enérgicas protestas de Su Majestad contra la presencia de misiles soviéticos del tipo SAM 6 en la región”. Estados Unidos, por su parte, aumentaron su ayuda militar a los marroquíes.

    Después de haber comprobado la capacidad y la eficacia de los saharauis en el uso de estas armas sofisticadas, los argelinos no vacilaron en suministrarlas.

    (1) En 1972, Libia permitió la emisión del primer programa de radio para la independencia de Saguia El Hamra y Río de Oro.

    (2) Hasta ahora, Marruecos se niega a reivindicar estas dos ciudades españolas aunque siguen siendo utilizadas como cartas de presión contra España.

    (3) Se refiere a Argelia. La decisión de confiscar esas armas se debe a que Argel desconfiaba del movimiento saharaui porque, durante la Guerra de las Arenas, algunos habitantes de origen saharaui de la ciudad de Tinduf apoyaron la ocupación marroquí de esta ciudad en 1963. Algunos incluso regresaron a Marruecos en esa época. Entre ellos se encontraba Habuha, que se convertirá en Coronel del ejército marroquí y dirigirá, en enero de 1976, la primera batalla de Amgala contra las unidades argelinas estacionadas en esa localidad.

    Sidahmed El Batal, el actual Ministro de Equipamiento, fue arrestado en Argel, junto a otro compañero de cuyo nombre no me acuerdo, y se les confiscó una maleta en la que llevaban un lote de pistolas. Gadafi intervino  para liberarlos llamando personalmente al president Bumedién.

    (4) Marruecos siempre se ha negado a comprometerse militarmente en la liberación de Mauritania, Argelia y el Sáhara Occidental. Por el contrario, Rabat no vaciló en conspirar con las fuerzas coloniales españolas y francesas contra los maquis saharauis durante la operación Ecouvillon. Rabat espera hasta que los habitantes liberen su país para luego reivindicarlo total o parcialmente.

    (5) Del Océano Atlántico al Golfo Pérsico

    Tags: Sáhara Occidental, Marruecos, Libia, Gadafi, Ceuta, Melilla, armas, Hassan II,

  • Quand Kadhafi justifiait au roi du Maroc sa reconnaissance de la RASD

    Le 27 février 1976, le Front Polisario proclama la naissance de la RASD à Bir Lehlou, dans les territoires libérés du Sahara Occidental. Le lendemain, le Guide libyen envoya une lettre au roi du Maroc Hassan II exposant les raisons qui l’ont poussé à la reconnaissance de l’État proclamé par les sahraouis.

    Texte de la lettre:

    Mon respectable frère,

    « Si deux parties parmi vous se querellent, faites la paix entre eux : mais si l’une d’entre elles transgresse au-delà des limites contre l’autre alors combattez le transgresseur jusqu’à ce qu’il respecte les commandes d’Allah; mais s’il se soumet alors faites la paix entre elles avec justice et soyez juste, car Allah aime ceux qui sont justes. » 

    « Par leur affection et pitié mutuelles, les fidèles ressemblent à un seul corps et si un membre de ce corps souffre tous les membres succomberont à la douleur et à la fièvre. » 

    En tant que croyant au Coran et en la Sunna et animé par le Nationalisme Panarabiste, je me permets de vous adresser ce télégramme, au moment où je crois qu’il mérite d’être envoyé.

    Pour être tout à fait clair, je dis, dès le début, que le sujet de ce télégramme est le Sahara Occidental, qui comprend la Saguia el-Hamra et le Rio de Oro.

    Respectable Roi,

    Le 11 juin 1972, j’ai déclaré, moi-même, dans un discours public que la République Arabe Libyenne assumera sa responsabilité panarabe et soutiendra une guerre populaire de libération au Sahara Occidental si l’Espagne ne se retire pas de cette contrée (1). Personne, à l’époque, ne m’a dit que je m’immisçais dans une question d’un territoire marocain. Je n’ai pas parlé de Sebta et Melilla(2), jusqu’à maintenant encore occupés par l’Espagne, parce que cela concerne la souveraineté nationale marocaine.

    Au début de l’année 1973, il y avait une véritable guerre de libération sur le territoire du Sahara Occidental mené par le Front Populaire pour la Libération de Saguia el-Hamra et Rio de Oro (Front POLISARIO). La République Arabe Libyenne a accompli son devoir panarabe en soutenant le POLISARIO avec des armes et en lui ouvrant un bureau à Tripoli.

    Il convient de rappeler que les pays aujourd’hui concernés par cette question n’ont pas coopéré avec la République Arabe Libyenne dans l’approvisionnement du POLISARIO et ils n’ont pas coopéré dans d’autres aspects. Ces pays ont plutôt confisqué (3) les armes qui étaient envoyées de la République Arabe Libyenne au POLISARIO.

    Jusqu’à 1975, quand vous êtes devenu une partie déclarée dans cette question, je vous ai confirmé, par la voie des représentants que vous avez envoyés à cette époque, que la capacité militaire de la République Arabe Libyenne était à votre disposition si vous décidiez de libérer le Sahara Occidental du colonialisme.

    Cependant, ce qui est arrivé c’était que vos forces sont entrées dans une opération d’octroi et de réception du Sahara de la part de l’Espagne, « et que Dieu puisse épargner les fidèles de la guerre ». Jusqu’à présent, je déclare pour l’histoire, que je ne suis pas contre le Maroc. Je croyais que les habitants du Sahara, dirigés par le POLISARIO, n’étaient pas contre l’intégration au Maroc et j’ai remercié Dieu pour le fait que le rôle de la République Arabe Libyenne ait fini couronné par la sortie du colonialisme d’un pays arabe.

    Dieu sait combien j’ai essayé de convaincre la direction du POLISARIO de vous joindre après l’indépendance. Vous vous rappelez, sûrement, des garanties que j’ai eues de votre part pour les membres du POLISARIO. Je ne nie pas que vous m’avez confirmé ces garanties via vos envoyés et via l’ambassadeur marocain à Tripoli.

    Respectable frère, Roi,

    Ce qui est arrivé au Sahara Occidental aujourd’hui est très dangereux, indépendamment de la nature des nombreux dérapages qui ont mené à cela. Les habitants du Sahara, dirigés par le POLISARIO, ont maintenant déclaré au monde qu’ils ne sont ni Marocains, ni Algériens, ni Mauritaniens et que ce sont les fils du Sahara qui ont pris les armes et ont libéré leur pays, et personne d’autre(4).

    L’opération d’annexion du Sahara au Maroc est ainsi devenue, sans équivoque, une opération d’annexion obligatoire. Je parle ici de la réalité et les résultats, pas des raisons et des causes. Je ne me suis pas opposé, jusqu’à maintenant, à l’annexion du Sahara Occidental au Royaume du Maroc ou à la Mauritanie et je ne peux être contre le peuple marocain frère ou contre l’armée marocaine dont le sang coule toujours sur le Golan.

    Au contraire, je suis parmi ceux qui croient en la nécessité de l’unité arabe de l’Océan au Golfe et parmi ceux qui œuvrent avec acharnement pour cela et qui prêchent pour son inévitabilité. Mais il est peu raisonnable d’ignorer la volonté d’un des peuples arabes, qui s’est battue contre cette annexion jusqu’au point de se jeter dans les frontières algériennes. Tindouf est maintenant concentrée de tentes de Sahraouis qui ont fui cette annexion, comme des tentes de pèlerins à La Mecque. Qui peut nier, cher Frère, cette tragédie ; et qui peut nier la volonté des habitants du Sahara ; et qui peut nier le droit de ceux qui, seuls, ont pris les armes pour libérer leur pays ?

    Je ne parle que de vérités tangibles, je ne suis pas partie concernée dans cette dispute territoriale. Je ne parle pas de l’annexion ou du contraire, car l’annexion est maintenant devenue forcée et son succès ou son échec dépend de l’extermination du peuple sahraoui ou de l’armée marocaine – et les deux choses seraient catastrophiques pour nous tous. « Celui-ci est mon père quand je l’appelle et celui-là est mon oncle ». Si nous commençons à utiliser cette méthode, la méthode de l’unité par la force contre les peuples, la carte de la nation arabe changerait et cela inclurait la carte de mon pays et celle du vôtre.

    Majesté, si vous étiez en guerre contre des séparatistes à l’intérieur du Royaume du Maroc, nous nous battrions à côté de vous ; et si vous vous battiez contre des colonisateurs étrangers au Sahara, nous nous battrions à côté de vous ; mais maintenant que vous vous battez contre un peuple qui dit non, alors nous ne serons pas de votre côté.

    La voix que le monde doit entendre est celle du peuple sahraoui, soit-elle pour l’unité avec vous ou pour l’indépendance à côte de vous.

    [Finalement, je ne peux rien dire de plus, sauf ce que Dureid Ibn el-Simma a dit à son peuple : 

    نصحت لعارض واصحاب عارض ……… ورهط بني السوداء والقوم شهدي

    فلما عصوني كنت فيهم وقـــــد ارى ……… غوايتهم واني غير مهـتــــــــــدي

    امرتهم امري بمنعرج الـــــــــــلوى ……… فلم يستبينوا النصح الا ضحى الغد

    وهل انا الا من غزية ان غـــــــوت ……… غويت وان ترشد غزية ارشــد

    Votre frère, le Colonel Mouammar el-Kadhafi, le 28 février 1976.

    Hassan II, à l’époque, était loin d’imaginer que Kadhafi allait un jour arrêter son soutien à la lutte du peuple sahraoui. Selon Jeune Afrique, Kadhafi était agacé par Omar El Mehechi qu’il accusait de conspiration contre son régime. El Mehechi, qui a fini par s’installer au Maroc, a été livre, en 1983, par Hassan II au leader de la Jamahiriya, en échange de sa cessation de son soutien logistique au Front Polisario. Un soutien qui était décisif dans la guerre du Sahara Occidental.

    En effet, si les sahraouis sont arrivés à utiliser des armes sophistiqués dans la guerre contre le Maroc c’est grâce à la générosité de Kadhafi. Les algériens avaient une autre conception. Pour eux, les sahraouis devaient se limiter aux armes qui conviennent à la mobilité et aux principes de la guerre de guerrilla.

    Kadhafi a fourni au Polisario des chars sophistiqués tels que T-54, T-55, T-64 et même des missiles sol-air Quadrant connu en Occidentl sous le nom de « SAM-6 » utilisés par l’armée sahraouie pour la première fois lors de l’attaque à la garnison marocaine de Guelta Zemmour et qui ont changé la donne sur le terrain. La défaite marocaine à Guelta Zemmour a poussé Hassan II à convoquer en personne le chargé d’affaire de l’ambassade soviétique à Rabat pour lui demander de transmettre aux dirigeants soviétiques “les vives protestations de sa Majesté contre la présence de missiles soviétiques de type SAM 6 dans la région”. Face à cette situation, les Etats-Unis ont multiplié leur aide militaire aux marocains.

    Après avoir constaté la capacité et l’efficacité des sahraouis dans l’utilisation de ces armes sophitiqués, les algériens n’ont pas réchigné à suivre les pas de Kadhafi dans leur soutien logistique aux combattants sahraouis.

    (1) En 1972, la Libye avait permis l’émission du premier programme radio pour l’indépendance de Saguia El Hamra et Rio de Oro.

    (2) Jusqu’à présent, le Maroc refuse de revendiquer ces deux villes occupées par l’Espagne

    (3) Il fait allusion à l’Algérie. La décision de confisquer ces armes est dû au fait qu’Alger se méfiait du mouvement sahraoui parce que, lors de la Guerre des Sables, certains habitants d’origine sahraouie de la ville de Tindouf ont soutenu l’occupation marocaine de cette ville lors en 1963. Certains ont même regagné le Maroc à cette époque. Parmi eux, Habbouha qui deviendra Colonel de l’armée marocaine et dirigera la première bataille d’Amgala contre les unités algériennes postées dans cette localité en janvier 1976.

    (4) Le Maroc a toujours refusé de s’engager militairement dans la guerre de libération de la Mauritanie, l’Algérie et le Sahara Occidental. Au contraire, le roi du Maroc n’a pas hésité à conspirer avec les forces coloniales espagnoles et françaises contre les maquisards sahraouis lors de l’opération Ecouvillon. Rabat attend que les habitants libérent leur pays pour ensuite le revendiquer entièrement ou partiellement.

    Tags : Sahara Occidental, Maroc, Libye, Kadhafi, Ceuta, Melilla, armes, Hassan II,

  • Un diplomate américain explique pourquoi le Maroc s’oppose à un référendum au Sahara Occidental

    Dans un télégramme envoyé le 17 août 2009, le Charge d’Affaires de l’ambassade américain à Rabat, Robert P. Jackson, souligne que le Maroc ne fait pas confiance aux votants qui sont originaires de la région de Guelmim et Tan-Tan et qui ont été enregistrés dans les listes électorales.

    Le diplomate américain rappelle que « depuis que le roi Hassan II a lancé la Marche Verte en 1975, la question du Sahara Occidental a été intimement liée à la stabilité du trône et du Maroc lui-même, en raison des « tentatives de coup d’État » et de sa « guerre contre la gauche » . Il a. ajoute-t-il « utilisé le Sahara Occidental pour renforcer le nationalisme et garer son armée loin dans le désert ».

    Ensuite, il précise que « après avoir pris le contrôle du Sahara Occidental, le Maroc a essayé d’influencer tout vote en favorisant l’immigration par ses nationaux, qui représentent maintenant plus de la moitié des quelque 385.000 résidents du territoire. Peut-être la moitié des immigrants, cependant, étaient eux-mêmes sahraouis, originaires de régions situées juste au nord de la ligne de démarcation qui abritait également certains des Sahraouis les plus nationalistes. Dans un référendum qui pourrait inclure l’indépendance, ils ne sont pas considérés par le gouvernement comme des électeurs fiables, expliquant en partie la réticence du gouvernement marocain au vote ».

    Jackson ajoute, dans un commentaire, que « curieusement, nous ne connaissons aucun défenseur de l’indépendance qui ait déjà revendiqué les territoires sahraouis au Maroc, en Algérie ou en Mauritanie dans le cadre d’une patrie nationale, bien que certains membres du CORCAS aient tenté sans succès d’inclure les parties marocaines (les territoires sahraouis sous occupation marocaine, ndlr) dans la région autonome, au moment où elle a été proposée pour la première fois. L’absence d’un nationalisme plus vaste, avec la guerre du Polisario dans les années 1970 contre la Mauritanie — le seul Etat saharien au monde — suggère que le conflit est moins nationaliste que géopolitique, lié à un conflit beaucoup plus ancien entre l’Algérie et le Maroc, et ne favorise guère la création d’un État indépendant ».

    L’argument du diplomate américain rejette en block la thèse de la prétendue intégrité territoriale brandie par les marocains en vue de justifier leur agression contre les sahraouis. Hassan II a envahi le Sahara Occidental parce qu’il voyait son régime en danger avec la présence d’un Etat sahraoui indépenant proche de l’Algérie.

    Jackson propose de résoudre le problème des réfugiés sahraouis en leur octroyant la nationalité espagnole et leur permettant d’émigrer . « Compte tenu, dit-il, de la faible population en jeu, l’Espagne, en octroyant la nationalité espagnole, avec la possibilité de migrer vers l’Espagne, ses îles Canaries voisines ou ailleurs en Europe, est significatif et, même dans un temps plus opportun, la réinstallation pourrait être un moyen simple de régler le sort des réfugiés ».

    Tags : Sahara Occidental, Maroc, Front Polisario, Hassan II, Marche Verte, Algérie, Guerre Froide, Mauritanie,

  • Le roi du Maroc: une erreur de chromosome, selon son père

    « Une erreur de chromosome »

    Le futur souverain est né en 1963, au moment où son père, le dos au mur, devait affronter une contestation croissante à l’intérieur du pays, mais également une opération de déstabilisation venue de l’étranger, notamment de l’Algérie. À l’époque, l’avenir de la monarchie est des plus incertains.

    Hassan II impose à son fils une éducation stricte, des châtiments corporels, le fait surveiller en permanence, et autant il manifestera un profond attachement à ses petits-enfants, autant il se conduira comme un père dur et distant. Le cousin germain de Mohammed VI, le prince Moulay Hicham, évoque en ces termes les châtiments corporels infligés par Hassan II: «Un jour, raconte-t-il, le roi s’est rendu compte que les serviteurs étaient gentils avec son fils aîné et moi-même. Il leur a dit: “Ce que vous avez enduré, ce ne sont pas des cris de douleur, c’est une mise en scène de cinéma.” Et il s’est mis à cogner: vingt coups de fouet(1).»

    Le prince héritier ne semble pas avoir été l’enfant préféré de son père. C’était un jeune homme plutôt ouvert et rieur, et d’une grande courtoisie. Des traits qui semblent s’être complètement évanouis, depuis qu’il est monté sur le trône.

    En 1998, Hassan II est malade, fuit même ses plus proches courtisans, les bouffons qui jusqu’alors le divertissaient. Il vit seul, replié dans son palais, et il sait que son successeur, grâce à lui, disposera de pouvoirs institutionnels sans précédent. La mort, qui l’obsède, rôde dans le palais. Nul doute qu’il éprouve en ces heures un profond désarroi envers cette toute-puissance qui va bientôt lui être enlevée, et de la jalousie pour celui qui va en hériter. À cet instant, il est piégé. Il avait balayé la tradition qui voulait que ce fussent les oulémas qui désignent le futur souverain, pour s’imposer, en tant qu’aîné, comme prince héritier. Et, sous peine de remettre en cause la stabilité monarchique, il a perpétué ce choix. Sans enthousiasme.

    En ces heures, comme si le temps lui était compté, il multiplia confidences et petites phrases. Lorsque je lui demandai: «Est-ce rassurant pour vous de savoir que votre succession se déroule de façon stable?», il répliqua d’une voix cinglante: « Jusqu’au bout je m’interroge, et malgré les apparences mon choix n’est toujours pas définitivement arrêté…» Il marqua alors une pause pour mieux accroître son effet, et ajouta : « Je ne voudrais pour rien au monde que ce pays soit victime d’une erreur de chromosome(2).»

    La formule était évidemment d’une violence inouïe, mais, impassible, il me regarda la noter, sans me demander de l’atténuer.

    La toute-puissance politique qu’Hassan II léguera à son successeur se double d’une puissance économique et financière déjà considérable. Dès le début des années 1980, il a ordonné la libéralisation de l’économie et engagé un programme de privatisations. Le bon vouloir du roi s’exerce dans ce domainelà aussi. Les entreprises publiques les plus juteuses tombent alors dans son escarcelle, mais chaque fois, comme le souligne la presse marocaine aux ordres du Palais, avec «le plein accord des pouvoirs publics». On s’en serait douté.

    Le roi rachète ces entreprises publiques à travers l’ONA, l’Omnium nord-africain, qu’il a acquis en 1980 et qui regroupait tous les biens, considérables, détenus par Paribas au Maroc. Déjà présent dans tous les secteurs de l’économie marocaine, l’ONA va, au fil des ans, beaucoup accroître son périmètre. Le holding royal contrôle ainsi des dizaines de filiales. Dans le secteur agroalimentaire, l’ONA rachète la Centrale laitière, Lesieur Cristal, Cosumar. Mais aussi des banques, de l’immobilier, de la chimie, des mines…

    Robert Assaraf, qui fut l’un des responsables du groupe, expliquera plus tard, sans mesurer sans doute l’énormité du propos: «L’idée était de marocaniser un maximum d’entreprises cruciales pour le développement du Maroc. L’ONA avait un rôle de locomotive(3).» Le seul objectif des dirigeants du groupe, qui sont tous des courtisans accomplis, est pourtant bien de donner satisfaction au souverain en maximisant ses profits. Ils savent que le maintien à leur poste en dépend. Entre 1981 et 1985, l’ONA multiplie son chiffre d’affaires par sept. 72% du volume d’activités sont réalisés dans l’agroalimentaire(4).

    Il est facile de comprendre pourquoi. Pour ce groupe qui détient quarante-trois sociétés au Maroc et en contrôle indirectement quatre-vingt-six autres, l’alimentaire est un formidable marché aux bénéfices importants. Pour une raison simple. Des sociétés comme Cosumar, qui détient le monopole du sucre, la Centrale laitière, celui du lait, ou Lesieur Cristal, celui de l’huile, opèrent sur des marchés où les produits sont subventionnés. Là encore, l’État marocain courbe l’échine sous l’ampleur des prélèvements: le secteur subventionné, tel qu’il est organisé au Maroc, vise à puiser dans le budget de l’État pour financer les entreprises royales et leur garantir des bénéfices records. Ce système de subventions, baptisé Caisse de compensation, censé acheter la paix sociale, contribue avant tout à enrichir le roi.

    La stratégie de l’ONA reflète la psychologie d’Hassan II: ne pas tolérer d’opposition à sa volonté. Bientôt il nommera son gendre, Fouad Filali, à la tête du groupe. Tous les concurrents potentiels de l’ONA sont impitoyablement écartés, quels que soient leurs secteurs d’activités.

    Au fil des ans, le Maroc devient de plus en plus un pays en trompe-l’œil, où vie politique et fonctionnement de l’économie de marché ne sont plus qu’illusions. Hassan II aura au moins eu l’habileté de tolérer, à côté de l’ONA, un secteur privé où des hommes d’affaires pouvaient encore agir. Ce qui n’est plus le cas aujourd’hui, dans le cadre de la stratégie de contrôle mise en œuvre par son successeur.

    Hassan II, interventionniste en diable, décide du casting et des figurants sur la scène publique. Lui qui a dessiné les contours de la monarchie va faire de même avec la vie politique. « J’étais sur la route et je conduisais, racontait-il, quand je me suis dit: il serait bon que dans l’éventail politique il y ait un parti communiste. Je me suis tourné vers Ali Yata, qui était assis à mon côté, et je lui ai dit: “Tu vas créer un parti communiste dont tu prendras la direction(5).” » Il professe un profond mépris pour une classe politique qu’il veut aux ordres, et dont les représentants sont choisis pour leur souplesse d’échine. Un fonctionnement que Mehdi Ben Barka, son ancien professeur de mathématiques devenu son principal opposant, a résumé d’une formule cinglante: «Tu baisses la tête, tu baises la main et tu finiras par être récompensé.»

    Il adore tirer les fils, jouer les montreurs de marionnettes. Un soir, alors qu’il est un peu plus de 22 heures, nous discutons dans son palais de Skhirat, à trente kilomètres de Rabat. Soudain, il glisse dans la conversation:

    – À propos, je vous ai préparé une petite surprise. J’ai organisé pour vous un dîner avec le Premier ministre et les dirigeants des grands partis politiques.

    Je réponds, surpris: – Merci, Majesté. Quel jour?

    Il jubile littéralement.

    – Maintenant, ils vous attendent déjà !

    Comme je m’apprête à partir, d’un geste de la main il m’intime l’ordre de rester.

    – Il n’y a pas d’urgence, ne vous inquiétez pas.

    Il est 0 h 45 quand il me laisse enfin quitter le palais, et 1 heure 30 du matin quand j’arrive sur le lieu du dîner. Je pousse la porte, je découvre des hommes âgés assoupis dans des fauteuils. Je dis au Premier ministre, Karim Lamrani:

    – Je suis désolé pour ce retard.

    – Aucun problème, me répond-il en se frottant les yeux pour se réveiller. Nous vous attendions en discutant(6).

    Un absolutisme légal

    Pourtant la médiocrité, parfois flagrante, de certains de ces hommes a le don de l’exaspérer. Alors qu’il a décidé d’élections générales et que la campagne électorale bat son plein, il arrive sur un terrain de golf, suivi de son fils.

    – Vous avez regardé les débats télévisés, hier? me demande-t-il. Non? Eh bien, vous avez bien fait. Ils étaient tous nuls. Comment voulez-vous que j’arrive à convaincre les gens d’aller voter avec des incapables pareils?

    Quel merveilleux sursaut démocratique! Tandis que son père est sur le green, le futur Mohammed VI s’approche.

    – Comment se déroulent les choses avec mon père?

    – Plutôt bien, merci!

    Il se penche alors vers moi en souriant.

    – Soyez tout de même sur vos gardes, c’est un immense manipulateur(7).

    En réalité, malgré leurs divergences, les deux hommes sont faits de la même étoffe. Celle de dirigeants qui savent qu’ils sont au-dessus des lois et n’ont de comptes à rendre à personne. Hassan II a façonné un pouvoir absolu et sans entraves qui n’a cessé de fasciner celui qui, plus tard, allait en disposer à son tour. Un absolutisme légalisé à travers les textes constitutionnels consacrés au droit traditionnel et divin (l’allégeance, commandeur des croyants). Les droits du souverain sont ainsi réputés «inviolables et sacrés».

    Toutes les stratégies mises en place par Hassan II sont observées avec soin par le prince héritier. Or, derrière chacun de ses choix, il y a un calcul personnel. «La grande fierté de mon règne, affirmait Hassan II, ce sont ces barrages que j’ai fait construire à travers le pays.» Au total, cent vingt grands barrages auront été édifiés durant son règne, et à un rythme soutenu. Certaines années, 40% du budget de l’État auront été consacrés à ces travaux. Une politique des barrages qui aura masqué un véritable détournement d’actifs opéré par le roi. C’est lui qui choisit les régions où ils seront construits et évalue le nombre d’hectares qui seront irrigués. Le processus d’expropriation sera l’occasion de faire passer de nombreuses surfaces de qualité dans le giron royal…

    Dans un pays où les trois quarts des entreprises agricoles ont moins de cinq hectares, la terre permet non seulement au roi de s’enrichir mais de disposer d’un système de corruption efficace. S’il ne prétend en aucun cas connaître ou évaluer le nombre d’hectares appartenant aux Domaines royaux, l’économiste Najib Akesbi se livre néanmoins à un calcul intéressant: celui des terres qui ont disparu des registres fonciers après l’Indépendance du Maroc. «En 1956, on comptabilise un peu plus de un million d’hectares. On sait que, sur ce total, trois cent vingt-cinq mille hectares de terres de colonisation officielles ont été récupérés en 1963 et distribués lors de la réforme agricole qui s’est étendue de 1963 à 1975, sous forme de lots de cinq hectares, notamment lors des périodes de tensions sociales, qu’Hassan II cherchait ainsi à calmer. Il y a eu ensuite les deux cent mille à deux cent cinquante mille hectares récupérés au début des années 1970, lors de l’opération dite de marocanisation, et confiés à deux sociétés d’État, la Sodea, spécialisée dans les fermes plantées, et la Sogeta, dans les terres nues(8).»

    Au final, il resterait donc entre quatre cent mille et quatre cent cinquante mille hectares qui n’ont jamais été récupérés par l’État et qui ont fait l’objet de cessions illégales entre colons et Marocains. La famille royale en a-t-elle profité? Si oui, dans quelles proportions? Cinquante-six ans après l’Indépendance du royaume, le mystère demeure. Un sujet sensible dans un pays agricole où la moindre indication sur l’ampleur de la confiscation royale pourrait avoir des conséquences politiques et sociales graves.

    Dernier legs d’Hassan II, utilisé avec encore moins de scrupule par son successeur: l’appel à l’aide internationale pour financer des projets dans lesquels la famille royale est souvent impliquée. Outre la Banque mondiale, engagée dans le financement des barrages, la France figure naturellement au premier rang des bailleurs de fonds. En 1992, Hassan II est reçu à Paris par François Mitterrand et Jacques Chirac, cohabitation oblige.

    Depuis 1990, l’aide française atteint annuellement 1 milliard de francs, montant qui doublera à partir de 1995. La France est alors le premier créancier du Maroc, dont elle détient 13% de la dette, pourcentage qui grimpera à 19% en 1999. Elle est également le premier bailleur de fonds bilatéral du pays, au titre de l’aide publique au développement, avec 50% du total. Une filiale de l’Agence française de développement, la Proparco, dont les bureaux marocains sont installés à Casablanca, accorde également des fonds propres et des prêts à des entreprises ainsi qu’à des banques marocaines.

    En 2001, Proparco investit ainsi de l’argent des contribuables français, au total 160 millions d’euros, notamment dans le groupe minier Managem, appartenant au roi, pour l’exploitation d’une mine d’or au sud-est d’Agadir (9). Elle investit également, dès cette époque, dans l’énergie éolienne contrôlée par le souverain. À l’époque, Proparco est aussi partenaire dans Upline Technologies, un fonds d’investissement créé par la banque d’affaires et appartenant au groupe Upline, dont l’un des actionnaires « cachés» aurait été le propre frère du roi, le prince Moulay Rachid.

    La monarchie marocaine a paisiblement prospéré à l’ombre de l’omerta française. Les responsables politiques qui se sont succédé ont tous fait preuve, qu’ils soient de droite ou de gauche, d’une tolérance coupable. «Ne pas désapprouver l’inacceptable» semblait depuis longtemps la règle d’or adoptée par Paris. Ainsi, à l’abri des critiques ou des pressions, le roi et son entourage pouvaient sans risque se livrer à tous les excès.

    Staline, dit-on, avait confié un jour: «Donnez-moi un homme, j’en ferai un procès.» Hassan II aurait pu déclarer en le paraphrasant: «Donnez-moi un homme, j’en ferai un courtisan.» Le spectacle désolant des personnalités françaises se pressant à ses réceptions faisait peine à voir. Chaque année, le 31 décembre, le roi organisait une immense réception pour le nouvel an. Des centaines de voitures officielles déposaient des invités aux sourires béats devant les portes d’un palais illuminé. J’ai (É. L.) assisté à l’époque à l’une de ces soirées, et je puis témoigner que la vision offerte était particulièrement obscène. Des hommes et des femmes en robe du soir et smoking remplissaient à ras bord leurs assiettes de caviar, comme autant de Thénardier affamés se précipitant sur un bol de soupe.

    Au terme du repas, des serviteurs en livrée portant des hottes emplies de cadeaux étaient littéralement bousculés par les invités qui s’efforçaient, un instant après, d’en récupérer un maximum. Hassan II n’apparaissait pas une seule fois, mais nul doute que, bien à l’abri des regards, il devait observer ce spectacle avec satisfaction. Sans doute le confortait-il dans son scepticisme sur la nature humaine et le mépris qu’il éprouvait pour l’immense majorité des gens.

    1. Ignace Dalle, Hassan II, entre tradition et absolutisme, Paris, Fayard, 2011.

    2. Propos recueillis par Éric Laurent, Rabat, 1998.

    3. Fahd Iraqi, «Il était une fois l’ONA», TelQuel, nº 456.

    4. Ibid.

    5. Entretien avec Éric Laurent, Skhirat, 1993.

    6. Propos recueillis par Éric Laurent, Rabat, 1993.

    7. Propos recueillis par Éric Laurent, Bouznika, 1994.

    8. Entretien avec les auteurs, Rabat, septembre 2011.

    9. L’Économiste, 5 septembre 2001.

    Source : Le Roi prédateur

    Tags : Maroc, Mohammed VI, le roi prédateur, erreur de chromosome, Hassan II, ONA, dictature, répression,

  • Hassan II – Entre tradition et absolutisme – Révélations sur le roi du Maroc

    Hassan II, le livre qui dit tout…Révélations…

    L’écrivain des roisHassan II, le livre qui dit tout…Révélations….
    Ancien directeur du bureau de l’AFP à Rabat, Ignace Dalle a dédié plusieurs ouvrages au Maroc, lesplus marquants étant Une espérance brisée et Les trois rois. Hassan II : entre tradition et absolutisme (éd. Fayard) raconte en près de 700 pages la vie et le long règne de Hassan II. Son ouvrage repose sur un travail de recherche étalé sur plusieurs années.

    L’auteur a multiplié les voyages et les contacts au Maroc et en France, il a aussi épluché les archives déclassées de la diplomatie et des RG français, notamment ceux correspondant à la période du protectorat.

    Très attendue, la nouvelle biographie de Hassan II, qui vient d’être publiée en cours de semaine à Paris, explore toutes les facettes d’un personnage fascinant. Extraits.

    Baisemain précoce

    Président d’honneur à l’âge de 4 ans du mouvement scout créé en 1933 à Salé, colonel de la Garde sultanienne à l’âge de 7 ans, le jeune prince a tendance à se prendre un peu au sérieux. De fait, le sultan ne ménage guère le prince : “Mon fils, je t’ai observé tout à l’heure lorsque tu traversais la place devant le palais et que tu tendais ta main à baiser.

    Tu ne semblais pas ressentir la moindre gêne et, au contraire, y prendre du plaisir. A l’avenir, n’oublie jamais de retirer la main que l’on veut embrasser. Sache que l’attachement témoigné à notre famille étant d’ordre spirituel et moral, il ne saurait être exprimé par un baisemain”.

    Le piano et l’accordéon

    Mohammed V a autorisé son fils, alors âgé de 10 ans, à étudier le piano et à apprendre le solfège. Mais, contrairement à ce que prétendent certains de ses hagiographes, Moulay Hassan, quels qu’aient été ses dons musicaux, n’a jamais été un “remarquable pianiste”. Tout simplement parce que Mohammed Ben Youssef a mis rapidement un terme à cette passion naissante ! Pétri de regrets, le futur roi s’est clairement expliqué sur ce point : “Je dois dire que, dans le domaine artistique, j’ai été victime de ma formation. Mon père m’a vu tâter d’un certain nombre de choses, et particulièrement de la musique. Cependant, à partir de l’âge de 11 ans, il me fut interdit de toucher à un instrument de musique. Quand je lui ai demandé une explication, il m’a dit : ‘J’ai senti que si vous vous adonniez à un art, il serait de nature à éclipser l’art dont je voudrais qu’il soit le vôtre, celui de gouverner’”. Les injonctions paternelles n’empêcheront pas Hassan II de rester toute sa vie un amateur éclairé de musique. Dès cette époque, d’ailleurs, il s’essaie avec un certain bonheur à l’accordéon.

    Sens interdit ? Connais pas !

    En mai 1950, un policier indique à sa hiérarchie avoir “sifflé une voiture qui s’engageait à vive allure en sens interdit, boulevard du général Leclerc à Rabat”. “La voiture, poursuit l’agent, s’est arrêtée puis a fait marche arrière, manquant de me renverser si je ne m’étais pas écarté. Je me suis approché du conducteur, l’ai salué et lui ai dit : “Monsieur, vous ne voyez pas la plaque de sens interdit ?”. Ce monsieur m’a répondu d’un ton arrogant : “Non, je ne la vois pas. Et même si je l’avais vue, qu’est-ce que vous voulez ?”. Devant l’attitude de ce monsieur, je l’ai invité à se ranger à droite et à me présenter ses papiers : il s’agissait de son altesse impériale Moulay Hassan ! Je lui ai rendu son permis, m’excusant de ne pas l’avoir reconnu. Et il est reparti… en empruntant le sens interdit”.

    La baraka, depuis toujours

    On a souvent parlé de sa baraka, mais peu de gens savent que, durant une croisière en mer, en juillet 1949, Moulay Hassan a échappé de peu à une mort certaine. Il a raconté à l’un de ses hagiographes français, Bernard Lugan, cet étonnant épisode, alors que la Jeanne d’Arc venait de mouiller à Agadir et que les élèves officiers avaient débarqué dans la ville : “Je dormais avec mes camarades dans une des chambrées de la caserne de cette ville. Une nuit, je fus si indisposé par les ronflements d’un jeune militaire et par la chaleur ambiante que je décidai d’aller dormir en plein air. Je pris une couverture et allai m’étendre sur le sable de la plage, où je ne tardai pas à dormir profondément. Or, cette nuit même, mes camarades furent tirés de leur sommeil et embarqués dans un hydravion pour un exercice de routine. L’appareil tomba en mer et tous les passagers furent noyés. Les responsables du stage furent bouleversés : ils croyaient en effet que je faisais partie des victimes et ne savaient comment faire part de cette triste nouvelle à mon père”.

    Enfant trop gâté

    Ancien secrétaire d’Etat à l’Education et directeur du collège royal, Mohamed Chafiq, esprit libre et conteur plein d’humour, n’est pas étonné de la manière dont a régné Hassan II : “Il était le produit d’une histoire et d’une culture arabo-islamique qu’il est indispensable de connaître pour le comprendre. Or, cette culture est une culture de l’exagération, du panégyrique, de l’enfant gâté. Elle s’oppose à la culture occidentale. J’ai ici un poème, un panégyrique de Hassan II composé alors qu’il avait 13 ans : un poète marocain clame son bonheur d’avoir pu embrasser la main du prince ! Comment voulez-vous qu’il en sorte indemne à l’âge adulte ? Hassan II est aussi la victime de la culture de son pays”.

    Touche pas à ma sœur !

    En mai 1952, un haut responsable de la police française à Oujda relate qu’un déplacement du Wydad de Casablanca, club de foot, lui a permis d’apprendre un scandale touchant à la famille du sultan : “Un ami de Moulay Hassan a ramené il y a quelques jours de Casablanca deux Européennes qu’il a déposées chez le prince. Moulay Hassan leur proposa de les emmener aux Sables d’or, près de Témara, à une dizaine de kilomètres de Rabat. En arrivant, Moulay Hassan fut absolument médusé d’apercevoir dans la salle sa sœur, Lalla Aïcha, en train de danser. Entrant dans une colère violente, il sortit son revolver pour abattre sa sœur. Mais un “nègre” (sic) qui les accompagnait intervint pour l’empêcher de tirer et parvint à le maîtriser en lui faisant entendre qu’abattre sa sœur, c’était commettre un geste qui pourrait coûter le trône à son père… Lalla Aïcha profita de la confusion qui suivit pour disparaître avec son amant et filer à toute vitesse sur Rabat. Elle alla trouver sa mère et lui raconta qu’elle était sortie prendre l’air avec sa gouvernante française et qu’au cours de la promenade elle avait rencontré Moulay Hassan en état d’ébriété, en compagnie de deux femmes de Casablanca. La mère prit fait et cause pour sa fille et se rendit chez le sultan, qu’elle informa duscandale. Mohammed V fit mander sur le champ Moulay Hassan et lui adressa les pires reproches. Il le mit en demeure de ne plus revoir sa sœur. Dans la bagarre, Moulay Abdellah prit lui aussi le parti de Lalla Aïcha. L’affaire fit beaucoup de bruit à Casablanca, où l’incident est connu dans tous les milieux bourgeois”.

    L’amitié de Moulay Hafid…

    Avant d’entrer dans le vif du sujet, évoquons ce qu’il y a eu de plus anecdotique dans la relation de Hassan II avec la communauté juive : ses maîtresses. De la fin des années quarante jusqu’à l’exil en 1953, Hassan mène une vie de fêtard qui n’échappe ni à l’administration du protectorat ni à ses compatriotes. “Collabo” notoire des français qui en ont fait un des khalifa de Casablanca après la Seconde guerre mondiale, Moulay Hafid Alaoui n’éprouve aucune difficulté à convaincre des jeunes femmes de la communauté juive de se joindre aux nombreuses fêtes organisées par la jeunesse dorée de la grande ville. L’héritier du trône apprécie particulièrement leur compagnie. Pour “services rendus”, le prince saura “renvoyer l’ascenseur” en récupérant dans son équipe un Moulay Hafid que Mohammed V venait de destituer de son poste de gouverneur de Marrakech sous la pression de Ben Barka.

    Mon nom est Jalil

    Quelques semaines avant le douloureux départ pour l’exil, Moulay Hassan a manifestement trouvé le moyen d’adoucir une existence tourmentée. Les devoirs de sa charge ne l’empêchent pas de jouir de tous les plaisirs qui s’offrent à sa portée : “Depuis quelques temps, notent les RG français, Moulay Hassan descendrait au moins deux fois par semaine à Casablanca pour participer à des surprises-parties organisées soit chez Yacoubi, avenue Meinier, soit chez Boukali, boulevard Bonaparte”. Moulay Hassan se comporte aussi au passage en parfait “groupie”. Le 31 juillet 1953, il adresse ainsi une lettre expresse à la danseuse étoile de l’opéra de Marseille, il la signe “Jalil” et la fait poster à Fès par le directeur d’un hôtel.

    La french connection

    Une confidence faite par Mohammed V à son ami le docteur François Cléret ajoute un élément étonnant à la biographie de Hassan II : si l’on en croit le médecin français, la grand-mère paternelle de Hassan II aurait été d’origine française. “A la fin de l’année 1955, quelques jours après son retour au Maroc après vingt-sept mois d’exil, Mohammed V m’a confié un secret : “La joie profonde que je ressens aujourd’hui d’être au milieu de mon peuple, me dit-il, est un peu assombrie par la mort de ma mère, Lalla Yacout, la veille de mon retour au pays. Cette femme, que j’ai beaucoup aimée, a eu une grande importance dans ma vie. Aujourd’hui, je vais vous faire une révélation. Ma mère était française. Elle a été enlevée à la fin du XIXème siècle près de Hyères, en Provence, par les derniers barbaresques de Tunisie, qui l’ont revendue aux pirates de Salé. Finalement, des tribus du Haouz l’ont offerte à mon père, Moulay Youssef”. Une fois monté sur le trône, poursuit le médecin, le jeune sultan a donné à sa “mère” des conditions de vie décentes. Toute sa vie, y compris à Madagascar où il n’avait pu l’emmener, il est resté en contact avec elle. Grâce à elle, le sultan parlait un bon français et, s’il avait recours à un interprète ou s’exprimait volontairement dans un français approximatif, c’était pour donner le change à ses interlocuteurs français ou pour gagner le temps de la réflexion”. Mohammed V n’a plus jamais évoqué sa filiation avec son ami médecin. Hassan II était-il au courant de l’existence de cette ascendance étrangère ?

    Petits arrangements entre amis

    Madagascar, comme au Maroc ou ailleurs, les besoins d’argent du prince héritier sont permanents. A la fin du mois de juin 1955, une superbe Buick importée du Maroc par le sultan est volée à Tananarive. Curieusement, le prince l’avait assurée quelques jours auparavant auprès de la compagnie Descours et Cabo. Très rapidement, il se rend dans la capitale malgache et réclame à la compagnie d’assurances la somme de 1,8 million. Il demande en outre que les papiers établis ne fassent état que d’un remboursement de 1,1 million. Pour quelle raison ? Parce que, comme il le déclare un peu plus tard, “cette différence me permettra ainsi de régler quelques dettes”. “Le prince, conclut l’auteur de cette note, a évidemment demandé à la personne qui a bénéficié de ses confidences de faire preuve de la plus grande discrétion, notamment vis-à-vis des membres de sa famille”.

    J’aime et j’aime pas !

    En juin 1956, Moulay Hassan est au Caire et se comporte déjà comme un vieux routier de la politique internationale. Son discours est double. Aux Egyptiens, il confie avoir gardé une impression “inoubliable” de son séjour, occultant totalement “les moustiques et la chaleur accablante” dont il se plaignait auprès de ses proches. Il affirme à Mahmoud Al Saadani, envoyé spécial du quotidien Al Goumhouriya : “Le Caire m’a étonné, elle est beaucoup mieux que certaines capitales européennes. Votre peuple est bon, et la personnalité de votre chef, Nasser, m’a profondément ému”. Mais, à l’ambassadeur de France au Caire, le prince n’a pas caché que l’Egypte et ses dirigeants ne lui ont pas fait “la meilleure impression” et que “les prétentions du président Nasser ont agacé sa susceptibilité”.

    Un hélico, deux avions

    Dirigé par Si Bekkai, proche de la famille royale, le gouvernement marocain propose, début juillet 1956, d’offrir un avion au prince impérial à l’occasion de son 27ème anniversaire. Convaincue des bonnes dispositions du prince à l’égard de Paris, la France se résout, au mois de septembre, à lui offrir un hélicoptère. Mais, sans doute trop inconfortable ou bruyant, l’engin ne suffit pas au bonheur du prince. Le 30 octobre 1956, il envoie un émissaire au conseiller financier de l’ambassade de France pour lui demander confidentiellement 120 000 dollars… afin d’acheter deux avions.

    L’amour ou le trône

    En 1957, la filmographie de la comédienne française Etchika Choureau (qui avait entamé sa carrière en 1952, dans un film de Michelangelo Antonioni, I Vinti) marque un vide total ! Que se passe-t-il ? Tout simplement, à l’instar de Cécile Aubry, tombée amoureuse d’un fils du Glaoui, le fameux pacha de Marrakech, Etchika s’est éprise de Moulay Hassan, autre “prince oriental” selon la presse people. Elle l’a rencontré à Cannes, où le prince se remet fastueusement d’une pénible ablation des amygdales. Un amour compliqué ! Elle reprend le travail en 1958, avec deux films tournés aux Etats-Unis, qui font un flop. Le succès ne reviendra plus. Elle disparaît ensuite pendant quelques années, passant le plus clair de son temps au Maroc en compagnie du prince héritier. Ainsi, en ce milieu de l’année 1960, non seulement Etchika est enceinte mais, selon ce qui est rapporté au souverain, elle se bercerait d’illusions et se verrait déjà reine ! Mohammed V se doit, lui, de veiller au respect des coutumes de la dynastie alaouite. Il tente de ramener son fils à la raison, menace de le destituer au profit de son jeune frère Moulay Abdellah… Le docteur Cléret est alors chargé de transmettre à Hassan les observations du roi, aux yeux de qui il est impensable que l’héritier du trône épouse une étrangère, et encore moins qu’elle puisse lui donner un enfant. Le scandale serait énorme ! Mis en demeure de choisir entre le trône et l’enfant, Moulay Hassan opte, alors, pour le trône…

    La mort de Mohammed V…

    Dans la soirée du 25 février 1961, veille de la date qu’il a retenue pour l’intervention, Mohammed V entre en clinique et s’installe dans la chambre que Cléret lui a préparée. “Le 26 février 1961 au matin, poursuit ce dernier, j’aidai Sidna (Mohammed V) à se lever. Il s’était purifié le corps dans un bain prolongé et l’avait parfumé aux senteurs de l’encens comme pour un rendez-vous avec Dieu. Il était étonnamment calme, résigné. Il m’apprit, penaud, que, devant l’insistance de Lalla Abla, qui lui présentait un bol de tisane comme un remède miracle, il avait rompu le jeûne prescrit et l’avait bu aux environs de 23 heures. Je prévins aussitôt l’anesthésiste suisse, qui ne parut pas troublé. Muni de mon dossier médical, ce dernier prit aussitôt son patient en charge. A 9 heures, le roi s’allongeait sur la table d’opération. Il me prit la main et je sentis son étreinte se desserrer lentement”. Assis dans un angle de la salle, Cléret assiste, inquiet, à l’opération. A 11 heures, il accompagne le chirurgien au moment où il sort pour annoncer le bon déroulement de l’intervention au prince Moulay Hassan, lequel attend dans le patio, entouré du docteur Abdelkrim Khatib, du docteur Henri Dubois-Roquebert et d’une dizaine de médecins. Chacun se réjouit. 20 minutes plus tard, une infirmière vient discrètement avertir le médecin et ami de Mohammed V que l’anesthésiste, resté en salle pour le réveil, désire le voir d’urgence. Il est livide : son patient gît sans vie !

    Fou comme un éléphant

    Belgrade, septembre 1961. Hassan II sympathise avec le Premier ministre de Birmanie, U Nu. Il convie ce dernier à un dîner et, pour le remercier, U Nu lui offre un éléphant d’Asie. Au retour de Belgrade, l’éléphant de parade d’U Nu, richement harnaché, conduit par son cornac birman, arrive à Rabat. Le pachyderme salue respectueusement le roi en fléchissant la patte droite. Hassan II, charmé, met à sa disposition le vaste parc de sa résidence d’été de Dar Es Salam, où l’animal vit heureux. Le cornac se lassant, il faut le renvoyer dans son pays. N’entendant plus la voix qui le rassurait, l’éléphant se lance dans une course effrénée, à la recherche de son compagnon. Affolé, il court dans tous les sens, déracinant les arbres, chargeant les hommes dont il ne comprend pas le langage. Il est finalement abattu par le colonel Gharbaoui, juché sur un char…

    Une farce de mauvais goût

    Peu de temps après avoir pris le pouvoir, Hassan II se rend à Fès, la capitale spirituelle, afin de sacraliser son intronisation. C’est l’occasion des grandes festivités. Après celui des hommes vient le jour consacré aux réjouissances réservées aux femmes, toujours en présence du roi. Les épouses des ministres, des dignitaires du royaume, des ambassadeurs des pays arabes, des notables de haut rang partagent les joyeuses agapes avec les membres de la famille royale. A la fin du repas, on amène le gâteau du roi, une monumentale pâtisserie. Bientôt, toutes ces femmes sont prises de malaises, vomissent, s’agitent, convulsent dans ce que le docteur François Cléret qualifie de “manifestations de délire onirique”. “Ce furent, se souvient le vieux médecin, deux journées épouvantables. Les épouses des ambassadeurs arabes étaient compromises… Le gâteau était drogué. Je me débattais seul au milieu de deux cents femmes ! Il a fallu qu’avec mon chauffeur nous dévalisions le plus discrètement possible les pharmacies de Fès pour récupérer un antidote à base d’atropine et tous les contre-poisons disponibles. C’est Hassan II qui était à l’origine de cette malheureuse initiative, et il ne pensait pas que cette grosse farce prendrait une telle ampleur. Je commençais à découvrir le nouveau roi”.

    Ils ont vu la tête de…

    Lors d’un entretien, le Fqih Basri nous a raconté que deux proches du roi (son beau-frère, Mohammed Cherkaoui, toujours vivant, et Driss Slaoui, décédé) lui auraient affirmé avoir assisté, deux jours après l’enlèvement de Ben Barka, à un dîner d’une dizaine de personnes dans la villa de Souissi (près de Rabat) de Hassan II. A la fin du repas, un grand plateau couvert d’un linge aurait été apporté. Le roi aurait retiré le linge et la tête de Ben Barka serait apparue. Cherkaoui aurait été pris de vomissements et Hassan II lui aurait dit : “Ah ! Je vois que quand on touche à un de tes amis, cela te rend malade !”. Dans une lettre à Me Maurice Buttin, avocat de la famille Ben Barka, Mohammed Lahbabi, longtemps un des principaux dirigeants socialistes marocains, évoque également au conditionnel “le rapatriement de la tête de Ben Barka au Maroc”. Quatre fois condamné à mort, Fqih Basri, militant d’extrême gauche, est un de ceux qui affirmèrent que Hassan II avait fait assassiner son père, et ne fut pas inquiété pour ce genre de propos. Il n’a pas toujours été crédible et suscitait une certaine méfiance chez nombre de ses anciens amis politiques.

    Docteur Hassan II

    Régulièrement entouré de spécialistes marocains ou étrangers, Hassan II est obsédé par sa santé. Dans un entretien accordé à la revue italienne Class, il affirme même avoir étudié la médecine “durant ses deux années et demie d’exil à Madagascar, mais sans suivre de cours réguliers, puisqu’en ce temps-là il n’y avait pas de faculté de médecine sur l’île. Un médecin qui serait en même temps juriste serait un homme particulièrement brillant. Malheureusement, je n’ai pu le réaliser”. Il lui arrive fréquemment d’appeler François Cléret aux quatre coins du palais “pour des motifs futiles : prise de tension artérielle, avis sur un problème de santé, exposé sur une période d’histoire du pays, et cela au milieu d’une assemblée de ministres ou de personnalités étrangères étonnées mais respectueuses”. Un jour, une cousine de la mère du roi, souffrant de douleurs abdominales, est “examinée” par Hassan II, qui conclut à une appendicite aiguë. Il convoque le docteur et le met en demeure de l’opérer. “J’eus beaucoup de mal à lui épargner cette intervention inutile. Tout se calma d’ailleurs avec un antibiotique. Le roi fut néanmoins très affecté par ma réaction et m’ignora pendant plusieurs jours”. Ce n’était pas la première fois que le souverain imposait un traitement à l’un de ses proches. Déjà, son cousin Moulay Ali s’étant plaint d’une douleur à la jambe, Hassan II avait “diagnostiqué” une fracture à la cuisse et contraint un chirurgien marocain à immobiliser le malheureux dans un plâtre monumental pendant un mois !

    Le fqih de Sa Majesté

    Le docteur Cléret soutient que Hassan II avait une peur terrible de mourir, surtout de maladie. Un jour qu’il se trouvait à Lausanne avec le roi, celui-ci lui demanda de l’accompagner chez un Suisse qui lui avait fait croire qu’il rajeunissait les gens par le biais de lavements et de micro-organismes. “C’était un escroc, et j’ai eu bien de la peine à en convaincre le souverain…”. Hyperréaliste et fort intéressé par les découvertes scientifiques, Hassan II se comporte pourtant de façon peu rationnelle en certaines circonstances. Rencontrant le roi Hussein de Jordanie peu après la seconde tentative de coup d’Etat, il lui confie, selon une amie du souverain jordanien, qu’il est désormais conseillé par une sorte de voyant qui lui évite de se retrouver dans des situations périlleuses. Entre autres recommandations, le spirite lui a ainsi ordonné de ne jamais prendre l’avion le mardi…

    On ne rigole pas avec le roi !

    L’humour n’est pas le trait dominant de la personnalité hassanienne, même si les courtisans qui l’entourent ne manquent pas une occasion de s’esclaffer à la moindre saillie du “patron”. Son manque d’humour a peut-être même provoqué des drames. En tout cas, François Cléret est persuadé d’en avoir évité un : “Une année, à la fin du mois de ramadan, le roi avait invité sa cour dans sa villa de Souissi. Etchika Chourou, qu’il revoyait régulièrement, était présente, et avait ramené de Paris Marc, un gay très drôle et très intelligent. On sert une tête de veau : “Ah, dit Marc, cela me rappelle quelqu’un !”, et se tourne vers Hassan II. Celui-ci prend très mal cette plaisanterie quelque peu déplacée. Il a l’air furieux et fait un petit signe de tête, comme il lui arrivait souvent. Quatre gardes du corps se jettent alors sur le malheureux et s’apprêtent à le défenestrer. J’ai regardé le roi avec beaucoup de sévérité. Je suis convaincu que j’ai sauvé la vie du type. Antiquaire de son métier, Marc m’a fait cadeau par la suite de deux belles lampes…”.

    De l’amour des langues

    Hassan II pouvait raconter une fable ou une histoire qui, sans être désopilante, est amusante et instructive. A quelques-uns de ses sujets qui l’interrogeaient, lui, l’inconditionnel du bilinguisme, sur la langue que les Marocains devaient maîtriser –l’arabe, le berbère ou une autre -, on lui prête cette réponse : “Un jour, un rat convoqua ses enfants encore trop jeunes pour connaître la vie et ses dures réalités. ‘Le chat est notre ennemi, leur dit le père rat d’un air grave. Vous devez donc savoir que le chat, qui représente un danger pour vous, est reconnaissable parce qu’il miaule. Vous voilà avertis, mes enfants : faites donc le meilleur usage de ce conseil !…’. Ce que firent les petits rats. Le chat, sans cesse bredouille, voyant qu’il était incapable d’attraper les petits rats, eut alors l’idée géniale d’aboyer au lieu de miauler. Et chaque fois qu’il attrapait un petit rat qui ne comprenait pas ce qui lui arrivait, il lui disait : ‘C’est ton père qui est responsable de ta capture, parce qu’il ne t’a appris qu’une seule langue !’”.

    Un roi sympa

    Automne 1990, la sortie du livre de Gilles Perrault, Notre ami le roi, provoque un séisme. Parfois volontairement excessif dans sa formulation pour mieux toucher le lecteur, le brûlot connaît un énorme succès et frappe l’imagination des Marocains. Hassan II en est aussi surpris que furieux. Interrogé quatre ans plus tard par Eric Laurent, Hassan II parle de “manipulation” des éditions Gallimard : “Les Français, confie-t-il au journaliste, m’aiment bien. Ils m’ont vu sur la couverture en smoking, je suis élégant. Ils ont acheté le livre pour cela. Pour eux, c’était l’histoire d’un roi sympa !”.

    Une nounou juive…

    Assistant du secrétaire d’Etat, en charge du Proche-Orient et de l’Afrique du Nord sous la présidence de Bill Clinton, Martin Indyk est amené à rencontrer fréquemment Hassan II dans les dernières années de sa vie. Dans un entretien accordé dix ans après la mort du roi, l’ancien ministre américain livre une anecdote révélatrice :“’Vous savez, Monsieur Indyk, j’ai des sentiments particuliers envers les juifs, car, bébé, on m’a séparé de ma mère biologique et, de ce fait, elle ne m’a pas donné l’affection maternelle nécessaire. Ma nounou juive m’a élevé et m’a donné cette affection, et c’est pourquoi je suis attaché à la communauté juive’. Voilà tout ce qu’il m’a dit. Etrange ! Cela faisait des années que je venais le voir comme représentant du président Clinton, et lui me voyait en tant que juif ! Il me semblait qu’il avait confiance en moi comme il avait confiance en sa nounou. Il y avait une sorte de transfert d’affection…”.Recevant Shimon Peres le 18 mars 1981 dans son palais de Marrakech, Hassan II lui avait tenu des propos similaires :“Je suis heureux de vous rencontrer. Je tiens à vous dire que j’ai un sentiment particulier pour les juifs. Ma nourrice était juive et mon père m’a appris que cela portait malheur de faire mal aux juifs. Dieu ne le permet pas”.

    Curieusement, ses hagiographes ne disent mot de cette “nounou”. Hassan II lui-même n’évoque dans ses mémoires que deux gouvernantes françaises. Il semble réserver cette “révélation” à des personnalités juives, qui n’en ont parlé que plusieurs années après sa mort.

    Source

    Tags : Maroc, Makhzen, Mohammed VI, Hassan II, Mohammed V, ignace dalle, les trois rois,

  • Livres interdits au Maroc

    Marrakech: C’est un Marrakech qui est loin d’être le symbole de la simplicité et de la quiétude, un Marrakech qui enfouit parmi ses arcanes les secrets du monde politique: des réseaux, des alliances, des pactes dont restent témoins muets les murs rougeâtres de la cité !

    C’est ce Marrakech dont parle le livre de Ali Amar et Jean-Pierre Tuquoi « Paris-Marrakech: Luxe, pouvoir et réseaux » (Calmann-Lévy). C’est « une enquête fouillée, menée sur place et côté français, les auteurs de ce Paris-Marrakech dévoilent les relations quasi incestueuses et extravagantes qui unissent la France et le Maroc. », selon la présentation faite au livre.

    La relation entre la capitale des lumières et la cité ocre date de bien longtemps. L’on parle de « Marrakech, le XXIe arrondissement de Paris? «Le Paris du Sahara», comme le disait Churchill qui adorait ses moments passés à peindre dans le balcon de sa suite à la Mamounia.

    Marrakech est le lieu de rencontre des grands « décideurs » dans le monde politique, économique, même artistique. « De Nicolas Sarkozy à Dominique Strauss-Kahn, de Bernard Henri-Lévy à Jean-René LIVRES CENSURES ET INTERDIT AU MAROC 1ere PARTIEFourtou, le président du conseil de surveillance de Vivendi, les hommes politiques, de droite comme de gauche, les intellectuels de tous bords, les patrons du CAC 40, sans parler des vedettes du show-biz, se retrouvent à Marrakech. »

    Les auteurs du livre dévoilent aussi le côté « luxe » de la cité, et ce « Marrakech qui, sur fond de misère, offre des plaisirs sexuels interdits en Europe. »

    L’ouvrage de Ali Amar et Jean-Pierre Tuquoi s’interroge, toutefois, sur le devenir de « l’engouement des Français pour Marrakech » après l’attentat meurtrier du café l’Argana et l’arrivée des islamistes au pouvoir au Maroc.
    Pour rappel, Ali Amar est l’un des fondateurs de l’ancien hebdomadaire marocain indépendant Le Journal. Il collabore aujourd’hui au site d’information Slate. Il a publié « Mohammed VI, le grand malentendu » (Calmann-lévy, 2009).

    Jean-Pierre Tuquoi, ancien journaliste au Monde, est l’auteur de plusieurs ouvrages sur les pays du Maghreb dont « Majesté, je dois beaucoup à votre père » (Albin Michel, 2006).

    Le dernier combat du captain Ni’mat

    Mettre en lumière le meilleur de la littérature marocaine francophone. La Mamounia, mythique palace de Marrakech, s’y emploie en décernant un prix, attribué cette année à Mohamed Leftah (1946-2008) pour son dernier roman, publié il y a quelques mois. L’histoire d’un officier de l’armée de l’air égyptienne, menant une vie bourgeoise paisible au Caire, entre sa femme et le club privé où il retrouve ses anciens collègues.

    Jusqu’au jour où le captain Ni’mat tombe sous le charme d’Islam, son jeune boy nubien. C’est l’Egypte de Moubarak qu’ausculte ici Leftah. Un monde de classes et de privilèges tenu par les militaires, hanté par les défaites contre Israël, gangrené par les islamistes. Mais derrière ce roman à l’écriture érotique raffinée se cache surtout une œuvre hautement subversive. Car l’homosexualité est considérée en Egypte – et dans le reste du monde arabe -, « comme une perversion extrême, grave, mettant en cause les fondements de la religion et de la société, une diffamation insultante pour la virilité des Egyptiens ». Le « Printemps » y changera-t-il quelque chose ? Dommage que Leftah, installé au Caire depuis 2000 avant d’être emporté par un cancer, ne soit plus là pour le dire.

    Le captain Ni’mat, réserviste de l’armée égyptienne vaincue par les Israéliens en 1967, se retrouve vieillissant et désoeuvré à passer ses journées dans un luxueux club privé du Caire avec d’anciens compagnons. Une nuit, le captain Ni’mat fait un rêve magnifique et glaçant : il voit la beauté à l’état pur sous la forme de son jeune domestique nubien. Eveillé par ces images fulgurantes, il se glisse jusqu’à la cabane où dort celui-ci. La vision de son corps nu trouble si profondément le captain Ni’mat que son existence monotone en est brusquement bouleversée. Il découvre, en cachette de son épouse, l’amour physique avec le jeune homme ; cette passion interdite dans un pays où sévit chaque jour davantage l’intégrisme religieux va le conduire au sommet du bonheur et à la déchéance.

    Mohammed VI, le grand malentendu

    En fait, dans Mohammed VI, le grand malentendu, Ali Amar ne révèle rien de fondamental sur la gouvernance, la politique et autres faits économiques et sociaux du Maroc, se limitant le plus souvent à des anecdotes qui, si elles ont savoureuses, n’apprennent au final, aux lecteurs, rien qu’ils ne sachent déjà et souvent secret de Polichinelle. Une fois refermé, le livre nous laisse malgré tout sur une certaine faim, du fait que le mystère Mohammed VI demeure entier.

    Un portrait du roi du Maroc, mais aussi celui de son père dont Mohamed VI n’a pas totalement renié l’héritage. Une partie du livre est en effet consacrée à Hassan II, décrit (ce qui a rarement été fait) dans son univers quotidien. Le livre analyse aussi les espoirs déçus par l’arrivée d’un nouveau roi, ainsi que l’avenir de la dynastie (sous-titre : Crépuscule d’une dynastie).
    La meilleure partie du livre, et la plus inattendue, est sans doute celle qui évoque l’ancien roi.

    « Jamais l’ordinaire des jours du feu roi n’avait été révélé avec un tel luxe de détails; jamais sa personnalité intime n’avait été placée sous un jour aussi cru. L’auteur nous fait entrer jusque dans les appartements secrets du monarque, peuplés de dizaines de femmes, concubines et servantes, et nous initie à un cérémonial qui  » emprunte à la cour du Grand Moghol autant qu’à celle de Louis XIV « . Où J.-P. Tuquoi a-t-il trouvé des informatrices aussi sûres ? Comment a-t-il su les convaincre de parler ? Les nombreux services de sécurité du royaume s’emploieront, les prochaines semaines, à obtenir les réponses, avec, on l’espère, le plus vif insuccès. Au détour de ces promenades époustouflantes dans les arcanes du palais (quel romancier oserait imaginer pareilles intrigues ?), une révélation dont les historiens feront leur miel : la preuve, document à l’appui, que le général Dlimi, successeur d’Oufkir dans la confiance royale et dans la rébellion, ne mourut pas d’un fâcheux accident de voiture, comme l’affirme la version officielle, mais fut bel et bien assassiné après avoir été interrogé en présence de Hassan II. » (extrait de la critique de Gilles Perrault, Le Monde, 1er novembre 2001).

    « Tuquoi évoque longuement les premiers pas du jeune roi Mohamed VI  » condamné à une jeunesse impossible sous la férule d’un père jupitérien, drapé dans l’étiquette figée du Palais et un mode de vie anachronique « .

    Dans un chapitre sur le  » Printemps de Rabat « , le journaliste raconte les premiers espoirs des Marocains en ce jeune roi qui pratique le jogging et le jet-ski,  » règle par chèque l’addition comme un client ordinaire  » au restaurant et limoge les  » barons  » en place sous le règne d’Hassan II. Mais, selon l’auteur, l’opinion  » petit à petit (…) comprend que Mohamed VI endosse volontiers les habits de son père  » et plusieurs  » entailles au contrat moral entre le roi et son peuple font douter de la réalité d’un changement « . » (extrait de la critique de l’AFP, 27 octobre 2001).

    La réaction des autorités marocaines a été plus mesuré que lors de la parution de Notre ami le roi de Gilles Perrault, en 1990, le livre de Jean-Pierre Tuquoi n’en a pas moins été interdit.

    « L’hebdomadaire indépendant marocain Le Journal, qui a récemment publié des extraits du livre, soulignait avec raison, dans son commentaire, que la réaction des autorités en dirait davantage sur l’évolution du Maroc que la prose de Jean-Pierre Tuquoi. Et les autorités ont d’ailleurs plutôt bien réagi : les journaux, marocains ou étrangers, qui ont choisi d’évoquer l’ouvrage ont jusqu’ici pu le faire sans être inquiétés. » (extrait de la critique de Dominique Lagarde, L’Express, novembre 2001).

    « Selon les informations recueillies par RSF, le numéro de l’hebdomadaire français Le Canard enchaîné, daté du 31 octobre 2001, est retenu chez le distributeur Sochepresse depuis le 31 au soir. Ce numéro contenait un article intitulé Sa Majetski M6 qui commentait le dernier ouvrage de Jean-Pierre Tuquoi sur le Maroc Le dernier roi (Grasset). Le journaliste écrivait notamment :  » Après deux ans et demi de règne, son fils n’a pas fait grand-chose sinon réprimer la presse, céder aux islamistes sur les droits des femmes, gérer son immense fortune et faire du sport… » »

    En novembre 2001, Ali Lmrabet était poursuivi pour « diffusion de fausses informations portant atteinte à l’ordre public ou susceptibles de lui porter atteinte ». Selon lui, les véritables raisons de ces poursuites sont, entre autres, la publication (dans le numéro du 27 octobre) des bonnes feuilles du dernier ouvrage de Jean-Pierre Tuquoi sur le Maroc, Le Dernier roi. L’hebdomadaire Demain Magazine a été saisi par la police après sa mise en vente. Ali Lmrabet, directeur de la publication, avait pourtant payé l’amende de 30 000 dirhams à laquelle il avait été condamné.

    À une année du cinquantième anniversaire de l’indépendance du Maroc, Les Trois Rois retrace l’histoire politique du royaume depuis la fin du Protectorat, histoire qui se confond avec celle des trois derniers représentants de la dynastie alaouite. C’est que, au centre du système marocain, comme le souligne l’anthropologue Abdallah Hammoudi, se trouve  » la figure bipolaire du monarque qui, selon les circonstances, peut aussi bien incarner la sainteté qu’être source de violence, et cela sans transition aucune ni contradiction apparente « .  » Père de l’indépendance « , Mohammed V vénéré par ses sujets, a laissé le souvenir d’un saint homme.

    La réalité, si l’on se fie à ceux qui l’ont bien connu ou aux archives diplomatiques, est beaucoup plus complexe. Hassan II, au contraire, a longtemps véhiculé une image déplorable.  » L’image que j’avais au départ de Hassan Il était tellement négative que j’ai confondu l’immoralité et l’inintelligence « , note jean Daniel dont l’opinion a beaucoup évolué en rencontrant régulièrement le monarque. Chez Hassan II, la réalité est donc également plus nuancée. Chez lui, le meilleur – la  » Marche verte « , les médiations au Proche-Orient, une certaine vision du monde – a côtoyé le pire : un déficit social considérable, la corruption, le bagne de Tazmamart et les multiples atteintes aux droits de l’homme. En fait, Hassan II a surtout conforté l’institution monarchique mais, malheureusement, le progrès social n’a pas accompagné la stabilité politique. Quant au chef actuel de la dynastie, Mohammed VI, il n’a pas encore été véritablement confronté aux épreuves de la vie. Appelé à ses débuts  » roi des pauvres « , il a depuis rectifié le tir en affirmant qu’il était le roi de tous les Marocains,  » y compris des riches « . Des entretiens avec quelques-uns des hommes qui ont le plus marqué la vie politique marocaine (les femmes n’y ont fait que tardivement leur entrée) ainsi qu’avec un certain nombre d’hommes politiques et de diplomates étrangers nourrissent abondamment ce travail qui a bénéficié par ailleurs des recherches et des multiples contributions de politologues, d’historiens ou de journalistes, marocains en majorité, mais aussi européens ou américains. Enfin, la consultation des archives du Quai d’Orsay, hélas limitée dans le temps puisque les dernières trente années ne sont pas encore ouvertes, a permis à l’auteur de mieux mesurer le poids de la France dans les années décisives qui ont suivi l’indépendance. Une synthèse irremplaçable sur un demi-siècle d’histoire du royaume chérifien, maillon fort de  » l’Occident arabe « .

    Les Trois Rois

    A une année du cinquantième anniversaire de l?indépendance du Maroc, Les Trois Rois retrace l?histoire politique du royaume depuis la fin du Protectorat, histoire qui se confond avec celle des trois derniers représentants de la dynastie alaouite. C?est que, au centre du système marocain, comme le souligne l?anthropologue Abdallah Hammoudi, se trouve « la figure bipolaire du monarque qui, selon les circonstances, peut aussi bien incarner la sainteté qu?être source de violence, et cela sans transition aucune ni contradiction apparente ».

    « Père de l’indépendance », Mohammed V, vénéré par ses sujets, a laissé le souvenir d?un saint homme. La réalité, si l?on se fie à ceux qui l?ont bien connu ou aux archives diplomatiques, est beaucoup plus complexe.

    Hassan II, au contraire, a longtemps véhiculé une image déplorable. « L?image que j?avais au départ de Hassan II était tellement négative que j?ai confondu l?immoralité et l?inintelligence », note Jean Daniel dont l?opinion a beaucoup évolué en rencontrant régulièrement le monarque. Chez Hassan II, la réalité est donc également plus nuancée. Chez lui, le meilleur – la « Marche verte », les médiations au Proche-Orient, une certaine vision du monde – a côtoyé le pire : un déficit social considérable, la corruption, le bagne de Tazmamart et les multiples atteintes aux droits de l?homme. En fait, Hassan II a surtout conforté l?institution monarchique mais, malheureusement, le progrès social n?a pas accompagné la stabilité politique.

    Quant au chef actuel de la dynastie, Mohammed VI, il n?a pas encore été véritablement confronté aux épreuves de la vie. Appelé à ses débuts « roi des pauvres », il a depuis rectifié le tir en affirmant qu?il était le roi de tous les Marocains, « y compris des riches ».

    Des entretiens avec quelques-uns des hommes qui ont le plus marqué la vie politique marocaine (les femmes n?y ont fait que tardivement leur entrée) ainsi qu?avec un certain nombre d?hommes politiques et de diplomates étrangers nourrissent abondamment ce travail qui a bénéficié par ailleurs des recherches et des multiples contributions de politologues, d?historiens ou de journalistes, marocains en majorité, mais aussi européens ou américains.

    Enfin, la consultation des archives du Quai d?Orsay, hélas limitée dans le temps puisque les dernières trente années ne sont pas encore ouvertes, a permis à l?auteur de mieux mesurer le poids de la France dans les années décisives qui ont suivi l?indépendance.

    Une synthèse irremplaçable sur un demi-siècle d?histoire du royaume chérifien, maillon fort de « l?Occident arabe ».

    Les officiers de Sa Majesté

    Pour la première fois depuis l’indépendance du royaume, voici cinquante ans, un officier marocain ose parler de l’armée marocaine. Avec une franchise brutale, à la mesure de ses désillusions Créées au printemps 1956 et placées immédiatement sous les ordres du Prince héritier Moulay Hassan, futur Hassan II, les Forces armées royales (FAR) comptent alors de nombreux officiers de valeur, monarchistes sans états d’âme. Mais, rapidement, un profond malaise s’installe dans cette armée de qualité dont une partie importante de la hiérarchie supporte de plus en plus mal les excès et dérives du jeune Hassan II. Ces fortes tensions sont à l’origine des deux tentatives de coup d’Etat en juillet 1971 et en août 1972. C’est à cette époque que le lieutenant Mahjoub Tobji, alors âgé de 26 ans, entend avec stupéfaction un monarque miraculeusement épargné « conseiller » à plusieurs centaines d’officiers de « faire de l’argent, pas de la politique ». Un nouveau type d’officier, affairiste et opportuniste, fait ainsi son apparition. Patriote exigeant, Mahjoub Tobji assiste, impuissant et révolté, à la lente dégradation d’une institution qui représentait toute sa vie. Sur le front du Golan ou au Sahara occidental, il tente d’oublier la triste réalité, mais est presque toujours rattrapé par les combines et les petites ou grandes lâchetés de sa hiérarchie. Aide de camp, à son corps défendant, du très puissant général Dlimi, il est arrêté quelques jours après l’assassinat de ce dernier en janiver 1983. Il découvre alors la face la plus sombre du régime : tortures, harcèlement, manipulations, corruption… Une rencontre étonnante avec Hassan II, à Paris où il a réussi à fuir, lui permet de regagner le Maroc en décembre 1985. Mais sa carrière militaire est terminée. Il ne recevra plus jamais d’affectation ou de promotion et restera commandant plus de vingt-cinq ans jusqu’à sa retraite, en 2002. Ces vingt dernières années ont laissé à Mahjoub Tobji beaucoup de temps pour réfléchir à son expérience passée. Les contacts qu’il a conservés avec différents camarades lui ont permis d’être tenu régulièrement informé de l’état de la troupe. Pour pouvoir écrire librement, il s’est installé en Europe. Il espère de tout coeur que le jeune roi Mohammed VI, fort de sa légitimité, pourra enfin donner un coup d’arrêt aux calamités qui frappent le pays et menacent ses institutions les plus représentatives, à commencer par son armée.

    Le Roi prédateur 

    Mohammed VI, roi du Maroc, est désormais le premier banquier, le premier assureur, le premier entrepreneur de bâtiments de son pays. Il y joue un rôle dominant dans l’agro-alimentaire, l’immobilier, la grande distribution, l’énergie et les télécom. La fortune personnelle du souverain a quintuplé depuis son accession au trône, et le magazine Forbes le classe désormais parmi les personnalités les plus riches du monde. Que s’est-il donc passé au Maroc depuis l’avènement du fils d’Hassan II ?

    Par le biais des holdings que contrôle la famille royale, avec l’aide du secrétaire particulier de Sa Majesté et la complaisance de la Cour, c’est à une véritable mise en coupe réglée de l’économie du royaume que l’on assiste depuis plus de dix ans. Et si l’absolutisme royal selon Hassan II visait à assurer la pérennité de la monarchie, la structure de gouvernement mise en place par son fils est tout entière tendue vers l’accaparement privé.

    Au terme d’une minutieuse enquête de terrain, d’un examen fouillé des dossiers sensibles, de nombreuses rencontres avec les principaux témoins de cette royale prédation, voici ce système, et les hommes qui en tirent les ficelles, pour la première fois mis au jour. Voici comment le souverain d’un des régimes désormais les plus menacés par la vague démocratique dans les pays arabes a transformé ses sujets en clients, l’Etat en machine à subventionner les intérêts de la famille royale, et notre pays en complice d’un désastre politique et moral auquel contribue, à son corps défendant, le contribuable français.

    Catherine Graciet et Eric Laurent sont journalistes. Elle est l’auteur (avec Nicolas Beau) de Quand le Maroc sera islamiste (2006) et de La Régente de Carthage (2009). Il a notamment publié La Guerre des Bush (2003) et La Face cachée du pétrole (2005).

    Tags: Maroc, Mohammed VI, Hassan II, livres interdits, censure, presse,

  • Maroc : Moulay Abdallah, le prince inconnu (Tel Quel)

    Par Karim Boukhari et Mehdi Sekkouri Alaoui

    Extravagant et noceur, mais aussi généreux et révolté, parfois jusqu’à la rupture avec Hassan II…

    Révélations sur la vie d’un prince de l’ombre, et sur sa relation passionnelle et ambiguë avec son frère.

    Il fallait le voir pour le croire : Hassan II, pratiquement à genoux, plié en deux, pleurant à chaudes larmes… Nous sommes le 20 décembre 1983, une journée pas vraiment ordinaire. Le monarque conduit, ce jour-là, le convoi qui accompagne son frère Moulay Abdallah à sa dernière demeure : le mausolée Mohammed V, là où repose le père des deux hommes. Hassan II craque. Il tente, dans un geste de désespoir, de s’agripper au cercueil. Le temps d’un dernier contact, quelques minutes de plus avec ce frère tant aimé. Et pourtant. En perdant contrôle d’une manière aussi spectaculaire qu’inattendue, lui qui n’a jamais tremblé, lui qui n’a jamais montré aucun signe de faiblesse devant sesMoulay Abdallah. Le prince inconnu “sujets” (tous les Marocains suivaient la cérémonie, ahuris, devant leurs postes de télévision), Hassan II venait d’un coup de baguette magique, non calculé, d’effacer une longue série de malentendus étalés sur près de cinq décennies. Une vie, donc, où les rapports entre les deux frères étaient faits d’amour et d’une gamme entière de sentiments étranges, complexes, et finalement très humains.

    La petite famille royale

    Mai 1935. Quand Moulay Abdallah voit le jour, il est accueilli avec les fastes dus à un prince de sang. Le Palais n’est pas à son meilleur, ballotté entre un protectorat de plus en plus humiliant et un nationalisme hésitant. Le pays entier est “déprimé” : aux épidémies (typhus, choléra, etc.) succèdent les crises… de la faim (dont celle de 1937, la plus terrible dans l’histoire du royaume). La naissance du petit Abdallah apporte un peu de gaieté dans ce climat morose : elle rassure le sultan Mohammed V, qui dispose désormais d’un deuxième héritier, et apporte au peuple une deuxième icône, après celle de Moulay Hassan. Le dernier-né de la petite famille royale devient, de facto, son chouchou. Et il gagne tout de suite un titre, celui de “Sidi Laâziz” (mon seigneur adoré), là où son aîné de six ans est déjà affublé du “Smiyet Sidi” (le nom de mon seigneur) qui sied à tout futur roi.

    De santé fragile, le petit Abdallah est victime, à l’âge de sept ans, d’une tuberculose qui lui vaut une mise en quarantaine de trois longues années à Fès, loin de ses frères et sœurs. De quoi cultiver, très tôt, sa différence. Rétabli, l’enfant, dont la vie a été un moment en danger, gagne mieux que jamais le cœur de son père. “Il faut dire que, en plus d’être fragile, le prince était rieur, blagueur, et Mohammed V n’aimait rien tant que rire. Il était généreux et aimant envers ceux qui arrivaient à lui arracher un sourire” note ce connaisseur des mœurs royales. Le sultan est un père dur et rigoureux avec son aîné, Moulay Hassan, souple et indulgent avec son cadet. Et ce dernier s’en donne à cœur joie, croquant la vie à pleines dents. “Même si Abdallah était le plus jeune, c’est lui, le premier, qui s’adonna réellement à la pratique des sports, aux sorties, etc.”, explique notre source au palais royal. Footballeur, nageur, skieur (et golfeur précoce), le prince Abdallah n’est pas vraiment doué pour les études. “Intelligent mais paresseux”, notent la plupart de ses professeurs au collège royal. “Mais très suivi par ses camarades de classe”, relève l’un d’eux. “Il avait toujours une blague à raconter, un jeu à partager ou une sortie à programmer”, poursuit cet homme qui a usé les mêmes bancs de classe que Moulay Abdallah, Abdelhak Kadiri (futur patron des renseignements extérieurs et militaire de haut rang) ou Abderrahmane El Kouhen (futur chef de parti).

    Dans ces années 1930-1940 où la Résidence générale a coulé une chape de plomb sur le royaume, contrôlant de près les affaires du pays, le Palais a une activité essentiellement protocolaire. Mohammed V a tout son temps. Il accompagne l’éducation de ses enfants comme n’importe quel autre père de famille, à peine plus riche que la moyenne nationale. Protecteur, il tolère les excès de son préféré, Abdallah, éduqué selon le modèle d’un gosse de bonne famille, loin des rigueurs de la politique. Un privilège dont ne jouit pas Moulay Hassan, le successeur désigné, en permanence entouré d’éducateurs et de précepteurs religieux et politiques, et autres barbons.

    Proche de tout le monde, confident de ses sœurs, Abdallah est, de l’avis de ses plus proches, “à la fois admiratif et quelque part jaloux de son frère aîné qu’il n’hésite pas à appeler Baba Sidi”. Il a du terrain à combler par rapport à Moulay Hassan, alors il se rattrape, mais à sa manière. L’aîné est plus doué, plus solide, plus autonome (Hassan habite seul très jeune, dans une villa au Souissi, tandis que Abdallah continue de vivre au collège royal), le cadet est plus beau, plus grand. Au premier les études et le pouvoir, même minime, au second le sport et les accessits de la vie de riche. Un témoin, qui a partagé bien des moments avec les deux hommes, se souvient : “Quand on jouait au football, les deux frères n’étaient jamais alignés dans la même équipe, c’était leur choix. Et c’est toujours l’équipe de Abdallah qui l’emportait !”. Au grand dam de Moulay Hassan, à son tour jaloux de son jeune frère.

    “Ils étaient en permanence en compétition, rivaux et jaloux l’un de l’autre comme dans n’importe quelle famille, mais chacun connaissait son rang et savait rester à sa place”, nuance cette source. Pendant que Moulay Hassan accumule les diplômes et les leçons de vie, se forgeant au passage un caractère bien trempé, son cadet cultive les plaisirs de la vie dans l’insouciance la plus totale. “Je veux devenir pilote”, lance, un jour, Abdallah à son père. Oui, mais avant de devenir pilote, encore faut-il passer son bac. Et Abdallah, qui n’est pas un surdoué, marque des temps de passage (bac à 21 ans, licence à 25 ans, doctorat à 41 ans) décevants pour un élève royal. Autant dire que le projet de devenir pilote a des allures de caprice de gosse de riche dont le rêve est de piloter un jouet aussi gros qu’un avion. Mohammed V, conscient des limites de son cadet, tranche rapidement la question : ça sera non, définitivement !

    La différence de caractère entre les deux frères n’échappe ni à l’entourage royal, ni, surtout, à la Résidence générale. La France, devant l’exacerbation du nationalisme marocain (et le passage, bientôt, à la résistance armée) au début des années 1950, aurait même envisagé, selon certaines sources, de “pousser Mohammed V à opter pour Moulay Abdallah plutôt que Moulay Hassan comme prince héritier, histoire de mieux contrôler le pays”. Théorie infondée ? Pure fantaisie ? Pas tant que cela quand on sait que la France, quelques décennies auparavant, avait bien opté pour le plus docile des fils de Ben Youssef (Mohammed V) pour monter sur le trône en 1927…

    Coup de foudre (et bac) à Paris

    C’est durant l’exil forcé de la famille royale entre la Corse et Madagascar (1953-1955) que le jeune prince s’affranchit et s’émancipe définitivement. L’heure est grave puisque la monarchie n’a aucune garantie de retourner, un jour, au Maroc. Mais Abdallah, plutôt insouciant, n’en a cure. Il festoie. Le jeune homme vit, tout simplement, son âge et son époque, celle de l’après-guerre, qui fait lever un vent d’optimisme sur la jeunesse du monde entier.

    Abdallah est alors très proche de son frère aîné, dont le comportement pourtant ressemble de plus en plus à celui d’un chef de famille. Les deux princes, fait nouveau, “sortent ensemble et dansent ensemble”, comme nous le rappelle, avec le sourire, ce proche des deux hommes.

    Quand la famille royale regagne, triomphale, le Maroc fin 1955, Abdallah effectue un retour sur terre. Il est redevenu, de facto, le deuxième héritier du trône et doit, à ce titre, montrer plus d’entrain, plus de rigueur, dans son éducation. Retour aux études. Mohammed V, désormais élevé au rang de demi-dieu, apprend à manier le bâton, sermonnant plus volontiers son fils préféré.

    Devant la nonchalance de son cadet, le sultan (financièrement plus à l’aise, désormais) n’hésite pas à l’expédier en France, dans une école pour fils de milliardaires…pour réussir son bac. A Paris, Moulay Abdallah, futur bachelier, retrouve ses anciens camarades de classe, tous inscrits à la fac. “On était séparés dans la journée, mais on se retrouvait la nuit ou alors le week-end, généralement à l’hôtel Georges V”, lâche l’un d’eux. La monarchie paie les factures salées à partir de Rabat, et Mohammed V commence à perdre patience. Heureusement que le jeune prince assure, tant bien que mal, à l’école des Roches où il prépare son bac. Et il est de toutes les fêtes. Sa vie nocturne lui permet de côtoyer la jet-set parisienne, faite d’artistes, d’hommes d’affaires et de politiciens. Deux rencontres vont alors marquer une inflexion dans le cours de sa vie. Celle de Abderrahim Bouabid, ami de son père (le prince l’avait déjà approché plusieurs fois au Maroc) et ambassadeur du royaume à Paris entre mai et octobre 1956, lui permet de se frotter – enfin – aux réalités de la future opposition marocaine, lui dont les rencontres avec les hommes politiques ne dépassaient guère le stade de l’anecdotique. Sur le plan personnel, le prince fait la connaissance, lors d’une soirée mondaine, d’une jeune Libanaise, très courtisée à l’époque : sa future femme Lamia, fille de Riyad Solh, le fondateur du Liban moderne.

    Entre Abdallah et Lamia, c’est le coup de foudre. Ce qui fait dire à l’un de ses compagnons de l’époque : “Au moins, le jeune prince n’est pas revenu bredouille de Paris, il avait un diplôme (le bac) et une fiancée pratiquement en poche !”. Les fiançailles mettent toutefois du temps avant de se concrétiser. “D’abord parce que Lamia n’était pas Marocaine, ensuite parce que Moulay Abdallah ne pouvait pas se marier avant le premier héritier du trône, Moulay Hassan”, note ce connaisseur des mœurs royales.

    Prudent, Mohammed V comprend très vite le parti qu’il peut tirer en se rapprochant, via la liaison de son fils, de la puissante famille Solh, dont le rayon d’influence traverse pratiquement tout le gratin politico-financier du monde arabe, du Liban à l’Arabie Saoudite en passant par la Syrie. Le roi tâte plusieurs fois le terrain, envoie des émissaires dont son ambassadeur au Caire, Abdelkhalek Torres, avant de demander officiellement la main de Lamia pour son fils. La fille Solh est, entre-temps, demandée en mariage… par un prince soaudien (lisez le titre de couv’ de Paris Match, page ci-contre). Mohammed V active alors les démarches et les fiançailles ont finalement lieu en 1959. Mais pas le mariage, pas encore. Moulay Hassan, en effet, est toujours célibataire…

    Les rencontres, la mort du père

    De l’indépendance en 1956 jusqu’à la mort de Mohammed V, en 1961, les relations entre Moulay Abdallah et Moulay Hassan sont empreintes d’ambiguïté. Les deux frères n’y sont pour rien, comme nous l’explique cet observateur de l’époque : “Mohammed V jouait tantôt la carte de l’un, tantôt celle de l’autre. Pendant que Moulay Hassan, pourtant promis au trône, multipliait les fonctions officielles et s’élevait, à l’ombre de son père, au statut de numéro deux du pays, Mohammed V invitait régulièrement Moulay Abdallah à l’accompagner dans ses multiples voyages à la rencontre de chefs d’Etat étrangers (Nasser, Einsenhower, etc.)”. Un proche du Palais nous explique comment cette ambiguïté, voulue et entretenue, pouvait aller jusqu’au clash : “Mohammed V a réprimé, un jour, les élans de Moulay Hassan en lui disant, sèchement : attention, tu n’es pas encore roi, il y a aussi ton frère et je peux encore tout changer !”. Ambiance.

    Moulay Abdallah, qui n’a pas perdu son penchant pour la fête et le sport, gagne en notoriété. Les leaders du monde lui sont familiers, même si son rôle est strictement protocolaire. Le jeune homme engrange. Obligé par son père, il “pousse” ses études jusqu’à décrocher une licence en droit en Suisse. Le profil qu’il présente alors est celui du parfait diplomate : cultivé, élégant, communicateur. Et grand voyageur. Le monde arabe, dont la puissance pétrolière et les conflits internes promettent de bouleverser le monde, n’a pas de secret pour lui. C’est simple : Moulay Abdallah connaît tout le monde. Et, nuance importante, “il passe bien”. La condition sine qua non pour pénétrer les arcanes des grands de ce monde.

    Au fil des rencontres, des voyages ou, simplement, des “fêtes”, le prince fait surtout la connaissance de personnalités marocaines de premier plan comme Abdelkrim Khattabi, l’émir du Rif alors en exil au Caire, ou Allal El Fassi, figure historique du nationalisme marocain et fondateur de l’Istiqlal. Mais c’est avec Abderrahim Bouabid, le père du socialisme marocain, que le courant passe le mieux. Les deux hommes s’apprécient et partagent, au moins, un point en commun : celui d’être de bons vivants. Ce n’est pas négligeable.

    Jusqu’en 1961, tous ces équilibres fragiles ne tiennent qu’à un fil, et ce fil s’appelle Mohammed V. A sa mort, les cartes sont logiquement redistribuées et la vie de Moulay Abdallah profondément bouleversée. “Désespéré, chagriné, le prince a signé l’acte de beïya (allégeance) mais n’a pas assisté à toute la cérémonie d’intronisation de Moulay Hassan. Il était très en colère et a préféré convoquer les plus proches parmi ses amis pour aller s’isoler avec eux à Ifrane”, nous explique l’un des compagnons de cette curieuse escapade princière. Le roi s’appelle désormais Hassan II, marié précipitamment dans les suites de la mort-surprise de Mohammed V. Moulay Abdallah ne perd pas son temps non plus, puisqu’il se marie, à son tour, avec Lamia Solh au mois de novembre de la même année 1961. Pour les deux frères, une nouvelle vie commence.

    Le représentant de Sa Majesté

    Le Maroc des années 1960 est un pays en profonde mutation. Le régime hassanien est dur. Bouabid, El Fassi et les autres, hier encore compagnons de route de la monarchie, ont basculé pour la plupart dans l’opposition. Entre Hassan II et la classe politique, c’est la rupture, définitivement scellée en 1965 avec l’enlèvement de Mehdi Ben Barka. Le nouveau roi coupe à peu près tous les ponts avec les amis (politiques) d’hier, mais pas Moulay Abdallah, dont la maison reste ouverte à tous. “Il ne faisait pas de politique, pas vraiment, mais il recevait des hommes politiques, du Maroc comme d’ailleurs. Il était au courant de ce qui se passait même s’il ne se mêlait de rien”, explique un de ses vieux amis.

    Officiellement président du Conseil de régence, un titre qui lui permet théoriquement d’accéder au trône “au cas où” (si le roi décède alors que son fils n’a pas atteint la majorité), Moulay Abdallah ne travaille pas à proprement parler. Il gère ses biens, des terres dont certaines, dans le Gharb ou le Souss, ont été récupérées, après le départ des derniers colons, dans le cadre de la marocanisation. Et il se lance dans les affaires, avec une prédilection pour l’immobilier et l’agriculture. “Des hommes d’affaires connus faisaient appel à lui. Ils lui demandaient d’entrer en association sans contrepartie financière puisque son nom était une caution qui leur ouvrait toutes les portes” raconte, par exemple, cet homme qui a bien connu cet aspect de la vie du prince.

    Pour son business, plutôt florissant, Moulay Abdallah fait appel à un ami d’enfance, connu à l’époque du collège royal. C’est lui qui s’occupe à peu près de tout, le prince réservant le plus clair de son temps aux mondanités. Homme public mais sans fonction officielle, Moulay Abdallah vit essentiellement entre Rabat, où réside sa petite famille dans une dépendance du palais royal, et Mohammedia, dans une luxueuse demeure, pas loin du célèbre casino de la cité balnéaire.

    Le prince s’ouvre à tout et à tous. Au milieu des artistes (le chanteur Abdelouahab Doukkali a ses entrées chez lui), mais aussi à celui du football. Moulay Abdallah, qui aime plus que tout le ballon rond, se lie d’amitié avec Pelé, alors numéro un du football mondial, qu’il invite parfois… à des séances de footing au Maroc. Il couvre de ses largesses une star montante du football local, Ahmed Faras, emblème de la ville de Mohammedia et futur ballon d’or africain. Il assiste à des matches pour encourager ses favoris du Chabab de Mohammedia, mais n’oublie pas pour autant l’équipe du FUS de Rabat dont il a assuré la présidence d’honneur. “C’était intrigant. Le roi Hassan II avait son équipe, les FAR, et son frère avait la sienne, le FUS. Pourquoi la première accumulait-elle les titres, et pas la deuxième ?”, s’interroge faussement ce vieux connaisseur du football marocain.

    C’est que la rivalité entre les deux frères, même déplacée dans des sphères très peu politiques, vidée de tout enjeu de pouvoir, continuait d’alimenter la chronique. Mais sans jamais la dépasser. Quand Hassan II s’affiche aux côtés des FAR ou du WAC, équipe de football dont il était proche avant même l’indépendance, Moulay Abdallah mise sur le FUS, voire le Chabab, invité surprise parmi les ténors du championnat national. Sur un plan plus personnel, quand Hassan II donne naissance à son premier enfant, Smiyet Sidi (le futur Mohammed VI) en 1963, Moulay Abdallah lui “réplique” l’année suivante avec Moulay Hicham. Une histoire de cousins, promise à succéder à une histoire de frères…

    Même si Hassan II et Moulay Abdallah ne travaillent pas vraiment ensemble, le roi, habile tacticien, n’hésite pas à solliciter son frère pour des missions spéciales à l’étranger, notamment auprès des familles royales du Golfe, avec lesquelles Moulay Abdallah a des liens de (belle) famille. Tant et si bien que le roi finit, au début des années 1970, par nommer son frère “représentant spécial de Sa Majesté”. Sans, toutefois, plus de précisions…

    Les face-à-face avec Hassan II

    “Hassan II savait se servir de Moulay Abdallah, et vice versa”, résume cette source qui a bien “pratiqué” les deux hommes. Le roi couvre largement les affaires de son frère, qui n’ont jamais atterri sur la place publique. Et le frère, en retour, lui offre de menus services. Explication par ce confident de Moulay Abdallah : “Le prince pouvait recevoir, pour une petite fête en privé, jusqu’à 200 personnes alors qu’il n’en avait invité que la moitié. Il pouvait y avoir, parmi les hôtes, des hommes de pouvoir comme Mohamed Oufkir, dont il était très proche, ou Ahmed Dlimi. Mais aussi des opposants, des chefs de parti, des diplomates, des artistes, etc. Les échanges pouvaient être très libres, critiquant ouvertement la monarchie, mais à la condition de ne pas s’en prendre directement à la personne du roi. Et, le lendemain, le prince pouvait parfaitement faire un saut au palais royal pour raconter au roi, toujours à l’affût de la moindre confidence, le détail des conversations”.

    Le procédé a aussi ses limites. Un jour, l’un des invités va trop loin et s’en prend, en des termes peu amènes, à Hassan II. “Moulay Abdallah disparaît alors et revient, quelques instants plus tard, avec une arme à la main (ndlr : il arrivait au prince de dormir avec une arme sous l’oreiller) qu’il a pointée en direction de l’indélicat”. Ce n’est pas tout. Quand une fête déborde, a fortiori lorsqu’elle est organisée à Rabat, pas très loin du domaine privé de Hassan II, le roi n’apprécie que très modérément : “Hassan II rappelait parfois son frère à l’ordre. Il lui expliquait, mais sans beaucoup de conviction, qu’une vie de prince se devait d’être plus discrète. Et il est vrai que la dépendance du palais royal où habitait officiellement Moulay Abdallah dégageait cette impression incroyable d’être un village gaulois loin de Rome !”, explique notre source.

    Ce qui est sûr, c’est que le prince, par ses fréquentations et le train de vie qu’il mène, connaît mieux que personne la “température” du pays. Il apporte, à sa manière, une aide précieuse à son frère. Mais il garde, en permanence, une distance vis-à-vis de la gestion politique du pays. “Quand une notabilité avait un problème avec les autorités, voire avec le Palais, c’est vers le prince qu’elle se tournait, n’hésitant pas à frapper à sa porte dans l’espoir d’une médiation auprès de Hassan II ou de ses nombreux lieutenants”, résume encore notre source. Seigneur à chaque fois, le prince “tente le coup” auprès de son frère. Sans aucune garantie de résultat, bien entendu…

    Cela nous amène à une question cruciale : quelles étaient, en privé, la nature et la forme des échanges que pouvaient avoir le roi et son cadet ? En règle générale, et en temps de “paix” entre les deux hommes, l’entrevue a lieu sur la demande de l’un ou de l’autre. Hassan II a une préférence pour les discussions en voiture, “en conduisant”. “Les échanges sont souvent en arabe. Quand ils sont deux, ils se tutoient. En présence d’une tierce personne, Hassan II tutoie alors que Moulay Abdallah vouvoie, en plus d’embrasser l’épaule de son frère et de ponctuer régulièrement ses interventions et commentaires par le Naâm sidi d’usage”, explique ce proche. Quand les rapports entre les deux hommes sont plus tendus, la forme ne change pratiquement pas, à la nuance près que le prince doit alors passer, le plus souvent, par un “médiateur” (un professeur qui a connu les deux frères du temps du Collège royal), avant de se retrouver en face du roi.

    Il est intéressant, d’ailleurs, de noter comment le même Moulay Abdallah s’accommode des formes dans les rapports, très nuancés, qu’il entretient avec ses amis et ses proches. L’un d’eux raconte : “Le prince était quelqu’un d’extrêmement simple d’accès. Ce n’était pas un monstre de protocole. Ses amis pouvaient le solliciter directement, certains lui embrassaient la main, d’autres se contentaient de la lui serrer. Mais il imposait à ses enfants de lui embrasser scrupuleusement la main, exactement comme il le faisait avec son père !”.

    Les assignations à résidence

    Le 10 juillet 1971 est une date-clé dans la vie de Moulay Abdallah. Le prince figure parmi les nombreux invités de Hassan II qui fête, ce jour-là, son 42ème anniversaire. Soudain, des tirs fusent de partout. “Au début, on a pensé que c’était une blague, un petit tour de mauvais goût sorti de l’imagination de Moulay Abdallah. Mais il a fallu que le sang coule et que les premières victimes tombent pour que l’on comprenne que c’était du sérieux”, explique un témoin de la tentative de putsch militaire qui tourne au bain de sang. Moulay Aballah en réchappe, avec quelques balles dans la peau et une hospitalisation à la clé. Mais il n’oubliera jamais l’irruption de violence qui a failli mettre un terme à la dynastie alaouite.

    Un militant de l’UNFP, qui a bien connu cette période agitée, raconte : “Plus que jamais, le prince décide de prendre ses distances avec la politique et les choix de Hassan II. Il boude certaines activités protocolaires ou ne s’y rend qu’à contrecœur, malgré le titre de ‘représentant personnel de Sa Majesté’, qu’il conserve. Ce n’était plus le même homme”. La distance devient un gouffre quand, en 1972, Hassan II est victime d’une deuxième tentative d’assassinat, aussi spectaculaire que la première. Le prince, grâce à ses contacts, fait alors partie de ces élites marocaines, civiles ou militaires, qui se doutaient bien que “quelque chose allait arriver”. Cette fois, c’est l’un des proches du roi, et ami personnel de Moulay Abdallah, qui est en cause : le général Oufkir, froidement liquidé dans les suites du putsch avorté.

    Commence alors l’épisode le plus surprenant de la vie et du parcours du prince : celui des assignations à résidence ! La première, à en croire certaines sources (dont Raouf Oufkir, qui l’évoque dans son livre “Les Invités”, éditions Flammarion), semble remonter à début 1974. “Le prince a forcé le blocus qui nous frappe (ndlr : la famille Oufkir est alors assignée à résidence à Tamataght, à 35 km de Ouarzazate). Il nous envoie une estafette qui sera refoulée sans ménagement. Hassan II est fou de rage. Il convoque son frère et lui signifie qu’il n’a pas à s’ingérer dans son domaine réservé. L’entrevue est houleuse. Pendant trois jours, Moulay Abdallah est en résidence discrètement surveillée”, écrit notamment le fils du général, sur la foi de ce que lui rapportent, après sa libération, ses anciens familiers (qui étaient aussi ceux du prince).

    Dans la même année, le prince fait l’objet de deux assignations à résidence, qui nous ont été confirmées par plusieurs de ses proches. “La première quand, en froid avec son frère, il a décidé de démissionner de sa fonction honorifique de représentant de Sa Majesté, déclenchant ainsi les foudres de Hassan II, ce qui lui a valu trois semaines de résidence surveillée à Sidi Harazem. La deuxième à Ifrane, quand le roi a appris la possibilité d’un rapprochement entre Moulay Abdallah, via sa belle-famille, et certains dirigeants influents de la Libye de Kaddafi, alors ennemi personnel du roi”.

    Les assignations à résidence successives du prince, pour surprenantes qu’elles puissent paraître, ressemblent d’abord à des mises à pied, une forme d’expression claire et publique de la colère royale. à Ifrane, comme à Sidi Harazem, Moulay Abdallah est expédié dans des résidences royales, accompagné de ses serviteurs et, comme il nous a été expliqué, “avec une liste arrêtée des personnes, généralement des amis d’enfance, qui pouvaient lui rendre visite”. Le prince reçoit ses amis les plus intimes, sa petite famille, circule librement dans les villes où il est assigné. Mais sans s’en éloigner au-delà d’un rayon de 15 kilomètres !

    Le plus surprenant, c’est la manière dont, à chaque fois, les “sanctions” ont été levées. “C’est très simple, raconte la même source, Hassan II prenait son téléphone pour demander à Moulay Abdallah : alors, toi, ça fait longtemps que tu n’es pas venu déjeuner avec moi !”. Du pur Hassan II…

    La crise, le doute, la maladie

    C’est en pleine crise personnelle, au lendemain de la période des assignations à résidence et autres sanctions royales, que le prince renoue le fil avec les opposants de Sa Majesté, à leur tête Abderrahim Bouabid, sur le point de fonder l’USFP. Un proche de Si Abderrahim, comme l’appellent encore ses admirateurs, se souvient : “Une fois, les deux hommes se sont retrouvés autour de la même table. Après les amabilités d’usage, le prince a vidé son sac et Bouabid, rigolant à moitié, lui a lâché : cette fois, tu es bon pour nous rejoindre dans l’opposition !”. La boutade renseigne sur l’état d’esprit dans lequel se trouve alors Moulay Abdallah. Toujours aussi facétieux et joueur, mais avec un ressort brisé à l’intérieur. Un homme blessé, aigri. Pratiquement tous ses contacts, et il en a alors beaucoup, sont unanimes à admettre que l’homme “éprouve une farouche répulsion envers la répression policière qui s’abat sur le royaume, et dont le chef d’orchestre n’est autre que son frère”. Shakespeare n’est pas loin… Mais contrairement à Richard III, c’est Moulay Abdallah “le gentil”, et il ne laisse rien transparaître de sa colère en public. En revanche, les échanges avec Hassan II se font plus rares et, surprise, même les rangs des habituels invités du prince se dégarnissent. “Quand il en invitait soixante, il se retrouvait avec 20, voire 10. Une fois, on a décidé, pour le fun, de transformer notre réception en une partie de mini-foot entre invités, en cinq contre cinq”, plaisante, aujourd’hui, un ancien habitué des rendez-vous organisés chez le prince.

    En 1979, la nouvelle tombe comme un couperet : Moulay Abdallah est atteint d’un cancer. Il est condamné à court terme, lui qui n’a pourtant que 44 ans. Stupeur générale. Le coup de massue, curieusement, fait un bien fou aux derniers épisodes de la vie du prince. Hassan II passe un coup d’éponge sur les différends du passé et entoure, plus que jamais, le malade de sa “sollicitude”. Les amis les plus fidèles reviennent dans le giron du prince, qui en profite pour resserrer ses liens avec sa petite famille. Et Moulay Abdallah, qui se découvre une passion tardive pour les études (il tient coûte que coûte à préparer son doctorat en droit maritime alors qu’il se sait condamné), n’a rien perdu de son humour ! Exemple, cette anecdote rapportée par l’un de ses fidèles hommes de main : “Son Altesse avait l’habitude, quand il démarrait une fête, de ne la boucler qu’à la lueur du jour. Cette fois, avec sa maladie, il nous quittait très tôt en nous disant, avant de partir en rires : les amis, excusez-moi, je vous invite à continuer sans moi, je monte réviser mes cours tout seul !”.

    En 1980, dernier soubresaut des rapports si complexes entre le roi et son frère : Hassan II, à la surprise générale, démet par référendum Moulay Abdallah de la présidence, toute symbolique, du Conseil de régence. “Normal, le prince héritier du royaume n’était plus qu’à un an de l’âge de la majorité”, diront les uns. “Anormal, cela a achevé Moulay Abdallah, qui n’a jamais eu aucune aspiration au pouvoir”, rétorqueront les autres. Le geste fait mal au prince, qui s’en ouvre auprès de ses amis et proches. S’ensuit une période de froid entre les deux fils de Mohammed V. Que Hassan II va interrompre à sa manière, toujours aussi imprévisible : en décidant, dans un extraordinaire geste d’amour, de “regrouper” sa date d’anniversaire et celle de son frère, pourtant séparées de deux mois d’intervalle, pour les fêter le même jour !

    C’était en 1983. La même année, et au cours de l’une de ses dernières sorties, le prince, extrêmement fatigué, rend visite a son ami Abderrahim Bouabid. Un témoin de la rencontre raconte : “On voyait bien que la fin du prince était proche. Moulay Abdallah a dit, en s’adressant à Bouabid : ‘tu sais, je viens de dire à mon frère qu’il fallait absolument libérer Mustapha Kerchaoui (ndlr : dirigeant de l’USFP, emprisonné suite aux événements de 1981, aujourd’hui décédé), je lui ai dit qu’un homme comme lui n’avait pas sa place en prison mais aux côtés du roi pour servir le trône’…”. Le dernier vœu princier sera exaucé, et Kerchaoui libéré en 1983. Mais Moulay Abdallah n’ira pas au bout de cette année-là. Le 20 décembre, celui que son fils Moulay Hicham a un jour qualifié de “soldat inconnu, compagnon de lutte de Hassan II”, rend l’âme. Personne ne l’a plus pleuré que Hassan II, ce jour-là, en direct devant des millions de sujets.

    Tel Quel, mai 2007

    Source

  • Journal africain : Mohammed VI, roi de la jet-set marocaine et client régulier des bars gays de Bruxelles

    La prétendue double vie sape le trône du roi de la jet-set marocaine : « Client régulier dans les bars gay de Bruxelles »

    Lorsque le prince britannique Harry (34 ans) et sa femme enceinte Meghan (37 ans) visitent l’État, c’est généralement bénéfique pour votre popularité. Ce n’est pas le cas au Maroc, où le roi Mohammed VI (55 ans) a reçu beaucoup de questions au lieu d’être acclamé. Parce que où était son (ex ?) épouse, la princesse Lalla Salma (40 ans) ? Son absence fait exploser les rumeurs sur sa nature.

    C’est depuis octobre 2017 que la princesse Lalla Salma n’est apparue en public. Ses fonctions d’hôtesse ont été reprises lors de la récente visite de Harry et Meghan au Maroc par l’adolescent prince Moulay Hassan, successeur de Mohammed. Lalla Salma aurait quitté le palais royal il y a quelque temps, et les nombreux commentaires sur comment et pourquoi conduisent à des tensions dans ce pays où l’amour entre personnes de même sexe est très difficile.

    Un début prometteur

    Il y avait déjà un grand mécontentement dans la politique marocaine lorsque le roi décida d’inclure Pierre Bergé, figure de proue du mouvement gay français et ami de l’icône de la mode défunte Yves Saint Laurent, dans la noblesse des Alaouites. Maintenant que Mohammed n’a même plus d’épouse pour maintenir l’apparence de la vie hétérosexuelle, on suppose qu’il devra démissionner dès que le prince héritier aura atteint l’âge de la majorité. Bien que beaucoup de gays marocains opprimés espèrent que Mohammed restera sur le trône après sa sortie de la cachette.

    La carrière politique du roi Mohammed VI, cependant, a commencé de façon prometteuse. Il y a vingt ans, après la mort de son père dictateur Hassan II, il a pris un bol d’air frais. Les attentes étaient exprimées, surtout lorsque Mohammed a épousé la belle informaticienne Salma Bennani. La mère de Mohammed, Latifa, une princesse berbère, menait la vie cachée d’une femme de harem. Lalla Salma, d’autre part, a tout fait pour améliorer l’image du Maroc en tant que pays islamique progressiste. Elle symbolisait mieux que quiconque la modernisation préconisée par Mohammed. Même à son mariage, Salma ne portait pas de foulard. Elle a reçu le titre de « princesse », une première pour le Maroc, et a accompli des missions officielles au Maroc et à l’étranger, faisant d’elle la première véritable première dame au monde dans une nation islamique. Mais leur conte de fées n’a pas duré. Selon certaines sources, le couple a, discrétement, divorcé, il y a deux ans.

    Grand propriétaire foncier

    La popularité de Mohammed a aussi eu un impact pour une autre raison. Le monarque semble moins préoccupé par les problèmes de son peuple que par ses plaisirs. On l’appelait autrefois le  » roi des pauvres « , mais en réalité, il jette les dirhams à la vitesse de l’éclair. Le monarque est propriétaire d’une grande partie de l’économie marocaine : il est un grand propriétaire foncier et un grand producteur de produits agricoles. De plus, il utilise son influence politique pour s’enrichir encore davantage. Avec une fortune estimée à 5 milliards d’euros, il figure sur la liste Forbes des rois super riches, juste parmi les milliardaires du pétrole comme le sultan de Brunei et le roi d’Arabie Saoudite. Mohammed VI peut vraiment vivre comme un prince à partir des contes de fées des mille et une nuits.

    Effusion de sang

    Avant de succéder à son père Hassan, décédé à l’âge de 70 ans, le prince héritier marocain Sidi Mohammed était l’un des célibataires les plus recherchés au monde. Le prince semblait être ami avec presque tout Hollywood. Il a été repéré partout alors qu’il portait une paire de lunettes de soleil à la mode sur son nez et un costume tape-à-l’œil autour de son torse robuste dans une autre supercar pour un prochain rendez-vous mondain. Les Marocains attendaient donc beaucoup de leur prince, qui semblait résolument opter pour une vie moderne basée sur un modèle occidental.

    Le roi Hassan II n’avait pas un bon œil pour la succession de son fils aîné et, ce qui est surprenant, a donné plus de confiance à de nombreux Marocains dans l’avenir. Hassan II a traité son fils aîné de faible qui ne pourrait jamais devenir un roi décisif. En 38 ans sur le trône, le patriarche dictatorial avait répondu à toutes les critiques de son régime par le sang. Hassan ne pouvait pas comprendre qu’un monarque puisse aussi paraître sympathique. Bien que ce soit surtout les rumeurs sur la nature de Mohammed qui inquiétaient le vieux monarque.

    Par exemple, on a chuchoté que Mohammed avait reçu une quantité préoccupante de compagnie masculine bien construite à son palais des Sablons à Sale. Inquiet, Hassan a fait filer son fils lorsqu’il a fait un stage à Bruxelles avec le Président Jacques Delors de la Commission européenne. Les rapports de ses espions ne l’ont pas rassuré : Mohammed était plus souvent vu dans les bars gays de Bruxelles que dans les bâtiments de l’administration européenne. L’entourage royal était silencieux à ce sujet, mais l’élite de la capitale Rabat était bien consciente de la vie princière.

    Assassiné ?

    La mort de Hassan au cours de l’été 1999 a provoqué une grande agitation parmi les chefs religieux, militaires et politiques du Maroc. Peut-être, ont-ils lancé la rumeur que le prince héritier était responsable de la mort de son père, afin de mettre Sidi Mohammed hors jeu. Les ragots continuent d’apparaître aujourd’hui, même si c’est peu probable. Après tout, le vieux bonhomme a été admis à l’hôpital avec une infection pulmonaire quand il est mort d’une crise cardiaque. Les jeunes marocains attendaient beaucoup du roi de 36 ans qu’ils qualifiaient de super cool en Occident.

    Les premières mesures du roi Mohammed VI ont également répondu à ces attentes. Il a mis les conseillers de son père à la porte. Il brisa le harem dans lequel le roi Hassan II gardait plus ou moins ses cinquante concubines en prison. Et il s’est lancé dans une tournée à travers le pays et a été accueilli avec enthousiasme partout. Son engagement avec la princesse progressiste Lalla Salma était la cerise sur le gâteau.

    Chômage

    Après la naissance de leurs deux enfants Moulay Hassan et Lalla Khadija (12 ans), Mohammed et Salma ont fait photographier son bonheur familial. Le roi a fait stipuler par la loi que les femmes marocaines peuvent choisir elles-mêmes leurs maris et qu’elles peuvent demander elles-mêmes le divorce. Malheureusement, d’autres innovations n’ont pas vu le jour et les réformes économiques tant attendues attendent toujours sans succès. Même aujourd’hui, il y a encore beaucoup de pauvreté, de chômage et d’analphabétisme au Maroc, ce qui fait que Mohammed est de plus en plus critiqué dans son propre pays. D’autant plus qu’il reste rarement dans le pays.

    Le roi a un palais dans presque toutes les villes du Maroc, mais sa résidence préférée se trouve dans le village français de Betz. Il y possède un château de conte de fées dans un parc de 70 hectares. Ses pur-sang arabes sont dans l’écurie, tout comme une partie de sa très chère collection de voitures de sport. Depuis une vingtaine d’années, Mohammed fait complètement moderniser l’immense château. Vingt bétois travaillent à plein temps dans le domaine royal. Mais si Mohammed s’y installe, quarante autres doivent signer la clause de stricte confidentialité qu’il exige de son personnel. Il semble donc peu probable que quelqu’un de la cour de Mohammed se prononce sur Lalla Salma. Si jamais ils savent quelque sur où se trouve actuellement.

    Afrinik, 24 mars 2019

    Tags : Maroc, Mohammed VI, Lalla Salma, gay, homosexualité, rumeurs, Hassan II,

  • Maroc : Le général OUFKIR, « boucher du RIF » promu « martyr » de la cause amazighe !

    par Rachid Oufkir

    Lors d’une pause-café à la Sorbonne, il s’avance vers moi pour me demander un service : lui envoyer les photos prises avec mon appareil lors de son intervention au sujet de La question berbère dans le Maroc de 1956-1960. Les dessous d’une instrumentalisation au lendemain de l’indépendance, chercheur de son état dans une institution scientifique, l’Ircam, quand je l’ai félicité pour son exposé il me sussure tout fièrement à l’oreille une confession en toute discrétion, comme pour éviter les oreilles indiscrètes « Tu sais j’ai essayé de faire bref, je n’ai pas voulu entrer dans les détails, et épargner ainsi les militaires ! Après tout, Oufkir est un berbère, donc un des nôtres ». Ce fut lors du colloque international tenu à l’université Paris 1 Panthéon-Sorbonne 19 et 20 mai 2015 sous le titre LA QUESTION BERBÈRE DEPUIS 1962 Amnésie, Renaissance et Soulèvements. Un propos surprenant et chargé de symboles, tenu par un « chercheur » qui boute en touche tout professionnalisme du métier ! Je suis sûr qu’il ignorait tout de mon amazighité, et que s’il savait que j’étais rifain, il n’aurait probablement pas pu prononcer cette bêtise ! Il n’est absolument pas des nôtres !

    Lorsqu’on examine les idées, insidieuses, et un peu discrètes, qui ressortent de certaines prises de position, et des « réflexions », vulgarisées dernièrement dans la presse et dans les réseaux sociaux par quelques « acteurs actifs du fait amazigh » on est vite frappé par un décalage. On se dit que là il y a une crise. Ces idées font état d’un mouvement mystérieux, visiblement bien coordonné où l’on s’emploie à distiller des idées dédouanant le Général Mohamed Oufkir, exécuteur de basses œuvres de Hassan II, assassin impitoyable des rifains, et des opposants politiques de Hassan II, un autre assassin des rifains… ainsi commence une « opération de com » afin de le réhabiliter à titre posthume et d’imposer un nouveau paradigme s’agissant de l’histoire. Et pourtant l’homme tînt le pays d’une main de fer en éliminant toute opposition à Hassan. Il fut une figure noire du Maroc, un symbole honni d’une époque, sa terreur structurelle est assez largement mythifiée, et décrit comme un homme sans pitié. Il fut une crapule meurtrière, qui avait la direction de viols, meurtres, enlèvements, exactions… en somme un régime de terreur.

    Depuis quelques temps ces acteurs en question ont renoué avec un « combat » celui de blanchir le Général, de lui accoler une nouvelle identLors d’une pause-café à la Sorbonne, il s’avance vers moi pour me demander un service : lui envoyer les photos prises avec mon appareil lors de son intervention au sujet de La question berbère dans le Maroc de 1956-1960. Les dessous d’une instrumentalisation au lendemain de l’indépendance, chercheur de son état dans une institution scientifique, l’Ircam, quand je l’ai félicité pour son exposé il me sussure tout fièrement à l’oreille une confession en toute discrétion, comme pour éviter les oreilles indiscrètes « Tu sais j’ai essayé de faire bref, je n’ai pas voulu entrer dans les détails, et épargner ainsi les militaires ! Après tout, Oufkir est un berbère, donc un des nôtres ». Ce fut lors du colloque international tenu à l’université Paris 1 Panthéon-Sorbonne 19 et 20 mai 2015 sous le titre LA QUESTION BERBÈRE DEPUIS 1962 Amnésie, Renaissance et Soulèvements. Un propos surprenant et chargé de symboles, tenu par un « chercheur » qui boute en touche tout professionnalisme du métier ! Je suis sûr qu’il ignorait tout de mon amazighité, et que s’il savait que j’étais rifain, il n’aurait probablement pas pu prononcer cette bêtise ! Il n’est absolument pas des nôtres !

    Lorsqu’on examine les idées, insidieuses, et un peu discrètes, qui ressortent de certaines prises de position, et des « réflexions », vulgarisées dernièrement dans la presse et dans les réseaux sociaux par quelques « acteurs actifs du fait amazigh » on est vite frappé par un décalage. On se dit que là il y a une crise. Ces idées font état d’un mouvement mystérieux, visiblement bien coordonné où l’on s’emploie à distiller des idées dédouanant le Général Mohamed Oufkir, exécuteur de basses œuvres de Hassan II, assassin impitoyable des rifains, et des opposants politiques de Hassan II, un autre assassin des rifains… ainsi commence une « opération de com » afin de le réhabiliter à titre posthume et d’imposer un nouveau paradigme s’agissant de l’histoire. Et pourtant l’homme tînt le pays d’une main de fer en éliminant toute opposition à Hassan. Il fut une figure noire du Maroc, un symbole honni d’une époque, sa terreur structurelle est assez largement mythifiée, et décrit comme un homme sans pitié. Il fut une crapule meurtrière, qui avait la direction de viols, meurtres, enlèvements, exactions… en somme un régime de terreur.

    Depuis quelques temps ces acteurs en question ont renoué avec un « combat » celui de blanchir le Général, de lui accoler une nouvelle identité et des attributs positifs, de citer avec ostentation l’enfant de Tafilalt, le génie militaire ainsi que ses faits d’arme ! Nostalgiques, ils y tâchent de le réintégrer en héros à part entière au panthéon des « grands » et des « amazighs libres », une distinction à la hauteur de ses méfaits, et peut être bien u »n musée en sa mémoire » comme pour cet autre assassin Ameziane ou encore Franco en Espagne. Il est exalté, encensé, flatté, « béatifié » (J’exagère je sais, mais c’est l’impression que cela me procure) peut être potentiellement candidat à figurer dans les manuels scolaires ! Ces acteurs n’hésitent pas à prendre fait et cause pour lui, à balayer d’un revers de la main « les racontars», leurs prises de positions se font claires et décomplexées, quand bien même ils prennent l’Histoire à revers !

    Les initiateurs de cette « compagne » justifient leur démarche en faisant valoir qu’il est une victime d’une certaine historiographie officielle, celle du pouvoir, l’image qu’on se fait de lui est un « mythe », une « fiction », qu’il y a une manipulation « flagrante » dont les véritables commanditaires sont ses opposants. L’histoire du Général Oufkir, avancent-ils, est plus complexe que cela, elle est méconnue, celle qui est enseignée est biaisée, fausse même, et qu’il est temps de la « revisiter ».

    Bref, tout le monde s’accorde sur le constat, et le sujet est dépassé et ne mérite pas d’être abordé, l’Histoire a déjà tranché, les exemples ne manquent pas de ceux qui l’ont connu de prés, et qui ont relaté ses monstruosités, son bilan est sans appel : cruel et sadique. Bensaid Ait Idder, Ahmed Marzouki, Salah Hachad, Stephen Smith, Gilles Perrault… sans citer les victimes directes de sa terreur… La vérification par les faits des récits induisent cette vérité !

    Une offense à la mémoire de ses victimes
    Faire silence sur ce genre de déclarations, est tout aussi scandaleux, cela commence à bien faire ! Une telle initiative déleste tout simplement ses auteurs de tout scrupule ! Honorer un tueur pareil constitue, aux yeux de rifains et l’ensemble de ses victimes ainsi que leurs descendants, une offense à leur mémoire. Il s’agit d’une provocation inacceptable et c’est consternant !

    Quel est l’enjeu de cette réhabilitation ? Est-ce parce qu’il est de « race » amazigh ? Son origine sociale, son nom ? Ou parce qu’il représente la figure de l’homme viril, un aryaz, un guerrier ? Pour quel objectif est-il récupéré aujourd’hui par certains ?

    Un certain Ahmed Adgherni, un avocat de formation, qui se présente comme un militant amazigh, et adepte d’un double discours, selon les circonstances et le public, machiavélique et fallacieux, n’hésite pas à présenter le Général OUFKIR comme « un martyr de la cause amazigh »… bref, je suis compréhensif, c‘est l’effet de l’âge. Mas Adgherni est victime de l’usure du temps, ses fonctions psycho-sociales ainsi que ses facultés mentales sont sur le déclin ! C’est le pic de ce que peut produire un homme en fin de vie ! Largement en perte de vitesse, il se rattrape avec ce genre de déclarations et se fait l’avocat des causes perdues pour trouver grâce auprès de je-ne-sais-de-qui, probablement pour faire parler de lui, marquer sa « radicalité », et son « opposition » à l’establishment… il a certes besoin d’attention. « L’indéfinissable » manie l’art du baratin, aussi je pense que personne ne lui tient rigueur.

    Le mot « Martyr » désigne toute personne qui souffre ou meurt pour la défense d’une cause, son usage en l’occurrence est abusif et décerner à tout bout de champs ce titre et à n’importe qui, est hautement toxique et irresponsable…Le recoupement du mot « martyr » ou encore un « grand » d’une part et « Oufkir » de l’autre, c’est un abus de langage c’est le moins que l’on puisse dire. En outre, s’il avait réussi le coup d’Etat il allait jeter les bases dynastiques d’un régime à la manière des dictatures les plus féroces de ce monde, dépassant de loin les années de plomb de Hassan II, je ne vous ferai pas de photo. Inutile de jouer sur l’équation amazigh = démocrate, c’est une conception biaisée, donc trompeuse de l’Histoire.

    Il fut un temps où j’ai été lycéen à Oued Eddahab à Azila, au cours de philo, le prof avait pour coutume de revenir sur cette période de sa vie, il était un homme gauche, et a vécu de plein fouet cette période. Quand il commençait son cours, il faisait la liste des présents. Quand il arrive à mon nom, il ouvre une parenthèse pour nous parler de cet homme fort du régime de Hassan II. J’ai souvent répété que je n’ai rien à voir avec cette famille. Le nom détonnait. A l’époque je ne connaissais pas la véritable histoire de cet homme, tout ce que je savais est qu’il était une brute, un dur… mais rien n’est fait, on m’associait systématiquement à lui, et cela ne m’honore point. A vous de le savoir chers lecteurs. Le hasard fait que mon père s’appelle aussi Mohamed Oufkir, et que ma grande sœur porte le nom de Malika Oufkir, la ressemblance s’arrête ici. Lors du coup d’état de 1972, mon père, me raconte qu’il a fait la garde à vue pour ressemblance de nom. A Paris aussi, la famille Oufkir est connue, et qu’il m’arrive de ne décliner mon identité sans qu’on me sorte naturellement le destin des Oufkirs, bref

    Un amazigh qui blanchit un pouvoir oppresseur des amazighs participe de cette même oppression… L’enseignement fondamental qu’on peut tirer de ce genre de démarche est qu’il est extrêmement clair que nous n’avons pas la même Histoire, ni les mêmes références ni encore la même norme de vérité, justifier un monstre simplement parce qu’il est « amazigh », est tout bonnement minable et minimiser une telle terreur relève tout aussi du sadisme. De quelle amazighité parle-t-on ? Là il y a une anomalie, une représentation trop simple de l’amazighité. C’est absurde et bien sûr de la calomnie ! `

    Qui était vraiment le Général OUFKIR ?

    Natif d’Ain-Chair, dans la région du Tafilalet, dans le Haut Atlas, décoré par la France pour avoir combattu dans l’armée française lors de la Seconde Guerre mondiale en 1944 puis en Indochine française de 1947 à 1949. Il devient capitaine de l’armée française en 1949 et est détaché en 1950 au cabinet du général Duval, commandant supérieur des troupes du Maroc.

    À « l’indépendance » du Maroc en 1956, il devient aide de camp de Mohammed V, puis directeur de la Sûreté, ministre de l’Intérieur et enfin ministre de la Défense du roi Hassan II, il est chargé de toutes les affaires « délicates » du roi.

    Son livret militaire mentionne qu’il « appartient à une influente famille du sud-est marocain qui a rendu des services appréciables à la cause française ».

    En 1955, Son rôle fut d’écraser l’armée de libération nationale marocaine (ALN), d’atténuer le plébiscite autour de la légitimité des partis nationalistes, notamment l’Istiqlal et l’UNFP, et de construire les structures policières et de surveillance officielles (notamment les FAR Forces Armées Royales) et parallèles.

    Avec le prince Hassan, le futur roi Hassan II, le Général Oufki a mené une répression au point de vouloir génocider tout un peuple, des milliers de morts. Cette guerre répression va fonder la sinistre réputation de Mohamed Oufkir et du « boucher du Rif », un sadique prenant plaisir à tuer. Le « complot de juillet » que le régime attribue en 1963 à la gauche marocaine et les émeutes de Casablanca du 23 mars 1965 où, à bord d’un hélicoptère, il tire à la mitraillette sur la foule.

    Oufkir a été mêlé en 1965 à l’assassinat de Mehdi Ben Barka, principal opposant au roi Hassan II, la justice française le condamne par contumace en France aux travaux forcés à perpétuité.

    De vous à moi, cette « réhabilitation » n’honore point les amazigh, je me demande comment est-ce possible que l’on puisse élever au rang de « martyr » un amazigh qui a massacré des amazighs et des êtres humains tout simplement ! C’est une chose que de faire la part des choses. Je ne peux que compatir avec le calvaire qu’a vécu sa famille, c’est émouvant, c’est terrible ce que leur a fait subir l’autre assassin Hassan II dans le camp de la mort. C’en est une autre que de faire la critique de l’Histoire correctement. En replaçant l’homme dans les luttes de son temps, le Général Oufkir se révèle un monstre. La science de l’histoire doit être abordée sereinement avec le plus d’objectivité. S’est-il suicidé ou a-t-il été suicidé, je ne pense pas que là est le fond de la question. Cela importe peu en l’occurrence quand bien même la vérité est connue de tous, Hassan II l’aurait assassiné pour avoir été un félon.

    Au lieu d’Oufkir, l’homme, il faut réhabiliter l’Histoire !

    Source : Blog de Rachid Oufkir

    Tags : Maroc, Rif, Hirak, Oufkir, Hassan II, répression,

  • Marruecos: El secreto del apoyo marroquí a los manifestantes argelinos

    Los pseudo-demócratas marroquíes no vacilaron en mostrar su apoyo incondicional al pueblo argelino en sus manifestaciones contra su gobierno. Pretenden que es una cuestión de principio olvidando que hace menos de dos años dieron la espalda a los manifestantes rifeños cuyo único crimen era reivindicar un hospital para curar a sus enfermos de cancer y una universidad para educar a sus hijos.

    Los conocedores de Marruecos, saben de sobra que la solidaridad de los marroquíes con los argelinos no es cuestión de lucha conjunta contra la tiranía. Ese es un cuento que ni siquiera un chino tragaría. La verdadera razón es otra y la comparten con su sanguinario régimen, el Majzen. Sueñan con la caída del régimen argelino porque, al igual que su rey déspota, sueñan con ver a Argelia cambiando su posición en relación con el conflicto del Sáhara Occidental. A menudo les pasa que de repente se despiertan a medianoche. Se despiertan después de haber tenido un feliz sueño en el que ven a Argelia abandonando al pueblo saharaui y entragándolo a sus verdugos marroquíes. Pero enseguida esa alegría se convierte en decepción cuando se dan cuenta de que sólo era un sueño.

    Sus sueños están motivados por la confusión sobre el régimen argelino. Lo comparan con el suyo, cuya diplomacia se basa en la danza del vientre, la pelotilla y la prostitución política. Su odio hacia el país vecino les impide ver la realidad. Esta realidad es que Argelia, régimen y pueblo, son diferentes. Non sin razón, un saharaui dijo que si Argelia es el país del millón y medio de mártires, Marruecos es el país del millón y medio de prostitutas.

    Marruecos condiciona su política exterior a los deseos y caprichos de Occidente, en particular de Francia. Este condicionamiento le ha llevado a participar en todas las agresiones de Francia contra los pueblos africanos y en las de Occidente en general contra los pueblos árabes en Irak, Siria, Yemen, Libia……. Un país que ha establecido el mercenarismo como dogma y principio y ha vendido todo su territorio a los franceses con el único fin de obtener apoyo para su agresión contra los saharauis.

    Argelia se ha ganado el respeto de Occidente gracias a su coherente política y neutralidad. Ni los Estados Unidos, ni Francia, ni todos los países occidentales juntos pueden obligarle a romper sus relaciones con Irán o con cualquier otro país. Marruecos ya ha cortado tres veces las relaciones con Teherán. Para las autoridades marroquíes, es una estrategia, la estrategia del ridículo y la falta de autonomía.

    Argelia y la RASD comparten los mismos principios, entre ellos el respeto de las fronteras heredadas del colonialismo y la lucha contra el imperialismo y el saqueo de la riquezas africanas por parte de Occidente, mientras que Marruecos es conocido por su papel de Caballo de Troya de Francia en Africa.

    La lucha y la determinación del pueblo saharaui han hecho que los cálculos del poder marroquí se evaporen por los aires. El rey más sangriento de la historia de Marruecos, Hassan II, había pensado que el pequeño número de saharauis le facilitaría la tarea de exterminio del pueblo saharaui y el control del territorio y los recursos naturales del Sáhara Occidental. Había subestimado a la población saharaui, pero, como dice el refrán saharaui, a veces el ojo subestima al palillo que le puede hacer mucho daño si lo atraviesa. 43 años después, los saharauis seguimos aquí y el régimen marroquí está pagando por sus fechorías. Sus súbditos, por su parte, ya pueden hacer su duelo por el Sáhara, porque pertenece a los saharauis, sólo los saharauis.

    El Majzen, derrotado por los saharauis, pidió a Francia que le ayudara a mantener el status quo. Ahora que los Estados Unidos han sacudido al statu quo, las autoridades marroquíes ya no saben a qué santo dirigirse para implorar auxilio. No tienen más remedio que sentarse sobre la misma mesa con los saharauis que subestimaron ayer. « Nunca hay que subestimar al enemigo », es un principio fundamental para ganar la guerra.

    Hoy en día, el pueblo marroquí que siempre se ha mostrado màs monárquico que le monarca en la cuestión del Sáhara, no tiene derecho a abrir el pico si no es para alavar la putrefacta política de sus mediocres dirigentes. Parece un pueblo sado-masoquista por naturaleza, su mayor placer es el de recibir los golpes, uno tras otro.

    Tags: Frente Polisario, Sáhara Occidental, Marruecos, Majzen, Hassan II,